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sábado, junio 05, 2010

Violencia reaccionaria en las calles de Santiago 


A diferencia de la izquierda, donde siempre ha sido necesario enfrentarse en la calle no sólo a los pacos verdes sino a los de rojo y otras variedades de legalistas y pacifistas, la derecha nunca le ha hecho asco a dejar la cagada con cuática en las calles cuando se sienten amenazados en sus intereses de clase. Piedras, fuego, sacadas de cresta, grupos de choque, etc., de todo han usado en esos tiempos excepcionales en que no les basta con el aparato represivo normal de la policía y pasan a ejercer directamente la acción violenta en las grandes alamedas, tal como demuestra este conmovedor relato de Andrés Allamand en sus años mozos de lucha anti-upelienta:

"Partimos corriendo hacia donde estaban armando una barricada. Nos integramos rápidamente al grupo. En un par de minutos las llamas tenían más de dos metros e iluminaban toda la calle. las viejas hacían sonar sus cacerolas sin parar.

Las barricadas,tan usuales en esos días, se habían transformado en verdaderos puntos de reunión. Para mucha gente era común encontrarse 'a la noche en las barricadas'.

Se me vino a la memoria una frase de los estudiantes franceses usada en los disturbios de mayo del 68, que había leído no sé donde.

'La barricada cierra la calle, pero abre el camino', decía. No pude dejar de pensar en cuantos de los que detenían el tráfico, botaban un par de panderetas, prendían uns maderos y quemaban unas cajas de basura, entendían su acción como algo más trascendente e importante que el hecho mismo.

(...)

En eso, un inocente chofer de micro dobló por Los Leones hacia Providencia. Grave error.
-¡Krumiro, krumiro! -insultaron todos al tiempo que corrían hacia la micro.
Salieron las primeras piedras, que impactaron en las ventanas de los lados. los àsajeros, adentro, gritaban enloquecidos.
-¡Al chofer, al chofer! -era la orden.
Los parabrisas de adelante se desplomaron y fueron a estrellarse contra el pavimento. El chofer, tan rápidamente como se repuso del impacto, puso marcha atrás y se devolvió a toda velocidad.

(...)

Nuevamente se hicieron presente los pacos.
Esta vez con más bronca. las bombas nos sobrepasaron y cayeron adelante.

(...)

Yo estaba bastante ahogado y me costaba respirar. Con la carrera jadeaba como un perro. los ojos me ardían como si me hubieran echado ají.
Un auto gris, harto grande, frenó un poco adelante de nosotros. Se abrió la puerta. Se bajó una rucia. Al principio no la reconocí. Después casi me caigo de espaldas.
-Toma mi pañuelo -me ofreció- ahora lo necesitái tú.
Sin más dio media vuelta, se volvió a subir al auto y partió.
-¿Quién es? -preguntó Gerardo-
-Una amiga mía. La conocí el otro día en la marcha.
-Es bien rica la tonta.
No dije nada. No podía".


Y pensar que ahora es un político respetado y serio que escribe libros a medias con la "momia conchesumadre" y para nada "rica" de la Marcela Cubillos. En fin. otro día seguimos extractando las anécdotas más vandálicas de su libro "No virar izquierda", Ediciones Soberanía, 1974.

Buenas noches.

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