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miércoles, diciembre 06, 2006

¡Viva Chile! 

Los clásicos. Hoy compré uno en un kiosko. Decía "Electrodomésticos: Viva Chile", editado por una colección del diario "La Tercera", a 1.990 pesos. Al lado se ubicaba otro clásico, "Happy Pop Rock", de Valija Diplomática (una de las bandas con letras más enigmáticas en el pop ochenteno en español: "mi vida vale más, vale más, ¡vale más que TODO ESO!". Nunca he entendido a qué podría referirse "eso"). Leo en la micro el interesante e insípido relato de Marisol García que conforma las notas del modesto pero efectivo folleto, y pienso sobre todo en lo gratuita que puede resultar la siguiente afirmación: "nunca antes se había escuchado en Chile música como esa, y es probable que nunca más vuelva a hacerla". Es lo que siempre dicen los comentaristas oficiales en relación a lo que les parece "loquito". Pero, la verdad, al poner el CD a u volumen adecuado y reescucharlo después de 20 años, nada impresiona mucho, y queda una sensación que no alcanza ni siquiera a ser nostalgia mezclada con la profunda sensación de que la mayoría de los materiales no envejece muy bien (y de seguro que podríamos explicarnos el por qué no podría ser de otra manera). El uso de "samplers" y demás registros externos (las voces de Yolanda Sultana, la pontificación con traducción al español simultánea de Jimmy Swaggart) abre posibilidades interesantes que no llegan ser utilizadas de manera subversiva ?lo que tal vez habría requerido una radicalización formal y de contenido que no andaba ni cerca de las agendas estético-políticas del trío-. Sabemos que todo esto es opinable, y depende a veces más de la cantidad y calidad, ausencia y presencia de las drogas y estados de ánimo que manejamos. Pero en lo musical el diagnóstico es más claro. Los gringos de países anglófonos llaman hoy en día "dated" a artefactos -en este caso sonidos- que quedan como atrapados en la estética de la época, de manera tal que su apreciación desde otro tiempo tiende a fijarse precisamente en esos rasgos que lo hacen un fósil viviente, un remedo en cierta forma de las posibilidades realmente creativas del uso de las técnicas disponibles encada minuto. Esa idea se me vino a la cabeza cuando escuché a Carlitos ídem y sus amigos machacando ochenteramente las máquinas electrónicas, y azotando el bajo y la guitarra de una forma tal que los emparenta más con su contexto post punk new wave herpes talco y tecno pop, con arranques loquitos hacia desarrollos instrumentales que no siendo en realidad demasiado impresionantes técnicamente, tampoco saben plantarse de lleno en la antimateria extática de la genuina psicodelia. A veces se escuchan fragmentos que hacen pensar en ciertas fases de los Residents, o en Tuxedomoon, pero acá es todo más blando. Poniendo en la balanza a Malalche, con su mucho más artesanal artefacto llamado "Cahuineando", parecen a mundos de distancia (tal vez Marisol G. podría convencer a La Tercera de editarlo y distribuirlo a bajo precio en el territorio nacional). Eso es todo por ahora. Y siempre es posible cambiar de opinión mañana, pero mañana será otro día. "Mejor cambiar de amigos que de ideas" (Filippo Tomasso Marinetti).

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