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viernes, marzo 28, 2008

Acerca de como el Estado de Chile asesinó a Rafael y Eduardo Vergara 




Dado que la mayoría de los medios sigue hablando de la muerte de los hermanos Vergara como producto de un "supuesto enfrentamiento", vale la pena aclarar de entrada que no fue así: la policía los buscó y los masacró.

El Intendente Erazo decía ayer en la prensa que "los delincuentes no conocen a los hermanos Vergara". Me cuesta entender qué quiere decir exactamente don Alvaro con eso, pero hay algo que resulta evidente: si no están acá ahora entre nosotros, es por la acción del mismo Estado y policía que tenemos ahora.

Y ante tante preocupación por lo que los creativos ciudadanos de esta bien domesticada República llaman el "día del joven delincuente", habría que recordarles a todos esos muertos-que-creen-votar que los delincuentes más habituales y peligrosos del país cometen sus delitos todos los días con escasa cobertura de prensa:
-los negocios ilícitos de los empresarios (alguno de ellos hasta se permite como candidato presidencial pedir "mano dura" para los delincuentes, auto-excluyéndose de la definición),
-el accionar sistemáticamente ilegal de la policía y el sistema penal, de los sapos faranduleros como Yutronic y sus amigos Rocha y Contreras,
-los negociados y corrupción sistemáticas de nuestra clase política, etc. etc. etc....

Pero claro: para la ideología dominante esto no es en realidad delincuencia, es otra cosa. Delincuentes son sólo los lumpenproletarios, que de hecho son casi los únicos que van a parar a las cárceles semiprivatizadas y sobrepobladas que el presidente Lagos con sunplan de "obras públicas" nos regaló.

"Fue el lumpen", "los delincuentes se aprovechan de la situación", frases de ese tipo son bombardeadas estos días sin que nadie se moleste en analizar la composición de clase actual de la sociedad chilena y la condición real de las distintas vertientes del proletariado y el subproletariado (la capa más débil, el antiguo Ejército Industrial de Reserva).

A continuación, tomada del sitio del equipo Nizkor, la verdadera historia del asesinato de Eduardo y Rafael:

Parece que Rafael no murió inmediatamente. Parece que lo arrastraron, los juntaron y Rafael, el más chico, estaba vivo todavía y estiró la mano para tomar a su hermano y ahí murió... Para mí eso me da una gran satisfacción... como los hijos, los hermanos... es posible que se quieran tanto de dar la vida por el otro; de tratar de acercarse... eso para uno como padre realmente lo hace sentirse bien.



No entendemos por qué 'ese día' ellos estaban juntos. Creemos que se juntaron por algo efectivo. Estuvieron todo el día en el sector, mucha gente los vio, visitaron amigos y familias. Sabemos donde tomaron desayuno, sabemos que Rafael jugó con algunos niños. Después supimos que la Tenencia Alessandri recibió una llamada telefónica a las 7 1/4 de la tarde sobre la presencia de sospechosos en el sector.

Carabineros ordenó que se detuvieran y según algunas personas, no se detuvieron... arrancaron, el furgón los siguió pidiendo refuerzos; los acorralaron y un carabinero disparó obligándolos a huir hacia donde los estaban esperando y ahí los acribillaron. Eduardo murió instantáneamente, Rafael quedó herido, fue subido al furgón y rematado ahí. Posteriormente su cuerpo fue arrojado junto al de su hermano.

Roberto Bolton, sacerdote diocesano, en su testimonio titulado EN LA MEMORIA HISTÓRICA DE LOS OPRIMIDOS, escribe:

"Al atardecer del día 29 de Marzo de 1985, en los sectores populares de la ciudad de Santiago, donde se esparció como un reguero de pólvora la noticia: "¡mataron a Eduardo y Rafael Vergara!", se produjo una especie de espasmo de tragedia, de dolor, de indignación y de impotencia. Carabineros había asesinado a dos de los mejores y más queridos elementos de la juventud de la zona oeste de la capital. ¡Sensación de un gran vacío y de un terrible sin sentido!

La eucaristía que celebré al día siguiente en la Villa Francia, en el pequeño altar que situamos entre los dos cuerpos, es la más estremecedora que he celebrado en casi cuarenta años de sacerdote.

El funeral del día 31; el traslado de los restos en hombros de sus compañeros, desde Villa Francia hasta la Iglesia de Jesús Obrero; la eucaristía que allí se concelebró por decenas de sacerdotes en medio de una muchedumbre que el vasto templo no pudo contener; la marcha, después, al cementerio entre banderas, aclamaciones, consignas y cantos, fueron actos que revistieron una mezcla de fe pública religiosa y de combatividad vibrante no vistas antes en Chile.

Después, todos los meses, el día 29, ha estado habiendo una romería, un acto o una celebración en el lugar donde vivieron y donde murieron los Vergara, siempre significativa y activamente presididas por Manuel y Luisa, sus padres. Cada vez, y poco a poco, estos actos han ido configurando, como en un proceso, el sentido profundo y el valor histórico de la vida y de la muerte de los hermanos Eduardo y Rafael".

Yo creo que nuestra familia fue muy linda, nos amábamos tanto. Yo tengo un sentimiento terrible de pérdida incluso de Pablo y Anita. La verdad es que va a costar bastante poder nuevamente normalizarnos, aunque yo creo que nadie puede vivir normalmente ahora. Nosotros lo hemos conversado mucho con Luisa, de que todos queremos vivir en normalidad, en un país que es anormal. Entonces es como una irracionalidad, como una tontera colectiva la que tenemos nosotros, porque es imposible. Si nosotros tenemos cierto grado de sensibilidad, no podemos seguir viviendo así, como si no nos importara nada la demás gente.

En Abril de 1985 días después de la muerte de sus hijos. Luisa y Manuel, Pablo y Ana Luisa escribieron a sus amigos, comunidades cristianas, organizaciones populares, sindicales y políticas, la siguiente carta:

"El día 29 del mes de marzo nos han asesinado a nuestros hijos"!


Extracto del libro HERMANOS VERGARA TOLEDO.


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