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viernes, octubre 30, 2009

ROS/Severino 

En 1933 los sectores anarquistas revolucionarios de Montevideo publicaban, a través de la revista "Afirmación" (1), un potente texto de un compañero que firmaba como Briand. El escrito ( titulado "El derecho al ocio y a la expopiación individual" ) reivindicaba la expropiación como un medio legítimo de lucha de la clase obrera. El original había sido escrito en italiano y publicado en Nueva York por la revista "L’Aldunata dei Refrattari", una de las revistas anarquistas insurreccionales más importantes de aquel entonces, que difundía algunas de las posiciones más claras y combativas del proletariado.

Miguel Ramos, editor de "Afirmación", había tenido que exiliarse de Argentina luego del golpe de estado del general Uriburu en septiembre de 1930. Ramos fue uno de los grandes defensores de la expropiación y de la lucha armada.

Briand era el seudónimo que utilizó Severino di Giovanni para firmar el artículo. Definido como un "agitador italiano que profesaba un anarquismo antiorganizativo y violento" por la prensa, Severino era uno de los representantes más activos de las ideas anarquistas expropiadoras en la zona del Río de la Plata. Nacido en Italia, Severino se había exiliado en 1923 tras del ascenso de Mussolini al poder. Era un individualista que formaba grupos con anarquistas de acción, es decir no se trataba de alguien contrario a la organización en si misma, sino que se oponía a un tipo de orgánica. También se enfrentó a la publicación anarquista "La Protesta", contraria a la violencia armada y a favor del trabajo de propaganda y la acción sindical legal. Las diferencias llegaron a tal punto que años más tarde Di Giovanni (o algún compañero de su entorno) ajustició a Emilio López Arango en 1929, director del diario "La Protesta", periódico cuyos cabecillas -Arango y Diego Abad de Santillán- se habían ensañado en una campaña de calumnias contra los anarquistas revolucionarios. El gobierno de Uriburu le aplicó a Severino la ley marcial, tras arrestarlo luego de una serie de acciones directas contra la dictadura burguesa en uniforme militar, y lo fusiló en la Penitenciaria Nacional, junto al compañero Paulino Scarfó en 1931. El Estado de Argentina se vengó así de estos dos revolucionarios, los cuales no se doblegaron ni en los momentos finales frente al pelotón de fusilamiento.

Por qué publicar hoy a Severino Di Giovanni

Las primeras décadas del siglo XX estuvieron marcadas en el mundo por una gran agitación social, producto de cambios estructurales, guerras imperialistas y de la consolidación de una clase proletaria cada vez más fuerte y que desarrollaba a vasta escala su asociacionismo. Entonces la revolución social era un proyecto tangible y urgente (2). Las discusiones se centraban en las formas de acción del proletariado y en cómo se desencadenaría el proceso revolucionario. Años muy marcados por las ideas anarquistas.

La corriente anarquista comportó diferentes tendencias. Algunas de ellas fueron las de los anarcosindicalistas, anarquistas expropiadores, anarquistas pro-bolcheviques, pacifistas, educacionistas entre otros. Las diferencias llegaban a ser abismales entre estos grupos y sus disputas solían ser violentas. Un ejemplo de esto fue el ajusticiamiento de López Arango, adjudicado a Severino. Y muy esclarecedores fueron los atentados de "La Protesta" contra el periódico "Pampa Libre" ( con muertos y heridos ), pues "La Protesta" siempre se opuso a los vengadores y expropiadores y a las formas de lucha radicales. Como siempre, los pacifistas nunca han tenido problemas con usar la violencia contra los sectores díscolos y contra los revolucionarios.

Pero más allá de estas divergencias internas, que expresan una profunda diferencia de clase dentro del propio movimiento anarquista, Severino fue uno de los revolucionarios más importantes de la época. Según un compañero « la discusión sobre la expropiación siempre fue planteada dentro del movimiento proletario y, en particular, entre los autodenominados anarquistas. Lo importante de este texto es la claridad con la que se denuncia el mito del trabajo y se reivindica el accionar de los expropiadores (….) El autor de nuestro texto nunca condena la expropiación, ni tampoco la expropiación individual, sino que la reivindica abiertamente, denunciando a todos aquellos que decían que hay que esperar que las masas se rebelen, y hasta entonces agachar el lomo. E incluso está de acuerdo con la expropiación per se (…), aunque considera que en estos casos no se puede pedir la solidaridad del movimiento anarquista en general. Y ello se dice porque los Abad de Santillán y compañía acusaban a los expropiadores de vivir de esos fondos y de pasárselos a presos, para los cuales no se habían recaudado (3). Todo esto para decir que el problema de la expropiación siempre ha sido una discusión clave dentro del movimiento proletario». Efectivamente, las ideas de Di Giovanni resultan aún más interesantes si consideramos que se trataba de una época que vivía también una constante apología del trabajo, idea defendida tanto por los gobiernos nacionalistas, populistas, como por el estalinismo; los cuales no sólo cantaban las supuestas glorias del trabajo, sino que sancionaban su obligatoriedad con el terrorismo de estado. Son los años de inicio del nazismo y también de los Frentes Populares.

La práctica de Severino se puede sintetizar en los siguientes planteamientos: Discurso contra el trabajo asalariado y el Estado; a favor de la expropiación; internacionalista; que hace referencia constante al proletariado y no sólo a los individuos; fuerte discurso anti URSS y anti bolchevique; y que tuvo la lucidez de ser crítico y de estar en contra de los "anarquistas" moderados, los que al final son sólo una sección más de la socialdemocracia (4). Además defendía la idea de un paso inmediato al comunismo, y a favor de la lucha armada y de acciones individuales contra el Estado (sabotajes, liberación de presos por la fuerza, piquetes de huelga, etcétera).

Para Severino ya habían sectores revolucionarios que estaban listos para actuar, mientras otros grupos sustentaban que había que seguir acumulando fuerzas y esperando que se dieran las condiciones para la revolución. Di Giovanni criticaba abiertamente la idea de que la lucha más violenta sólo podía iniciarse una vez desencadena la revolución, momento en el que el conjunto de la clase proletaria está lista para lanzar la insurrección armada.

Según él la revolución es un acto colectivo, pero es un proceso que requiere de un cambio cultural de largo plazo, que trasciende la vida de un hombre; por eso afirmaba que «no tenemos más que una vida y ésta se precipita hacia su fin con la rapidez del relámpago. La existencia del hombre con relación al tiempo no es verdaderamente más que un instante fugaz. Si se nos esfuma este instante, si no sabemos extraerle el jugo que en forma de alegria nos puede dar, nuestra existencia es vana y desperidiciamos una vida de cuya pérdida no nos resarcirá la humanidad. Por lo tanto, es hoy cuando debemos vivir, no mañana. Es hoy cuando tenemos derecho a nuestra parte de placeres, y lo que hoy perdemos el mañana no nos lo puede restituir : está definitivamente perdido. Por eso es que hoy queremos gozar nuestra parte de bienes, es que hoy deseamos ser felices (….) No hay, por lo tanto, felicidad posible para el trabajador que durante toda su vida está ocupado en resolver el terrible problema del hambre »

Severino y el grupo dentro del que estaba organizado fue un polo de agrupación de revolucionarios con una verdadera práctica internacionalista. Desde la composición del grupo (militantes de Italia, Argentina, Chile y Uruguay) hasta los contactos que mantuvieron con revistas de Nueva York, Francia y con los anarquistas de Montevideo dan prueba de esa práctica internacionalista que desarrolló el colectivo del « perturbador » italiano. Sin etiquetarse bajo ningún nombre, esta fracción del proletariado editó varios periódicos revolucionarios como Anarchia y Cúlmine, además de la labor editorial de algunos libros desarrollada por el propio Severino.

Dentro de los varios grupos llamados obreros autónomos de esos años en la zona del Río de la Plata, que reivindicaban la lucha frontal, la acción directa, quizás Severino fue uno de los exponentes más espectaculares. Sus acciones y su discurso tuvieron mucha repercusión en otros grupos, y causó particularmente mucha simpatía entre los insurreccionalistas de Nueva York, nucleados en el ya nombrado periódico "L’Aldunata dei Refrattari", quienes le dedicaron un emotivo número a los compañeros Severino y Paulino Scarfó tras sus fusilamientos.

La supuesta novedad del insurreccionalismo y la autonomía

La práctica de Severino, Miguel Arcángel Roscigna (5) y de otros revolucionarios de la época, incluyendo a algunos más antiguos como los mártires de Chicago demuestran que el insurreccionalismo es una tendencia histórica dentro del anarquismo y no una novedad de la recién pasada década de los noventa. Muchos compañeros están convencidos de que el insurreccionalismo es una corriente recién salida de Italia y España… Y la presentan como una moda novedosa contra las « viejas » teorías del movimiento revolucionario. En el afán de producir nuevas mercancías y modas más frescas, algunos llegan a negar la continuidad histórica de la lucha de nuestra clase, cuestión que niega a la clase misma. Afirmaciones nefastas que por supuesto nunca han hecho los compañeros que luchan contra el Estado y el capital, muchos de los cuales están hoy en las cárceles de las democracias europeas (Italia, Grecia, España, Francia). Y siempre los compañeros más claros dentro del proletariado han sabido ir a contracorriente de las modas intelectuales burguesas, y han reafirmado la consciencia de la continuidad histórica de la lucha de los oprimidos.

Peronista libertario = Bayer

No podemos terminar esta breve nota introductoria sin dejar de criticar las aseveraciones del peronista libertario Osvaldo Bayer, uno de los más conocidos intelectuales que ha escrito sobre Severino y los expropiadores. Este autor ha presentado a Di Giovanni como un luchador antifascista, un romántico y un supuesto idealista de la violencia, vaciando de todo contenido de clase las afirmaciones programáticas de este compañero contra el Estado (sea democrático o fascista) y contra la apología del trabajo reinante en la época, así como también en la nuestra. Sacándolo del contexto de la álgida lucha de clases de las primeras décadas del siglo XX, la que en varios países se manifestó como una guerra civil abierta. Flaco favor le hace a las luchas proletarias este "pensador libertario", al banalizar de esta manera a los anarquistas expropiadores que hacían temblar con su decisión y su audacia al Estado y al Capital en la región del Río de la Plata, combatiendo por la revolución mundial.

En todo caso, no se le puede pedir otra cosa a todo el ejército de los escritores asalariados, ni siquiera a esas "estrellas" que pueden brillar un poco más en el oscuro firmamento de la sociedad del espectáculo.

« No productores, es cierto, pero no cómplices. No productores, sí; ladrones si queréis – si vuestra poltroneria tiene necesidad de otra ruindad para consolarse, - pero no esclavos. Desde hoy, cara a cara, mostrando los dientes al enemigo. Desde hoy, temidos y no humillados. Desde hoy, en estado de guerra contra la sociedad burguesa. Todo, en el actual mundo capitalista, es indignidad y delito; todo nos da vergüenza, todo nos causa náuseas, nos da asco. Se produce, se sufre y se muere como un perro. Dejad, al menos, al individuo la libertad de vivir dignamente o de morir como hombre, si vosotros queréis agonizar en esclavitud

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