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viernes, julio 27, 2007

Hate Your Friends!!! 




Leí que los Lemonheads habían sacado un disco nuevo, y que ahora además de Evan dando la banda la componen lo que quedó de los antiguamente tan adorados Descendents, encabezados por Bill Stevenson (de quien extractamos, tradujimos y subimos hace poco algo de una conversación mantenida con Mark Prindle, sobre sus tiempos de baterista de Black Flag), y también como invitado especial en algunos temas nuestro querido pelmazos J. Mascis, de la fama de Deep Wound y Dinosaur Jr. Bajé el disco y he intentado escucharlo, pero aunque no está mal, inevitablemente termino acudiendo a discos antiguos de los Descendents y de los Lemonheads. Deep Wound y los 3 primeros albums del Dinosaurio son platos más habituales en mi dieta, pero fue agradable escuchar de nuevo esa impresionante sucesión de temas cortos, entretenidos, rápidos, pegajosos e interesantes que ofrecen los Descendents en Two Things at Once…que en realidad son 3 cosas en una: Milo goes to college, Fat, y el Bonus Fat. Además, cada vez que se escucha el primer album de los Lemonheads uno se vuelve a sorprender de cómo la misma banda pasó tan rápidamente de practicar un hardcore punk que por su combinación de alta velocidad y vocación pop los ponía a la vanguardia de la escuela post-Hüsker Dü, a pasar a la retaguardia del pop/punk/folk/grunge de la era MTV gracias a su versión del clásico tema Mr. Robinson de los pelmazos de plana mayor que eran Paul Simon y Art Garfunkel (en Brasil conocí una vez a un negro de apellido Vanderley que era fanático de Paul Simon al punto de que bautizó a su hijo como “Paul Simon Vanderley”). Hate your firends no se deja escuchar de corrido, pero para un punk viejo que aún puede emocionarse con la cebolla hardcore punk es irresistible cabecear una vez más al ritmo de canciones como “Glad I don´t know”, “Ever” o “Second chance”. Y bueno….finalmente no estoy en condiciones de decir nada sobre el nuevo álbum de los Lemonheads reloaded. Pero la acción y el recuerdo ocurren al mismo tiempo, actual y virtual, según Virno -estudiando el fenómeno del deja-vú-, que al parecer sí ha podido construir bastante en base a Benjamin y…Bergson, pero ese es otro tema, acá estamos hablando de música, así que remato diciendo que la canción del día es precisamente HATE YOUR FRIENDS!!!!

Postescriptum: Por segunda vez en menos de un año, la revista Rock de Lux está en los kioskos con un disco razonablemente bueno. Se trata de un compilado de Impulse records, con gramndes del jazz/free jazz de los 60 y 70: Coltrane, Ayler, Archie Shepp, Pharoah sanders, Alice Coltrane, Mingus....Lamentablemente, los sacoes de huevas estos no encontraron nada mejor que arruinar el compilado con un repulsivo tema "rockero" de Keith Jarrett, el que más encima pusieron como track 2. Lástima que este insulto no puede ser eliminado, a diferencia de un cassette, pero bueno.....vale la pena saltarlo, o programar bien la reproducción, para poner mucha atención a todo el resto.



Noticias del Espectáculo:

Internacional

Sex Pistols celebra 30 años

La banda británica de punk Sex Pistols celebra 30 años de su disco "Never Mind The Bollocks...Here's The Sex Pistols" (1977), considerado emblemático, con la venta de cuatro canciones de ese álbum en versión remasterizada.
Según informó la empresa discográfica Virgin Records, se pondrán a la venta en octubre cuatro sencillos aniversario con los principales temas del disco, "Anarchy In The UK", "God Save The Queen", "Pretty Vacant" y "Holidays In The Sun". Los "singles" contarán en su tapa con los diseños punk clásicos del grupo inglés, creados por Jamie Reid.
Para finales de octubre, Virgin planea vender el disco en vinilo con la canción original "Submission" y un póster, como se había vendido el 28 de octubre de 1977. Ese tema había quedado fuera del disco que se vendió posteriormente, debido a problemas de comercialización con Francia.
Los Sex Pistols fueron una banda emblemática de punk rock que tuvo una existencia fugaz, de 1975 a 1978, período en el que emitió sólo cuatro sencillos y un álbum. Los Pistols, como se los conoce en Inglaterra, son acreditados como los iniciadores del movimiento punk en Gran Bretaña.
La banda estuvo formada por John Lydon (Johnny Rotten) en voz, Steve Jones en guitarra, Paul Cook en batería y Glen Matlock en bajo (luego reemplazado por Sid Vicious).
El 24 de febrero de 2006 Sex Pistols fue incluido oficialmente en el Salón de la Fama del Rock británico, pero declinó la invitación a la ceremonia y sus miembros insultaron a los organizadores.

Nacional

El último informe sobre el estado de las cárceles, que realiza semestralmente una Comisión la Corte de Apelaciones de Santiago, mantuvo la preocupación en torno a la situación de hacinamiento que viven los 4.700 internos en el Centro de Detención Preventiva (CDP), ex Penitenciaría.

En contraparte, destaca los lujos en las cárceles de Punta Peuco y Cordillera, en los que viven en condiciones de seguridad "relajada" los 31 ex militares procesados y condenados por violaciones a los derechos humanos cometidas durante la dictadura militar.


Contracara castrense

Una realidad diametralmente distinta es la que se advirtió en los penales destinados a ex militares, Cordillera y Punta Peuco, donde la comisión constató que los internos ''gozan de excelentes condiciones de vida, no equiparables con los internos de otros establecimientos''.

Por ejemplo, en el modulo reservado de Punta Peuco se constataron una serie de elementos de lujo, como una sala de living, la calefacción eléctrica al interior de las habitaciones, decoradas como una vivienda acomodada con "muebles de estilo, patio con césped, toldos y juegos".

Similar situación se describe en la Cárcel Cordillera, donde los reclusos se desplazan libremente por las distintas cabañas, cancha y jardines. Según el oficio, "cada interno es como un 'dueño de casa', cuyas residencias se encuentran alhajadas y equipadas".

….

Genet y la infancia criminal


En el siglo XX hubo un ejemplo de niño marginal y “delincuente”, encarcelado en varias ocasiones y posteriormente reconocido como “poeta”, que intentó dar a conocer al público de la comunicación de masas el punto de vista de la infancia criminal castigada. Nos referimos a Jean Genet, quien a los 36 años intentó transmitir su personal visión acerca del tema en una emisión radiofónica que finalmente no salió al aire. Posteriormente él mismo se encargo de poner dicho material por escrito . Este material resulta muy interesante para nuestro análisis puesto que se trata de un discurso lo más cercano posible a la experiencia de la infancia (de una infancia que sufrió el castigo y los intentos de “rehabilitación” por parte del mundo adulto), tal como es recordada por un adulto que siguió siendo “marginal” en relación a los valores sociales dominantes, y que tanto por su contenido como por su forma resultó intolerable por la sociedad de su época, al punto que fue suprimido su intento de existencia en la industria cultural y de los medios de comunicación de masas.

En esta alocución, Genet parte por explicitar -y disculparse por- la emoción que le provoca “exponer una aventura” que fue también la suya. Atribuye a algún error el que se le haya dado la posibilidad de poder dirigirse al público, y, de manera clara manifiesta: “hablo en el vacío y en la noche, sin embargo, aunque esto quedase únicamente para mí, yo quiero insultar a los que nos insultan”. De esta forma, su identificación con la infancia que tuvo y que continúan viviendo otros niños, le permite expresar precisamente la voz más silenciada dentro de los “sin voz”.

Desde ese punto de vista que casi nunca tiene ocasión de ser expresado, Genet le informa a los miembros de la sociedad que “el niño criminal es aquel que ha forzado una puerta que da sobre un lugar prohibido”, que “lo que los conduce al crimen es el sentimiento romántico, es decir, la proyección de sí más magnífica, la más audaz, la más peligrosa de las vidas”, y explica: “Lo traduzco por ellos, pues tienen el derecho de utilizar un lenguaje que los ayude a aventurarse”. Al describir su labor como de “traducción” y no de “representación”, Genet se sitúa en las antípodas de las distintas variedades de adultocentrismo, y es fiel a la experiencia individual y colectiva de la infancia, a la que no trata de sustituir con su voz propia.

Parte importante del mensaje de Genet se refiere a la realidad de los recintos donde son encerrados los niños, y a lo absurdo que desde el punto de vista de ellos resultan las pretensiones “dulcificadoras” de quienes pretenden rehabilitarlos y reeducarlos a través de “una crueldad más íntima (…) una crueldad en pantuflas”. No vacila en comparar esta realidad con la muy publicitada realidad de las torturas, detenciones y ejecuciones de la ocupación nazi, pero, tal como señala, “ninguna persona está alertada de que desde siempre en los presidios de niños, en las prisiones de Francia, los torturadores martirizaban a los niños y a los hombres”. De manera subversiva, Genet no clama por una ‘humanización de la tortura’, sino que nos dice que el niño delincuente “desea el rigor (…) exige que su punición sea sin dulzuras”, que “dentro de sí mantiene el sueño de que la forma que tome el castigo sea la de un infierno terrible, y la casa de corrección un lugar del mundo desde donde no se vuelva. Es cierto, no se vuelve”.

Evidentemente se trataba de un mensaje demasiado perturbador, como golpe duro de realidad, para los estándares de lo aceptable en los términos del sentido común y de la industria de la cultura de la época. Genet llega incluso a atacar la ambivalencia de dichos parámetros: “Vuestra literatura, vuestras bellas artes, vuestras diversiones de después de cenar, celebran el crimen (…) Sin embargo, los héroes que pueblan vuestras tragedias, poemas, vuestros cuadros están hinchados, son el ornamento de vuestras vidas a la vez que despreciáis a sus modelos desdichados. Hacéis bien: ellos rechazan vuestra mano tendida”.

Además, Genet apunta al centro de la hipocresía social cuando dice: “yo sé bien que la moral en nombre de quien ustedes persiguen a los niños, no la aplican mucho (…) ustedes tienen poca fuerza para librarse enteramente a la virtud, o enteramente al mal. Ustedes predican una y niegan la otra, de la que, sin embargo, sacan provecho. Reconozco vuestro sentido práctico. ¡Pero no puedo celebrarlo!”. Así que como mensaje hacia los auditores, Genet dice no tener nada que aconsejarles: “No quiero inventar ningún dispositivo nuevo a favor de la sociedad a fin de que se proteja. Le tengo confianza: sabrá bien, completamente sola guardarse de los graciosos peligros que son los niños criminales”. En cambio, entrega un mensaje a estos niños: “Les pido que no se avergüencen jamás de lo que hacen, que conserven intacta en ellos la rebeldía que los ha hecho tan bellos”, y se manifiesta convencido de que “a la belleza de los más viejos truhanes que ellos admiran” la sociedad nunca podrá oponerle “más que vigilantes ridículos, limitados a un uniforme mal cortado y mal llevado” .

Dicho opúsculo, “L ´enfant criminel”, fue editado en Francia en 1956. Hasta hoy no existe una edición en español. El texto, aparentemente íntegro, es incluido en la Introducción a Flesler y otros (2003), aunque con comentarios insertos en medio del texto original.
Todos estos extractos fueron tomados de la “Introducción” a Flesler y otros (2003). También en Donzelot (1990, pp.142 a 144) se encuentran alusiones a este episodio, y se mencionan dos textos posteriores basados en el de Genet. Cabe agregar que idealmente Genet proyectaba, además de poder leer su texto, interrogar a un director penitenciario, un psiquiatra oficial y un juez, para invertir la relación interrogador-interrogado.

viernes, julio 20, 2007

"rape the white girls, rape their fathers..." 



Los mejores libros son esos que aparecen de la nada en la calle y en estantes de librerías polvorientas e invitan a llevárselos, por precios módicos, a veces irrisorios (sobre todo en comparación a los precios de las otras librerías). Y en la calle, saliendo del metro I., me encontré con un tipo que sobre un manto tenía ubicados unos pocos libros, entre ellos, Blues People, sobre “la música negra en un país blanco”, del poeta Le Roi Jones, rebautizado después como Amiri Baraka. Se trata de un libro que fue hecho por ahí por 1964, es decir, en la misma época que Jones colaboró con el New York Art Quartet en su primer album, cuando hace una lectura de su violentísimo “Black Dada Nihilismus” musicalizada por el free jazz de la era de oro ofrecido por Roswell Rudd en trombón, John Tchicai en saxo alto, Lewis Worell en contrabajo y Milford Graves en percusión. (Vez que pienso en BDN me vuelve a llamar mucho la atención que en ciertas historias del punk que se escriben hoy lleguen hasta a mencionar la influencia en el punk de grupos como los Up against the wall Motherfuckers!!! de Ben Morea, y a señalar la influencia de Jones en este grupo anarcojipiprositu, sin mencionar siquiera ese disco y ese tema). Ahhhh. El libro costaba 2 lucas.

Unas semanas después, en la galería San Diego, encuentro en los estantes el libro “Alma encadenada” (Soul On Ice, o sea…alma congelada, en el original), escrito en la cárcel por el extraño personaje que era Eldridge Cleaver, el que pasó de delincuente juvenil marihuanero a ministro de información del Black Panther Party a exiliado en Argelia y luego, decepcionado del “socialismo real”, resurgió como miembro del Partido Republicano gringo….todo eso en unas 3 décadas….., para luego hacerse adicto al crack, limpiarse, y morir por ahí por 1998. En el primer texto, “Devenir” (dentro del capítulo “Cartas desde la cárcel”), Cleaver hace mención al poema BDN…..

“Recientemente tropecé con una cita de uno de los poemas de LeRoi Jones, tomado de su libro The Dead Lecturer:

Un culto de la muerte necesita del sencillo brazo que golpea el farol de la calle. De las cuchillas que cortan bajo su suelo agrietado. Levántate, negro nihilismo dadá. Viola a las muchachas blancas. Viola a sus padres. Cercena los cuellos de sus madres.

Esos versos fueron para mí una vivencia y sé que si no me hubiesen detenido habría cercenado algunas gargantas blancas. Por supuesto, andan sueltos muchos jóvenes negros que están cercenando gargantas blancas y violando muchachas blancas. No lo hacen porque lo hayan leído en la poesía de LeRoi Jones, como parecen creer algunos de sus críticos. Más bien LeRoi está expresando las tristes y puercas verdades de la vida”.

Poco antes Cleaver contaba que a los 18 años, estando preso, la Corte Suprema proscribió la segregación (en 1954). El impacto de ese hecho tardó un poco en llegar, pero cambió su vida. Cleaver y un grupo de presos jóvenes negros empezaron a o rebelarse, contra los segregacionistas y los que dialogaban con los segregacionistas: “¿Por qué no aplastarlos, sin más, por qué no meterlos a la cárcel? ¿Acaso no estaban desafiando a la ley? Por haber desafiado a la ley me habían metido a la cárcel. ¿Por qué demonios no meter a la cárcel también a esas viejas puercas? Me habían cogido cuando llevaba una bolsa llena de marihuana, una bolsa llena de amor; estaba yo enamorado de la yerba, y ni por un momento pensé que tuviese algo de malo embriagarme con la mota. Desde hacía cuatro o cinco años la había venido fumando, con el celo de un cruzado, y estaba convencido de que la marihuana era superior al alcohol; sin embargo, los señores de la tierra parecían ser una bola de borrachos. No podía entender por qué eran más justificadas sus borracheras que el fumar la mota. Yo era un marihuanero y era natural que considerase injusta mi prisión”.

Una bolsa llena de amor…...Por la misma época, o tal vez un poco antes, William S. Burroughs se había convencido de la inutilidad de traficar marihuana, por dos razones centrales: ocupa mucho espacio; sus usuarios suelen ser estúpidos en extremo. Pero Cleaver entró ahí como marihuanero y patas negras (“la amante que tenía cuando me detuvieron, la hermosa y solitaria esposa de un soldado enviado a ultramar, murió inesperadamente tres semanas después de mi ingreso a la cárcel”), y en prisión sufrió una verdadera tortura física y psicológica por la falta de mujeres, y el descubrimiento de que la mayoría de los negros estaban obsesionados por las mujeres blancas. Y salió de ahí distinto:

“Me convertí en un violador. Para perfeccionar mi técnica y mi modus operandi, comencé practicando con chicas negras del ghetto (del ghetto negro donde los actos oscuros y viciosos no se ven como aberraciones o apartamientos de la norma, sino como parte de la cantidad de Mal de un día) y cuando me consideré lo suficientemente diestro crucé las vías y busqué presas blancas. Lo hice consciente, deliberada, intencionada metódicamente, aun cuando ahora que echo la mirada atrás veo que me encontraba en un estado de ánimo frenético, salvaje y completamente abandonado”.

“La violación era un acto de insurgencia. Me llenaba de gusto saber que estaba desafiando y pisoteando la ley del hombre blanco, su sistema de valores, y que estaba mancillando a sus doncellas; y creo que esto era lo que más satisfacción me daba, puesto que estaba lleno de ira por el conocimiento del hecho histórico de cómo los hombres blancos habían usado a las negras. Sentía que me estaba vengando. Desde el lugar en que se lleva a cabo la violación, la consternación se propaga hacia fuera en círculos concéntricos. Quería enviar hondas de consternación por toda la raza blanca”.


Y eso es todo. ¿Ven? La marihuana hace daño. Ahhhhh, este libro costaba 1.500 pesos.

"su fracaso -puesto que fracaso ha habido-..." 

escribir sobre un tema interesante no es garantía de una escritura interesante, tal como tener una buena colección de libros y discos no garantiza nada en cuanto a la calidad de los textos y ruidos que produzca cada coleccionista en particular. pero cuando un tema se ha tratado poco, estamos obligados a acudir a lo que hay, revisarlo. es el caso de esta introducción de Telesforo Tajuelo a su libro sobre la acción política armada del MIL y los GARI en la España de los 70. me parece que sobre el tema es mucho mejor lo que ha investigado y escrito Sergi Roses, pero este texto de tajuelo es previo, de 1977 nada menos, y aporta alguna información relevante, aunque el párrafo final sobre la subsistencia de "la Idea" es francamente vomitivo (¡seamos materialistas, por la cresta!!!).


La Historia es la historia de la opresión. De vez en cuando, se han producido sobresaltos insospechados que han venido a enturbiar la evolución «lógica» de las cosas. Entendemos por «lógica», la evolución de la historia que se desprende de la lucha de clases.
Es demasiado fácil decir que la lucha de clases hace avanzar la historia. Habría que demostrar, sin embargo, que la lucha existe, que se desarrolla en algún lugar.
Ahora bien, en la historia de nuestros últimos años, si bien es cierto que se han dado ejemplos de lucha, éstos tienen caracteres bastante diferentes de los ejemplos que se habían conocido antes de 1968. Digamos que antes del mayo francés, la lucha estaba polarizada entre lo que se había dado en llamar derecha e izquierda, que, sin embargo, tenían en común su aspiración a ejercer el poder. Después de 1968, se ha visto aparecer, un poco por todas partes en Europa, una serie de grupos para los que la conquista del poder no estaba a la orden del día, pero que, sin embargo, soñaban con transformar completamente la sociedad.
Cuando Marx enunció la lucha de clases, la diferencia entre los dos bandos estaba bastante clara: mientras que unos luchaban por el poder y después lo guardaban entre sus manos (derecha), otros prometieron que el día que conquistasen el poder lo devolverían al pueblo a corto plazo; es decir, pondrían dicho poder o Estado en las manos de todos.
En 1917, por primera vez en la historia, ascendió al poder uno de esos grupos que decían que pensaban devolver el Estado al pueblo en un plazo razonable. Más de medio siglo hace que ese pueblo está esperando que se le devuelva el poder (¿no fue el pueblo el que conquistó dicho poder?) sin que por ahora los que se instalaron en el trono desierto parezca que tengan ninguna prisa en devolverlo al pueblo que, con 10 millones de muertos entre 1917 y 1924, pagó con creces una merecida independencia.
Si la diferencia es enorme entre los que conservan el poder y los que dicen que lo devolverán al pueblo, esta diferencia es todavía más grande entre estos dos grupos (derechas e izquierdas), cuyo objetivo es el poder, y aquellos otros que han proliferado después de 1968, y que ignoran o hacen todo lo posible por ignorar el Estado.
Nos referimos a ciertos grupos, de los que formarían parte el Movimiento Ibérico de Liberación (MIL) y los Grupos de Acción Revolucionaria Internacionalista (GARI), que decidieron tomar en sus manos un asunto tan delicado como era su liberación, sin esperar que unas vanguardias milagrosas viniesen a resolverles la papeleta. Para empezar, pues, dichos grupos renunciaron al leninismo por la simple razón de que Lenin, al dar cuerpo a la teoría de la vanguardia revolucionaria, lo que hizo fue poner al pueblo trabajador en manos de una élite intelectual. Desde entonces, todos los Estados o partidos que se vinculan con el leninismo están dirigidos por una élite de intelectuales que piensan por el pueblo y, como consecuencia lógica, toman las decisiones que debiera tomar el pueblo, pero que no toma por falta de cultura.
El MIL y los GARI hicieron todo lo posible por ignorar el Estado -todos los Estados- por considerarlo un usurpador. La visión que sobre este problema tienen el MIL y los GARI se identifica con la concepción anarquista del Estado.
Sin embargo, ignorar el Estado supone ignorar las leyes y ya se sabe que quien no respeta las leyes se sitúa automáticamente fuera de la ley. En este sentido la historia del MIL y de los GARI es la historia de un grupo de personas que ignoraba las leyes porque éstas habían sido dictadas por el capital.
El MIL dará a la palabra capital todo su sentido, señalándolo como el enemigo número uno. Para el MIL, la dictadura no es sino una de las formas que adopta el capital y en este sentido la consigna «¡abajo la dictadura!» fue superada por la consigna «¡abajo el capital!» El MIL combatía al capital bajo todas sus formas. A partir de ahí, la palabra lucha adoptaba una significación concreta para los miembros del MIL, es decir, lucha contra el capital. Para luchar contra el capital, los miembros del grupo tenían necesariamente que pasarse por alto las leyes que éste dictaba, porque, como decía Sartre «...de hecho, si se respeta la legalidad, no se puede actuar contra el sistema ya que se está dentro...» (1).
El MIL no ha respetado una legalidad que ha sido establecida por la burguesía, la cual es el gerente del capital. No se puede luchar contra el capital y asociarse a la burguesía. El MIL y los GARI estaban compuestos por individuos «fuera de la ley» como cierta prensa los calificó entonces, no desde luego en el sentido que acabamos de indicar.
Por su actividad, el MIL ha pasado de la prehistoria a la historia de la lucha de clases. Sus miembros han elevado a su más alto grado esta lucha -implacable- de clases. El MIL es el continuador histórico de las experiencias más violentas de la clase obrera española.
El MIL no posee una ideología propiamente dicha. Sin embargo su admiración por los Consejos Obreros es indudable. La tarea teórica inicial del MIL consistirá precisamente en despojar de todas sus taras no solamente el anarquismo, sino también el consejismo de Antón Pannekoek. Sin embargo, sus miembros abandonaron rápidamente esta tarea que podríamos llamar de creación personal, contentándose con la reproducción de los textos clásicos olvidados, no sólo por el marxismo oficial sino por casi todo el mundo: Camilo Berneri, Esteban Balazs, Antonio Cíliga y, por supuesto, Antón Pannekoek.
Los autores «resucitados» por el MIL son de una variedad ideológica considerable, lo que podría prestarse a confusión: los textos marxistas -aunque no leninistas- se mezclan a los textos claramente anarquistas (Camilo Berneri) y llegarán incluso hasta hacer una minihistoria de la FAI.
Los miembros del MIL se autodenominaron comunistas y a cada ocasión que se les presentó, proclamaron su adhesión a los Consejos Obreros. A pesar de ello, ha existido una tendencia a llamarles más bien anarquistas a causa de su práctica y de algunos de sus documentos. Conviene señalar que su comunismo estaba en todo caso muy lejos de Lenin y de sus egregios sucesores. Para el MIL, Lenin, en compañía de Proudhon, forman parte de la prehistoria. Por el contrario, este grupo consideraba que se puede encontrar en Marx, sobre todo, y un poco en Bakunin, cierta inspiración en la marcha hacia la historia y en el abandono de la prehistoria (2). En cuanto a lo que podría llamarse formación teórica del MIL, sus miembros han escogido textos de aquí y de allá; textos que tienen sin embargo la virtud de estar de acuerdo en un punto: la necesidad de autoorganización de la clase obrera. Es esto, por lo demás, lo que acerca a anarquistas y consejistas.
Leyendo los textos publicados clandestinamente por el MIL se tiene la impresión de que este grupo se inclinaba más bien hacia el campo consejista que hacia el anarquista. Ello se debe sin duda a las contradicciones que ha sufrido el anarquismo oficial español. Si analizamos las tres características principales de los Consejos obreros -características que por otra parte han sido reivindicadas por algunas corrientes anarquistas minoritarias- podremos comprender el porqué de la inclinación hacia el campo consejista de los miembros del MIL.
Una de las características de los Consejos obreros es su antiparlamentarismo. El MIL, que había escogido como tribuna la acción directa, era profundamente antiparlamentario. Es natural que sobre este punto sus miembros critiquen el anarquismo oficial, pues durante la guerra civil española, García Oliver y Federica Montseny, ambos dirigentes de la FAI y de la CNT, participaron en el gobierno republicano como ministros.
La espontaneidad obrera en los lugares de trabajo, otra característica de los Consejos obreros, fue interpretada por los anarquistas «oficiales» con muchas precauciones así como con no menos reticencias. Es natural que así sea puesto que la CNT, el mayor sindicato libre que España haya tenido en su historia, no podía tolerar que la espontaneidad de algunos malograse el esfuerzo de todos. Si el MIL se pronuncia por la espontaneidad en los lugares de trabajo, ello es más que otra cosa una manifestación de buena voluntad, puesto que tenía una implantación obrera nula.
Sin embargo, la cuestión que separa profundamente ciertos anarquistas -cuya corriente es conocida bajo el nombre de «anarcosindicalistas»- de los consejistas, es el anti-sindicalismo de estos últimos. La CNT no se repuso nunca de la situación en que quedó después de la victoria franquista ni de los errores cometidos durante la guerra civil. Ello influenció a todo el movimiento libertario. Sobre este punto el MIL no ofrece dudas: está a favor de los Consejos obreros y contra el sindicalismo. Ello explicaría el interés especial que las Comisiones obreras despertaron en los miembros del MIL, algunos de los cuales habían sido militantes de dichas Comisiones obreras.
Como veremos más adelante, el MIL acabó renunciando a todas las ideologías, vinieran de donde vinieran. Los textos compuestos por miembros del MIL contienen un embrollo teórico sensacional. Comprender los documentos de este grupo ha sido una tarea penosa y complicada: hay tal disparidad en ellos que se acabaría por pensar que cada miembro del grupo tenía una concepción ideológica particular. Para acabar con este fenómeno que separaba más que unía al MIL, sus miembros decidieron de común acuerdo -ante la dificultad de pronunciarse por una u otra ideología- renunciar a todas.
En cuanto a los textos referentes al MIL, procedentes de partidos, grupúsculos y organizaciones diversas, los hay que tratan de ser objetivos y otros a cuya lectura dan ganas de llorar de rabia al ver la utilización que se hace del MIL por parte de los mismos grupos y partidos a los que el MIL atacaba a través de sus publicaciones.
En los ambientes de la oposición de izquierdas españolas, el MIL y su «mártir» Puig Antich se vendían bien en tanto que nuevo producto de consumo. El MIL y su «mártir» Puig Antich han sido recuperados por el espectáculo o, como dirían los situacionistas, por la sociedad del espectáculo. Puig Antich se convirtió de la noche a la mañana en un antifascista ilustre y amigo de todo el mundo. No sería extraño que un día apareciera la cara de Puig Antich reproducida en las camisas veraniegas de algunos jóvenes progresistas españoles, como hemos tenido la oportunidad de ver con el Che Guevara, por ejemplo.
Los miembros del MIL están en la cárcel. El «mártir» del grupo está en el cementerio. Antes de desaparecer, este grupo dejó tras sí varios textos que, aunque confusos, representan un esfuerzo considerable en la búsqueda de la autonomía de la clase obrera. Este libro, resumen de un trabajo más amplio presentado en la universidad de París-I (Sorbona), se propone salvar el MIL y los GARI del olvido al que el poder establecido quisiera relegarlos.
El primer grupo que analizaremos aquí -el Movimiento Ibérico de Liberación- estuvo formado, en parte, por militantes obreros salidos de las filas de Comisiones obreras, después de que el control del PCE sobre ellas se volviese demasiado evidente y acaparador. La existencia de este grupo, pues, constituye un episodio de la lucha de clases en España. Toda su actividad ha estado condicionada por su pertenencia y, posteriormente, sus contactos con los medios obreros. Incluso las «expropiaciones» o atracos las realizaron en función de sus objetivos obreros y revolucionarios.
No hemos conseguido determinar si el MIL fue un grupo anarquista o consejista porque sus textos dan la impresión de tender hacia algo nuevo que, si un día toma cuerpo y se desarrolla, quizá se acabe por darle un nombre. En cuanto al comunismo que decían profesar los miembros de este grupo, digamos simplemente que se trataba de un marxismo no leninista (3).
Los GARI, continuadores históricos del MIL, son grupos algo menos interesantes en la medida en que su producción teórica no aporta nada nuevo con relación a la del MIL. No obstante, los Grupos de Acción Revolucionaria Internacionalista representan una nueva experiencia a partir de las mismas bases de que el MIL partió: se enfrentaron a una sociedad altamente democrática como lo es Francia, demostrando así la voluntad de elevar el nivel del combate -o lucha de clases- y hacerlo pasar de su estadio antifascista a un estadio anticapitalista. La importancia de los GARI reside igualmente en sus actividades: alejándose de las «expropiaciones» de bancos, típicas del MIL, para utilizar la dinamita en proporciones abundantes, estos grupos intentaron radicalizar la lucha de clases
Pero como veremos en el apartado dedicado a los GARI, su actividad consistió más bien en una solidaridad con los miembros del MIL encarcelados en España. Gracias a la dinamita, los GARI han tenido en vilo a la policía francesa y han hecho que el capital tema una escalada de la violencia. Pero el combate era desproporcionado y los GARI estaban condenados de antemano; aislados políticamente, sin suficientes medios para llevar a cabo sus objetivos, no pudieron ir muy lejos. Han dejado el recuerdo de uno de los grupos más violentos que ha conocido Europa después de la segunda guerra mundial. No obstante, significan un neto retroceso los GARI con relación al MIL: este último pudo pasar al ataque antes de ser desarticulado, mientras que los primeros no han conseguido superar las tareas de pura solidaridad. En este sentido, los textos de los GARI desarrollan parcialmente la idea general del MIL, sin por ello superarla. La existencia de ambos grupos, y sobre todo sus actividades, es un síntoma: la aparición de grupos de este tipo es la consecuencia directa de los abusos del Capital. Su actuación es, pues, una consecuencia de la lucha de clases. Su fracaso -puesto que fracaso ha habido- no representa el derrumbamiento de la Idea que defendieron sino sólo de los medios utilizados para defender dicha idea.

Telesforo Tajuelo

1. Jean-Paul Sartre: On a raison de se révolter.
2. Sobre esta opción teórica, los miembros del MIL han sido influidos por la crítica que Emile Marenssin hace de la «Fracción del Ejército Rojo», en Alemania, especialmente en su artículo «La violencia revolucionaria», que apareció como prefacio al libro que Marenssin ha publicado en Champ Libre con el título de La bande à Baader.
3. El MIL no ha sido el primero en hacer una amalgama entre comunismo y anarquismo. Ya entre 1918 y 1920, se publicó en Zaragoza un semanario sindicalista de la CNT que llevaba por título El Comunista. Era lógico puesto que, después de la escisión de la Primera Internacional los seguidores de Bakunin se autodenominaron comunistas libertarios por oposición al comunismo autoritario de Marx.
Giuseppe Fanelli, emisario de Bakunin, había dejado en España una huella imborrable: el anarquismo. Con 50 años de retraso respecto a aquél. Borodín, el primer emisario de Lenin en España, había dejado otra no menos imborrable: el comunismo. El MIL, que consideraba la querella entre ambos grupos como superada, no solucionó sin embargo el problema planteado por los vocablos, que todavía subsiste.

viernes, julio 06, 2007

General Intellect 





Alguien me decía la otra vez en un bar de plaza italia: "hace años se necesitaba bastente tiempo y esfuerzos para explicar varias cosas, pero hoy en día todo el mundo sabe que lo están cagando, así que hablar de clases, de lucha de clases, de capitalismo, de antagonismo, de .......(en este punto mi memoria me traiciona, pero ustedes pueden hacerse una idea del tipo de conceptos/realidades que este tipo mencionaba) es ahora mucho más fácil, y también empezar a hacer algo contundente". Yo lo oía con bastante interés, mientras observaba mi schop negro y pensaba que hoy en día ni siquiera la cerveza es cerveza. Y le encuentro razón. Se está empezando a llamar de nuevo a las cosas por su nombre, lo cual no deja de ser una señal muy importante. Por supuesto, muchos seguirán hablando de cómo esta democracia no es "verdadera" y de la necesidad de "luchar por nuestros derechos", pero son cada vez menos, y 17 años de democracia del capital ya bastan para hacer una evaluación consistente y tirar por la borda toda esa terminología tan liberal y burguesa. Lo más urgente y necesario ahora es poder usar bien los conceptos, evitando tanto el activismo antiintelectual como el intelectualismo academicista. Sacudirse el lastre de tanta ideología muerta, y volver a usar el sesito desde la buena teoría crítica radical, que se asume como un momento reflexivo en la experiencia, y no como un campo separado para especialistas. Que los grupúsculos revolucionarios se den cuenta de que su único modesto aporte puede ser la transmisión de una memoria de luchas, y el conocimiento crítico de las distintas tradiciones desde las cuales se ha dado la pelea contra el dominio del capital. O hacen eso, o se extinguen...y en realidad, en el peor de los casos, ayudarán a que la confusión y la inercia se perpetuen un tiempo más.

Pero bueno, me imagino que es necesario que hablemos un poco de música. ¿Qué pasa con la industria? ¿La está matando el ruido? ¿El pirateo? ¿El comunismo tecnológico? ¿O los viejos y nuevos artistas abrazan la autogestión por que no les queda otra? Hasta el Puma Rodríguez tiene ahora un sello propio y denuncia el abuso de las multinacionales, y varios periodistas escriben sobre el auge de lo "indie" encargándose de re-escribir la historia de manera que parezca que todo eso empezó gracias a Kurt Cobain y ahora "ya no es antisistémico". Los próceres indie en realidad abrazan la autogestión más en el sentido de una PYME musical que de una fábrica o casa ocupada con pretensiones políticas de resistencia. Por eso resulta tan gracioso que vendan esa pomada justo ahora -cuando la industria está algo desesperada por la pérdida de clientes- y despoliticen totalmente el gesto, para de esa forma hacer que la indsutria sobreviva a través de sus criterios de selección y de creación, pero a escalas más pequeñas. Como decía SST records en los 80: "Corporate Rock Still Sucks"....y yo agregaría que el Indie Rock también.

No hagan música. No hagan ruido. Músicos: destruyan sus instrumentos.



Me imagino que cuando los museos hacen exposiciones con la obra de quienes en su momento llamaban a quemar los museos es que estamos ante el fin de una época, que ya se muerde su cola. (Fluxus en un museo prestigioso de Buenos Aires...un par de años antes, Dada....nadie incendió ni destruyó nada, que yo sepa).

Un modesto consejo a la juventud: sáltense al "marxismo" y el "anarquismo". Acuden directamente a las luchas que se estén dando, y lean todo lo que encuentren de Marx, Adorno, Blanqui, Debord, Bonnano, Reich, Benjamin, Bakunin, Sade, Lautreamont, Korsch, Mattick, Pannekoek, Bordiga, Kurz, Jappe, Gross, Flores Magón, Gabel, Huelsenbeck, Nietzsche, Bataille y Lester Bangs. Por supuesto, esta lista no pretende ser exhaustiva.



Y para terminar, complementando lo que subí ayer, va un texto de Virno sobre el "general intellect".


1. En los westerns, cuando el protagonista tiene que
hacer frente a un dilema de lo más concreto, cita a
menudo un pasaje del Antiguo Testamento. Las palabras
de los Salmos o del libro de Ezequiel, sacadas de
su contexto, entran con toda naturalidad en el cuadro
contingente en el que son pronunciadas. Las preocupaciones
filológicas no se tienen muy en cuenta cuando
suenan los disparos o cuando se persigue a la injusticia.
La cita bíblica forma un cortocircuito con una
urgencia práctica. Así leímos y citamos el «Fragmento
sobre las máquinas» de Karl Marx desde el principio
de los años sesenta (texto extraído de los Grundrisse
der Kritik de Politischen Ökonomie, 1857-1858). Para
orientarnos, como podíamos, frente a la cualidad
inédita de las huelgas obreras, de algunos comportamientos
de la juventud, de la introducción de los
robots en las cadenas de montaje y de los ordenadores
en las oficinas, a menudo nos reclamamos de aquellas
páginas escritas casi sin un respiro en 1858. La historia
de las interpretaciones sucesivas del «Fragmento»
es una historia de avances y de crisis.
2. Seamos claros: es estúpido considerar que es allí y
sólo allí donde se encuentra el «verdadero» Marx. Es
tan estúpido como si desdeñaramos la Crítica de la
razón pura para no interesarnos más que por el Opus
postumum de Kant. No obstante, no podemos negar que
este texto contiene una reflexión sobre las tendencias
fundamentales del desarrollo capitalista que no encontraremos
en ninguna otra parte, y que además suena
muy diferente a las habituales majaderías.
¿Qué sostiene Marx en el «Fragmento»? Una tesis muy
poco «marxista»: el saber abstracto —el saber científico
en primer lugar, pero no sólo— tiende a volverse,
en virtud precisamente de su autonomía en relación a
la producción, ni más ni menos que la principal fuerza
productiva, relegando a una posición marginal al
trabajo parcelizado y repetitivo. Se trata del saber
objetivado en el capital fijo, que se ha encarnado (o
mejor dicho, se ha hecho de hierro) en el sistema
automático de las máquinas. Marx recurre a una imagen
bastante sugestiva para designar el conjunto de
los conocimientos abstractos (de «paradigmas epistemológicos
», diríamos hoy), que, al mismo tiempo,
constituyen el epicentro de la producción social y
organizan todo el contexto de la vida: él habla de
general intellect, de un «cerebro general». (Hagamos
notar de paso que es posible que esta expresión sea un
eco más o menos consciente del Nous poietikos, del
intelecto productivo distinto e impasible del que nos
habla Aristóteles en el De anima.)
La preeminencia tendencial del saber hace
entonces que el tiempo de trabajo no sea ya más que
una «base miserable»: ahora, el obrero se sitúa al lado
del proceso de producción, al mismo tiempo que es su
agente principal. Lo que se llama la ley del valor (el
valor de una mercancía que está determinado por el
tiempo de trabajo que le es incorporado), que Marx
considera el arquitrabe de las relaciones sociales
actuales, es sin embargo corroída y rechazada por el
propio desarrollo capitalista. El capital no deja por
ello, imperturbable, de «medir las gigantescas fuerzas
sociales por el rasero del tiempo de trabajo» (atención,
Marx dice claramente: el capital; pero nosotros
podríamos añadir que el propio movimiento obrero
también hace de la centralidad del trabajo asalariado
su propia razón de ser).
En este punto Marx avanza una hipótesis de
emancipación muy diferente de las que expone en otros
textos y que son las más conocidas. En el «Fragmento
sobre las máquinas» el origen de la crisis ya no se
imputa a las desproporciones inherentes a un modo de
producción basado realmente en el tiempo de trabajo
concedido por los individuos (por tanto, ya no se imputa
a los desequilibrios ligados a la existencia plena e
íntegra de la ley del valor, por ejemplo, la caída tendencial
de la tasa de beneficio). Por el contrario, es la
contradicción desgarradora entre un proceso de producción
que se apoya ahora directa y exclusivamente
en la ciencia, y una unidad de medida de la riqueza que
coincide aún con la cantidad de trabajo incorporado en
los productos lo que aparece hoy en primer plano. La
ampliación progresiva de esta divergencia conduce,
según Marx, al «hundimiento de la producción basada
en el valor de cambio» y, por tanto, al comunismo.
3. En los años sesenta, la lectura del «Fragmento»
sirvió para desenmascarar la supuesta neutralidad
de la ciencia y del saber en general. Permitió mostrar
la imposiblidad de disociar técnica y «mando»,
máquinas y jerarquía, y denunciar las mentiras desvergonzadas
de los progresistas y los teóricos de las
«relaciones humanas».
En el curso de los años setenta, enarbolamos el
«Fragmento» para criticar al socialismo: no sólo a
Husak, sino también al socialismo ideal y sus mitologías
del trabajo y el Estado. Discernimos en aquellas páginas
el índice de actualidad del comunismo: abolición
de la prestación salarial y languidecimiento del
Estado. En el hecho de que el trabajo se vuelve una
cantidad desdeñable en la producción de la riqueza
vislumbramos la posibilidad para los obreros de desembarazarse
de su condición de mercancía como
fuerza de trabajo. A la afirmación del general intellect
parecía corresponderle la formación de una potente
subjetividad antagonista.
Hoy, al comienzo de los años 801, se ha hecho
necesaria una interpretación totalmente diferente del
«Fragmento»: pues, como el papel de tornasol, cobra
hoy otra coloración al contacto con nuestra realidad
actual. Lo que salta a la vista, ahora, es la completa realización
efectiva de la evolución tendencial descrita en
las célebres páginas de los Grundrisse, sin ningún vuelco,
sin embargo, en una perspectiva de emancipación,
o siquiera de conflictividad. La contradicción in progress
a la que Marx ligaba la hipótesis de una revolución
social radical, se ha vuelto componente estable del
modo de producción existente. Asimismo, la desproporción
entre el papel asumido por el saber objetivado
en las máquinas y la importancia decreciente del tiempo
de trabajo, que constituía un foco de crisis, ha dado
lugar a formas nuevas y sólidas de dominación. El
«Fragmento» es más una caja de herramientas para el
sociológo que una incitación a la superación de lo existente.
Es el último capítulo de una «historia natural» de
la sociedad. Describe una realidad empírica que todos
tenemos a la vista. Es una mapa topográfico del presente,
no una escapada hacia un comunismo que brillará
en todo su esplendor.
En esta situación, dos tareas me parecen esenciales.
La primera consiste en definir lo que constituye
el rasgo característico de un capitalismo basado esencialmente
en el general intellect; o al menos dibujar los
contornos, la «silueta», del modo de producción que,
lejos de sufrir trastornos, encuentra resueltamente su
dinámica en la «desproporción cualitativa entre el trabajo
(...) y la potencia del proceso de producción que
este se contenta con vigilar». Mencionemos aquí a este
propósito dos aspectos: a) la salida de la sociedad del
trabajo; b) las nuevas abstracciones reales. La segunda
tarea, la que es verdaderamente importante, consiste
en hallar el hilo conductor de la conflictividad y de la
crítica radical en el momento en que el «Fragmento» se
ha realizado plenamente como dominación. Allí habrá
que abordar el tema de la intelectualidad de masa.
4. La salida de la sociedad del trabajo es la tendencia
que ha dominado a las sociedades occidentales
en el curso de las dos últimas décadas. La reducción
del tiempo de trabajo sometido a mando a una parte
virtualmente desdeñable de la vida, la posibilidad de
concebir la prestación salarial como uno de los momentos
de la existencia y no como trabajo forzado ni como
la fuente de una identidad duradera, esa es la mutación
de la que somos los actores a menudo inconscientes, y
los testigos no siempre dignos de fe.
Como había pronosticado el «Fragmento», el tiempo
de fatiga gastado y concedido se ha vuelto un factor
productivo marginal. La ciencia, la información, el saber
en general, la comunicación lingüística se presentan
como el «pilar central» que sostiene la producción y la
riqueza, estos, y no ya el tiempo de trabajo. No obstante,
este tiempo, o más bien el «robo» de este tiempo continúa
valiendo como parámetro eminente del desarrollo y
de la riqueza sociales. También la salida de la sociedad
del trabajo es el teatro de antinomias feroces y de paradojas
desconcertantes.
El tiempo de trabajo es la unidad de medida en
vigor, pero ya no es la verdadera unidad. Los movimientos
de los años setenta señalaron esta mentira para tratar
de sacudirla y abolirla. Quisieron imponer una versión,
eminentemente conflictiva, de la tendencia objetiva:
reivindicando el derecho al no-trabajo, provocando
una migración colectiva, fuera de la fábrica, revelando
el carácter parasitario de la actividad bajo el dominio
patronal. En el curso de los años ochenta, el sistema
establecido ha prevalecido pese a su carácter falaz.
Aunque podemos decir, en forma de boutade (de las más
serias), que la superación de la sociedad del trabajo se
da en las formas prescritas por el sistema social basado
en el trabajo asalariado. Este curso de las cosas remite
totalmente a lo que escribía Marx a propósito de las
sociedades por acciones; asistimos con estas a la superación
de la propiedad privada en el terreno mismo de la
propiedad privada. También aquí, el desplazamiento es
real, pero el terreno en el que se lleva a cabo no lo es
menos. Pensar conjuntamente los dos aspectos, sin reducir
el primero a una pura virtualidad ni el segundo a una
simple «costra» extrínseca, ahí está la dificultad que no
podemos evitar.
El tiempo de no-trabajo, que es una riqueza potencial,
se presenta en el sistema establecido como una pérdida,
una penuria: paro debido tanto a las nuevas inversiones
como a su ausencia; «cassa integrazione»2 de
larga duración; reedición de infraestructuras productivas
«primitivas» que flanquean a sectores innovadores
y dinámicos; reestablecimiento de arcaísmos disciplinarios
para controlar a individuos que ya no están
sometidos al régimen de la fábrica. En la época del
general intellect, toda la fuerza de trabajo ocupada vive
permanentemente la condición de «ejército industrial
de reserva». Incluso cuando sufre horarios de equipo
asesinos y se ve obligada a hacer horas extraordinarias.
La descripción empírica de toda la fuerza de trabajo,
incluida la que tiene más «garantías», puede hacerse
con la ayuda de las categorías utilizadas por Marx para
la «superpoblación» fluida (pre-jubilados, turn-over,
etc...) latente (allí donde la innovación técnica interviene
a intervalos cada vez más cercanos entre sí), estancada
(trabajo «subterráneo», precario, etc...).
La cuestión decisiva ya no reside en la contradicción
global que descansa sobre las horas de trabajo,
pues se trata de una tendencia ya explícita, de un
fondo común tanto a las prácticas de dominación
como a las eventuales instancias de transformación
radical de lo existente.
Tal y como lo ha hecho notar el análisis sociológico
del «Fragmento», siempre habrá demasiado tiempo:
el envite es la forma que cobrará esa excrecencia. La
izquierda política es totalmente inepta para tener un
papel en este juego, ya que veía su razón de ser en la permanencia
del régimen asalariado, en los conflictos internos
a esa articulación de la temporalidad. La salida de la
sociedad del trabajo y la posibilidad, que de ahí se deriva,
de una batalla que tenga como envite el tiempo sancionan
el final de la izquierda. Es preciso tomar acta de
ello, sin complacencia, pero también sin lamentaciones.
5. En la medida en que organiza efectivamente la producción
y el «mundo de la vida», el general intellect es
una abstracción plena, pero una abstracción real dotada
de una operatividad material. Pero, dado que está
compuesta de paradigmas, de códigos, de procedimientos
formalizados, de axiomas (en resumen, de concreciones
objetivas del saber), el general intellect se distingue
muy netamente de las «abstracciones reales»
típicas de la modernidad: a saber, las que inspiran el
principio de equivalencia.
Mientras que el dinero, el «equivalente general»,
encarna precisamente por la independencia de su existencia
la conmensurabilidad de los productos, de los
trabajos, de los sujetos, el general intellect establece
por el contrario las premisas analíticas de todas las
praxis. Los modelos del saber social no pueden ser asimilados
a las diferentes actividades de trabajo, sino
que se presentan a sí mismos como «fuerza productiva
inmediata». No son unidades de medida, sino que constituyen
más bien el presupuesto sin medida con posibilidades
operativas heterogéneas. No es un «género»
que existe fuera de los «individuos» que forman parte
de él, son reglas axiomáticas, cuya validez no depende
en absoluto de lo que reflejan. Al no medir, al no representar
nada, los códigos y los paradigmas técnico-científicos
se manifiestan como principios constructivos.
Esta mutación en la naturaleza de las «abstracciones
reales» —mutación según la cual es el saber abstracto
más que el intercambio de equivalentes (exclusivamente)
lo que gobierna las relaciones sociales— implica
profundas modificaciones en el plano del ethos. La
autonomía irreversible del intelecto abstracto, y por
tanto una nueva relación entre «vida» y saber, está en
el origen del cinismo contemporáneo.
El principio de equivalencia, que está sin embargo
en el fundamento de las jerarquías más intransigentes
y de las desigualdades más feroces, garantizaba
pese a todo una cierta visibilidad de los lazos sociales,
una conmensurabilidad, un sistema de convertibilidades
proporcionadas. De tal manera que las aspiraciones
a una reciprocidad sin constricciones del reconocimiento,
el ideal de una comunicación lingüística universal
y transparente se han dirigido hacia él, de un
modo evidentemente ideológico y contradictorio. A la
inversa, el general intellect, al destruir la conmensurabilidad
y las proporciones, da la impresión de volver
intransitivos los «mundos vitales», así como las
formas de comunicación. No ofrece la unidad de medida
que permite la comparación, impide toda representación
unitaria del proceso social productivo, trastorna
las bases mismas de la representación política.
El cinismo de hoy refleja pasivamente esta situación,
haciendo de la necesidad virtud.
El cinismo revela, en el contexto particular en el
que actúa, el papel preponderante que desempeñan
determinadas premisas epistemológicas y la ausencia
simultánea de equivalencias reales. Bloquea de antemano
toda aspiración a una comunicación dialógica
transparente. Renuncia de buenas a primeras a la búsqueda
de un fundamento intersubjetivo para su praxis,
del mismo modo que renuncia también a la reivindicación
de un criterio común de evaluación moral. El hundimiento
del principio de equivalencia, tan íntimamente
ligado al intercambio y la mercancía, se muestra, en
el comportamiento del cínico, como el abandono «sin
dolor» de las instancias de igualdad. Hasta el punto
incluso de que la afirmación de sí mismo se hará precisamente
a través de la multiplicación y la fluidificación
de las jerarquías y las desigualdades que parece traer
consigo el advenimiento de la centralidad del saber en
la producción. La adhesión a tal o cual conjunto de
reglas convencionales, la reducción al mínimo de la
elaboración de los contenidos vitales: tal es la forma
que cobra la adaptación reactiva al general intellect.
No obstante, en la absoluta negatividad misma del
cinismo contemporáneo, en esa adaptación oportunista
a una nueva relación entre «Vida» y saber, es preciso
captar una especie de aprendizaje de masa de las nuevas
condiciones del conflicto.
6. Para reactivar su potencia política, es importante
poner en acción una crítica de fondo del «Fragmento».
Será esta: Marx ha identificado totalmente el general
intellect (o al menos el saber en tanto principal fuerza
productiva) con el capital fijo, desdeñando así la parte
en la que el propio general intellect se presenta por el
contrario como trabajo vivo. Lo que precisamente hoy
es el aspecto decisivo.
En efecto, la conexión entre saber y producción
no se agota en el sistema de las máquinas, sino que se
articula necesariamente a través de los sujetos concretos.
Hoy no es difícil ampliar la noción de general
intellect mucho más allá del conocimiento que se
materializa en el capital fijo, incluyendo también las
formas de saber que estructuran la comunicación
social e inervan la actividad del trabajo intelectual de
masa. El general intellect comprende los lenguajes
artificiales, las teorías de la información y de sistemas,
toda la gama de cualificaciones en materia de
comunicación, los saberes locales, los «juegos lingúísticos
» informales e incluso determinadas preocupaciones
éticas. En los procesos de trabajo contemporáneos,
hay constelaciones enteras de conceptos que
funcionan por sí mismas como «máquinas» productivas,
sin necesidad de un cuerpo mecánico, ni siquiera
de una pequeña alma electrónica.
Llamamos intelectualidad de masa al trabajo vivo en
tanto articulación determinante del «general intellect».
La intelectualidad de masa —en su conjunto, como
cuerpo social— es depositaria de los saberes no divisibles
de los sujetos vivos, de su cooperación lingüística.
Estos saberes no constituyen en modo alguno un residuo,
sino una realidad producida precisamente por la
afirmación incondicionada del «general intellect» abstracto.
Precisamente esta afirmación incondicionada
implica que una parte importante de los conocimientos
no pueda depositarse en las máquinas, sino que deba
manifestarse en la interacción directa de la fuerza de
trabajo. Nos vemos frente a una expropiación radical,
que sin embargo no puede resolverse nunca en una
separación completa y definitiva.
Es un error comprender tan sólo o sobre todo la
intelectualidad de masa como un conjunto de funciones:
informáticos, investigadores, empleados de la
industria cultural, etc. Mediante esta expresión designamos
más bien una cualidad y un signo distintivo de
toda la fuerza de trabajo social de la época posfordista,
es decir, la época en la que la información, la comunicación
juegan un papel esencial en cada repliegue del
proceso de producción; en pocas palabras, la época en
la que se ha puesto a trabajar al lenguaje mismo, en la
que éste se ha vuelto trabajo asalariado (tanto que
«libertad de lenguaje» significa hoy ni más ni menos
que «abolición del trabajo asalariado»). La intelectualidad
de masa son los nuevos contratados de la FIAT,
escolarizados y ya socializados antes de entrar al taller;
los estudiantes que, bloqueando las universidades,
ponen en cuestión la forma misma de las fuerzas productivas
con una voluntad de experimentación y de
construcción; los inmigrantes, para los que la lucha
sobre los salarios nunca puede separarse de una confrontación,
de las fricciones incluso, entre lenguas, formas
de vida, modelos éticos.
La intelectualidad de masa se ve en el centro de
una paradoja bastante instructiva. Podemos señalar sus
principales características en relación a las diferentes
funciones en el trabajo, pero ante todo a nivel de los
hábitos metropolitanos, de los usos lingüísticos, del
consumo cultural. No obstante, precisamente cuando la
producción ya no parece ofrecer una identidad se proyecta
sobre cualquier aspecto de la experiencia, sometiendo
entonces las competencias lingüísticas, las inclinaciones
éticas, los matices de la subjetividad. Difícil
de describir en términos económico-productivos, la
intelectualidad de masa es por esta misma razón (y no
a pesar de ella) la componente fundamental de la acumulación
capitalista hoy. Experimenta sobre sí misma
las formas contradictorias de salida de la sociedad del
trabajo y las nuevas abstracciones reales. Su existencia
material misma impone una recuperación radical de la
crítica de la economía política que pueda dar cuenta de
la fusión completa entre cultura y producción, «estructura
» y «superestructura». Impone entonces una crítica
no económica de la economía política.





jueves, julio 05, 2007

Karl Marx: Un fragmento del "fragmento sobre las máquinas" 

Como todos los lectores de este humilde y poco comunicativo blog son ardientes entusiastas del free jazz, el punk rock y el comunismo, les brindo a continuación la parte final del famoso "fragmento sobre las máquinas", de los Grundisse (1857/58), donde Marx se refiere a procesos que recién ahora se muestran en estado totalmente puro, y por ello resulta más importante para entender donde mierda estamos viviendo que todas las lecturas posmodernas y posestructuralistas tan queridas por los anticapitalistas de aula. Como decía un rayado que observé por ahí cerca de la subida de agua santa en Viña del Mar: "No sea gil. No se endeude. Lea a Marx".




La apropiación del trabajo vivo por el capital adquiere en la maquinaria, también en este sentido, una realidad inmediata. Por un lado, lo que permite a las máquinas ejecutar el mismo trabajo que antes efectuaba el obrero, es el análisis y la aplicación -que dimanan directamente de la ciencia- de leyes mecánicas y químicas. El desarrollo de la maquinaria por esta vía, sin embargo, sólo se verifica cuando la gran industria ha alcanzado ya un nivel superior y el capital ha capturado y puesto a su servicio todas las ciencias; por otra parte, la misma maquinaria existente brinda ya grandes recursos. Las invenciones se convierten entonces en rama de la actividad económica y la aplicación de la ciencia a la producción inmediata misma se torna en un criterio que determina e incita a ésta. No es a lo largo de esta vía, empero, que ha surgido en general la maquinaria, y menos aun la vía que sigue en detalle la misma, durante su progresión. Ese camino es e1 análisis a través de la división del trabajo, la cual transforma ya en mecánicas las operaciones de los obreros, cada vez más, de tal suerte que en cierto punto el mecanismo puede introducirse en lugar de ellos. (An economy of power.) El modo determinado de trabajo pues, se presenta aquí directamente transferido del obrero al capital bajo la forma de la máquina, y en virtud de esta transposición, se desvaloriza su propia capacidad de trabajo. De ahí la lucha de los obreros contra las máquinas. Lo que era actividad del obrero vivo, se convierte en actividad de la máquina. De este modo la apropiación del trabajo por el capital, el capital en cuanto aquello que absorbe en sí trabajo vivo -"cual si tuviera dentro del cuerpo el amor"- se contrapone al obrero de manera brutalmente palmaria.

El intercambio de trabajo vivo, por trabajo objetivado, es decir el poner el trabajo social bajo la forma de la antítesis entre el capital y el trabajo, es el último desarrollo de la relación de valor y de la producción fundada en el valor. El supuesto de esta producción es, y sigue siendo, la magnitud de tiempo inmediato de trabajo, el cuanto de trabajo empleado como el factor decisivo en la producción de la riqueza. En la medida, sin embargo, en que la gran industria se desarrolla, la creación de la riqueza efectiva se vuelve menos dependiente del tiempo de trabajo y del cuanto de trabajo empleados, que del poder de los agentes puestos en movimiento durante el tiempo de trabajo, poder que a su vez -su powerful effectiveness- no guarda relación alguna con el tiempo de trabajo inmediato que cuesta su producción, sino que depende más bien del estado general de la ciencia y del progreso de la tecnología, o de la aplicación de esta ciencia a la producción. (El desarrollo de esta ciencia, esencialmente de la ciencia natural y con ella de todas las demás, está a su vez en relación con el desarrollo de la producción material.) La agricultura, por ejemplo se transforma en mera aplicación de la ciencia que se ocupa del intercambio material de sustancias, de cómo regularlo de la manera más ventajosa para el cuerpo social entero. La riqueza efectiva se manifiesta más bien -y esto lo revela la gran industria- en la enorme desproporción entre el tiempo de trabajo empleado y su producto, así como en la desproporción cualitativa entre el trabajo, reducido a una pura abstracción, y el poderío del proceso de producción vigilado por aquél. El trabajo ya no aparece tanto corno recluido en el proceso de producción, sino que más bien el hombre se comporta como supervisor y regulador con respecto al proceso de producción mismo. (Lo dicho sobre la maquinaria es válido también para la combinación de las actividades humanas y el desarrollo del comercio humano.) El trabajador ya no introduce, el objeto natural modificado, como eslabón, intermedio, entre la cosa y sí mismo, sino que inserta el proceso natural, al transforma en industrial, como medio entre sí mismo y la naturaleza inorgánica, a la que domina. Se presenta al lado del proceso de producción, en lugar de ser su agente principal. En esta transformación lo que aparece como el pilar fundamental de la producción y de la riqueza no es ni el trabajo inmediato ejecutado por el hombre ni el tiempo que éste trabaja, sino la apropiación de su propia fuerza productiva general, su comprensión de la naturaleza y su dominio de la misma gracias a su existencia como cuerpo social; en una palabra, el desarrollo del individuo social El robo de tiempo de trabajo ajeno, sobre el cual se funda la riqueza actual, aparece como una base miserable comparado con este fundamento, recién desarrollado, creado por la gran industria misma. Tan pronto como el trabajo en su forma inmediata ha cesado de ser la gran fuente de la riqueza, el tiempo de trabajo deja, y tiene que dejar, de ser su medida y por tanto el valor de cambio [deja de ser la medida] del valor de uso. El plustrabajo de la masa ha dejado de ser condición para el desarrollo de la riqueza social, así como el no-trabajo de unos pocos ha cesado de serlo para. el desarrollo de los poderes generales del intelecto humano. Con ello se desploma la producción fundada en el valor de cambio, y al proceso de producción material inmediato se le quita la forma de la necesidad apremiante y el antagonismo. Desarrollo libre de las individualidades, y por ende no reducción del tiempo de trabajo necesario con miras a poner plustrabajo, sino en general reducción del trabajo necesario de la sociedad a un mínimo, al cual corresponde entonces la formación artística, científica, etc., de los individuos gracias al tiempo que se ha vuelto libre y a los medios creados para todos El capital mismo es la contradicción en proceso, [por el hecho de] que tiende a reducir a un mínimo el tiempo de trabajo, mientras que por otra parte pone al tiempo de trabajo como única medida y fuente de la riqueza. Disminuye, pues, el tiempo de trabajo en la forma de tiempo de trabajo necesario, para aumentarlo en la forma del trabajo excedente; pone por tanto, en medida creciente, el trabajo excedente como condición -question de vie et de mort- del necesario. Por un lado despierta a la vida todos los poderes de la ciencia y de la naturaleza, así como de la cooperación y del intercambio sociales, para hacer que la creación de la riqueza sea (relativamente) independiente del tiempo de trabajo empleado en e11a. Por el otro lado se propone medir con el tiempo de trabajo esas gigantescas fuerzas sociales creadas de esta suerte y reducirlas a 1os límites requeridos para que el valor ya creado se conserve como valor. Las fuerzas productivas y las relaciones sociales -unas y otras aspectos diversos del desarrollo del individuo social- se le aparecen al capital únicamente como medios, y no son para él más que medios para producir fundándose en su mezquina base. In fact, empero, constituyen las condiciones materiales para hacer saltar a esa base por los aires. "Una nación es verdaderamente cuando en vez de 12 horas se trabajan 6. Wealth no es disposición de tiempo de plustrabajo" (riqueza efectiva), "sino disposable time, aparte el usado en la producción inmediata, para cada individuo y toda la sociedad". [The Source and Remedy, etc., 1821, p.6.]

La naturaleza no construye máquinas, ni locomotoras, ferrocarriles, electric telegraphs, selfacting mules, etc. Son éstos, productos de la industria humana: material natural, transformado en órganos de la voluntad humana sobre la naturaleza o de su actuación en la naturaleza. Son órganos del cerebro humano creados por la mano humana; fuerza objetivada del conocimiento. El desarrollo del capital fixe revela hasta qué punto el conocimiento o knowledge social general se ha convertido en fuerza productiva inmediata, y, por lo tanto, hasta qué punto las condiciones del proceso de la vida social misma han entrado bajo los controles del general intellect y remodeladas conforme al mismo. Hasta qué punto las fuerzas productivas sociales son producidas no sólo en la forma del conocimiento, sino como órganos inmediatos de la práctica social, del proceso vital real.

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