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domingo, enero 16, 2005

reflexiones sobre arte, capitalismo y vida cotidiana (parte 2) 

y nos pusimos a deseperar a los que se consideraban humanos
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Alienación= Proletarización. ¿Arte?

Mercantilización de la vida y del mundo es lo mismo que dictadura de lo cuantitativo por sobre lo cualitativo. Proletarización del mundo no significa otra cosa que el hecho ya comprobable en todas partes: las vidas cotidianas de todos giran en torno al trabajo alienado
[1]. Incluso los que no "trabajan", y también los "trabajadores" cuando no están "trabajando". Y es en ese contexto donde que hay que analizar las diversas expresiones del consumo de "cultura" y de "arte".

El proceso de mercantilización del mundo, alienación/proletarización de la gente, en la medida que avanzaba, iba consiguiendo hacer que incluso los ámbitos no directamente asociados en principio a la actividad productiva fueran empezando a ser absolutamente funcionales a la finalidad ciega del Modo de producción. Infancia, Cárcel, Familia, Arte, Cultura, Ocio, Ciencia, Tecnología, Amor...todos ellos tocados por el Midas de Mierda, ese fantasma que difunde la pérdida de la calidad de todo, la falsificación de todo, en aras de las necesidades de banalización y homogeneización que el capital impone, bajo su disfraz de hiperabundancia de mercancías.

Un miembro del Instituto de Vandalismo Comparado, que existió en Santiago a fines de los 90 y principios de este década, constataba esto y se preguntaba:
"¿Qué podía pasar con el arte en una sociedad caracterizada por el imperio de la separación en todas sus dimensiones? Donde está el hombre separado de lo que produce, separado de sus potencialidades, separado de la historia y donde ya no existe comunidad, el arte pasa a cumplir( la) función de ilusionarlo en torno a una unidad perdida y que no puede recomponerse mientras no recupere junto con todos sus semejantes la historicidad que define la naturaleza humana y que pasa por cambiar de raíz las actuales condiciones del mundo. El arte separado necesita de nosotros contemplación y admiración, en tanto público, y crea al mismo tiempo especialistas caracterizados por un genio creativo que es por definición excepcional (ya no estaría presente en todos los seres humanos) ni obedece a un movimiento más amplio y permanente de toda una comunidad"
[2].
los vanguardistas sólo tienen un tiempo determinado

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Degradación de la cultura: ¿qué pasó con el arte popular?

"El capital no conoce otro placer que el de degradarlos todos" (Vaneigem). La degradación de la cultura no ha sido la excepción. ¿Qué le pasó al arte precapitalista? El antiguo arte popular, en todas partes testigo del tiempo cíclico, mesiánico y/o histórico que experimentaban las vidas cotidianas de los seres humanos antes del capitalismo, que en ciertos momentos o de cierta forma esbozaban posibilidades de superación del estado continuo de dominación que su memoria colectiva recordaba casi como si hubiera existido desde el principio, era sin lugar a dudas un vehículo importante y apreciable en el camino de reivindicar la conciencia histórica de la Humanidad, sus batallas, sus sufrimientos, la condena o desprecio hacia los dominadores. ¿Qué ha quedado de él? Al parecer no tan poco, pero viviendo en los instersticios desde los cuales se le trata de recuperar . Generando un complejo proceso dicotómico en que, a la vez que la industria cultural trata de crear nichos especiales para su difusión y consumo, las actitudes que dentro y fuera de ella se generan hacia el objeto de análisis (las formas "artísticas" residuales que se insertan dentro de la noción de arte popular en distintas partes del mundo) van desde su veneración purista y celosa de la autenticidad que se desea no ver contaminada, hasta la tendencia inevitable a su banalización mediante la estimulación de una serie de fusiones o pseudosofisticaciones que lo hacen accesible a un público más amplio que el de los puristas especializados
[3].

Cuando hablamos de arte popular nos estamos refiriendo aquellas formas de actividad creativa que emanan aún de la fase premercantil y pre-especializada. Un arte confundido con la vida colectiva, que por eso mismo no reconocía mayor diferencia entre autor y ejecutante, entre artista y público, y entre espacios para la contemplación y espacios de actividad humana comunitaria más amplia. En el terreno musical, el baterista y escritor inglés Chris Cutler se refiere a este período como el "modo folklórico", que se caracterizaría por estar centrado en la memoria auditiva, y que habría sido el modo propio de las comunidades previas al surgimiento de especializaciones y separaciones.

El valor del arte popular, a diferencia de la manera en que cierto realismo socialista pretendía utilizarlo para "concientizar" a las masas, reside en que es el fósil viviente de la comunidad humana precapitalista, y al mismo, el esbozo de la abolición de las separaciones. Pero como esbozo es sólo un testigo tímido de lo que nunca se ha logrado aplastar del todo. Ni imaginamos como se amplificaría este residuo en la sociedad postcapitalista.

No me siento capacitado para pronunciarme respecto a otras manifestaciones de arte popular que pueden y debieran existir actualmente, por todas partes, debajo de la superficie densa de la hiperabundancia de mercancías. E incluso, sabemos que dentro del propio arte ultramercantilizado algún nivel de conciencia colectiva o de nihilismo pre-inversión de perspectiva ha solido manifestarse de cuando en cuando, con disímiles resultados.

Lo cierto es que funciones de comunicación y resistencia que en nuestro medio nacional y continental se asociaban tradicionalmente a cierto arte popular de origen"folklórico" -de por sí un híbrido, dada la presencia de raíces indígenas, españolas, campesinas, del altiplano etc....- la han estado cumpliendo desde hace algún tiempo grupos de gente y actividades que a nivel de lenguaje cotidiano se engloban en aquello que se llama "punk" y "hip hop". En efecto, frente a una aceleración de la violencia social cotidiana del Modo de Producción, y frente a los niveles de hegemonía del vacío total que impone este grado de alienación, la agresión y la rabia semi-lúcidas se expresan más espontáneamente y de mejor manera en estas formas ?musicales? o de socialidad que la recuperación de vidas cotidianas de jóvenes inconformistas de las últimas décadas han sabido generar.

Pero no es mayor que esa su importancia. El estado de actual de ambas "escenas" habla de un proceso de aletargamiento y agotamiento producto de años y años de intentos generalmente exitosos de recuperación y banalización por el capital y la industria cultural. Y la reacción de las "tribus"-cuando hay conciencia del problema- no ha sido la más adecuada, debatiéndose en general entre la renuncia y la nostalgia de la "buena época".

veníamos como del agua, hemos partido como el viento

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Arte autónomo. ¿Vanguardias?.

Al arte "serio" es muy difícil referirse. Baste con considerar que en el terreno musical casi no existe una denominación satisfactoria para ese tipo de música: clásica, docta, seria...no sirven para enfrentar el hecho de que gran parte de esa música no es aún -y quizá nunca será- "clásica", y que muchas veces el límite entre diversión, seriedad, amateurismo y academicismo es difuso.

Lo que sabemos es que en los diversos campos del arte tradicional (música, pintura, poesía....), tras una acumulación sucesiva de innovaciones de forma y contenido, se llegó en algún momento a una situación similar a aquella en que quedó la filosofía con el Marx de las Tesis sobre Feuerbach. Punto muerto.

Vaneigem dijo en 1967 "reconstruir la vida, reconstruir el mundo, una misma voluntad", y su organización, la Internacional Situacionista, proclamaba algo antes de ese año que ya no se trataba de escribir consignas poéticas sino de ejecutarlas.

Dada fue la negación más fuerte que se planteó desde el arte hacia sí mismo y al mundo. Sólo su fracaso, que fue el fracaso de las revoluciones proletarias, permitió su recuperación en el "ismo" conocido como "surrealismo", mientras los constructivistas rusos y los futuristas italianos se degradaban en diferentes formas.

En el reino sin contrapeso de la economía mercantil, el arte tiene una función nada inocente. Se reconoce a algunos el privilegio de hacer arte. Algunos de ellos hasta declaran que su idea es acercar el arte a la gente, o incluso potenciar el que sea hecho por todos. No importa. Lo que a nosotros nos parece es que ya no se puede hacer arte. O no se debe. Y el "arte" y los "artistas" deben ser denunciados.

"Última advertencia a los estudiantes de último año de Arte. De ustedes depende: ser ornamentadores bien o mal remunerados del espectáculo, o hacer un esfuerzo más hacia la superación del capital extendiendo la esfera del arte hacia todos los aspectos de la vida"[4]

[1] "Alienación y proletarización son dos caras de la misma moneda", dejo anotadó un amigo -que acababa de leer a Benjamin, a quien yo desconocía- en un block hace 4 años (Cuaderno Patafísico número 0). No entendí en ese momento la amplitud de aquello que quería decir. Ahora sí. La frase se incluyó en la "Divagación etílica a dos voces" que inauguraba el primer número de Sociedad Dada, órgano de propaganda del Instituto de Vandalismo Comparado.
[2] "El arte como cadáver y las perspectivas de su negación", Mosto. Publicado en el pasquín Sociedad Dada, del Instituto de Vandalismo Comparado, hacia 1999/2000.
[3] En el mercado discográfico estas tendencias se manifiestan en: discos con grabaciones en terreno realizadas por etnomusicólogos que dan testimonio de estas formas premodernas de música, en ediciones tales como las de Electra Nonesuch Pioneer Series; sellos que en un mayor nivel de eclecticismo recogen estas formas, pero tendiendo a adaptarlas en cierta medida (Peter Gabriel desde Real World, Bill Laswell y amigos desde Celluloid y David Byrne desde Luaka Bop son ejemplos visibles); banalización más abierta desde sellos como Putumayo, y fusiones con cierto tipo de new age. En nuestro medio, baste comparar el verdadero folklore altiplánico y campesino con la recuperación pseudoerudita y realista socialista hecha por gente como Inti Illimani, y desarrollos similares, con variaciones posteriores que parecen ir de mal en peor.
[4] Tergiversación de un cartel dirigido hacia estudiantes en una Universidad santiaguina. Firmado por "Orgón".

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