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miércoles, marzo 24, 2004

MUERTE DEL ARTE 


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Tres textos breves:
“El arte como cadáver y las perspectivas de su negación” (Mosto, aka Jugo, publicado en el pasquín SOCIEDAD DADA, del Instituto de Vandalismo Comparado, Santiago, 2000); un fragmento de un texto de la sección inglesa de la Internacional Situacionista (incluido en el recientemente publicado “La revolución del arte moderno y el moderno arte de la revolución, editorial Pepitas de Calabaza, distribuido por www.altediciones.com ) ; fragmento de un manifiesto del miembro de fluxus G.Maciunas, 196?.


EL ARTE COMO CADAVER Y LAS PERSPECTIVAS DE
SU NEGACION

¿Qué podía pasar con el arte en una sociedad caracterizada por el imperio de la separación en todas sus dimensiones? Donde está el hombre separado de lo que produce, separado de sus potencialidades, separado de la historia y donde ya no existe comunidad, el arte pasa a cumplir una función de ilusionarlo en torno a una unidad perdida y que no puede recomponerse mientras no recupere junto con todos sus semejantes la historicidad que define la naturaleza humana y que pasa por cambiar de raíz las actuales condiciones del mundo. El arte separado necesita de nosotros contemplación y admiración, en tanto público, y crea al mismo tiempo especialistas caracterizados por un genio creativo que es por definición excepcional (ya no estaría presente en todos los seres humanos) ni obedece a un movimiento más amplio y permanente de toda una comunidad.
Curiosamente, en el momento en que la sociedad capitalista adquiere grados de pureza y de hegemonía que la hacen parecer monolítica y que de acuerdo a los entusiastas debieran entonces expresarse en un progreso nunca antes visto en todo orden de cosas, los intelectuales y especialistas a sueldo del poder teorizan acerca del postmodernismo en las artes, que implicaría un predominio de la reorganización de material existente que proviene de etapas previas, antes que la creación de nuevas formas de expresión y contenidos artísticos innovadores. La paradoja no es casual, a nuestro juicio, pero da cuenta de un problema bastante complicado ¿El arte existe como mero reflejo de las condiciones de producción y de organización social existentes o se anticipa a las crisis y desafíos próximos de la humanidad señalando lo que está por venir? Al parecer, como casi todo, es un poco ambas cosas, y la situación de empantanamiento actual en el terreno artístico es una expresión más de la crisis permanente que el capitalismo representa para la humanidad y el mundo, donde las potencialidades humanas no pueden ponerse al servicio de los trabajadores organizados sino que atentan sistemáticamente contra la humanidad y el planeta al obedecer a la finalidad de acumulación eterna de mercancías.
Al mismo tiempo, es cierto que las negaciones que se han manifestado en este terreno desde fines del siglo XIX (cuyas expresiones más significativas serían dadá y el punk) reflejaban o anticipaban una crisis a través de la destrucción de formas artísticas que ponían en el orden del día la superación del arte (en algunas bandas punk británicas, por ejemplo Joy Division, es fácil percibir la desesperanza y angustia que anticipaban el agotamiento del estado de bienestar y el inicio de las serias ofensivas conservadoras que la Thatcher y Reagan implementarían en los 80). Esta superación del arte en tanto actividad cosificada y separada anunciaba necesariamente una sociedad diferente en la que ya no podría haber “músicos” ni “poetas”, sino que personas que hacen música y personas que hacen poesía, y obviamente entonces era una actividad antiartística inseparable de la negación revolucionaria que apuntara a la superación del capitalismo y a la construcción del hombre total. La incapacidad de obtener revoluciones sociales plenas y victoriosas produjo en relación a estas negaciones del plano artístico fenómenos siniestros: mercantilización, banalización, y recuperación a través de caricaturas inofesivas y vaciadas de contenido que el poder devuelve como formas muertas cuyo cadáver es consumido ávidamente incluso por quienes creer todavía ver allí señales de rebelión (una rebelión que se expresa en “merchandising” de todo tipo y que requiere de nosotros una vez más la contemplación pasiva). Las negaciones en el plano político también corren el mismo riesgo (y lo hemos presenciado muchas veces), sobre todo el de la banalización, lo cual ligado al fenómeno de ideologización de las teorías que podrían servir para orientar un cambio (en el sentido de transformación en falsa conciencia) nos llevan a una situación en que se hace indispensable que la teoría crítica para y desde la acción radical se oponga y supere a su vez las expresiones momificadas e ideologizadas que nos tratan de vender como doctrina marxista o anarquista (e incluso “situacionismo”).
Siguiendo en el plano del arte, la contradicción señalada (reflejo muerto o anticipación que no puede ir más allá que el conjunto de la sociedad) nos lleva asumir las limitaciones y posibilidades de toda la actividad que podemos emprender en esta materia, y a analizar críticamente todas las nuevas formas de recuperación y de banalización que sobre nuestras negaciones artísticas y políticas se pueden producir. No se trata de pretender un arte o una contracultura que escapen totalmente a las posibilidades de mercantilización, en primer lugar porque es imposible, y en segundo lugar porque para lo único que sirve algo que apunte en esa dirección es para aislarse en ghetos que renuncian a intervenir activamente en la realidad de manera revolucionaria y que por esa via terminan convirtiendo medios y formas en fines y contenidos. Lo que sí debe explorarse constantemente es la posibilidad de aprovechar o abrir brechas de negación que reivindiquen la superación del arte a través de la irrupción, el plagio, la tergiversación (devolver las formas que nos entregan invirtiendo su contenido), y la antiespecialización (todos podemos hacer todo), todo ello dentro de una actividad más general de hostigamiento anticapitalista.
Mosto


"[...] El arte tiene un papel específico que desempeñar en el espectáculo. En cuanto deja de responder a necesidad real alguna, la producción sólo puede ser justificada en términos puramente estéticos. La obra de arte -el producto completamente gratuito cuya coherencia es puramente formal- proporciona en la actualidad la ideología de la pura contemplación más potente posible. Como tal es la mercancía por excelencia. Una vida carente de todo sentido aparte de la contemplación de su propia suspensión en el vacío halla su expresión en el gadget: un producto permanentemente anticuado cuyo único interés y utilidad residen en su abstracta ingenuidad técnico- artística y en el estatus que confiere a aquellos que consumen su última reedición. A medida que pierda cualquier otra razón de ser, la producción en su conjunto se volverá cada vez más 'artística'. [...]

(Sección inglesa de la Internacional Situacionista)


Purguemos el mundo de la enfermedad burguesa, la cultura "intelectual", profesional y comercializada. PURGUEMOS el mundo de arte muerto, de
imitación, de arte artificial, arte abstracto, arte ilusionista, arte matemático, - ¡PURGUEMOS EL MUNDO DE "EUROPEISMO"! PROMOVAMOS UN FLUJO
REVOLUCIONARIO Y ANEGUEMOS EL ARTE, promovamos el arte vivo, el
anti-arte, LA REALIDAD NO-ARTÍSTICA para que esté al alcance de todo el mundo, no sólo de los críticos, diletantes y profesionales.
FUNDEMOS los cuadros de revolucionarios culturales sociales & políticos en
un frente unido & en la acción.

George Maciunas, Fluxus






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