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viernes, junio 05, 2009

Desde Goiania, introduzin Mr. Nildo Viana (o Mr. M), "materialismo histórico y psicoanálisis" 


vamos a osar y nuestra osadía comienza con el intento de elaborar una teoría marxista del inconsciente colectivo. Esto presupone una teoría del inconsciente y del universo psíquico. Para hacer esto desde una perspectiva marxista, es necesario superar determinadas concepciones psicoanalíticas y producir otras nuevas, y es ahí donde reside la osadía (expresada en los conceptos de sobrerrepresión, persona, sombra, inconsciente colectivo, etc.). Esto surge de la necesidad de profundizar aquello que el marxismo y el psicoanálisis apenas esbozaron. Los nuevos conceptos son oriundos de una perspectiva, y de la necesidad que ella encuentra de nuevos conceptos para explicar una determinada realidad. Una concepción sólo supera su estancamiento de esta forma, pues siendo la realidad infinita, la proliferación de conceptos es parte necesaria de su desarrollo -ya que nuevos aspectos de la realidad van siendo integrados en la teoría, lo que requiere nuevos conceptos.

Esto es lo que ocurre con el materialismo histórico, que después de un proceso largo de deformación (que lo transformó en economicismo), necesita dar cuenta de aspectos de la realidad que no estaban aún en su campo de visión en el pasado, o que sólo se esborazon. La cuestión actual de una sociedad altamente desarrollada tecnológicamente, que podría abolir el hambre y la miseria, pero que convive con cerca de 800 millones de personas sin qué comer, que podría traer un alto grado de desarrollo de las potencialidades humanas y, en verdad impide que afloren más de lo que en cualquier otra sociedad, que destruye el medio ambiente y éste es condición de supervivencia de la especie humana, e incluso así continua el proceso de destrucción ambiental a gran escala, nos hace pensar más allá del proceso de explotación de clase y observar cómo esta sociedad todavía permanece, cómo la población no produce la transformación social y funda una sociedad radicalmente diferente.

Así, el psicoanálisis proporcionó elementos fundamentales que contribuyen a la comprensión de este proceso. De esta forma, es preciso prestar atención a los descubrimientos psicoanalíticos, extraer del psicoanálisis lo que posee de verdadero y superar sus ficciones, colocándolo dentro de una perspectiva de transformación social. Es éste el motivo del presente trabajo, aunque focalizando la cuestión del inconsciente colectivo -a pesar de referencias a otros elementos-, que no obstante forma parte de un proyecto más amplio que busca realizar tal hecho.

Desarrollaremos, como nuestra contribución para la formación de una teoría marxista del inconsciente colectivo, un análisis de los dos intentos más elaborados de analizar este fenómeno, el de Jung (capítulo 1) y el de Fromm (capítulo 2) y después, basándonos en el materialismo histórico, realizaremos una reformulación y resignificación de este concepto (capítulo 3), lo que significa desarrollar una nueva visión de la realidad de la que el mismo es expresión.

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El inconsciente, en cuanto energía represada, se transforma, cuando es acumulada en exceso, en dos fenómenos distintos. Por un lado, se transforma en energía constructiva, lo que Freud denominó sublimación y Adler llamó compensación. La energía constructiva transforma la energía represada (inconsciente) en desarrollo (o mejor, superdesarrollo) de alguna necesidad-potencialidad y es por eso que Jung afirma que la especialización puede producir "grandes éxitos". Por otro lado, se transforma en energía destructiva, que puede tanto volverse hacia el interior, generando los problemas psíquicos (neurosis, psicosis, etc.) como hacia el exterior (odio, agresividad, etc.), aunque se puedan mezclar (tal como en la psicopatía, en la que hay un doble proceso de destrucción, interno y externo) y en la realidad concreta andan juntos, predominando uno u otro. Freud denominó esta "energía transformada" como dislocamiento. Sin embargo, en la concepción freudiana el dislocamiento se refiere sólo al objeto, en tanto que para nosotros no sólo hay un cambio de objeto, sino también en la propia energía dislocada, ganando carácter destructivo.

La representación gráfica más abajo sólo ilustra estas relaciones, dado que, obviamente, no poseen localización, sea en el cerebro o en cualquier otro lugar. Esta representación sólo muestra que existen mecanismos represores que presionan hacia "abajo" la energía psíquica, que queda represada, en el inconsciente, y cuando ella es muy fuerte se desvía por la "derecha" como energía destructiva y/o por la "izquierda" como energía constructiva .

Estas formaciones energéticas derivadas del inconsciente pueden ser denominadas como persona y sombra. El concepto de sombra es semejante al presentado por Jung: "la sombra es una espesa masa de componentes diversos, aglomerando desde pequeñas flaquezas, aspectos inmaduros o inferiores, complejos reprimidos, hasta fuerzas verdaderamente maléficas, negruras que asustan" (Silveira, 1981, p. 92), aunque en el caso de Jung halla también "aspectos positivos", lo que no existe en nuestra concepción. La sombra es la energía destructiva que está en el origen de los problemas psíquicos y de la agresividad, dos caras de la misma moneda. La formación de la sombra, mientras tanto, ocurre cuando existe un alto grado de represión, tanto en el sentido cuantitativo (quantum de potencialidades reprimidas) como cualitativo (intensidad). No obstante, en una sociedad represiva (dividida en clases sociales), todos los individuos poseen en su universo psíquico un cierto quantum de sombra, solo que en proporciones insignificantes en las personas que poseen un grado bajo de recalque o una persona fuerte, o, incluso, consigue satisfacerse parcialmente con las satisfacciones sustitutivas producidas por las sociedad. Sin embargo, las personas que se encuadran en los dos últimos casos están al borde de poseer una sombra fuerte, siendo casos "fronterizos", que el proceso histórico de vida puede desencadenar. En las personas que no consiguen estas condiciones de desarrollo psíquico, que están sometidas a sobrerrepresión (para utilizar la expresión de Marcuse) , esto es, a una represión extensiva e intensiva, la sombra no sólo existe sino que ejerce una gran influencia sobre ellas. De este modo, solamente un quantum considerable de sombra produce una neurosis o un individuo agresivo .

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