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miércoles, junio 09, 2004

ACCIONES DE ANTIARTE Y ANTIPOLÍTICA CONTRA SÍMBOLOS DEL CAPITAL: EL McDONALDS QUE ARDIÓ MACUL CON GRECIA 


¿terrorismo poético?




Cuando nos referimos al antiarte y a la antipolítica, lo hacemos en el sentido de crítica en actos a la falsa totalidad del modo de producción capitalista, que separa esferas de la actividad humana atribuyéndole roles específicos funcionales a sus objetivos ciegos e irresponsable: la acumulación incesante del capital; el predominio del tiempo muerto por sobre el tiempo histórico; el pisoteo del valor de uso por el valor de cambio. La sociedad de la mercancía avanza convirtiendo en mercancía todo lo que toca: es un rey Midas, que transforma lo cualitativo en mierda. En el contexto de este espectáculo, al ?Arte? y a la ?Política? se le atribuyen funciones de circo. Los muertos creen votar; los muertos creen aliviar su alineación y demostrar su bien gusto consumiendo obras de arte.

Por interesante que sea la discusión sobre diversas posiciones en relación al fenómeno del arte en la era de la mercantilización de todas las esferas de actividad humana (Benjamín, Adorno, Brecht, Debord: arte popular/arte autónomo/negación del arte), resulta evidente para quien esto escribe que la oposición radical al modo de producción capitalista, en la medida que reivindica la totalidad de la actividad humana no alienada, apenas se manifiesta realiza la labor de abolir las separaciones que la ?ideología? ha impuesto. Frente a la alineación/separación de la conciencia, se opone como momento fundante de la resistencia la conciencia de la alineación/separación.

Después de tal momento fundante, es imposible seguir picoteando en los gallineros de la democracia representativa o de la industria cultural, pretendiendo que lo que allí se hace es trascendente. O mejor: tal actividad en ningún caso puede ser considerada como anticapitalista, por más que pueda ser ?trascendente? para sus ejecutantes, en el sentido de ser recompensados de alguna forma por ella.

Así es como, ya a fines de los 50, un grupo de anticapitalistas que habían estado tratando de agitar el arte moderno durante varios años, abolieron definitivamente la distinción. Ese grupo era la Internacional Situacionista. A partir de ese momento resultó bastante claro que las acciones significativas son aquellas que precisamente contienen un núcleo tan puro de negación que hacen prácticamente imposible su recuperación por los mecanismos legitimadores del Midas de Mierda Mercantil. A partir de ese momento, el dilema entre ?estetizar la política o politizar el arte? ya no tiene muchas implicancias prácticas. A partir de ese momento, las mejores acciones significativas son las que integran todos los elementos en el movimiento de supresión de las condiciones existentes. Un supermercado en llamas en Los Angeles pasaba a ser bello, así como lo es tergiversar las publicidades que han inundado las calles y diversos espacios públicos, semipúblicos y privados. Cuando miles de manifestantes decidieron en asamblea desmantelar un McDonald´s en Praga, durante las protestas contra la globalización capitalista hace un par de años, la belleza de la acción nos hace redefinir qué es y qué no es violencia, o más bien , cual es la cuota de violencia a la que no vamos a renunciar (en un contexto en que, por lo de más, el Estado y el Capital jamás han dejado de utilizarla, pese a su verborrea liberal-pacifista).
La reflexión hasta aquí contenida, por breve que necesite ser, no pueda dejar de aludir al enternecedor hecho de que algunos ?artistas? que se sienten cómodos influenciando curadores y participando de debates sobre su importante función y la necesidad de que el común de los mortales y los aparatos de gestión de la cultura los reconozcan, han manifestado cosas tales como que el arte y la política están indisolublemente ligados, o incluso que no son distinguibles. Sin embargo, mientras no demuestren lo contrario, asumiremos que se refieren a ?el Arte? y ?la Política? en el sentido que nosotros estamos negando.

Que no se entienda en este análisis la proposición de una renuncia a los problemas de estrategia y táctica anticapitalistas. Sabemos, por la Historia, que diversos tipos de acción son más o menos eficaces en un momento u otro. Lamentablemente, la bancarrota de la izquierda en todas sus variantes hace difícil discutir y tomar decisiones con un verdadero sentido estratégico en un momento como el actual. Además, en rigor, sólo nos interesan esas discusiones cuando son adoptadas desde el interior-exteriorizante de un momento concreto de supresión de las condiciones existentes. El proletariado moderno, cuando pasa a la acción, demuestra tener bastante criterio en este punto, a diferencia de lo que puede decirse de las organizaciones burocráticas de todo tipo que se autoproclaman vanguardia organizada de dicho proletariado.

En el aquí y en el ahora, nos alegra cualquier acción que provenga de los sectores anticapitalistas que sea capaz de agredir físicamente a un símbolo grotesco del Capital, que en su ejecución no dañe a proletarios, y más todavía si se realiza de forma tal que ningún camarada resulte criminalizado.

Tristón Tsarro

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