martes, enero 06, 2009
memorias de un viejo obrero trosko
"...tengo plena confianza en que estas nuevas generaciones revolucionarias sabrán cumplir con éxito esta misión histórica. Tengo plena fé en el potencial creador de mi clase".
Recuerdo que a fines de los 80, mientras militaba en el Partido Socialista de los Trabajadores (sección chilena de la Liga Internacional de los Trabajadores-Cuarta Internacional) alguien me facilitó unas fotocopias apenas legibles de la versión mecanografiada de la "Historia del movimiento obrero chileno", de Humberto Valenzuela. Don Humberto era un viejo dirigente del Partido Obrero Revolucionario, organización trotskista que surgió cuando el ala antiestalinista del PC chileno, que luego pasó a llamarse Izquierda Comunista, decidió ingresar en bloque el Partido Socialista el año 1936. Los que se opusieron a dicha medida crearon el POR, que existió entre 1936 y 1965 y dió líderes clásicos como el mismo Valenzuela y Luis Vitale. Después, durante los 60 un proceso de unificaciones de distintos grupos a la izquierda del PS y el PC dio lugar al MIR, que fue fundado en Santiago (y no en Concepción, que es lo que dice la leyenda), y con amplia presencia obrera (viejos troskos, anarcos, gente como Clotario Blest y descolgados del PS y el PC, no sólo estudiantes pequeñoburgueses, como también dice la leyenda).
El libro fue escrito en 1972, y no alcanzó a ser editado nunca...hasta ahora. Sólo circulaban esas versiones fotocopiadas.
Tal como señala Vitale en la presentación, se trata de la primera historia del M.O. escrita por un obrero. Vitale (historiador) también escribió la suya, bastante interesante, y las otras que existen reflejan las verdades oficiales del PS o el PC (Ramírez Necochea, Barría, Jobet...).
Abundan aquí las anécdotas interesantes que, desde luego, en los años de hegemonía estalinista nadie quiso dejar por escrito (según cuenta Vitale, los estalinistas se encargaron inclusive de hacer desaparecer una foto de Recabarren con Trotsky desde el archivo de la Biblioteca Nacional).
Aunque sea para desmitificar las versiones oficiales sobre la historia del PC y del MIR, este libro ya es un gran aporte. Pues como decía más arriba, el MIR tuvo un origen bastante diferente a la imagen usual difundida por la prensa e incluso por ciertos nostálgicos de esa organización, y todos esos detalles están tratados acá, de primera fuente.
Habría que agregar que cuando en 1969 el sector castro/guevarista del MIR expulsa a estos viejos, en su prepotencia sacaron luego un documento llamado "Sin lastre avanzaremos más rápido". En ese momento se forma otro MIR (MIR-FR, por Frente Revolucionario), y ya durante el gobierno de Allende la fusión del FR con otro grupo trosko daría origen al Partido Socialista Revolucionario, cuyos exponentes más típicos se encontraban hasta hace poco en MADECO, y que mantenían un vínculo con el Secretariado Unificado de la IV internacional (el sector "mandelista", que tuvo cierto peso en Brasil y tiene su partido madre en Francia, la Liga Comunista Revolucionaria).
En cuanto a la historia del PC, casi nadie sabe que hacia 1929 el partido se dividó en un sector estalino y otro trosko. Lo curioso es que a principios de los 30 el PC trosko tenía representación parlamentaria, y el otro no. Tampoco se sabe mucho sobre la Izquierda Comunista, organización de gran prestigio teórico y peso orgánico en sectores obreros, que lamentablemente se suicidó solita al ingresar al PS con la ilusión de que desde ahí dentro podrían tener una influencia mucho mayor. Ese "entrismo" en el PS era por aquel entonces la táctica que el mismo Trostsky recomendó a varias secciones de la Cuarta. Curiosamente, en España la Izqierda Comunista no le hizo caso, y prefirió fusionarse con otro grupo comunista disidente creando el Partido Obrero de Unificación Marxista, de gran importancia en la revolución española y que luego fue liquidado por los estalinistas (se puede ver este drama en la película "Tierra y Libertad", de Ken Loach).
Este texto de Valenzuela acaba de ser editado al fin en formato libro por la nueva Quimantú. Ud. puede encontrarlo en la Plaza Almagro (en un puesto que queda casi al medio de la misma y que atiende el mismo caballero a quien yo le compraba literatura marxista a mediados de los 80), o puede ir a buscarlo directamente ahí al lado por un precio algo menor en la Imprenta de Cóndor 1071/1075, llamando antes al 697 23 46 para no pegarse piques inútiles como me tocó hacer hace unas semanas.
La otra opción es descargarlo directamente en un blog que armaron los troskos de Socialismo Revolucionario (sucesores del grupo Democracia Obrera, que en los 80 praticaba el "entrismo" en el PS Almeyda, mientras su partido madre, los Militant, hacían lo mismo en el Partido Laborista de Inglaterra).
Algunos fragmentos interesantes:
(Combates callejeros contra fascistas en los años 30)
La actividad de la Izquierda Comunista se extendió también a sectores fabriles y mineros, marítimos y portuarios. Esta organización fue la única que se atrevió a enfrentar en las calles a las Milicias Republicanas, organización armada ilegal que estaba formada en base a regimientos y tenían aviación propia. La Izquierda Comunista estaba al tanto de todos sus pasos, pues había destacado en el interior de ese cuerpo armado a un grupo de compañeros elegidos exprofeso entre los más probados. El Presidente de aquel entonces, Arturo Alessandri, estaba orgulloso de sus milicias pues veía en ellas su propia guardia de gobierno. Cuando supimos que las Milicias iban a realizar su primer desfile público, nos preparamos para el enfrentamiento y, a pesar de que éste se efectuó en forma por demás violenta, pues los tiros, bombas y dinamitas menudearon, el desfile siempre se hizo, pero resultó un desastre. Pocos días después, en las murallas del sector céntrico, apareció escrita la siguiente leyenda: ¡Abajo el Ejército! ¡Vivan las Milicias! Esta leyenda fue escrita por nosotros como una medida táctica destinada a que las fuerzas armadas reaccionaran en contra de las milicias y surtió efecto.
Esto pareció no gustarle mucho al Estado Mayor del Ejército, pues apareció en la prensa un comunicado de protesta. El hecho fue que Alessandri se vió obligado a decretar la disolución de dichas fuerzas represivas. Todavía, y como recuerdo, queda en el barrio alto un Aeródromo que lleva el nombre del que fue su generalísimo, Eulogio Sánchez Errázuriz.
También la Izquierda Comunista se jugó entera en el enfrentamiento armado en contra de las fuerzas fascistas que comandaba Jorge Gonzalez Von Marés, enfrentamiento que se realizó en la Alameda esquina de Castro cuando los nazis salían de su concentración efectuada en el Teatro Iris, en un día lejano de agosto de 1933. Las fuerzas de la Izquierda Comunista estaban dispuestas en grupos de 8 personas; en el mío formaron Pablo López, Bernardo Yura, Oscar Wais, Carlos Morales Salazar, el ahora renegado Pedro Cáceres Corvalán, Nicolás Carvajal y Manuel Contreras Garret.
En esa oportunidad peleamos todos juntos, en un solo frente, comunistas de las dos tendencias, los anarquistas y los socialistas. Fue un magnífico Frente Único en la acción contra el fascismo, al que no se le discute, sino que se destruye. Tuvimos que lamentar la muerte del compañero Contreras Garret y la herida finalmente fatal de nuestro militante, compañero Nicolás Carvajal. Este fue el segundo enfrentamiento con los nazis; el primero se había efectuado días antes en Providencia con Pedro Montt. Basados en la experiencia del primero, nos preparamos para el segundo, que fue el más fuerte.
(Primera candidatura obrera a la presidencia de Chile)
Llegó la muerte de Aguirre Cerda y con ello la necesidad de una nueva elección presidencial. El Frente Popular había terminado haciendo más pobres a los pobres y más ricos a los ricos. Sus promesas de Pan, Techo y Abrigo para las masas, no habían pasado más allá de ser eso, simples promesas. Pero la colaboración de clases no había terminado, esta vez se iba a manifestar a través de la formación de la Alianza Democrática y su candidato presidencial sería otro radical, Juan Antonio Ríos quien enfrentaría al candidato de la burguesía Carlos Ibáñez. Ríos fue el hombre que dictó el Decreto más siniestro, el Decreto N° 50 que permitía deportar y relegar sin proceso alguno.
El P.O.R. efectuó un Congreso Nacional para analizar la situación y llegó a la única conclusión clasista que podía llegarse: enfrentar la lucha presidencial llevando candidato propio, a un militante de sus propias filas. Se postularon dos nombres, el de Magallanes Díaz que era hasta entonces el hombre con mayor número de deportaciones en Chile y el de Humberto Valenzuela M., obrero de la construcción. Por mayoría de votos la designación recayó en mi persona y con legítimo orgullo revolucionario, acepté el puesto de combate que me asignaba mi partido. Nuestra posición fue clara: no íbamos tras la mayor o menor obtención de votos, íbamos a cumplir con nuestro rol de partido revolucionario, a enseñarle a las masas, en medio de la euforia electoral burguesa, un camino independiente y de clase, a exponerles nuestro programa y nuestra política, a llamarlas a que rompieran la colaboración de clases a que las había arrastrado el P.C. y el P.S. atándolas a las pretinas de la burguesía, desarmándolas política e ideológicamente. No íbamos, pues, a hacer un simple "saludo a la bandera" sino a fijar una posición revolucionaria frente a la capitulación y oportunismo del P.C. y del P.S.
Naturalmente no nos hicimos ilusión alguna con respecto a los resultados de la votación. Sabíamos de antemano que contábamos con limitadísimos medios para la propaganda y por tanto, nuestro radio de acción y propaganda sería también muy limitado, pero lo importante era que teníamos una posición política correcta y ésta había que llevarla adelante con el máximo de esfuerzo y sacrificio. El resultado fue mucho más allá de lo que esperábamos: 5.732 votos computados legalmente, sin contar con los votos escritos a máquina que aparecieron en la zona del carbón y los escritos a lápiz en Valparaíso. No olvidemos que Bernardo Ibáñez, siendo candidato del P.S. obtuvo 12.000 votos en 1946. Si se toma en consideración las circunstancias en que se dio esta lucha, en que, con escasísimos medios propagandísiticos tuvimos que enfrentar toda la contra‑propaganda del P.C. y del P.S. y de toda la fauna chilena de la pequeña burguesía agrupada en la Alianza Democrática y la persecución y agresión de la cual éramos objeto, no podrá negarse que los resultados fueron todo un éxito como tendencia revolucionaria y adoctrinamiento de las masas. Miles de trabajadores hicieron suyos nuestros planteos políticos y programáticos y nos dieron su apoyo. A partir de ese momento, el P.O.R. entraría de lleno a otra fase de su desarrollo y adquiriría una mayor influencia en el seno del movimiento obrero organizado. Un grupo de militantes comunistas se había incorporado a nuestras filas, entre ellos recuerdo a Barcheli, a Céspedes y a Kinderman.
Este candidatura del P.O.R., su contenido y trascendencia política, ha sido mañosamente ocultado por escritores de la talla de un Cesar Jobet, un Barría o un Ramírez Necochea.
(Lucha de clases al estilo POR)
Pero la huelga más dramática y combativa que le correspondió dirigir al P.O.R. en 1956 fue, sin lugar a dudas, la del Polvorín y Fábrica de Explosivos "Técnica Limitada" de Renca. Por la noche, en una quinta de recreo de esa comuna, nos reunimos con el sector más consciente y combativo de la fábrica y planeamos todo para el día siguiente; había que quebrarle las manos a los alemanes nazis, dueños de la fábrica, que se negaban a darle solución al pliego de peticiones presentado por sus obreros. A las ocho de la mañana del día siguiente, estando todo el personal, hombres y mujeres, en su lugar de trabajo, empezó la huelga. La bajada de la palanca eléctrica del tablero central paralizó de inmediato todas las máquinas; era la señal convenida. Al frente del movimiento estaba nuestro compañero y operario de la fábrica, Linic. Se cerraron las puertas de salida y los dueños quedaron como rehenes. De inmediato algunas radios empezaron a dar la noticia de la huelga y los motivos de la misma, solicitando la solidaridad del resto de la clase trabajadora, especialmente de la CUT. Los grupos móviles del P.O.R. cumplieron así su cometido. Fuerzas de carabineros, reforzadas desde Santiago, rodearon la fábrica. Un mayor de carabineros parlamentó con los huelguistas a través de una ventanilla, inquiriendo antecedentes sobre el conflicto. El desalojo violento, ni pensarlo. Había mucha pólvora y explosivos en el interior para intentarlo. Los habitantes del pueblo estaban convulsionados, nadie ignoraba el peligro que significaba el polvorín ocupado.
Así transcurrieron las horas, y los huelguistas, firmes. En su intento por reducirlos se les cortó el agua, pero éstos bebían la de un canal que pasaba por el interior. Por la tarde llegó el Ministro del Trabajo y pidió parlamentar con éstos y los patrones. Los obreros le dieron la entrada, pero también se colaron algunos carabineros. Entonces la dirección del movimiento dio una sola orden a sus compañeros, ¡todo el mundo a ocupar el polvorín! orden que fue acatada de inmediato, algunos huelguistas llevaban detonantes en sus manos. Carabineros, no pudo seguir avanzando, pues hacerlo, era peligroso; había que tener zapatillas especiales para caminar por el patio, la más leve chispa podía hacer volar el Polvorín con todos sus ocupantes y parte del pueblo mismo. El Ministro se comprometió a buscar una solución al conflicto, siempre y cuando los obreros abandonaran la Fábrica. Las bases fueron consultadas y aceptaron siempre y cuando no se detuviera a nadie y declarando que el movimiento continuaría hasta mientras no llegara una solución satisfactoria. Fue impresionante el abandono de la fábrica. El personal en huelga, formado en una larga columna con su directiva y estandarte sindical a la cabeza, empezaron a descender del carro donde estaba ubicado el Polvorín, rodeado de carabineros y una abigarrada muchedumbre de familiares de los huelguistas y pobladores en general.
A partir del día siguiente, los patrones organizaron grupos de krumiros para romper el movimiento, separados por carabineros; entonces tuvieron que entrar en acción los "piquetes" de los huelguistas y durante varios días menudearon los enfrentamientos con los krumiros y los carabineros. Más de un mes duró dicho conflicto, el que al final, se perdió por la falta de apoyo efectivo de parte de la CUT.
(La U.P.)
La Unidad Popular es una combinación política pluriclasista que está integrada por los partidos tradicionales de la clase trabajadora actualmente mayoritaria, vale decir, el PC y el PS y organizaciones burguesas como el Partido Radical y el API, además por la Izquierda Cristiana y el Mapu que, recientemente, en su Segundo Congreso Nacional, se declaró Marxista-Leninista.
Además de ser pluriclasista, fue excluyente, pues dejó fuera de sus filas a los sindicatos, juntas de vecinos, centros de madres, Comités de Pobladores y las organizaciones de la izquierda revolucionaria. Su programa es democrático burgués, no es ‑para emplear los términos en que lo define el propio Allende‑ un programa socialista, sino que es un programa de coincidencias. Esta caracterización que Allende hace del programa conviene tenerla presente para cuando tengamos que enfrentarnos con la novedad de que Chile, mediante la política de su Gobierno es un país en transición al socialismo.
Actualmente la UP no es ese movimiento multitudinario que se gestó por la base, a través de los comités que se estructuraron en cada Comuna durante la campaña presidencial; dichos Comités fueron disueltos por resolución de los propios partidos integrantes de la UP y con ello la UP cometió la primera traición a los trabajadores, pues en su programa se establece, y así se les dijo a los trabajadores del campo y de la ciudad, que esos Comités serían los Órganos del Poder de la clase. Al hacerlos desaparecer, junto al iniciarse el Gobierno de Allende, se eliminó de golpe y porrazo dicha posibilidad.
Actualmente la UP existe a nivel de las directivas nacionales de los partidos que la integran, de ahí que cuando llegan al país elementos políticos de otras nacionalidades, atraídos por lo que se ha dado en llamar "la experiencia chilena", no encuentran a la UP por ninguna parte. Los partidos integrantes de la UP disolvieron los Comités de Base porque no quisieron sufrir la presión que podrían ejercer los trabajadores a través de esos posibles órganos de poder obrero.
(el MIR)
El MIR se funda el 15 de agosto de 1965, siendo su primer Secretario General, Enrique Sepúlveda.
La declaración de principios y su programa, fueron los mismos que sustentaba el P.O.R. con la única diferencia que el MIR no tiene filiación internacional. La extracción social de su militancia fue, y es, predominantemente pequeño‑burguesa, compuesta en su mayoría por estudiantes universitarios. Esto iba a ser decisivo en la política ulterior del MIR.
Desde su congreso de fundación se pudo apreciar la falta de madurez política y teórica de la mayoría de su militancia, compuesta por jóvenes sin ninguna experiencia en el proceso de la lucha de clases y menos en la conducción de movimientos de masas. El esquematismo por un lado, y el empirismo por otro, fue lo característico en la colaboración política de la mayoría acaudillada por Miguel Enríquez. Esta mayoría convirtió en su Biblia el libro e Regis Debray, "Revolución en la Revolución" y llegó a la conclusión de que la estrategia de la lucha armada en Chile, tenía que darse sobre la base de las guerrillas campesinas; ni siquiera se aceptó la posibilidad de combinar la guerrilla campesina con las guerrillas urbanas y mucho menos con movimientos de masas. Incluso se llegó a sostener que el MIR no estaría allí donde estén las masas, sino en las montañas, en las guerrillas campesinas.
Uno de los principales cargos que Enríquez me hacía personalmente, era que yo me había pasado 48 años metido en los sindicatos y no había conseguido hacer la revolución, como si el triunfo de la revolución en el pasado hubiese dependido de mí y no de las condiciones del proceso social y, en particular, del proceso de la lucha de clases y del papel de su vanguardia. Ni siquiera hacía un esfuerza por ubicarse en la etapa histórica en que le correspondió actuar a la juventud de nuestra generación, para poder explicarse el por qué no habíamos sido capaces de hacer la revolución. Los 20 años de retroceso del movimiento obrero mundial, del 23 al 43, período en que triunfa el fascismo en Alemania, Italia, Japón y España; la segunda guerra mundial con todas sus secuelas; el peso del reformismo en la dirección del movimiento obrero en Chile, todo esto parecía no tener ninguna importancia para el compañero Enríquez, y le era más fácil atribuir a la incapacidad de un hombre, el que la revolución no se hubiese hecho en el país.
En el Tercer Congreso Nacional del MIR en 1967, la tendencia mayoritaria llegó a plantear la necesidad de abrir el foco guerrillero. El foco activaría a la clase obrera, sería la chispa que encendería la Pradera. Para llevar adelante tal idea, no se contaba ni con lo más elemental, es decir, con los guerrilleros entrenados y preparados como tales. Mucho menos se contaba con los elementos materiales para llevar a cabo tal empresa, ni siquiera se había estructurado el plan estratégico de las guerrillas, sus escalones de abastecimiento y su ligazón con la clase. La discusión fue violentísima. A los que objetamos la línea foquista, marginada de todo un plan de conjunto y de la realidad nacional concreta del momento, se nos acusaba de querer en Chile una revolución al estilo clásico de la Revolución Rusa, a pesar de que Enríquez aceptaba que toda acción armada para la conquista del poder que no cuente con apoyo de las masas, está condenada absolutamente al fracaso.
Se me encomendó la elaboración de un documento en el que se estableciera la forma de ligar la estrategia insurreccional al movimiento de masas. Dicho documento fue discutido y aprobado por la comisión más numerosa que actuó en el Congreso mencionado y debía pasar a la plenaria, pero la fracción de Enríquez maniobró de tal manera, que se impidió su discusión, so pretexto de que no había tiempo para ello y lo que importaba era elegir el nuevo Comité Central. Así se hizo y Miguel Enríquez fue elegido Secretario General.
Al aventurerismo de la mayoría de la dirección se iba a sumar ahora el verticalismo. El centralismo democrático fue reemplazado por el verticalismo político.
La fracción de Enríquez, fracción mayoritaria, tenía en sus manos la mayoría del CC en la cual no había un solo obrero ni siquiera para nuestra; y esto no era casual, era la resultante de toda una política pequeño‑burguesa, que no quería saber nada con el movimiento obrero, que reemplazaba a las masas por el partido, y al partido, por la élite. Muchos pensamos que la realización del cuarto Congreso Nacional, que debió haberse efectuado en 1968, zanjaría radicalmente estas diferencias, superándolas a través de una amplia y libre discusión y poniendo en práctica el centralismo democrático. Pero pasó el 68, empezó a correr el 69 y no había asomo de Congreso, hasta que los miembros de la dirección perteneciente a la fracción de Enríquez, se lanzaron a la política de expropiaciones, pasando a la ilegalidad, como era lógico suponerlo. De esta manera, el Congreso se postergó indefinidamente. El 27 de julio de 1969, la mayoría de 9 miembros del CC dirigida por Enríquez, expulsó a los otros 6 miembros, dividiéndose así burocráticamente el MIR.
Nuestra fracción, contraria a la de Enríquez, luchó con la sigla "MIR‑FR" y se volcó a trabajar por la candidatura popular de Allende, sin incorporarse a la UP. La fracción de Enríquez no quiso saber nada con las elecciones, y continuaba con las expropiaciones sin abandonar la línea foquista. Ver "EL Rebelde" N° 4 de febrero de 1969 que, en su primera página lleva los siguientes titulares: "¡No a las elecciones! Preparemos el inicio de la lucha armada." Esta línea la mantiene el MIR enriquista hasta septiembre de 1970, a pocos días de las elecciones presidenciales. (Ver "Punto Final" del 1 de septiembre de 1970).
Pasadas las elecciones y una vez triunfante Allende, estas dos posiciones tuvieron su primer enfrentamiento público; éste se llevó a efecto durante los días 10, 11 y 12 de Octubre de 1970, durante el desarrollo del Primer Congreso Nacional de los Pobladores Sin Casas, que se efectuó en la Comuna de La Granja.
En esa oportunidad, Víctor Toro, dio lectura al informe preparado, por el Comité Central del MIR (fracción Enríquez) copia del cual me entregó para que lo estudiara y diera mi opinión, cosa que hice en el momento oportuno.
Las diferencias se centraron en los siguientes puntos: primero, con relación al Gobierno y a la U.P., nosotros, MIR (FR) planteamos el apoyo a las medidas de Gobierno que fueran en claro beneficio de las masas y en contra del imperialismo y de la burguesía. En tal sentido, apoyábamos el programa de la UP y lucharíamos por su total cumplimiento. En cuanto a la UP consideramos que había que ir a trabajar en los Comités de base que existían en las comunas, sin confundirnos con el reformismo, sino que a estructurar un ala de izquierda, vale decir, revolucionaria y, desde allí, preparar la defensa de la candidatura popular, si es que la burguesía pretendía desconocer su triunfo. La fracción de Enríquez planteó el apoyo en bloque al Gobierno y la creación de los comités de "Defensa del Triunfo" al margen de la UP, es decir, planteó el paralelismo con relación a los CUP.
Al margen de la justeza política que pudieran haber tenido las posiciones planteadas, ninguna de ellas pudo prosperar, por cuanto los partidos integrantes de la UP disolvieron los organismos de base comunal donde se iban a integrar las fuerzas de ambas fracciones y por otro lado, tampoco prosperaron los Comités de Defensa del Triunfo.
La segunda diferencia de importancia se dio en lo relacionado con el planteo que sobre las Milicias Populares hizo la fracción de Enríquez, que sostuvo que "las milicias estaban formadas por hombres y mujeres armados que aspiraban a convertirse en la Vanguardia Política de la clase". Como se puede apreciar, para dicha fracción, la Vanguardia Política debía surgir de la Milicias, es decir, para ellos primero estaba lo Militar y después lo Político. Nuestra posición fue a la inversa, es decir, las Milicias surgen por una revolución política de la Vanguardia que comprende la necesidad de la preparación militar para el enfrentamiento armado, lo Militar queda supeditado a lo Político.
Además propusimos, y así se acordó, que se formara un Frente Único Revolucionario que agrupara a todas las organizaciones de la Izquierda Revolucionaria, pero la fracción de Enríquez desertó en la segunda reunión que se realizó.
Después de este enfrentamiento, nuestra fracción realizó su Primer Congreso en 1970 y decidimos continuar actuando con el nombre de "Frente Revolucionario".
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