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jueves, julio 03, 2008

cadaver exquisito 

"Por más que los seres tratan de mascullar que las cosas son tal cual y que no hay más que buscar, yo, yo vi que perdieron pie, y que desde hace mucho tiempo ya no saben lo que dicen porque no saben ya a donde fueron a buscar los estados en que se distienden sobre la ola de ideas y en que se obtienen las palabras para hablar.
Es que hace varios siglos que sus pensadores, como ellos, se rindieron debido a ese esfuerzo de honor que hay que hacer para merecer la conciencia cuando se sabe dónde es necesario obtenerla.
La inconsciencia no me pertenece excepto en sueños; por otra parte, todo lo que veo en éstos y que arrastra, ¿es una forma marcada para nacer, o lo sucio que yo rechacé?
La subconsciencia es lo que transpira premisas de mi voluntad interior, pero no sé muy bien quien reina ahí; bien creo que no soy yo, sino la ola de voluntades enemigas que, no sé por qué, piensan en mí. Jamás tuve en el mundo otra preocupación ni otra idea que tomar mi lugar, en mí, en mi cuerpo y en mi yo.
En la preconsciencia vuelvo a ver todas estas malas voluntades lanzar sus Tentaciones contra mí y golpearme, pero esta vez, armado de toda mi consciencia, no me importa sentirme allí.
El peyote me mantendrá en la preconsciencia; y por encima del estado del hombre, yo sabré de dónde surgió mi Voluntad y cuál es la fuerza con la que retrocedió hacia el lado hacia el cual el Bien llama contra el Mal que la perseguía.
El Bien y el Mal, dicen los sacerdotes del ciguri, como lo repitieron después los Místicos de Jesucristo, no ya en sensaciones y visiones, sino con la prueba del martirio y la experiencia de sus llagas, el Bien es lo que existe y el Mal lo que no existe, lo que no vivirá y lo que dejará de ser. El Yo del hombre no siempre creerá. Pero le es necesario alcanzar esa ciencia".

Lo anterior es un fragmento del "Suplemento al 'Viaje al país de los tarahumaras'", de Antonin Artaud, escrito en 1944 e incluido en "México y Viaje al país de los tarahumaras", impresionante volumen editado en 1984 por el FCE y reimpreso varias veces hasta ahora, que cubre tanto la correspondencia como los artículos y otros escritos que dejó Artaud tras su viaje a México en 1936. Me topé con este fragmento en la página 333 (que es como la mitad del 666).

En este "suplemento" Artaud desarrolla un delirio místico cristiano, del que reniega poco después: El 7 de septiembre de 1945 Artaud desde su asilo psiquiátrico dirige una carta a Henri Parisot en la que le pide disculpas por ese Suplemento, "en el que cometí la imbecilidad de decirle que me había convertido a Jesucristo, siendo que Cristo es lo que siempre he abominado más, y que esta conversión no ha sido más que el resultado de un embrujamiento espantoso que me habría hecho olvidar mi propia naturaleza y que aquí, en Rodez, me ha hecho tragar bajo el nombre de comunión un número espantoso de hostias estinadas a mantenerme lo más posible, y aún eternamente, dentro de un ser que no es el mío".

Coincido plenamente con la descripción del subconsciente que hace Artaud, con las fuerzas enemigas que operan ahí dentro.

A propósito de Artaud, recuerdo que por ahí por 1990, cursando estudios universitarios en un tradicional campus bien reaccionario de esta ciudad de Santiago un puñado de dipsómanos inconformes con la transición, con los estudios y con las distintas militancias de izquierda en que habíamos pasado los 80 (JS, JJCC, trotskismo, etc.), bajo el nombre del "Colectivo Anarquista Cadáver Exquisito" (denominación que causaba las risas de todo el mundo tras ver puestas juntas las dos primeras palabras: en esa época no se había difundido aún la idea de que la anarquía implica organización) procedimos a dejar en las paredes una versión impresa -y creo que ilustrada- de la virulenta "Carta al Papa", de Antonin Artaud, donde lo trata de "Papa perro" y termina diciendo "no necesitamos tu cuchillo de claridades". Fue todo un éxito. La gente la odió, trataron de romperla, y alguien incluso escribió abajo de una de ellas que Artaud había elogiado a Hitler en su momento...

Menos gracia causó, en todo caso, la declaración pública del Colectivo (me acordé de otro broma usual que se nos hacía: "se llaman así porque son tan pocos que caben todos en un colectivo", gua ja ja ja ja ja)que celebraba la muerte de Jaime Guzmán, con sólidos argumentos, y que estuvo pegada en los patios de la escuela por varias semanas, en dos o tres papelógrafos. La declaración era bastante lapidaria(literalmente hablando!), atacaba todo a izquierda y derecha, y tenía un tono poético/subversivo que habíamos adquirido por la lectura atenta y colectiva de cuanto panfleto surrealista podíamos conseguir en esos años. Luego de un mes más o menos, apareció destruida una mañana.

Chucha...todavía no entro a la cuarentena y ya estoy hablando como viejo culiao...("contando batallitas en un bar", como decían unos punks vascos que ahora me da lata nombrar). Mejor la corto. Pero no puedo dejar de mencionar que casi ninguno de los miembros de tan glorioso colectivo mantuvo sus posiciones extremistas cuando entraron en la "madurez" de la familia y el trabajo. Y me imagino que la mayoría de ellos han sustituido a Artaud, Breton y Tzara por "La belleza de pensar".

Hay una marcha esta tarde:



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