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lunes, abril 05, 2004

dos fines de semana atrás 

Ahora se inician las ventajas de poder escribir directamente en casa. No se corre el riesgo del trabajolismo porque no soy trabajólico (en ningún sentido del concepto trabajo, que, como sabemos, admite una gran diferencia de contenidos, al punto que otras lenguas recurren a dos palabras para referirse a distintos extremos del fenómeno: work y labour (en el ejemplo del inglés). La diferencia de ámbitos que tan distinción permite parece ser la única forma de resolver la aparente contradicción de las consignas situacionistas “no trabajes nunca” y “todo el poder a los consejos obreros”. Además, la no tan intachable ni profunda Agnes Héller desarrolla un poco esa distinción en Sociología de la vida cotidiana –si alguien me lo fotocopia, lo leo, pero no gasto plata en esas cosas-). Sábado, año 131 de la Era ´Patafísica (vulg. 27 de Marzo de 2004).

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(Dubs) Alternative TV. Life after life/Life after dub. “The image has cracked” (Anagram, punk collector series). En el dub, no mucha más habilidad que Clash, pero se trata de una banda con carisma suficiente para hacerlo más o menos bien. Bien inserto este asomo de dub dentro de un álbum que no deja de extrañar: cover de Mothers of Invention, destrucción guitarrística protoguitarnoise, robo de un riff de Kinks, discurso crítico acerca del punk, brother, sister, “no way have won, brother”, “punk rock doesn´t end with getting the Buzzcocks or the Sex Pistols on TV” (Recordar que Mark P. proclamó una de las muertes del punk desde su fanzine Sniffing Glue: El punk rock murió el día que The Clash firmó con CBS) (AHORA, TAMPOCO podemos pasar por alto que en el contexto punk, tratar a la audiencia de “brother” y “sister” está más cerca de cierto setentismo mcfiventista al cual era imposible quitarle la nefasta etiqueta de “jipi”). (Por lo mismo, no sé si es una buena idea que Mark P. se haya fotografiado en la contraportada echado en el suelo rodeado de sus Lps favoritos: Zappa, Beefheart, Love). En todo caso, excelentes títulos: “La fuerza es ciega”; “Perdido en una habitación”; “Action Time Vision”. ¿Quién es Jools Holland? “¿Por cuánto tiempo más la gente va vestir brazaletes nazis?” “Anarquía, con el fascismo en el borde ¿al borde del fascismo?” (extractos de la canción How much longer?). Los punks zappatistas siempre tuvieron la obligación de mostrarse más entretenidos que todo el resto, y usualmente les resultaba (no tanto por mérito propio, sino por que hace por lo menos sesenta años todo esto se parece al país de los ciegos, y cualquier tuerto deslumbra). Las canciones que más se adaptan al rótulo que justifica este compilado como un ítem del coleccionismo punk son aquellas como You Bastard, ATV, How much longer? Ah, en el fondo, no está mal para ser escuchado cada dos años.


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Caso muy distinto (cosa muy distinta) es lo que estoy escuchando agora, Cecilio Taylor en vivo en 1980 en NY dándole a una larga pieza llamada It´s on the brewing luminous (Hat Art, sello que curiosamente cuenta con el apoyo de la Fundación Suiza de Bancos. O sea…chucha, ustedes saben todo lo que se puede decir de eso. Pero lo cierto es que los empleados que deciden qué editar tienen un excelente gusto). Escuchar esto, recordando a veces la comparación con lo que la mayoría del mundo suele entender por jazz, provoca ganas de reír y también de llorar (¿tan absurdo es fantasear con que sería justo y deseable que toda la gente, o por lo menos los amigos de uno, gocen de estos sonidos y comprendan que son una ruina-esbozo de lo que la humanidad era(es)sería capaz de hacer si estuviera un poco menos mediada por las necesidades básicas, o por la alienación? Con este tipo de música ocurre que nunca deja de ser apreciada, aunque a veces cueste dar el paso inicial, y una vez que se comienza a hacerlo, la experiencia crece cada vez más y de distintas maneras al volver a ser abordada. Esto es la mayor diferencia de la vanguardia -y las músicas realmente excelentes de todos los tiempos, que es de esperar sigan surgiendo- con el pop y otros géneros que están diseñados para una breve relación sujeto-objeto, que se inicia con la extrañeza y la progresiva conquista o dominio del material, para después sentirse hastiado una vez satisfecho (fenómeno que está detrás del mal envejecimiento de muchos discos que antes uno amaba, y que ahora se revelan como lo que en el fondo siempre fueron: mierda pretenciosa. Además, ese fenómeno es el que está a la base de la culpa e insatisfacción que se liga a la consumición obsesiva de mercancías en general y musicales en particular, y por eso es esencial para el funcionamiento de la industria discográfica). (El resultado: malo como pop y como vanguardia. Un fracaso en todo línea: como autonomía del arte (por la mala calidad del producto), y como cultura popular de resistencia (por que no llega ni siquiera a ser un burdo remedo del antiguo arte popular o baja cultura).(por eso, es mejor dejar de escuchar música actual que galardonear o perder tiempo en este estúpido vanguardismo retro que se supone música decente de estos tiempos. Hasta Lester Bangs justificó esto como la única actitud razonable). Se podrá opinar lo que se quiera de Cecil Taylor, pero lo que no admite discusión es que cuando habla habla con la Verdad.



(Katafú no ha perdido la razón: también opina que la RockDeLux sólo sirve para el baño).


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El trabajo de Anthony Williams a la batería en el Out to Lunch no deja de ser apreciable. Sin embargo, parece un poco exagerado decir que es el puente entre “el tiempo completamente libre de Sunny Murray y los complejos polirítmos de Ed Blackwell y Elvin Jones”, puede parecer algo exagerado en cuanto a la importancia que se le atribuye como baterista (cuyo legado se empequeñece al ser comparado con aquellos a quienes se utiliza en esta comparación. Por lo demás, Cecil Taylor acude a ambos tipos de bateristas sin mayor problema). Bueno, lo cierto es que no vale gastarse en hacer objeciones a algún protagonista si lo que escuchamos es un álbum tan perfecto.

“Y me perdí en mi mismo
Porque era laberinto”

“El universo es una esfera cuyo centro está en todas partes y su superficie en ninguna” (L.A. Blanqui)


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Por fin, nublado, y algo helado. Con esa sola variación climática mi paseo hacia algunas compras básicas tuvo características más genuinamente domingueras (cero prisa, mucha observación, cambios súbitos de itinerarios). También debe ser por la marihuana matutina. “Lost in the supermarket” debe referirse a algo de eso. Más calma en el desayuno, también. Ornette Coleman Trio, en el Golden Circle, de Estocolmo, volumen 1. Esto fue mencionado por ahí en algunas revistas bajo el rubro “reediciones del año”. Es bueno escuchar el trío en vivo. La música de Ornette es lo más parecido al juego. Por eso resulta extraño pensar en el rechazo que sus primeras grabaciones provocaban. El lema de Hat Hut records, tomado de una carta de Kandinsky a Schoenberg señala “ La disonancia de hoy es la consonancia del mañana”. ¿Qué tan cierto es eso? Hasta cierta medida, efectivamente es así. Pero no me parece que sea un proceso reivindicable, bajo las actuales condiciones (y por actuales me refiero a las que han predominado en lo esencial durante un período no muy corto de tiempo: por lo menos desde principios de los 60 hasta ahora. No sé si “capitalismo tardío” es un buen nombre, pero a falta de otro…). 15:20. Nick Cohn decía que las canciones de Kinks durante los 60 se habían ido reduciendo cada vez más hasta un núcleo cuya simplicidad las hacía bellas e infantiles (eso es lo que, en realidad, los convierte en creadores de pop perfecto, cuya perfecta canción se delineó en variadas composiciones tales como “Dedicated follower of fashion”, “Well respected man”, “Autumn Almanac”, “Death of a clown” y otras). Algo similar ocurrió, hasta cierto punto, con Ornette y también con Don Cherry. Respecto de éstos habría que agregar el elemento “ingenuidad”, ese nosequé que permite que mi padre encuentre “chistosas” algunas composiciones del Body Meta, y que hace que Cherry parezca tan a gusto en formaciones como CODONA, o en su álbum “El Corazón”, a dúo con Ed Blackwell. Lo inquietante en todos estos casos, es el tufillo acrítico que dicha ingenuidad comienza despedir después de un rato (ingenuidad que no aparece en Kinks, gracias al cinismo agudo de su letrista, contraste que señalaría una paradoja si es que se toma en cuenta la falta casi total de agresividad en las canciones mencionadas, y que por ello es parte de la especificidad que hace que esta banda, al menos en aquella década, sea una de las más grandes en significación e influencia).






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