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martes, noviembre 30, 2010

Apaleando a la "Escuela de Frankfurt" (y de pasaíta a Riesel y Amorós). 


Del anti-Semprún se pasó ágilmente a un anti-Frankfurt:

El discurso de Semprun se convierte en una reflexión apocalíptica, antiprogresista y antitecnológica, afín al idealismo de Hegel y a la corriente tradicional del pensamiento reaccionario antitecnológico del nazi Heidegger (profesor de los más destacados miembros de la Escuela de Frankfut). Son constantes las referencias y la deuda enciclopedista con el derrotismo y el pesimismo teórico, la tesis sobre la integración del proletariado en el seno del sistema capitalista, la fijación de un "fin de la historia" en un acontecimiento concreto del pasado (Auschwitz) y los análisis más aberrantes de la Escuela de Frankfurt (EF): Adorno, Horkheimer, Arendt, Marcuse, Benjamin, etcétera; así como el descubrimiento tardío de Günther Anders (que estuvo casado con Hannah Arendt, que a su vez había sido amante de Heidegger).

Pese a ciertos méritos críticos marginales la EF se aposentó en las cátedras universitarias y, atrincherada en su vasta cultura se alejó de toda práctica, hasta convertirse en un ramillete de pedantes teóricos "marxistas".

Horkheimer y Adorno, que habían intentado legitimar bajo el manto de la marca comercial denominada “teoría crítica" su deriva reaccionaria, acelerada en sus trabajos posteriores a la Segunda guerra mundial, en los que se negaba la existencia histórica de una izquierda antileninista o antiautoritaria, y en los que Marx dejaba de ser un revolucionario para convertirse sólo en sociólogo o filósofo, se convirtieron en un excelente antecedente a imitar y citar por la EdN.

La EF anticipaba, además de estos trazos reaccionarios de una teoría pretendidamente crítica, una crítica aristocrática de la sociedad de masas, que la EdN ha llevado hasta sus últimas consecuencias con el concepto del Pueblo del Abismo y de cultivo del jardín.

En la onceava tesis sobre Feuerbach (escrita por Marx en 1845) ya se decía que los filósofos se habían limitado a interpretar el mundo y que a partir de entonces se trataba además de cambiarlo. El marxismo pretendía vincular teoría y práctica en un todo inseparable. Teoría y acción revolucionarias no podían concebirse por separado. Marx fue un revolucionario que hizo una crítica de la economía política burguesa de su época. No fue sólo un filósofo o un teórico, fue sobre todo un revolucionario que combatió por cambiar el mundo desde la perspectiva de la clase obrera, esto es, desde los intereses históricos y de clase del proletariado. El marxismo fue y es la teoría revolucionaria que ve en el proletariado al sujeto revolucionario capaz de enterrar al capitalismo, destruir el Estado y construir una comunidad humana mundial sin clases sociales.

La EF rechazó la expresión “marxismo" para inventar un término nuevo con el que definir su actividad, que fue el de “teoría crítica". La EF hizo una lectura hegeliana del marxismo, a la que añadió cuando le convino otras teorías sociales o filosóficas, como el freudismo, el estudio de la cultura de masas por la sociología americana, etcétera. La EF no es marxista, aunque bebe y se fundamenta ampliamente en la teoría marxista. Los más destacados teóricos de la EF realizaron una separación, inexistente en el marxismo, entre teoría y práctica. Por otra parte, según la EF, el proletariado (ya derrotado en los treinta) dejó de ser (en los sesenta) el sujeto revolucionario apropiado para una sociedad de consumo, que había conseguido la integración del movimiento obrero en el sistema capitalista. En esta separación entre teoría y práctica, que operó la EF, la actividad teórica (desempeñada por profesores universitarios aislados de cualquier movimiento social) se desvinculaba por completo de cualquier actividad práctica o revolucionaria. De este modo la “teoría crítica" se convertía, por sí sola, en la única actividad “revolucionaria", cómodamente realizada desde una cátedra universitaria o una editorial por los elementos más destacados de la EF. El proletariado como sujeto revolucionario era ya innecesario, porque si se le reconociera sólo sería un molesto competidor del catedrático y/o del ensayista que reduciría las ventas en librerías.

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Inclusive, se podía encontrar en este panfleto graciosamente intitulado "Del situacionismo al abismo" un anti-Amorós:


Pese a la pasividad taoísta de un Jaime Semprun, en la EdN encontramos también el activismo izquierdista de un Miguel Amorós, a la sempiterna búsqueda de movimientos sociales en los que intervenir didácticamente, con el permanente objetivo de conquistar, influenciar y colonizar ideológicamente el movimiento libertario, y con una capacidad malabarista ilimitada para atenuar las peores aberraciones del pensamiento enciclopedista, hasta llegar a entrar en contradicción manifiesta con los dogmas fundamentales del grupúsculo de la EdN. Con cuatro desvirtuados conceptos ajenos, como los de “turbocapitalismo” (prestado de Brenner), “tecnociencia” (de Castoriadis, “Unabomber”y otros), partido del Estado (de Munis y otros) e inexistencia de la clase obrera (de Adorno y Rifkin, entre otros), el circense Miguel Amorós da una conferencia, escribe un folleto o mete aguja, hilo y tijeras para disfrazarse con un traje ideológico a medida del interlocutor de turno. Es un charlatán que copia y se apropia de lo que sea, mediante una previa deformación chapucera que lo fagocite y enciclopedice. Merece el título de “enciclopedista camaleón”. No podemos dejar de citar la reciente adhesión (en 2001) de René Riesel (expulsado de la IS y establecido como ganadero en los noventa), el más mediático de los enciclopedistas, gracias a sus intervenciones en las luchas de la Confederación Campesina en Francia, juntó a Bové, en acciones “espectaculares” contra la comida basura o la investigación transgénica, contra establecimientos de McDonald o el CIRAD, que tuvieron cierta repercusión en los telediarios, amén de tener también consecuencias penales. Riesel es el "enciclopedista ganadero".

No es pues el actual taoísmo de Jaime, sino el activismo propio de otros enciclopedistas, el que ha conseguido una cierta repercusión mediática y espectacular de la EdN, y la consiguiente promoción de su producción editorial en varias lenguas. Pero aunque hay varias y encontradas tendencias de difícil coordinación, es Semprun, el "enciclopedista jardinero", quien sustenta aún las bases ideológicas del grupo.

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Otra del Comité Antirepresivo! 


(Yo preferiría convocar a uno Anti-depresivo a estas alturas, pero en fin...es lo que hay).

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La Batalla Socialista busca... 



Páginas españolas
La Batalla socialista

Sitio de estudios, información y documentación por el marxismo vivo y la democracia obrera (principalmente en francés).

Tenemos o buscamos recursos documental sobre el patrimonio socialista revolucionario, en particular:

- los corrientes socialistas de izquierda de los años 1930 en Francia: BS y GR (Izquierda Revolucionaria) en el Partido socialista SFIO, el PSOP (Partido socialista obrero y campesino, « partido hermano » del POUM), y el grupo Que Faire? (Que Hacer?); y corrientes revolucionarias salidas del trotskismo a su izquierda en los años 1940 y 50 en Francia (Socialisme ou Barbarie, grupo Munis-Péret…) o en los EE.UU. (tendencia Johnson-Forest).

- el sindicalismo revolucionario (por ejemplo en Francia la revista La Révolution prolétarienne, amiga de la CNT; o en los EE.UU. los I.W.W.)

- las tradiciones anti-estalinistas de izquierda: imposibilismo (SLP americano, SPGB ingles), análisis del régimen ruso como capitalismo de Estado, marxismo-humanismo, hekmatismo, luxemburguismo, consejismo, … y una corriente libertario no marxista : los Amigos de Durruti.

EN EL ARCHIVO (TODO DIGITALIZADO):

La lucha de clases en Francia, Karl Marx (1850) pdf externo
El 18 de Brumario de Luis Bonaparte, Karl Marx (1852) pdf externo
Bolívar y Ponte, Karl Marx (1858) pdf
Contribución a la Crítica de la Economía Política, Karl Marx (1859) pdf externo
El Capital (t.1), (t.2), (t. 3), Karl Marx (1867) pdf
Critica del Programa de Gotha, Karl Marx (1875) pdf externo
La crisis socialista en Francia, Rosa Luxemburgo (1900-1901) pdf externo
El socialismo y las iglesias, Rosa Luxemburgo (1905)
La huelga general “El sueño de Debs”, Jack London (1909) pdf externo
El materialismo histórico, Hermann Gorter (1913) pdf
Contra la pena capital, Rosa Luxemburgo (11-1918)
La « Enfermedad infantil » y la III Internacional, Franz Pfemfert (1920) pdf
Historia y Conciencia de Clase, György Lukács (1923)
Marxismo y filosofía, Karl Korsch (1923) pdf
La cuestión Trotsky, Amadeo Bordiga (1925)
El fascismo italiano, Andreu Nin (1930)
El proletariado español ante la revolución, Andreu Nin (1931)
La situación política, el peligro fascista y la necesidad del Frente Único del Proletariado, Andreu Nin (12-1931)
La Batalla N°75 (01-1932) pdf
Los Soviets (su origen, desarrollo y funciones), Andreu Nin (1932) pdf
La huelga general de enero y sus enseñanzas, Andreu Nin (03-1933) pdf externo
Las posibilidades de un fascismo español, Andreu Nin (04-1933)
¿Nos dirigimos hacia la revolución proletaria?, Simone Weil (08-1933)
Psicología de masas del fascismo, Wilhelm Reich (09-1933) pdf externo
El Parlamento y La Constitución, SPGB (11-1933)
Reacción y Revolución en España, Andreu Nin (11/12-1933)
Constitución de la Alianza Obrera en Cataluña (01-1934)
La teoría del derrumbe del capitalismo, Anton Pannekoek (1934)
Las lecciones de la insurrección de Octubre, Andreu Nin (12-1934)
Revolución y Contraevolución en España, Joaquin Maurin (1935) pdf
Luxemburgo vs Lenin, P. Mattick (1935) pdf
Derrotas desmoralizadoras y derrotas fecundas, A. Nin (02-1935)
La Hez de la Humanidad, P. Mattick (03-1935)
Carta a las Juventudes Socialistas, Izquierda Comunista Española (04-1935)
Carta de ruptura de Fersen, Munis y otros con la ICE (06-1935)
La Batalla N°127 (09-1935) pdf
La leyenda de Lenin, P. Mattick (12-1935)
La inevitabilidad del comunismo, P. Mattick (1936)
Programa del Frente Popular (01-1936)
Discurso en la campaña electoral, F. Largo Caballero (02-1936)
La Conferencia de Unidad Sindical, A. Nin (04-1936)
El peligro fascista, J. Maurin (06-1936)
El heroísmo y la tragedia del proletariado español, Fosco (N. di Bartolomeo) (07-1936) pdf
Solidaridad de los camaradas franceses (08-1936)
En el Frente de Aragón. La Columna Durruti, J. Balius (08-1936)
Moción de la minoría bordiguista en la milicia del POUM (08-1936)
El P.O.U.M. ante la revolución española, Julián Gorkin (09-1936)
Resolución del CE del POUM sobre la actual situación política (10-1936)
Entrevista a Durruti (10-1936)
El testamento de Durruti, y La revolución de Julio ha de cerrar el paso a los arribistas (Sobre Carraso), J. Balius (12-1936)
La Revolución de Octubre, Andreu Nin (01-1937)
Carta al Partido socialista, Andreu Nin (01-1937)
El problema de la militarización, Columna Durruti (01-1937) pdf
Errores y particularidades del POUM, G. Munis (01-1937) pdf
Capitalismo de Estado y dictadura, A. Pannekoek (01-1937) pdf externo
Revolución o contrarrevolución en España , Benjamin Péret (04-1937)
El anarquismo y la Revolución española, Helmut Wagner (04-1937)
Cartel de Los Amigos de Durruti (04-1937) pdf
El significado de las jornadas de mayo, Andreu Nin (05-1937) pdf externo
Los órganos de poder y la revolución española, Andreu Nin (05-1937)
Lucha de clases en España, LCI de Bélgica y GIC de Holanda (05-1937)
Resolución del Comité central del POUM ante las pasadas ‘Jornadas de Mayo’ (05-1937) pdf
Revolución y Contrarrevolución en España, GIC de Holanda (06-1937) pdf
El Amigo del pueblo N°3 (06-1937) pdf
Una teoría revolucionaria, Amigos de Durruti (probablemente Balius, El Amigo del Pueblo, 07-1937) pdf
¡Las barricadas deben ser retiradas! El fascismo de Moscú en España, P. Mattick (08-1937) doc externo
El asesinato de Andrés Nin por los agentes de la GPU, L. Trotsky (08-1937)
¡Fascismo o Socialismo!, Marceau Pivert (10-1937) pdf
La Contrarevolución en España, Robert Louzon (1938)
Prólogo a “El estalinismo en España”, Alfred Rosmer (1938)
El misterioso proceso del POUM, Joan Peiró (censurado en 1938, publ. en New York en 01-1939) pdf
El terror estanilista en España, John Mac Govern (01-1938)
Carta a un obrero poumista, G. Munis (02-1938)
Las masas y la vanguardia , P. Mattick (08-1938) pdf
El error fundamental del partido, J. Gorkin (1939) pdf
El terror amarillo en España, G. Munis (02-1939) pdf
Lecciones de una derrota. Una entrevista con Munis (03-1939)
La situación en España y las tareas de los bolcheviques-leninistas, G. Munis (04-1940)
« A los ciudadanos… », J. Gorkín, V. Serge y M. Pivert (1942)
Significado histórico del 19 de Julio, G. Munis (1943) pdf
¡Vivan los combatientes de mayo!, G. Munis (05-1944)
Por un reagrupamiento socialista, J. Gorkin (1946) pdf
La muerte de Largo Caballero, I. Iglesias (1946)
¿El régimen soviético es socialista? (extractos), André Ariat (03-1946)
Jalones de derrota, promesa de victoria [España 1930-39], G. Munis (1948) pdf
Burocracia y capitalismo de Estado, I. Iglesias (1951)
Carta de ruptura con la IV Internacional, N. Sedova-Trotski (1951)
Carta al camarada Chaulieu, A. Pannekoek (1953)
El guiñol en la historia, A. Bordiga (04-1953)
Història del 1° de mayo, M. Dommanget (1953) pdf
Mis recuerdos, F. Largo Caballero (1954) pdf
Siniestra crónica negra de la moderna decadencia social, A. Bordiga (1956) pdf
La muerte en México de Victor Serge, J. Gorkin (1957) pdf
Lenin o el socialismo desde arriba, D. Guérin (1957) pdf
Marxismo y socialismo libertario, D. Guérin (1959) pdf
Democracia socialista N°10 [suppl. La Batalla] (12-1959) pdf
Democracia socialista N°11 [suppl. La Batalla] (01-1960) pdf
Democracia socialista N°12 [suppl. La Batalla] (03-1960) pdf
La Revolución y la guerra de España, P. Broué y E. Témine (1961) pdf externo

Natalia Sedova: una vida de revolucionaria, M. Bonnet (1962)
Alarma (09-1962) pdf
Uso socialista de la encuesta obrera, R. Panzieri (1965)
Prefacio a ‘Pro segundo Manifiesto comunista‘, G. Munis (1965)
Principios de un Partido Socialista, S.P.G.B. (1969)
Los problemas de la revolución española (Prefacio de Juan Andrade) (1970)
Introducción a los Principios Fundamentales de Producción y Distribución Comunistas, P. Mattick (1970) doc externo
Los bolcheviques y el control obrero, M. Brinton (1970) pdf
Kronstadt 1921, P. Avrich (1970) pdf externo
Recordando Julio de 1936, J. Balius (05-1971) pdf
La leyenda de Marx o “Engels el fundador”, Maximilien Rubel (1972)
La segunda muerte de Joaquín Maurín, F. Bonamusa (1973)
Rosa Luxemburgo y la espontaneidad revolucionaria, D. Guérin (1973) pdf externo
Las causas de la intervención soviética en España, A. Suárez [I. Iglesias] (1974)
Crisis y teoría de la crisis, P. Mattick (1974) pdf externo

El mito de la sociedad transicional, A. Buick (1975)
Sobre el frente único proletario, V. Alba (1976) pdf
El nuevo capitalismo y la vieja lucha de clases, P. Mattick (1976) doc externo
Alarma (04-1977) pdf
Introducción a Comunismo Antibolchevique, P. Mattick (1978) doc externo
Rosa Luxemburg y la Cuestión Nacional, Socialist standard [SPGB] (04-1978)
Alarma (primavera 1978) pdf
Semblanza de Daniel de Leon, G. Munis (1979)
El socialismo realmente inexistente, M. Rubel (1980) pdf externo
Elogio póstumo de Jaime Balius, Pablo Ruiz (01-1981) pdf
Más allá del Partido, colectivo Junius (ex-PIC) (1982) pdf externo
Alarma (05-1982) pdf
Debate con Maximilien Rubel, Socialist standard (09-1983)
Paul Mattick, in memoriam, Etcétera (1984) pdf externo
Alarma (1984) pdf
Alarma (1985) pdf
Alarma (1986) pdf
Testimonio del proceso al POUM: Barcelona no fue Moscú, W. Solano (1988) pdf
Nin y Maurín: vidas paralelas, W. Solano (1993) pdf externo
La agrupación de los Amigos de Durruti, A. Guillamón (05-1995) pdf
La significación histórica del POUM, W. Solano (1996) pdf externo
El comunismo de consejos y la crítica del bolchevismo, C. Brendel (1999)
Combate por la historia: Manifiesto (1999)
Josep Rebull de 1937 a 1939: la crítica interna a la política del CE del POUM durante la Guerra de España, A. Guillamón (2000)
Biografía de Albert Masó (« Albert Vega »), A. Guillamón (2002) pdf
La traición de clase de la izquierda nacionalista en España, y su impacto sobre la economía española, D. Guerrero (03-2006) pdf externo
Relaciones y correspondencia entre Andrés Nin y Ersilio Ambrogi (1930-31) , A. Guillamón (05-1992, actualizado 10-2007) pdf
Reformismo: ¿ »Humanizar » el capitalismo?, Ateneo socialista (2002)
Las huelgas en Francia durante mayo y junio de 1968, Bruno Astarian (2003) pdf
Sylvia Pankhurst y el socialismo, Socialist standard (07-2003)
La Europa de los 25 y el movimiento social, W. Solano (2004)
Un resumen completo de El Capital de Marx, D. Guerrero (2004) pdf
El club de fútbol EL JÚPITER, A. Guillamón (07-2004)
Las mujeres en Irak, H. Mahmoud (06-2004)
El recuerdo de la comuna de Asturias, W. Solano (09-2004) pdf externo
Utopía antigua y revueltas campesinas en China, Ngo Van (2005) pdf externo
La raza del caballo de Franco , J.M. Delgado Gallego (2005)
La explotación. Trabajo y capital en españa, D. Guerrero (01-2005) pdf externo
Biografía breve de Andreu Nin, W. Solano (2006) pdf
¿Quién fue Raya Dunayevskaya?, Eugene Gogol (2006)
¿Que se ha de hacer?, Partido Socialista Mundial de los Estados Unidos WSPUS (2006?) pdf
Barricadas en Barcelona, A. Guillamón (01-2007) pdf externo
Andreu Nin y la lucha por la verdad histórica, W. Solano (05-2007)
Homenaje a Andreu Nin y Camillo Berneri (06-2007)
El bar La Tranquilidad y el 19 de julio de 1936 en el Paralelo, A. Guillamón (07-2007) pdf
De la revolución rusa de 1917 al totalitarismo estalinista, A. Guillamón (11-2007) pdf
La Izquierda comunista (los bordiguistas) en la Guerra de España, A. Guillamón (1993 actualizado en 02-2008) pdf
La nota del alcalde de Tarrasa a un formulario obsoleto (1919), A. Guillamón (2008)
Las relaciones de los Amigos de Durruti con los trosquistas, A. Guillamón (07-2008) pdf externo
El grupo franco-español de Los Amigos de Durruti, A. Guillamón (11-2008) pdf
Un esbozo de la historia del MIL, S. Rosés (12-2008)
La ofensiva israelí contra Gaza debe pararse imediatamente ! (01-2009)
Biografía de Manuel Fernández-Grandizo y Martínez (“G. Munis”) (1912-1989), A. Guillamón (03-2009)
La izquierda del POUM en Mayo de 1937. Militancia y pensamiento politico de Josep Rebull, A. Guillamón (03-2009) pdf
Mary Low, poeta, trotskista y revolucionaria, A. Guillamón (03-2009)
Abel Paz, anarquista e historiador, A. Guillamón (10-2009)
Esbozo biográfico de Juan Breá, A. Guillamón (11-2009)
De los comités de defensa a las Milicias Populares, A. Guillamón (01-2010)
Declaración adentro de los campamentos, Bataye ouvriye (03-2010)
El marxismo humanista de Raya Dunayevskaya, G. López y Rivas (04-2010)
Llamado a la reunión nacional de Tours (11-2010)




Vídeos y Peliculas en español :

Reportaje del movimiento revolucionario en Barcelona (Mateo Santos, CNT, 1936)

Barcelona trabaja para el frente (Mateo Santos, CNT, 1936)

Ayuda a Madrid (CNT, 1936)

Fury over Spain I y II (Juan Pallejá y Louis Frank, CNT, 1937)

The Spanish Earth (Tierra de España) (Joris Ivens, 1937)

Operación Nikolai (María Dolores Genovés, 1992)

Tierra y Libertad / Land & Freedom (Ken Loach, 1994)

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lunes, noviembre 29, 2010

Jaime Semprún (RIP. 1947-2010) 


1

Nos aferramos a nuestra época como el ahorcado a la soga.

2

Durante el desastre, la venta continúa.

3

Ya no hay progreso, es la cita de los cazadores.

4

En todas las esquinas hay reservas de futuro listas para saltarnos a la cara: epidemias de futuro, achaques de futuro, radioactividad plena de futuro.

5

El individuo aislado nunca ha sido tan libre como hoy de no medir las consecuencias de sus actos. Extraña libertad la de actuar sin conciencia.

6

Lo que más aflora, más que la conciencia, es el conocimiento inútil del desastre que se impone. Como todo el mundo está al corriente, nadie tiene nada que decir al respecto y, bajo el manto del silencio, las cosas pueden seguir su curso.

7

El simple hecho de recordar la miseria y el terror de la vida real pasa ya por ser indicador de un resentimiento que aburre y, en cuanto se argumenta con mayor precisión un juicio crítico, enseguida se toma por un inadmisible ataque ad hominem.

8

Antaño estaba prohibido pensar libremente; hoy tenemos el derecho de hacerlo, pero no la facultad.

9

Los llamados grandes hombres tal vez sean sólo individuos que desarrollan su pensamiento a partir de su propio comportamiento, y no llevan aquél más allá de los límites que fijan sus actos.

10

El papel de la imaginación no es tanto establecer cosas extrañas como hacer que parezcan extrañas las cosas establecidas.

11

El pensamiento es una carga inútil cuando uno no puede actuar sobre su destino.

12

Nunca nos estancamos dos veces en la misma opresión.

13

Rehabilitación: extraña palabra. Dice mucho de las relaciones que mantienen la arquitectura y la policía.

14

Todo tipo de gente intenta tranquilizarse encontrando raíces, como si fueran puerros o aristócratas bajados de su árbol genealógico.

15

La cultura de hoy: hacer acceder a cualquiera a una reconstitución trucada de algo cuya versión original ha desaparecido.

16

Si el corazón de la verdad late al ritmo del tiempo, ¿cómo late en una época de aceleración de la falsificación?

17

Hasta la verdad puede adquirir un aire de superstición cuando es creída sin pruebas y repetida sin reflexión.

18

Fueron mejores porque supieron no ser de su tiempo.

19

¡Estoy tan lleno de optimismo que no me cabe ni una pizca más!

---

"La catástrofe histórica más profunda y más real, la que determina en última instancia la importancia de todas las demás, reside en la persistente ceguera de la inmensa mayoría, en la dimisión de toda voluntad de actuar sobre las causas de tantos sufrimientos, en la incapacidad de considerarlos siquiera lúcidamente.

Esta apatía va a resquebrajarse en el transcurso de los años venideros cada vez con más violencia por el hundimiento de cualquier forma de supervivencia garantizada. Y quienes la representan y la nutren, cultivando un precario statu quo de ilusiones tranquilizantes, se verán barridos. La emergencia se le impondrá a todo el mundo, y la dominación tendrá que hablar al menos tan alto y claro como los propios hechos. Adoptará tanto más fácilmente el tono terrorista que le conviene cuanto que contará con la justificación de realidades efectivamente aterradoras. Un hombre aquejado de gangrena no está dispuesto a discutir las causas del mal, ni a oponerse al autoritarismo de la amputación."

(Encyclopédie des Nuisances, nº 13, julio de 1988)

--

Y un Anti-Semprún (no podía faltar *):

Jaime Semprun, hijo de un ex ministro del PSOE en la etapa de Felipe González, carece y ha carecido durante toda su vida de profesión o trabajo remunerado del que poder vivir. Este dato, que no pretende ser un insulto, sino la constatación de un hecho, que además para los situacionistas suele ser un elogio, puede ayudarnos a comprender que quien en su vida no ha trabajado nunca crea realmente que el proletariado ya ha desaparecido y el trabajo está llegando a su fin. No deja de ser la constatación propia, bufonesca y paranoica de un señorito [3] revolucionario de la Rive Gauche, convencido de que su ombligo es el centro del universo, y muy capaz de confundir su gripe, una enfermedad, o su mala digestión de hoy, con el fin del mundo.

Esa frase de Semprun, que tan buena acogida parece haber tenido, por su novedad y extravagancia, entre ciertos pedagogos: "cuando el ciudadano-ecologista pretende plantear la cuestión más molesta preguntando: "¿Qué mundo vamos a dejar a nuestros hijos?", evita plantear esta otra pregunta, realmente inquietante: "¿A qué hijos vamos a dejar el mundo?", tendría una lectura más escéptica y menos bobalicona si constatáramos que Jaime Semprun no ha tenido hijos, ni ha ejercido la enseñanza, ni posee dotes o conocimientos pedagógicos. Quizás debiéramos saber que su experiencia con la juventud se reduce a los grupos de adolescentes alborotadores, los bárbaros criados en la basura y la pobreza del gueto, que ha visto a distancia en el metro de París, escandalizado por sus gamberradas. Acusar a los jóvenes marginales, maltratados por la precarización del trabajo y la vida miserable en los suburbios, por el mero hecho de ser jóvenes, de ser el fruto y/o los culpables de los problemas irresolubles del salvaje capitalismo actual, no deja de ser, además de cruel e injusto, un gol ideológico a favor del pensamiento reaccionario de la derecha más cerril.

Algo de soberbia intelectual, mucho de narcisismo, unas gotitas del estéril liderazgo de un grupúsculo, y un zarandeo brutal de la ideología heredada del situacionismo con la realidad social e histórica del mundo en que vivimos han producido un cóctel asombroso por la confusión ideológica que demuestran, el sectarismo grupuscular del que hacen gala, esas cretinas, retorcidas y alucinantes argumentaciones favorables a un pensamiento reaccionario, y un profetismo apocalíptico más propio de Testigos de Jehová que de grupos izquierdistas. Cuando el masoquista lector de las ediciones de la EdN pretende plantear la cuestión más molesta preguntando: “¿Qué revolución harán nuestros enciclopedistas?”, evita plantear esta otra pregunta, realmente inquietante: “¿Qué hará de los enciclopedistas la revolución?”

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*: ...de hecho, a estas alturas ya tenemos incluso textos Anti-AMORÓS:

"El profesor Amorós «da clase»: La primavera francesa explicada por ideologías otoñales".

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Sobre Debord (x Mario Perniola) 


(Tomado de Multitud).

[Traducción del francés: Diego L. Sanromán]

DEBORD Y NIETZSCHE

Parece difícil discernir hoy en día algo que pudiera corresponder al modelo de excelencia estética que Nietzsche definió con la expresión ‘gran estilo’. Desde luego que, en las distintas artes, continúan produciéndose obras que responden a los criterios de potencia contenida, rigor clásico y atrevida seguridad, pero, desgraciadamente, se imponen a la atención de los expertos y del público con mayor lentitud y dificultad que en el pasado, debido a la superproducción literaria, artística y cultural y, al mismo tiempo, al cinismo, a la superficialidad y la falta de sensibilidad que dominan en nuestros días. El ‘gran estilo’ implica y reclama, en efecto, una atención, un respeto, una memoria; en una palabra, una veneración. Criterios todos ellos –reconozcámoslo- que se adaptan mal al tono general de la experiencia cotidiana contemporánea, pero que, justamente en razón de su rareza, pueden convertir al ‘gran estilo’ en objeto de una búsqueda más diligente y de un celo más intenso del que se haya conocido jamás.

Se revela aún más difícil, ya no digo encontrar, sino hasta imaginar el ‘gran estilo’ como cualidad de una acción, de un comportamiento, o incluso de toda una existencia. En otros términos, como dice Nietzsche, no considerarlo ya simplemente como arte, sino como “realidad, verdad, vida”. El propio Nietzsche, por otro lado, nos enseñó a desconfiar por completo de acciones y comportamientos que se jacten de cualidades positivas al demostrar cómo, en la mayoría de los casos, aquello que los motiva depende de forma oculta de pulsiones de signo contrario. Como ejemplo particular, el filisteísmo de la canalla rica y ociosa que lleva a los altares la obra de Wagner representa exactamente lo contrario del gran estilo: el esnobismo cultural –como el propio término indica, ‘sine nobilitate’- constituye una manifestación de vulgaridad y ordinariez, de ostentación, que de hecho se encuentra en las antípodas de la simplicidad y la pureza del ‘gran estilo’. En cuanto al recorrido de una vida considerada en su conjunto, se diría que sólo algunas existencias breves pueden aspirar a tanto, como si la longevidad exigiese una prolongada práctica de la astucia, incluso la complicidad con una serie infinita de ignominias. ¡Y no es poco identificarlas como tales!

Así pues, para mí es un enorme motivo de alegría haber conocido al hombre que, en la segunda mitad del siglo XX, fue la personificación del ‘gran estilo’: Guy Debord. Un ‘doctor en nada’, como él mismo se definía, pero también el maestro de los ambiciosos, el amigo de los pobres y los rebeldes que suscitaba en secreto la admiración de los poderosos, un hombre que provoca grandes emociones, pero que se mantiene frío y distanciado de sí mismo y del mundo. Ésta es, precisamente, la primera condición del estilo: el desapego, la distancia, la suspensión de los afectos desordenados, de la emoción inmediata, de las pasiones sin freno. Por eso existe una relación entre el estilo y lo clásico que fue subrayado en diversas ocasiones por Nietzsche. El estilo, sin embargo, no debe ser considerado como sinónimo de frigidez, de falta de sensibilidad o, peor todavía, de academicismo pedante y estereotipado. Para dominar las pasiones, es necesario que éstas existan. El estilo y la pasión tienen, por otro lado, en común su carácter imperioso y exigente: ambos dos exigen obediencia y disciplina.

Ese desapego, en el caso de Debord, se manifiesta ante todo en un completo distanciamiento del mundo de la universidad, de la edición, del periodismo, de la política y de los media. Debord alimenta con respecto al conjunto del establishment cultural la más profunda repulsión y el más radical de los desprecios. Al mismo tiempo, siente repugnancia por lo mundano, por esa frivolidad esnob que coquetea con el extremismo revolucionario, por el famoso ‘radical chic’. Tal desdén no reposa siquiera en el confort de cierto patrimonio hereditario; en este sentido, Debord afirma haber ‘nacido virtualmente arruinado’. En una época en la que los ambiciosos están dispuestos a todo para obtener el poder político y el dinero, la estrategia de Debord se apoya en un solo factor: en la admiración que su forma de ser suscita en quienes consideran el poder político y el dinero como beneficios secundarios con respecto a la excelencia y el reconocimiento. El tipo de superioridad al que aspira dicha estrategia no es muy diferente del que buscaban ciertos filósofos de la antigüedad como Diógenes, para quien lo esencial residía en la coherencia entre los principios y la conducta. Sin embargo, el terreno en el que se asienta no es tanto de orden ético como estético: es en la rebelión poética y artística donde conviene buscar la tradición en la que viene a inscribirse Debord. Esta tradición, que conoció con las vanguardias del siglo XX un formidable desarrollo, se remonta en realidad a la Edad Media. El gran poeta francés del siglo XV François Villon encarnó el modelo de un encuentro entre la cultura y los comportamientos alternativos (en su caso, incluso criminales) que se perpetuó a lo largo de los siglos. Debord reconoce explícitamente esta herencia, pero le obliga a dar un salto cualitativo al rechazar el ejercicio de la poesía y del arte, pues considera que es necesario superarlos –es decir, suprimirlos y realizarlos en términos hegelianos- en la teoría y en la práctica revolucionarias. Para Debord, la superación del arte no debe esperar a un futuro lejano, como ocurre con ciertos pensadores utópicos, sino que constituye una exigencia urgente de la época en la que vivimos. No se trata tanto de prefigurar la sociedad del porvenir cuanto de responder al apremiante llamamiento que nos hace el hic et nunc histórico y social. De esta suerte, Debord toma también sus distancias con respecto a todos esos ambientes literarios, poéticos y artísticos de vanguardia que, aunque extraños a toda institucionalización, perseveran en la práctica de una actividad que se arriesga, en todo momento, a ser recuperada por el establishment cultural. No es casualidad que yo entrase en contacto con Debord justo después del conflicto que, durante el verano de 1966, me enfrentó al movimiento surrealista.

Hay que añadir, igualmente, a todo lo anterior el alejamiento de todas las organizaciones y tendencias políticas revolucionarias que prevalecen en su época: el legado del que Debord se siente heredero es el del ‘comunismo de los consejos’ de los años 20, que se había desarrollado en Francia a través de ciertas revistas teóricas como Socialismo o Barbarie. Esta elección le conduce a un rechazo total de toda posición leninista, trotskista, maoísta o tercer-mundista. Para Debord, los llamados regímenes socialistas son formas de capitalismo de Estado, dirigidas por una burocracia de partido que se arroga el derecho de hablar en nombre del proletariado, del cual es, efectivamente, la propietaria. En paralelo, Debord toma también sus distancias con respecto al anarquismo, que abandona al ser humano al capricho individual; para él, no existe duda alguna de que la culminación del pensamiento revolucionario fue Marx, y no Bakunin. Si por ‘política’ se entiende la distinción entre ‘amigos’ y ‘enemigos’, unida al esfuerzo por aumentar el número de los primeros, en Debord hay una ‘impoliticidad’ que conduce al aislamiento. Ésta fue, por otro lado, una de las razones de nos llevaron a romper relaciones en la primavera de 1969.

DEBORD Y HEIDEGGER

Es cierto que una aprobación y una efectividad obtenidas por medio de la simpatía, el acuerdo y la buena disposición con respecto a los otros no coinciden en absoluto con el estilo de Debord. En este punto, seguía la opinión de Nietzsche, que consideraba que la grandeza de espíritu no es compatible con las virtudes amables: “el gran estilo excluye lo agradable”. En una época que hace de lo agradable y de la desenvoltura las cualidades más apreciadas, Debord se presenta ante sus contemporáneos de un modo áspero y rugoso, como si sólo una actitud de este tipo pudiera, hoy en día, suscitar el interés y encender las pasiones. Como él mismo escribe: “nunca fui a buscar a nadie, a ningún lado. Mi entorno ha estado compuesto sólo por aquellos que vinieron por su propia voluntad y supieron cómo hacerse aceptar”. Esto no impidió, en la práctica, la formación alrededor de Debord, al menos en la segunda mitad de los años sesenta, de un tejido social que se reconocía en un proyecto teórico y en un estilo de vida. Su eje estaba constituido por la Internacional situacionista, un movimiento que Debord había fundado en 1957 con otros representantes de la vanguardia artística y que, en un período de doce años, publicaría doce números de una revista de igual nombre, muy brillante por su contenido y muy elegante en su forma. La I. S. –como solía felizmente conocérsela- era un grupo cerrado que exigía una neta distinción entre miembros efectivos y simpatizantes. Reinaba en ella una suerte de responsabilidad colectiva que hacía que las afirmaciones teóricas y la conducta de cada uno de sus miembros implicasen automáticamente las de todos los demás. En el caso de la I. S., esta característica, que parece reproducir uno de los rasgos específicos de las sectas religiosas, reviste una significación estética que se corresponde con la importancia del elemento exigente y restrictivo del estilo: como escribe Nietzsche, implica una anulación de las particularidades individuales, un sentido profundo de la disciplina y una repugnancia respecto de una naturaleza desordenada y caótica. Tales exigencias, que respondían perfectamente al modo de ser de Debord, no se adaptaban, sin embargo, al temperamento de los demás miembros de la I. S., mucho más expansivos y extrovertidos, en unos casos, o desprovistos de genio y espíritu creativo, en otros. Pero, por encima de todo, no se adaptaban a los rasgos dominantes del movimiento de protesta, pues, por un lado, castigaban duramente el vitalismo subjetivista y el espontaneísmo más impulsivo, y por otro, reproducían el sometimiento político de tipo estalinista más sombrío y antiestético. Todo esto explica por qué el mensaje de la I. S., en realidad, fue recibido por un número reducido de personas: a finales de 1968, sólo tres personas en Roma recibían la revista, y no eran más de una veintena en toda Italia. Algo de las altas cualidades estéticas del conjunto de la publicación se transmitía también a los simples lectores, que tenían la sensación de formar parte de la elite de la revolución mundial. Constituían, en efecto, una red internacional en el seno de la cual era posible evolucionar, mucho más en tanto que aristócratas que como conspiradores.

Por una especie de ceguera histórica, el carácter estético del proyecto situacionista no podía, sin embargo, ser reconocido ni por quienes lo formulaban desde su interior, ni tampoco por los observadores exteriores. En una carta fechada el 26 de diciembre de 1966, Guy Debord, respondiendo a mis preguntas, sintetizaba el proyecto de la I. S. en cuatro puntos: “1. La superación del arte, hacia una construcción libre de la vida. Ésta quiere ser la conclusión del arte moderno revolucionario, en el que el dadaísmo ha querido suprimir el arte sin realizarlo y el surrealismo ha querido realizarlo sin suprimirlo (estas dos exigencias son inseparables, aquí retomo los términos que el joven Marx empleó para referirse a la filosofía de su tiempo). 2. Crítica del espectáculo, es decir, de la sociedad moderna en tanto mentira concreta, realización de un mundo invertido, consumo ideológico, alienación concentrada y en expansión (en conclusión: crítica de la fase actual del reino mundial de la mercancía). 3. La teoría revolucionaria de Marx, que ha de ser corregida y completada en el sentido de su propia radicalidad (para empezar, contra toda la herencia del ‘marxismo’)… 4. El modelo del poder revolucionario de los Consejos Obreros como fin, y también como modelo que debe dominar desde ahora mismo en la organización revolucionaria que aspire a tal fin… Los dos primeros puntos son, en cierto modo, nuestra principal aportación teórica hasta el momento. El tercero procede del comienzo del periodo histórico en el que nos encontramos. El cuarto, de la práctica revolucionaria del proletariado en el presente siglo. Se trata de unificarlos”. Lo que me choca de esta carta es que las dos características más específicas de la I. S. son de naturaleza estética, y aún más la idea de reconducir a una unidad tendencias y perspectivas que se inscriben en tradiciones diferentes. Todo esto responde exactamente a la definición nietzscheana del ‘gran estilo’: “pocos principios y todos reunidos lo más estrechamente posible; nada de ingenio, nada de retórica”.

El esfuerzo situacionista por mantener las distancias respecto al mundo chocaba inevitablemente con la tendencia de la sociedad moderna a ‘recuperar’ su rebelión o, dicho de otro modo, a despojarle de su potencia, asignándole un papel y una función en su seno: “Se sabe –dice Debord en una de sus películas- que esta sociedad firma una paz sólida con sus más acérrimos enemigos cuando les hace un hueco en su espectáculo. Pero, justamente, yo soy el único que, en esta época, disfruta de cierta celebridad, clandestina y maligna, y al que no han conseguido hacer aparecer en su escenario de renuncia. […] Me parecería tan vulgar convertirme en una autoridad de la protesta contra la sociedad como convertirme en una autoridad en esa misma sociedad”. Uno de los problemas que, con razón, suscitaba la mayoría de los debates en el seno del ambiente situacionista tenía que ver, precisamente, con su relación con el espectáculo cultural. En su carta del 18 de noviembre de 1967, en la que me anuncia la publicación de su libro La Sociedad del Espectáculo, Debord escribe: “Seguramente estamos todos de acuerdo: el cine es una relación pasiva espectacular… El problema es más general: nosotros creemos que también el libro (una revista, etc.) es una forma separada de la expresión unilateral espectacular… sin embargo, creemos en la necesidad de dominar críticamente esos momentos (la teoría, la expresión, la agitación, etc.) en diferentes niveles. Resulta evidente para todo el mundo que no podemos reducirnos a una especie de inmediatez pura”. Sobre este último punto, Debord era más optimista: el espontaneísmo, el vitalismo, el mito de la acción estaban destinadas a expandirse, sobre todo en Italia, durante al menos un decenio.

Estas orientaciones que rechazan todas las mediaciones, que alimentan una desconfianza infinita con respecto a toda forma, que aspiran a un ideal de transparencia absoluta, constituyeron el problema más grave de mi juventud. Estaban también presentes en el interior de la I. S. y, sobre todo, dentro del círculo de sus simpatizantes, pero ciertamente no pueden ser atribuidas a Debord, que consideraba que todas las manifestaciones alternativas a la escritura “son ellas mismas dependientes de la conciencia y de la formulación teórica más o menos complejas” (carta del 2 de marzo de 1968). Tal cosa parece en contradicción no sólo con las pasiones que Debord suscitaba, sino también con la dimensión marcadamente emocional de sus escritos y sus películas, que a menudo parecen suspendidos entre la nostalgia y la impasibilidad, entre el dolor y la dureza. El hecho es que, junto a un Debord apolíneo, cuya característica esencial es la distancia asumida frente al mundo, encontramos un Debord dionisiaco, que él mismo no ocultaba y en el que se recrea en sus memorias al celebrar vinos, cervezas y otros alcoholes. Pero encuentro reveladora, en cuanto a la calidad de dicha experiencia, la siguiente frase: “Lo primero que me gustó, como ha todo el mundo, fue el efecto de la ebriedad leve, pero muy pronto me empezó a gustar lo que hay más allá de la ebriedad violenta, una vez se ha franqueado ese estadio: una paz magnífica y terrible, el verdadero sabor del paso del tiempo”. ¿O acaso de su suspensión?

¿Qué relación pueden tener estos aspectos empíricos, vitales e incluso fisiológicos con el estilo? ¿No consiste precisamente el estilo en despegarse de lo subjetivo, de lo accidental, de lo demasiado personal, de lo demasiado vivo? ¿No está próxima la noción de ‘gran estilo’ de Nietzsche a la noción de ‘clásico’? Desde luego, en Debord encontramos esas características de endurecimiento, de simplificación, de refuerzo y de agresividad que, para Nietzsche, constituyen los rasgos esenciales del gusto clásico. Pero el ‘gran estilo’ es ciertamente algo distinto del clasicismo, de un ideal estético de armonía y contención. Como observa Heidegger, el ‘gran estilo’ contiene un elemento de exceso, de eso que los griegos del periodo trágico llamaban deinon, lo deinotaton, lo terrible. Por esta razón, no se puede comprender plenamente la noción nietzscheana de ‘gran estilo’ si se la separa de la reflexión que Nietzsche hace en paralelo sobre la importancia del elemento fisiológico en el arte, que constituye algo previo e indispensable al estilo. En otros términos, este último es ajeno tanto a la rigidez de la forma en lo semejante y lo formal como al puro delirio en la embriaguez. Con Nietzsche asistimos al nacimiento de una estética extrema, más allá de la estética moderada de Kant y de Hegel, en la que el sentir continúa hasta el estado fisiológico extremo del cuerpo; lo que no significa, sin embargo, capitulación ante el naturalismo, ante la pura factualidad empírica. El ‘gran estilo’, nos dice Heidegger’ es un contra-movimiento creativo con respecto a lo fisiológico, que presupone su existencia, pero va más allá de él. “Es verdaderamente grande aquello que no sólo mantiene bajo control y por debajo de sí a su extremo contrario, sino que lo ha transformado en sí mismo y, al mismo tiempo, lo ha transformado de tal forma que no desaparece, sino que consigue desplegarse en su esencia” (Heidegger, 1961, I).

DEBORD Y EL CARDENAL DE RETZ

Apenas se honra a Debord al considerarlo un puro teórico; es fácil redimensionar su personaje examinando exclusivamente sus escritos políticos desde el punto de vista de la originalidad especulativa. Lo que cuenta para él, más que la teoría, es el combate: “las teorías no están hechas sino para morir en la guerra del tiempo: son unidades más o menos fuertes a las que hay que implicar durante el combate en el momento justo […] Las teorías deben ser reemplazadas, pues sus victorias decisivas, aun más que sus derrotas parciales, producen su desgaste” (1978). Se comprende mejor su forma de ser, en consecuencia, si lo integramos en una larga tradición que se remonta al filósofo griego Heráclito, para quien lo bello no es armonía, sino conflicto. El relámpago y el fuego son las metáforas a las que hace referencia esta concepción estratégica y energética de la belleza, que no asocia la estética a la experiencia de la conciliación (como es el caso para Pitágoras y el neoplatonismo), sino a la de la guerra. La belleza es considerada como un arma, como el arma más fuerte. La dimensión estética no tiene, pues, nada de decorativa, de accesoria, de superestructural. Está estrechamente ligada a lo efectivo, a la realidad, a ese dominio que estamos acostumbrados a considerar como propio de la política. La concepción heracliteana, que permanece operativa de forma subterránea en el mundo romano a través del estoicismo, desemboca en el ideal estético defendido por la retórica y el arte oratoria, para las cuales la eficacia práctica del arte de la palabra posee un valor esencial. El dominio de lo bello es así un campo de batalla, en el cual se gana o se pierde: es el lugar de la decisión y del resultado. “Las personas que no actúan jamás –precisa Debord (1978)- quieren creer que se podría elegir con completa libertad la excelencia de los que figurarán en el combate, así como el lugar y la hora en los que se dará el golpe irrebatible y definitivo. Pues no: con lo que uno tiene a mano, y dependiendo de algunas posiciones efectivamente atacables, uno se lanza sobre ésta o aquélla en cuanto percibe un momento favorable; si no, desapareceríamos sin haber hecho nada”.

Fue en el siglo XVII cuando esta concepción estratégica alcanzó su auge. La definición de lo bello como intensidad, la comparación entre el hombre de letras y el guerrero, la mezcla entre los modelos estéticos y los modelos políticos hacen del Barroco un punto de referencia constante para Debord; en particular, la figura de Baltasar Gracián, que, más que ningún otro, supo delimitar en su Oráculo manual todos los aspectos del ‘gran estilo’, sustrayéndolo a todo clasicismo abstracto y sumergiéndolo en las vicisitudes y las contingencias históricas, merece su atención y respeto. Con todo, aún más que Gracián, es el enemigo de Richelieu y de Mazarino, el cardenal de Retz, el que ocupa la imaginación de Debord. En una carta fechada el 24 de diciembre de 1968, Debord me escribe: “Me gusta mucho citar las Memorias de Retz, no sólo por lo que tienen de confirmación de los temas de la ‘imaginación al poder’ y de ‘tomad vuestros deseos por realidades’, sino también porque encuentro en ellas un divertido parentesco entre la Fronda de 1648 y Mayo: los dos únicos grandes movimientos que hayan estallado en París como respuesta inmediata a ciertos arrestos; y tanto el uno como el otro, con barricadas”. La tradición subversiva en la que Debord se inscribe es así mucho más la tradición antigua y barroca el tiranicidio que la tradición moderna de las revoluciones político-sociales: el 68 le parece similar a la Fronda, no a la Revolución francesa y, aún mucho menos, a la Revolución rusa. Si lo comparamos con el Cardenal promotor de la Fronda, hay en Debord una práctica de la verdad que pertenece más al Retz escritor que, desde luego, al Retz hombre de acción. Es evidente que resulta fácil preservar la propia integridad en la soledad o en un círculo restringido de amistades; cosa muy distinta es tener trato con toda suerte hombres y luchar por el poder en medio de una guerra civil en la que todo el mundo sabe que la vida misma está en juego. El ‘gran estilo’ de las Memorias de Retz reside, antes que nada, en la distancia que establece consigo mismo, en la insolente sinceridad con la que expone las motivaciones más secretas, incluidas aquellas que dañan su reputación, pero, desde luego, no en las historias que cuenta. Se trata, por así decir, de un ‘gran estilo’ post-festum, y no en el fragor de la acción: al fomentar intrigas, conjuras, traiciones y complots de todo tipo, Retz no es diferente de sus enemigos, y si sus planes no llegan a buen término, el fracaso se produce siempre en contra de su intención y de su deseo. En el caso de Debord, la situación es completamente distinta; la estética del combate se presenta, cuando menos a partir de finales de los años sesenta, como una estética del fracaso, como si el éxito implicase un elemento de indestructible vulgaridad. La guerra es para él, no sólo el reino del peligro, sino también de la decepción (1989, VI). Siempre he percibido vagamente esa ‘sombría melancolía’ que, según sus propias palabras (1978), habría acompañado toda su existencia, y también vi a qué trágicas e inexorables consecuencias llevaba ese modo de rodear el fracaso con una aureola de melancólico esplendor.

Lo que Debord tiene en común con el Retz escritor es esa forma de interrogarse por lo podría haber sido y no fue. En las Memorias de Retz se habla a menudo de acontecimientos que estaban a punto de producirse y que, por razones del todo accidentales, no se concretan: para Retz, el juicio heroico consiste precisamente en distinguir lo extraordinario de lo imposible para apostar por el primero y desentenderse del segundo. En Debord podemos encontrar una actitud idéntica. En una carta fechada el 10 de junio de 1968, me escribe: “Casi hemos llevado a cabo una revolución […] La huelga ha sido ya derrotada (principalmente, por la C. G. T.), pero toda la sociedad francesa estará en crisis durante un largo tiempo”. Me pregunto si, por consiguiente, la propia ‘sociedad del espectáculo’, al dinamitar la distinción entre lo verdadero y lo falso, entre la imaginación y la realidad, no habrá también cambiado las nociones de victoria y de fracaso al liberarlas de la referencia al hecho consumado e inaugurar una ‘sociedad de los simulacros’. Se trata de un paso teórico que Debord no dio, porque en el fondo, al igual que Retz, siempre estuvo vinculado a una visión realista del conflicto. Tal vez los pensadores políticos del siglo XVI (como Maquiavelo, Guicciardini y Loyola) ya habían ido más lejos.

Lo anterior no significa que la pregunta por la razón suficiente de los acontecimientos se convierta jamás en Debord en motivo de desazón y, menos aún, de arrepentimiento. “Nunca he comprendido demasiado bien los reproches que a menudo se me han hecho, y conforme a los cuales habría perdido a aquella hermosa tropa en un ataque desesperado, o bien debido a una suerte de complacencia neroniana […] Asumo sin vacilar la responsabilidad de todo cuanto ocurrió” (1978). Lo que prevalece es la actitud estoica de aceptación del presente y del pasado, un aspecto sin duda muy importante del ‘gran estilo’. La vida es un laberinto del que no se puede salir, de ahí el título de su película In girum imus nocte et consumitur igni. Esta frase, que significa literalmente Damos vueltas en la noche y somos devorados por el fuego, presenta la asombrosa particularidad de que puede leerse al revés sin la menor alteración. De tal modo, expresa perfectamente bien la experiencia, propia de los estoicos de la antigüedad, de la ‘synkatathesis’, del asentimiento del sabio a la ‘heimarmene’, a la providencia, concebida por ellos mismos como el inviolable encadenamiento de las causas, “la base racional sobre cuya base lo que ha acontecido ha acontecido, lo que acontece acontece y lo habrá de acontecer, acontecerá” (Pohlenz, 1959). Asociada a dicha experiencia, encontramos la idea estoica del eterno retorno o, dicho de otro modo, la repetición de periodos cósmicos recurrentes, en el transcurso de los cuales se producen nuevos acontecimientos que ya tuvieron lugar en el pasado. Como es sabido, Nietzsche retomó esta concepción estoica del eterno retorno interpretándola, no como una ley que domina la historia, sino como “una voluntad de eterno retorno”, como ‘amor fati’: la única forma de que el pasado deje de ser una causa de frustración y de impotencia. El porvenir no podrá aportarnos nada mejor que lo que ya nos reserva el pasado. El camino de la utopía está cerrado, tanto para Nietzsche como para Debord; tal vía es ajena al ‘gran estilo’. Debord nos dice: “En cuanto a mí, jamás he deplorado lo que he hecho, y confieso que soy aún del todo incapaz de imaginar qué otra cosa hubiera podido hacer, siendo quien soy” (1978).

DEBORD Y MAYO DEL 68

En la manera de ser de Debord hay un último aspecto que es acaso más importante que los precedentes: su relación con la historia. La distancia que toma con respecto al mundo y la estética del conflicto sirven, sin duda, de fundamento a su estilo, pero aún no le confieren, sin embargo, su grandeza, pues podrían igualmente conducir a un modelo ascético, que no siempre está desprovisto de aspectos de fanatismo. El monje guerrero es una figura que presenta una fuerte dimensión estética por su valor y por la presencia en su seno de elementos a primera vista contradictorios, pero es difícil, al mismo tiempo, atribuirle la virtud de la grandeza. Hay algo más que se impone: en Debord, tal excedente está constituido por su relación con el proceso histórico, frente al cual se sitúa no sólo como interprete, sino también como un elemento esencial. La I. S. se considera a sí misma como la conciencia crítica del retorno de la revolución social que, desde comienzos de los años sesenta, se manifiesta en todas las sociedades industriales bajo formas inconscientes e inmaduras, como la rebelión de los jóvenes, los motines raciales o los combates del Tercer mundo. No se piensa la revolución social como un ideal que hay que realizar, sino, recuperando los términos de Marx y Engels, como “el movimiento real que anula y supera al estado de cosas existente”. Durante el periodo en el que estuve en contacto con Debord, la desmesurada ambición de constituir el punto más avanzado del progreso humano, ya presente en Hegel y en Marx, encontraba en efecto ciertos puntos de apoyo. Por ejemplo, en la primera manifestación europea de la rebelión estudiantil, que tuvo lugar en Estrasburgo durante el año 1966, la I. S. desempeñó un papel decisivo: al estar presente en el lugar de los hechos, tuve ocasión de compartir el entusiasmo que produce la impresión de sentirse efectivamente en la vanguardia de un movimiento mundial.

Pero es mayo del 68 lo que constituye la cumbre de la experiencia situacionista; aprovechando la ocasión de una rebelión estudiantil, el movimiento superó ampliamente el simple ámbito universitario y se extendió al proletariado industrial y al conjunto de la sociedad francesa. En su carta del 10 de mayo de 1968 (14 h.), en la que Debord me describe con detalle las relaciones entre la I. S. y el movimiento estudiantil, así como los acontecimientos del 3 de mayo, del 6 de mayo y de esa misma mañana, y al tiempo que me invita a tomar precauciones con la policía, afirma que “se ha dado un paso decisivo en la rebelión, y también en la conciencia”. Y añade: “El momento de superación de la I. S. todavía no ha llegado; por eso, es necesario superar el estadio anterior de nuestra acción (si no, nos disolveríamos ‘objetivamente’, pues la ampliación de la lucha exige que una agrupación del tipo de la I. S. alcance una práctica correcta un poco más extensa)”. En una carta fechada el 10 de junio de 1968, Debord escribe de nuevo: “Hemos tenido la suerte de estar en el centro de todo el asunto durante el periodo más interesante. Por el momento continuamos, pero el porvenir es muy incierto. Contamos, desde luego, con que el choque en distintos países abra la vía a un retorno internacional de la nueva crítica revolucionaria. Aquí la teoría ya había tomado las calles. Todas las viejas organizaciones combatieron violentamente contra el movimiento… La gente de la base –entre ellos, algunos obreros- destacó casi siempre. Nuestro grupo estaba formado por 4 situacionistas + 2 enragés + alrededor de 25 simpatizantes que se unieron durante la batalla (la mitad nos era completamente desconocida antes de ella)… Después de haber controlado el Comité de ocupación de la Sorbona durante los primeros días (de los cuales uno fue decisivo), formamos el Consejo para el mantenimiento de las ocupaciones, que tuvo muchos contactos en París y en provincias”.

El Consejo, compuesto por situacionistas, enragés y simpatizantes para un total de alrededor de cuarenta personas, había funcionado como una asamblea general ininterrumpida, que deliberaba noche y día. Había establecido tres comisiones, encargadas, respectivamente, de la redacción e impresión de documentos, de las relaciones con las fábricas ocupadas y de los suministros necesarios para la acción. Publicó el Informe sobre la ocupación de la Sorbona (19 de mayo), en el que se exponían las vicisitudes que había provocado el fracaso de dicha experiencia, la declaración Por el poder de los Consejos Obreros (22 de mayo), que se adelantaba a la eventualidad de tener que poner en marcha determinados sectores de la economía bajo el control obrero, y el Llamamiento a todos los trabajadores (30 de mayo), que sostenía que al movimiento, en le momento mismo de su declive, “no le faltaba más que la conciencia de lo que había hecho para apropiarse realmente de la revolución”. Con la restauración, en junio, del Estado, el Consejo se disolvió para destacar su rechazo a una existencia permanente.

Refugiados en Bruselas, donde me encontré con ellos en julio de 1968, por temor a las persecuciones, los situacionistas redactan el texto Enragés y situacionistas en el movimiento de las ocupaciones (firmado por René Viénet), así como el artículo El comienzo de una época (publicado en el número 12 de la revista), en el que perfeccionan su juicio sobre mayo. En su opinión, el movimiento de mayo fue esencialmente proletario, y no estudiantil; se expresó aprovechando la ocasión de una rebelión de los estudiantes, pero su desarrollo superó con creces el ámbito universitario: “el movimiento de mayo no fue una cierta teoría política en busca de sus ejecutantes obreros; fue el proletariado el que, al actuar, buscaba una conciencia teórica” (I. S., XII).

El hecho de que un pequeño grupo de intelectuales muy marginales, pobres y sin trabajo, guiados por un hombre que alimentaba ‘un gran desprecio’ por el mundo entero, haya sido el único en armonía con la mayor huelga salvaje de la historia, confirió a Debord un crédito extraordinario y lo invistió de una dignidad casi profética. En los instantes de mayor fervor durante el mes de mayo, Debord mantuvo, en efecto, una extraordinaria lucidez en sus juicios históricos. El 15 de mayo, entrevé tres evoluciones posibles, en orden decreciente de probabilidad: la extinción espontánea del movimiento, la represión y la revolución social. El 22 de mayo, considera que la solución más probable a la crisis reside en la desmovilización de los obreros, negociada entre el gaullismo y la C. G. T. sobre la base de ciertas ventajas económicas. En las conversaciones que tuvimos en Bruselas durante el mes de julio de 1968, quedé fuertemente impresionado por el hecho de que considerase la invasión rusa como la solución más probable a la crisis checoslovaca, lo que vendría a verificarse durante el mes siguiente provocando un gran estupor y, al mismo tiempo, una gran indignación en los medios de izquierdas.

En cuanto a su silencio sobre los acontecimientos históricos de los años 70 y 80, yo lo interpretaría como un juicio negativo sobre una época a la que debía calificar de ‘repugnante’ (1989, 4). Pero su ‘gran estilo’ se manifestará aún una vez más en un golpe de maestro: del mismo modo que La Sociedad del Espectáculo se publicó un año antes de 1968, los Comentarios sobre la sociedad del espectáculo (1988), que suponen su retorno a la teoría política, preceden por poco tiempo a la caída del Muro de Berlín y el fin de la Unión Soviética. De este modo, renovaba, para los años que siguieron a 1989, su papel de ‘maestro oculto’ de la subversión.

Otras dos breves consideraciones del Panegírico, ambas contenidas en las últimas páginas, me parecen proféticas. La primera se refiere al hastío general en el que todos estamos inmersos a causa de la redefinición autoritaria de los placeres, ya se trate de su prioridad o de su propia sustancia. La segunda es aún más sutil, y por tal razón prefiero citarla en su totalidad: “Se debe saber que la servidumbre quiere ser en adelante amada verdaderamente por sí misma; y ya no porque pudiese aportar alguna ventaja extrínseca. Antes podía pasar por ser una protección; pero ya no protege de nada. La servidumbre no trata ahora de justificarse pretendiendo haber conservado, donde quiera que sea, un consentimiento distinto del simple placer de conocerla”. He aquí, a mi parecer, el epígrafe que domina nuestra época.

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El Cuaderno del Estado 


Recién salido del horno. El Cuaderno de Negación Nº 4, dedicado a Ël, el más chanta, el más terrible, el Leviatán, el Estado:

El Estado no es un enemigo por razones de gusto, afinidad moral o antipatía ideológica. Lo es en tanto estructura de poder fundamental que garantiza nuestro sometimiento al trabajo asalariado, que permite y defiende la destrucción de la naturaleza en pos de la producción económica y garantiza la guerra como método de reorganización económica y de control social.

Es nuestro enemigo, no porque quienes detentan el poder sean malas personas o estén motivados por ciegas ambiciones; es nuestro enemigo porque organiza y ordena el sometimiento de nuestras vidas en armonía con el Capital ¡porque es el gobierno del Capital!

Contenido:

▪ Presentacion
▪ Proletariado: algunas otras aclaraciones
▪ ¿Qué es el estado?
- ¿Qué es el estado capitalista?
- Esencia y funciones del estado capitalista
▪ Estado, expresión capital del dominio burgués
- Estado y representación
▪ ¿Anti-imperialismo? ¡internacionalismo!
▪ Contra la politica, o mas alla de ella
▪ Destrucción del estado

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domingo, noviembre 28, 2010

IS-JAPÓN 


JAPÓN: En 1965 se publicó en Tokio el folleto "Los situacionistas y las nuevas formas de acción en la política y en el arte", a cargo de la Liga Comunista Revolucionaria, Zengakuren. Además, algunos documentos han sido publicados en "Lecciones de la derrota de las revueltas de mayo en Francia" (Tokio, julio 1968).

(Las publicaciones de la IS desde 1965, Internazionale Situazionista Nº 1, 1969).

LOS ESTUDIANTES EXTREMISTAS DEL MOVIMIENTO ZENGAKUREN Y LA ORGANIZACIÓN QUE EXPRESA SU PROGRAMA POLÍTICO, LA LIGA COMUNISTA REVOLUCIONARIA, LLEVAN A CABO UNA LUCHA DE MASAS CONTRA EL IMPERIALISMO AMERICANO, Y RECHAZAN AL MISMO TIEMPO LAS MENTIRAS DE LAS BUROCRACIAS QUE REINAN EN MOSCÚ, PEKÍN Y HANOI.

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Tratar al enemigo como enemigo 


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Internazionale Situazionista 


15 euros es bastante caro, pero para eso están los buenos amigos que se roban un libro y te lo envían aprovechando los movimientos de quienes cruzan el océano en estos días.

El archivo situacionista hispano hace años que no sube nada nuevo. Ni siquiera están todos los textos de la revista IS que se editaron hace años en 3 tomos.

El Nº 1 de IS en italiano está digitalizado y disponible en la web.

Pero ahora la gente de Pepitas de Calabaza ha editado un volumen en que se incluye además del contenido total de dicha publicación un Prólogo (de Amorós), una Cronología, dos suplementos y un anexo (que incluye una bien patética carta de Eduardo Rothe, ex-miembro de la IS y actual funcionario del gobierno chavista en Venezuela). 350 páginas. Profundas reflexiones y crónica de la guerra de clases. Harto cahuín. Se deja leer.

"Aunque la Internacional Situacionista (IS) se fundó en Italia en 1957, no hubo en este país una sección estable de la organización hasta 1969. Para entonces todas las veleidades artísticas en la IS ya habían sido conjuradas. Si bien las teorías situacionistas habían empezado a difundirse años atrás en Italia —malamente, por cierto—, no fue hasta después del Mayo famoso cuando se constituyó en Milán un grupo que demostró ser el más indicado para desarrollar la tarea revolucionaria de la IS, por su visión de conjunto, su idea organizativa y sus capacidades teóricas. En un momento en el que la crítica de la vida cotidiana ocupaba el centro de la crítica social, las ideas situacionistas desplegaron toda su fuerza en Italia ofreciendo una visión lúcida y total de la nueva época. Fue un periodo en el que el malestar en la sociedad italiana estuvo apunto de desembocar en una insurrección generalizada, insurrección que fue liquidada por el trabajo complementario de los servicios secretos del Estado y de las fuerzas de izquierda.

Entre muchas otras cuestiones —como se verá en el libro— la IS italiana se mostró muy acertada a la hora de evaluar in situ lo que estaba ocurriendo con el terrorismo, desvelando para qué estaba siendo utilizado. Así mismo denunció con claridad el trabajo contrarrevolucionario de los llamados partidos comunistas y saludó el retorno de la Revolución Social, no sin antes anunciar los problemas inmediatos que esta tendría que solucionar.

Este libro reúne los textos completos de la sección italiana de la IS (1969-1972), traducidos por Diego L. Sanromán e introducidos por un informativo texto —una breve historia de la IS italiana— escrito por Miguel Amorós."
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ED. PEPITAS DE CALABAZA



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La crítica de la vida cotidiana ocupaba el centro de la crítica social; se condenaba la burocracia de partidos y sindicatos, se rechazaba la militancia, la represión sexual y el sacrificio, se hablaba del derecho a la asamblea, de acción directa, autogestión generalizada y consejos obreros; se criticaba el totalitarismo estalinista y el capitalismo de estado soviético o chino; se redescubría la historia del movimiento obrero, su degeneración burocrática, el papel contrarrevolucionario de los bolcheviques; se repasaba el anarcosindicalismo, la revolución española, la represión de Kronstadt y del movimiento makhnovista, los IWW, etc. La corriente radical en parte provenía del anarquismo juvenil, en oposición al viejo movimiento libertario, anquilosado, inmovilista, indiferente a los acontecimientos y a los cambios, satisfecho de su rol "democrático" dentro del sistema. Dicha corriente creía superada la contraposición entre marxismo y anarquismo: ni el marxismo revolucionario tenía nada que ver con el leninismo y el estalinismo del PCI y los grupúsculos, ni el anarquismo revolucionario tenía nada en común con la FAI, GAF o Umanitá Nova. La superación de dicha oposición podría llegar de una reconciliación entre la crítica marxista de la economía política y la crítica bakuniniana del Estado y la política.
(Fragmento del Prólogo de Amorós).

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varios 


¿Habrá estado pensando en los ideólogos don Baltasar Gracián cuando habló de quienes estaban "Muy casados con sus dictámenes, y más cuanto más erróneos; enamorados de sus discursos como hijos más amados cuanto más feos"? Hasta donde sé, Debord no le dio valor de uso a esa frase (pero no he leído toda la obra de Debord, pues no leo francés y tampoco soy tan ocioso).

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El papá de Otto Grosz fue el fundador de la "Criminalística" (ciencia auxiliar de la policía; no confundir con la Criminología: ideología auxiliar del derecho penal). Su hijo, Otto, además de discípulo de Freud era amigo de Franz Kafka. Alguna vez proyectaron hacer una publicación que se iba a llamar "Hojas de combate contra la voluntad de poder". Quedó en nada (al igual que "Organizar el Pesimismo", revista MASA, y varios otros proyectos que prefiero ni mencionar).

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Hace años un amigo que después se fue volviendo cada vez más loco e intratable tenía la idea de armar unos compilados de "Rock pro Situ". Una pieza privilegiada en que pensaba (además del Pop Group) era Camberwell Now (con algunos ex-This Heat), que escucho ahora y me parece -como siempre- bastante bien.

"Working nights". 3 semanas dentro y una semana fuera. Así es como está planeada mi vida. Come trabaja duerme cuando estés en el turno de noche. Las ruedas de la industria alrededor. Cortinas abajo mientras el sol brilla. Trabajando duro toda la noche. Ah bien. El turno de noche toma su tiempo y toma su cuota..

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jueves, noviembre 18, 2010

¿-Y qué chucha era la- Zen gakuren? 


(Se recomienda leer esta especulación escuchando la banda sonora del 68/77 japonés: Les Rallizes Denudes, banda de nois-rok que no por nada tuvo a uno de sus integrantes acusado de participar de ciertas expresiones del Terror Rojo en su país).(Panks o cibernaitas, todos bajo las vanderas del Partito Communista Invisible).).

Zengakuren (全学連, Zengakuren?) es la abreviatura de Federación Japonesa de Asociaciones Estudiantiles (全日本学生自治会総連合, Zen-Nihon Gakusei Jichikai Sōrengō?). Es una organización radical y comunista de estudiantes creada en 1948. La organización es notable por sus marchas y protestas, así como violentas[cita requerida] actividades de izquierda. Por ejemplo, ha tomado parte en el movimiento contrario a la purga anticomunista y en la oposición a la Guerra de Corea. Tras actividades relacionadas con la revisión del Tratado de Seguridad entre Japón y Estados Unidos (1960), la federación fue dividida. Posteriormente cada una de las organizaciones surgidas tras la división del Zengakuren original siguió usando el nombre Zengakuren.

[editar] Historia
Luego de la rendición de Japón ante Estados Unidos en 1945, el sentimiento antiamericano se respiraba profundamente y se mantuvo latente en las siguientes generaciones. En junio de 1948 los estudiantes que se hallaban descontentos con la política social deciden construir un organismo unitario que agrupase a todos los grupos de izquierda universitarios, dando así origen a la Zengakuren. En aquel entonces el Partido Comunista Japonés encabezó la dirección de la protesta.

En noviembre de 1959 el primer ministro Nobusuke Kishi propuso el borrador del Tratado de Cooperación y Seguridad Mutua entre los Estados Unidos y Japón. Una gran movilización de protesta formada por unos 80,000 estudiantes y obreros que portaban banderas rojas irrumpieron en el Edificio Nacional de la Dieta, un órgano de gobierno donde se intentaba llegar a tal acuerdo y se enfrentaron a unos 5,000 policías. El primer ministro salió del edificio e intentó tomar un avión para firmar el tratado, sin embargo miles de manifestantes lo esperaban en el Aeropuerto Internacional de Tokio para impedírselo. Durante la noche la policía desaloja a los estudiantes con violencia y detiene a varias decenas. A raíz de ello se organizan grandes marchas dando una alianza entre estudiantes, obreros e intelectuales.

El 4 de junio del siguiente año, el sindicato socialista declara la huelga general. Encabezaban la protesta los mineros y los trabajadores de ferrocarril con los que finalmente la Zengakuren se asocia. El 19 de junio, fecha en que se planeaba ratificar el tratado nuevamente miles de estudiantes asaltan la Dieta. Durante el enfrentamiento la líder estudiantil Michiko Kamba muere a manos de la policía generando así un rechazo mayor al gobierno. Aun así la rebelión fue aplastada.

Años más tarde durante la Guerra de Vietnam, la Zengakuren vuelve a tomar relevancia y surge el Comité Obrero Juvenil Contra la Guerra, integrado por obreros y estudiantes. Miles de manifestantes participaron en huelgas universitarias quejándose del servilismo del gobierno japonés frente a los Estados Unidos y por otro lado contra la Guerra de Vietnam.

En 1967 de nuevo estalla la violencia cuando un grupo de manifestantes armados con palos, escudos y cocteles molotov se dirigen al aeropuerto para impedir la salida del Primer Ministro. De nuevo en los enfrentamientos un estudiante muere. Se decide convocar a una gran marcha hasta Tokio donde obreros y estudiantes acuden armados con palos y rostros cubiertos. La policía declara la Ley Marcial resultando en cientos de arrestos, centenares de heridos y numerosos establecimientos y edificios dañados. Los combates más duros se registraron frente a la estación de Shinjuku, lugar en el que pasaban la mayor parte de los abastecimiento de EEUU destinados a la guerra de Vietnam.

El último bastión revolucionario fue la Universidad de Tokio. Tras 40 horas de enfrentamiento 2,000 estudiantes son detenidos. El gobierno aprueba una ley especial con la que autoriza la entrada violenta y sin permiso para reprimir movilizaciones.

La Zengakuren también combatió contra las universidades privadas a las que acusaban de "preparar mano de obra para servir a los monopolios", además de ser malas formadoras y excesivamente caras.

El 5 de septiembre de 1970, cinco estudiantes atacan con cocteles molotov el avión privado del Ministro de Asuntos Exteriores de Japón. Es año Japón recibe la Exposición Universal y en ella grupos de estudiantes atacan varios puestos de la policía con el fin de apoderarse de las armas. El 10 de octubre 90,000 manifestantes del Movimiento Nacional se encuentran en las calles y se emite un comunicado en el que se declara el fin de la vía pacifica. El 21 de octubre, cinco millones de japoneses están, nuevamente, en la calle y 30.000 policías hacen frente a éstos, mientras el mismo Ejército recibe instrucciones de permanecer en estado de alerta.

Posterior a todos estos acontecimientos, algunos elementos de la Zengakuren dieron origen al Ejército Rojo Japonés (Nihon Sekigun), un grupo -acusado de terrorismo- dirigido por Fusako Shigenobu.

(Tomado de Wikipedia: communism chant for free empresaires).

quéchuchas

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Cuestionario Situacionista (en el verdadero sentido de la palabra) 


1. ¿Qué quiere decir la palabra "situacionista"?

Define una actividad que pretende producir las situaciones, y no conocerlas en función de un valor explicativo o de cualquier otro tipo, a todos los niveles de la práctica social y de la historia individual. Reemplazamos la pasividad existencial por la construcción de los momentos de la vida, y la duda por la afirmación lúdica. Hasta el momento los filósofos y los artistas no han hecho más que interpretar las situaciones; se trata ahora de transformarlas. Puesto que el hombre es el producto de las situaciones que atraviesa, le conviene crear situaciones humanas. Aunque el individuo está definido por la situación tiene el poder de crear situaciones dignas de su deseo. Con esta perspectiva deben fundirse y realizarse la poesía (la comunicación como logro del lenguaje en una situación), la apropiación de la naturaleza y la liberación social completa. Nuestro tiempo va a reemplazar la frontera fija de las situaciones límite, que la fenomenología se ha complacido en describir por la creación práctica de situaciones; esta frontera va a desplazarse permanentemente con el movimiento histórico de nuestra realización. Buscamos una fenomenopraxis. No dudamos de que éste será el motivo fundamental del movimiento de liberación posible en nuestro tiempo. ¿Qué es lo que hay que poner en situación? A diferentes niveles, puede tratarse del planeta, o de la época (una civilización en el sentido de Buckhardt, por ejemplo), o un momento de la vida individual. ¡Allez, la musique! Los valores de la cultura pasada y las esperanzas de realizar la razón en la historia no tienen continuación posible. Lo demás se descompone. El término situacionista, en el sentido de la Internacional Situacionista, es exactamente lo contrario de lo que se llama ahora en portugués "situacionista", es decir, partidario de la situación existente, por consiguiente del salazarismo.



2. La Internacional situacionista, ¿es un movimiento político?

La expresión "movimiento político" oculta hoy la actividad especializada de jefes de grupos y de partidos que extraen de la pasividad organizada de sus militantes la fuerza opresora de su futuro poder. La I. S. no quiere tener nada que ver con el poder jerárquico en cualquier forma que se presente. No es por consiguiente un movimiento político ni una sociología de la mistificación política. La I.S. se propone ser la más alta expresión de la conciencia revolucionaria internacional, esforzándose por aclarar y coordinar los actos de negación y los signos de creatividad que definen los nuevos contornos del proletariado, la voluntad irreductible de emancipación. Incardinada en la espontaneidad de las masas, una actividad semejante es incontestablemente política, a menos que se cuestione esta cualidad a los propios agitadores. A medida que aparecen nuevas corrientes radicales en Japón (el ala extremista del movimiento Zengakuren), en el Congo o en la clandestinidad española, la I. S. les presta apoyo crítico, y por consiguiente procura ayudar prácticamente. Pero contra todos los "programas transitorios" de la política especializada, la I. S. se remite a una revolución permanente de la vida cotidiana.



3. La Internacional situacionista, ¿es un movimiento artístico?

Gran parte de la crítica situacionista de la sociedad de consumo consiste en mostrar hasta qué punto los artistas contemporáneos, al abandonar la riqueza contenida, cuando no fue explotada, en la superación del arte durante el periodo de 1910-25, se condenaron en su mayoría a hacer arte como si hiciesen negocios. Los movimientos artísticos no son desde entonces más que ecos imaginarios de una explosión que nunca ocurrió, que amenazó y amenaza todavía las estructuras de la sociedad. La conciencia de semejante abandono y de sus implicaciones contradictorias (el vacío y la voluntad de retorno a la violencia inicial), hizo de la I.S. el único movimiento que pudo, englobando la supervivencia del arte en el arte de vivir, responder al proyecto del arte auténtico. Somos artistas sólo porque ya no lo somos: venimos a realizar el arte.



4. La internacional situacionista, ¿es una manifestación nihilista?

La I. S. niega el rol, que es todo lo que se está dispuesto a reconocerle en el espectáculo de la descomposición. La superación del nihilismo pasa por la descomposición del espectáculo, y es de esto de lo que la I.S. quiere ocuparse. Todo lo que se elabora y se construye fuera de semejante perspectiva no tiene necesidad de la I. S. para destruirse a sí mismo; pero también es cierto que, en todos los lugares de la sociedad del consumo, los terrenos vagos del socavamiento espontáneo ofrecen a los nuevos valores un campo de experimentación que la I. S. no puede dejar de lado. No podemos construir más que sobre las ruinas del espectáculo. En todas partes, la previsión perfectamente fundada de una destrucción total obliga a no construir nunca más que a la luz de la totalidad.



5. ¿Las posiciones situacionistas son utópicas?

La realidad rebasa la utopía. Entre la riqueza de las posibilidades técnicas actuales y la pobreza de su uso por parte de los dirigentes de todo tipo no hay más que tender un puente imaginario. Queremos poner el equipamiento material a disposición de la creatividad de todos, como tratan de hacer las masas en todas partes en el momento de la revolución. Es un problema de coordinación, o de táctica, como se quiera. Todo lo que nosotros proponemos es realizable, sea inmediatamente o sea a corto plazo, desde el momento en que comiencen a ponerse en práctica nuestros métodos de investigación y de actividad.



6. ¿Juzgáis necesario llamaros así, "situacionistas"?

En el orden existente, donde las cosas ocupan el lugar de los hombres, toda etiqueta es comprometedora. Sin embargo, la que hemos elegido lleva en sí su propia crítica, aunque sea sumaria, por cuanto se opone a aquella otra de "situacionismo" que otros nos han aplicado, que desaparecerá en cuanto cada uno de nosotros sea situacionista a tiempo completo y ya no proletario que lucha por el fin del proletariado. Por lo pronto, por ridícula que pueda ser, tiene el mérito de abrir una tajo entre la antigua incoherencia y una exigencia nueva. Lo que más falta hacía a la inteligencia desde hace años es precisamente este tajo.



7. ¿Cuál es la originalidad de los situacionistas, en tanto que grupo delimitado?

Nos parece que hay tres puntos principales que justifican la importancia que nos atribuimos como grupo organizado de teóricos y experimentadores. En primer lugar, hacemos por primera vez una crítica nueva y coherente de la sociedad que se desarrolla actualmente desde un punto de vista revolucionario; esta crítica está profundamente arraigada en la cultura y el arte de este tiempo y mantiene sus claves (evidentemente, este trabajo se encuentra lejos de estar acabado). En segundo lugar, practicamos una ruptura completa y definitiva con todos aquellos que nos obligan ella, y en cadena. Esto es necesario en una época en que se imbrican sutilmente diversas formas de resignación y son solidarias. En tercer lugar, inauguramos un nuevo estilo de relación con nuestros "partidarios". Rechazamos totalmente el discipulado. No nos interesa más que la participación en su grado más alto; y dejar campar en el mundo a las personas autónomas.



8. ¿Por qué no se habla de la I.S.?

Se habla con bastante frecuencia entre los poseedores especializados del pensamiento moderno en liquidación, pero se ha escrito muy poco. En un sentido más general, se debe a que nosotros rechazamos el término "situacionismo", que sería la única categoría susceptible de introducirnos en el espectáculo reinante, integrándonos en forma de doctrina fijada contra nosotros mismos, en forma de ideología en el sentido de Marx. Es normal que el espectáculo que nosotros negamos nos niegue. Se habla desde luego de los situacionistas en tanto que individuos para intentar separarlos de la contestación del conjunto, sin la cual por otra parte no serían unos individuos tan "interesantes". Se habla de los situacionistas cuando dejan de serlo (las variedades rivales de "nashismo", en varios paises, tienen únicamente en común la fama que les proporciona fingir mentirosamente que mantienen una relación de cualquier tipo con la I.S). Los perros guardianes del espectáculo retoman sin especificarlo fragmentos de la teoría situacionista para volverlos contra nosotros. Se inspiran, como es normal, en la lucha por la supervivencia del espectáculo. Necesitan por tanto ocultar la fuente, es decir la coherencia de tales "ideas", y no sólo por vanidad de plagiario. Además, los intelectuales vacilantes no osan hablar abiertamente de la I.S. porque hablar implica una mínima toma de partido: decir claramente lo que se niega en contrapartida a lo que se mantiene. Muchos creen erróneamente que haciéndose los tontos podrán librarse de su responsabilidad hasta más tarde.



9. ¿Cuál es vuestro apoyo al movimiento revolucionario?

Por desgracia no hay tal movimiento. La sociedad contiene contradicciones, ciertamente, y cambia. Lo que permite, de una forma siempre nueva, posible y necesaria, una actividad revolucionaria que actualmente no existe, o en todo caso no existe en forma de movimiento organizado. Por consiguiente no se trata de "apoyar" un movimiento semejante, sino de construirlo: de definirlo y de experimentarlo inseparablemente. Decir que no hay un movimiento revolucionario es el primer acto indispensable en su favor. El resto es la revocación ridícula del pasado.



10. ¿Sois marxistas?

Tanto como Marx cuando dice:"Yo no soy marxista".



11. ¿Existe alguna relación entre vuestras teorías y vuestra vida real?

Nuestras teorías no son otra cosa que la teoría de nuestra vida real y de la posible experimentación o tanteo dentro de ella. Por fragmentarios que sean, hasta el nuevo orden, los campos de actividad disponibles, hacemos lo que podemos. Tratamos al enemigo como enemigo, esto es un primer paso que recomendamos a todo el mundo como aprendizaje acelerado del pensamiento. Por lo demás, huelga decir que apoyamos incondicionalmente todas las formas de libertad de las costumbres, todo lo que la canalla burguesa o burocrática llama libertinaje. Excluimos evidentemente preparar la revolución de la vida cotidiana mediante el ascetismo.



12. Los situacionistas ¿son la vanguardia de la sociedad del ocio?

La sociedad del ocio es una apariencia que recubre un cierto tipo de producción-consumo del espacio-tiempo social. Si el tiempo de trabajo productivo propiamente dicho se reduce, el ejército de reserva de la modalidad industrial trabajará en el consumo. Todo el mundo es sucesivamente obrero y materia prima en la industria de las vacaciones, del ocio, del espectáculo. El trabajo existente es el alfa y el omega de la vida existente. La organización del consumo, además de la organización de los placeres, debe equilibrar exactamente la organización del trabajo. El "tiempo libre" es una medida irónica en el curso de un tiempo prefabricado. Rigurosamente, este trabajo no podrá ofrecer más que este ocio tanto para la élite ociosa -en realidad, cada vez menos ociosa- como para las masas que acceden al ocio momentáneo. Ninguna barrera de plomo puede aislarnos, ni un fragmento de tiempo ni el tiempo completo de un fragmento de la sociedad, de la radioactividad que difunde el trabajo alienado; sólo lo haría en el sentido de conformar la totalidad de los productos y de la vida social, así y no de otra forma.



13. ¿Quién os financia?

No hemos tenido nunca otra financiación, y de una forma extremadamente precaria, que nuestro propio empleo en la economía cultural de la época. Dicho empleo está sometido a esta contradicción: tenemos capacidades creativas para obtener un "éxito" casi seguro; pero tenemos una exigencia tan rigurosa de independencia y de perfecta coherencia entre nuestro proyecto y cada una de nuestras realizaciones actuales (p. e. nuestra definición de una producción artística antisituacionista) que somos casi totalmente inaceptables para la organización dominante de la cultura, hasta en las cuestiones más secundarias. El estado de nuestros recursos se deduce de este componente. Ver a propósito de esto lo que hemos escrito en el nº 8 de esta revista (1964) sobre "los capitales que no faltaron jamás a las empresas nashistas" y en cambio nuestras condiciones.



14. ¿Cuántos sois?

Unos pocos más que el núcleo inicial de guerrilla de Sierra Maestra pero con menos armas. Unos pocos menos que los delegados que estuvieron en Londres en 1864 para fundar La Asociación Internacional de Trabajadores, pero con un programa más coherente. Tan firmes como los griegos de las Termópilas pero con un porvenir mejor.



15. ¿Qué valor atribuís a un cuestionario como éste?

Se trata manifiestamente de una forma de diálogo ficticio que hoy se hace obsesiva con las psicotécnicas de la integración en el espectáculo (la pasividad gozosamente asumida bajo un disfraz torpe de "participación", de actividad superficial). Pero podemos mantener posiciones exactas a partir de una interrogación incoherente, reificada. En realidad estas posiciones no "responden", puesto que no se remiten a las preguntas, sino que las remiten. Son respuestas que deberían transformar las preguntas, de forma que el verdadero diálogo pudiera comenzar después de estas respuestas. En el presente cuestionario, todas las preguntas son falsas; pero nuestras respuestas son verdaderas.

Publicado en Internationale Situationiste # 9 (1964).
Tomado de Archivo Situacionista Hispano.

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