<$BlogRSDUrl$>

domingo, agosto 19, 2007

Pasando Agosto 




La mejor forma de construir la mañana del domingo en base a la descarga de energía. Para empezar, el Vibrations, de Albert Ayler con Don Cherry, junto a Gary Peacock en contrabajo y Suny Murray en batería. Como bien dicen en el texto que acompañaba este disco, la tercera gran revolución en el jazz, es la que encuentra la mayor hostilidad de la crítica y alejamiento a priori del gran público, en parte debido a la exigencia que impone al oído el abandono de la métrica y de una serie de convenciones ya naturalizadas hacia inicios de los 60. Una lástima, que solo ha tendido a ser remediada retroactivamente, y que debiera hacernos desenterrar este álbum como uno de los más significativos de esa época no tan lejana. Cherry podría haberse retirado tranquilamente con el currículo acumulado en esos años: de parte fundamental del cuarteto más clásico de Ornette, a colaborar con Sony Rollins (en Our man in jazz), Contrane (con The Avantgarde, en edición argentina reciente que vale la pena conseguir) y este Vibrations con quien se viera a sí mismo como el “espíritu santo” en la trilogía de los tenoristas del momento (las posiciones de Padre e Hijo las ocupaban, en este esquema, Coltrane y Pharoah Sanders). Quienes han escuchado y apreciado la manera natural de colaboración que se daba de forma casi telepática entre Cherry y Ornette no se asombrarán de la expresión que dicho talento adquiere en Vibratios, pero…el sólo hecho de imaginar la distinta cualidad personal de Albert en relación a cualquier otro de los grandes saxofonistas free ya imaginará por qué no se puede dejar pasar la oportunidad histórica de apreciar esta colaboración fechada en 1964. Particularmente notables resultan las dos tomas de lo que Cherry califica como el “himno nacional” de ese tiempo y lugar, “Ghosts”, una de las piezas más conocidas de Ayler, y que según parece halló inspiración melódica en una canción navideña escandinava. En la segunda versión, adquiere un relieve impresionante el trabajo polirrítmico y antimétrico de Murray a los tambores y platillos. Por lo demás, las técnicas sencillas pero contundentes de grabación y de sonido nos dejan apreciar los instrumentos en su expresividad pura casi solista si acercamos el oído a cada uno de los parlantes con sabiduría….a echarse el suelo y escuchar a Sonny como si estuviera tocando en tu dormitorio…..por momentos los golpes de mano al cuerpo del contrabajo de Peacock pueden llegar a sonar como un sonido totalmente externo, en un primer plano que pareciera salir de algún rincón de tu casa.



Luego de eso, me inclino fácilmente por echar al interior de la máquina sonora otro artefacto un poco posterior, el Homage to Africa, de Sunny Murray, grabado en 1969 con una mega orquesta que incluye desde miembros del Art Ensemble of Chicago (Lester Bowie, Roscoe Mitchell y Malachi Favors), a oscuridades como el feroz saxofonista caribeño Kenneth Terroade, el gran Alan Silva en contrabajo, Clifford Thornton y u par de eminencias más, en una marea de jazz libre y fiero en 4 piezas, destacando las dos partes de “suns of Africa”, donde el líder/baterista parece dejar instrucciones simples pero intensas, articuladas en ideas centrales que fluyen a veces con fuerza para a continuación dejar al espíritu colectivo/individual la continuación a lo largo de todo el tema.


Por lo mismo, y apara apreciar la variedad existente bajo un estilo que desde lejos parece algo plano, es que no resulta desaconsejable dedicarse en los minutos siguientes de la mañana del domingo al album “Mama too tight” (qué cosa le resultaría demasiado estrecha a Archie?) de 1966, a cargo de uno de los más grandes justo después de Coltrane, el gran Archie Shepp, mucho antes de abrazar un camino abierto de fusión no siempre demasiado aplaudible (sobre todo con sus problemáticas obras de los 70). Si el free de los que abiertamente no sabe hacer música apreciada por la academia suele ofrecer resultados indiscutibles en cuanto a intensidad y convicción…¿qué pasaba cundo además era hecho por quienes dominaban sus instrumentos con este nivel de maestría? Una buena muestra de eso se encuentra justamente en este disco, grabado por un octeto, en cuyo primer tema, de casi 20 minutos, se empieza desde la furia más devastadora y levantamuertos para luego transitar por espacios de calma e incluso elegancia típicas de mucha de la gran música negra que aparentemente era de “entretención”, para luego avanzar mediante marchas alegres y como de banda callejera de Nueva Orleáns hacia nuevos niveles de intensidad a veces combativa y otras abiertamente festiva….de hehco, se supone que la idea de este tema era presentar la historia de la música negra, del gospel al blues al free jazz… y se logra, con la curiosa formación de dos trombones (Roswell Rudd y Graham Moncur II), Beaver Harris een batería, Charlie Haden al contrabajo…etc. Como se trata de buenos músicos, de hecho…de los mejores de esa época, nunca hay momentos de poca convicción ni falta de ideas, y hasta se podría decir que es posible aprecia, en el buen sentido, la dosis de genuino “virtuosismo” que en este contexto funciona más bien como un reglo al auditor atento. En el momento final del cuarto y último tema, a partir de su minuto 9, aproximadamente, la combinación de ritmo, intensidad y repetitividad que se ofrece parece un antecedente directo de…(no me van a creer)….Magma, al menos el de la época del Mekanik Destruktiv Kommandoh (o como sea que se deletree: no me pidan que a los 36 años de edad todavía recuerde detalles del reino linguístico de Kobaia).




Después de esto, se impone suavizar el ambiente, o mejor….cambiar otra forma de acumulación y gasto de energía. Por eso enchufo el que tal vez resulta el album que mejor representa al gran Jeffrey Lee Pierce al mando de sus Gun Club…me refiero al Fire of Love. Este tipo de punk rock era de aquel que pintaba para banda sonora de la carretera del país del norte….en el mismo sentido en que el punk rock de otra banda que empieza con G, los Guaipers (aka the Wipers) de Greg Sage sólo se explica como una forma vaquera de desesperación adolescente correteando por los caminos. Referencias a la gran montaña en Fire Spirit y a ser un fantsma en la carretera (Ghost in the highway) representan la parte más lograda en cuanto a intensidad punk rock pero con slides guitars y ritmos que se podrían bailar en un barucho de mala muerte, para luego ir rematando esta obra maestra de 1981 que sigue siendo mucho mejor que varios intentos de mierda que luego han caricaturizado esta forma de punk rock.

Después de eso, nada mejor que “en caso de emergencia siempre puedes ir y cagarte sobre una puta portorriqueña”, curioso título (traducido) de un poderoso minialbum del curioso grupo Harry Pussy, que en plenos años 90, con batería y guitarra, definía una forma particularmente intensa de hardcore punk libre….una rareza de fusión en su época, pero que ha demostrado retroactivamente ir en la dirección correcta. Si Gun Club ofrecía una cruza entre Sex Pistols y Hank Williams, acá pareciera que en la licuadora se encontraron Void con el Interstellar Space featuring Sonny Sharrock tomando sol en Miami. Estos 17 minutos editados en 12” en 1993 no dejarán indiferente a ningún fan del extremismo bien dirigido en contra de todo aquello que ya llevamos una vida odiando. La baterista Adris Hoyos estaba, tal vez sin saberlo, haciendo escuela. ¿Y usted?

Comments: Publicar un comentario

This page is powered by Blogger. Isn't yours?