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martes, noviembre 09, 2004

Historias Policiales 

(Se vienen las protestas antiAPEC. Es de esperar que se transformen en protestas cualitativamente superiores: contra el Capital -la APEC y Bush son sólo contingencias espectaculares-. La represión se anuncia dura. Encontré este viejo texto por ahí, que trata acerca de esa particular forma de proletariado desclasado y mal remunerado que son los pacos. Mejores canciones antipoliciales del día: The Dicks, Hate the police; 4 Skins, ACAB; LKJ Sonny´s Lettah...)

orden y patria


No soy tan viejo, pero me parece que el odio hacia la policía es uno de los sentimientos más antiguos y universales de que tengamos conocimiento. Además, está totalmente justificado, sobre todo en Chile.

Desde fines de los ochenta se me quedó grabada una imagen de una contratapa de la revista Cerdos y Peces -que en aquel entonces se podía conseguir por 300 pesos en muchos kioskos de Santiago-. Bajo una foto en que aparecían varios pacos argentinos gordos y equipados con lumas y otros accesorios se leía: "¿Qué diablos hacemos con la policía?" (o "qué mierda hacemos...", no me acuerdo bien). Es una pregunta que me he seguido haciendo todo el tiempo. El haber viajado por algunos países vecinos y otros más lejanos sirve para poner en perspectiva la brutalidad e ignorancia características de la policía chilena. Los pacos bolivianos, por ejemplo, al abordarte dan la impresión de estar constantemente pidiendo disculpas por la molestia causada, no dan susto ni mucho menos, es más, apenas inspiran algún respeto (excepción hecha de sus fuerzas especiales antidisturbios, robocops terribles que al parecer obedecen a un mismo modelo que se ha ido globalizando). En España hay varios tipos de pacos, que para el turista son difíciles de distinguir, pero en sus variantes más suaves es posible hasta pasar al lado de ellos con un pito encendido sin que te miren siquiera. La policía sueca era tan amable que tuvo que ser entrenada por sus colegas alemanes para aprender a enfrentar a los grupos juveniles de ultraizquierda (los famosos "autónomos"). De hecho se hicieron famosos una vez que arrancaron de los hooligans ingleses dejando en el camino cascos, escudos y todo tipo de implementos de robocop. La policía es una mierda en todas partes y siempre tiende a la prepotencia y a la violencia excesiva e injustificada, pero la diferencia está en que en otros países la gente común y los medios de comunicación se escandalizan cuando a sus pacos se les pasa la mano. Basta ver lo ocurrido en Génova durante la cumbre del G-8. No por nada algunos parlamentarios italianos dijeron que la policía italiana había actuado " a la chilena".

Un amigo gringo que ha viajado por casi todo el mundo y ha estado tres veces en Chile me decía que este es el país más policial que había visto (y eso que estuvo en lugares complicados como Colombia y el País Vasco). El gringo no podía comprender que estuviera sancionado el beber alcohol en la vía pública, y tampoco el que la marcha contra el BID y la "refuna" a Ricardo Claro no hayan alcanzado a iniciarse cuando la policía ya estaba cargando contra todo lo que veía. Lo peor de todo es que los actos más brutales y desproporcionados de los pacos son siempre respaldados por el gobierno. Cuando en el curso de las movilizaciones contra la reunión del BID los pacos de fuerzas especiales se lucieron agrediendo a la gente que esperaba la liberación de sus amigos y familiares desde la Tercera Comisaría, mojando a una guagua con el carro lanzaaguas, el subsecretario de interior declaraba que le parecía muy mal que la gente anduviera protestando con guaguas. Una década atrás, todas las autoridades, incluidas las religiosas, justificaron el operativo tristemente conocido como la "masacre de Apoquindo", que consistió en acribillar una micro llena de pasajeros porque en su interior huían tres lautaristas que habían asaltado un banco y portaban una suma no mayor a los 3 millones de pesos. Murieron los tres asaltantes y dos personas más, además hubo 14 heridos graves, todos ellos por balas disparadas por "un amigo en su camino". El presidente Aylwin, que congratuló a Carabineros en esa y otras ocasiones similares, era mencionado hace un tiempo como posible candidato al premio Nobel de la paz. (Sus palabras más o menos exactas en esa ocasión fueron. "cuando carabineros no actúa la gente se queja, y ahora que actuó algunos también se quejan, así no hay quien entienda...").

Los pacos saben que es difícil, casi imposible, que un ciudadano común los ataque exitosamente por vías judiciales. Lo saben, y actúan en consecuencia. Tres frases que he escuchado en boca de ellos este año hablan por sí solas. Tratando de ingresar a una comisaría a ver el estado en que se encontraban varios detenidos por una manifestación política nos fue negado el ingreso (a quien suscribe, que por casualidades de la vida ejerce una de las profesiones más tradicionales y odiadas de Chile, y otros abogados) por un paco gordo y alterado que decía: "En los tribunales hagan lo que se les antoje pero acá mandamos nosotros". El mismo día, tratando de entrar a ver a varios menores de edad detenidos por la misma causa en una comisaría de menores, una agradable paquita nos dijo: "Sé que la ley los autoriza a entrar a ver a los menores, pero yo no los voy a dejar", ¿por qué?, "por que ustedes deben saber mejor que yo que las leyes son super lindas pero no se cumplen". La última la escuché hace poquito, luego de que un paco de esos que andan acompañando a un civil con complejo de Rambo en esas hermosas camionetas rojas que gracias a Lavín y la Fundación Paz Ciudadana tenemos por todas partes me conminara a mí y a un amigo a retirarnos de un lugar público. Ante nuestra afirmación de que él no tenía facultades para echarnos de la vía pública en la medida que no estemos cometiendo un delito flagrante, nos dijo: "En la calle yo mando, ordeno y dispongo".

William Burroughs decía, en alguna entrevista que perdí, que en sudamérica nunca se sabía qué podía pasar una vez que entraba en escena la policía. Contaba que en no se qué país de la región una vez le dijo a unos policías que había sido robado y terminaron deteniéndolo a él. Otro importante referente cultural de mi generación, Nick Cave (cuando caminaba por el lado salvaje al mando de la banda australiana The Birthday Party, muchos años antes de que dejara las drogas y descubriera la Biblia), solía usar una polera que decía: "odio a todos los pacos en este pueblo. El único buen paco es el paco muerto".

El tema es preocupante. Nuestra clase política ha optado por seguir modelos ultrarepresivos de combate a la delincuencia, con más pacos, leyes más duras, más cárceles. El colapso del sistema penitenciario no les hace reflexionar sobre otras políticas más amplias e integrales para abordar estos problemas sino que sacan cuentas acerca de los beneficios de privatizar los establecimientos carcelarios. Es algo que debiera preocupar no sólo a ultraizquierdistas como uno sino que a cualquier "demócrata" que aprecie en alguna medida las libertades públicas.

En un país tan hecho mierda como este es posible ver y oír cosas que debieran alertar a cualquiera que esté preocupado por la salud mental colectiva. Por ejemplo, José Miguel Insunza, ministro del interior, tras dar a conocer en un evento cifras relativas a la delincuencia y concluir que los niveles no habían aumentado sino que la gente estaba denunciando más y que eso es muy bueno, es interrogado por periodistas y pasa a referirse al tema de las denuncias por torturas ocurridas durante la dictadura. En ese momento suelta su espeluznante frase relativa a que esperaba que no se iniciara una "avalancha" de denuncias y querellas por torturas, que no era bueno para Chile en aras de la paz social, la unidad nacional y otros brebajes de difícil digestión.

Ante esta realidad, y ante la actitud del gobierno y demás autoridades, uno se sigue preguntando qué mierda hacer con los pacos, y se ve inclinado a encontrarle razón a Nick Cave.


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