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jueves, junio 18, 2009

La plaga emocional 

"La clase de los grandes capitalistas, que están ya en todos los países civilizados en posesión exclusiva de todos los medios de existencia y de las materias primas e instrumentos (máquinas, fábricas) necesarios para la producción de los medios de existencia; es ésta la clase de los burgueses o burguesía" (Federico Engels, Principios de Comunismo, 1847).

Hay gente que se “proletariza” de golpe, por decisión libre y consciente, pero no se va a trabajar a las fábricas ni nada de eso, más bien se dedican a considerar como enemigos de clase a aquellos trabajadores que reciben sueldos más altos y que por lo mismo pueden gastar más dinero en libros, discos, bebidas y comidas. Se trata de un proceso bastante extraño. Es como una entrevista a unos punkis que hace muchos años salió por ahí en la prensa burguesa, donde les preguntaban qué entendían por “burgueses”, y ellos respondían algo así como “burgueses son los que se levantan todos los días y van a trabajar”. El burgués, para ellos, está atado por sus jornadas laborales. ¿No era exactamente al revés la cosa? Es muy extraño, en realidad, porque para el grueso de los trabajadores educados en el materialismo histórico esa definición calza más bien con la de “trabajador” o “proletario” (términos que no son sinónimos, por cierto, pero que están íntimamente relacionados). Hay una tendencia a glorificar edades pretéritas de la tradicional y combativa clase obrera que ya no volverá (no al menos en las formas que adoptó en su fase heroica, que más que de la realidad se alimenta de ciertas visiones obreristas e industriales típicas de ciertos marxismos y anarquismos), y a confundir proletario con “marginal”, “pobre” o “lumpen-proletario”. Lo más extraño es que ciertos autodenominados proletarios ven con muy malos ojos a quienes ejercen lo que antiguamente eran “profesiones liberales” pero hoy en día formalmente constituye una forma de trabajo dependiente y asalariado -ni siquiera los ven como “pequeño-burgueses” sino que abiertamente como “burgueses”-, pero hacen la vista gorda en relación al hecho de poder disfrutar de propiedades inmuebles de la familia, o de gozar de las ganancias de las empresas familiares, porque claro, ellos son puros y rebeldes, se dedican todo el día a la liberación de los seres humanos y los animales, no transan con nadie. ¿Están fuera del mundo del capital? Convierten la lucha contra relaciones sociales autonomizadas en lucha contra ciertas personas, edificios y símbolos. Se dicen "libertarios" pero no soportan ninguna otra posición que se aparte un ápice de su ideología del momento. Convierten la violencia en fin, no en medio, y alucinan, deliran, babean y se sulfuran por todo, viendo enemigos por todas partes, injurian, calumnian, amenazando con todo tipo de penas drásticas y rechazando cualquier diferencia como diferencia de principios. Estás con ellos, o contra ellos. ¿Tendrá esto algo que ver con la terrible Plaga Emocional de la que nos hablaba hace décadas el camarada Wilhelm Reich? Yo creo que sí.

“Podemos preguntar qué es lo que permite reconocer una reacción de plaga y distinguirla de una reacción racional. La respuesta es la misma que cuando se trata de diferenciar entre una reacción de carácter neurótico y una reacción racional: en cuanto tocamos los motivos de la reacción debida a la plaga, aparecen inevitablemente la angustia o la cólera.

Característica esencial de la plaga emocional es que la acción y razón dada para ella nunca son congruentes. El verdadero motivo siempre se encubre y se lo reemplaza por motivo aparente. En la reacción natural del carácter sano, motivo, acción y objetivo forman una unidad orgánica. Aquí, nada se oculta; la reacción es comprensible en forma inmediata. Así por ejemplo el individuo sano no tiene otro motivo para su comportamiento sexual que su necesidad natural de amor y su objetivo de gratificarlo. El individuo ascético, en cambio, justifica su debilidad sexual en forma secundaria, con demandas éticas. Esta justificación nada tiene que ver con la forma de vivir. La actitud del ascetismo, negadora de la vida, se halla presente antes de la justificación.

[…] El individuo aquejado de la plaga emocional difiere del individuo sano en que no sólo se plantea sus demandas vitales a sí mismo sino primariamente y por sobre todo, al ambiente que lo rodea.

La plaga emocional es ese comportamiento humano que, sobre la base de una estructura caracteriológica biopática, se hace sentir en las relaciones interpersonales (es decir, sociales) y que se organiza en las correspondientes instituciones. […] los sectores en los cuales la plaga emocional es más activa son los más importantes de la vida; el misticismo en su forma más destructiva, el impulso activo y pasivo por la autoridad, el moralismo, las biopatías del sistema vital autónomo, la política partidaria, la plaga familiar que he denominado “familitis”, los métodos sádicos de educación, la tolerancia masoquista de tales métodos o la rebelión criminal contra ellos, el rumor y la difamación, la burocracia autoritaria, la ideología bélica imperialista, todo lo que se resume en la palabra “racket” (extorsión), la antisocialidad criminal, la pornografía, la usura y el odio racial.

Vemos pues que el ámbito de la plaga emocional es aproximadamente el mismo que el de todos los males sociales contra los cuales ha combatido desde tiempo inmemorial todo movimiento de libertad social. No sería del todo incorrecto equiparar el dominio de la plaga emocional con el de la política en general.

(…) ningún movimiento libertario tiene probabilidades de éxito a menos de oponerse con veracidad, claridad y vigor, a la plaga emocional organizada."


(W. Reich, El análisis del carácter)

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