sábado, junio 12, 2010
Violencia reaccionaria, parte 3
Nuestro héroe, el derechista sesentayochista, la siguió pasando bastante bien en la experiencia de la lucha violenta, se enamoró e inspirado en este bello sentimiento redactaba poesía de pésima factura una vez que se sacaron a los upelientos de enfrente.
"Robarme el revólver fue una gran complicación. La oportunidad de tener unos minutos el llavero del papá no se había producido". Pero se produjo y Andresito supo aprovecharla. Gracias a eso pudo dedicarse la mañana del 11 de septiembre a "palomear rotos" disparándole -literalmente- desde las alturas a los trabajadores que habían logrado llegar a Chilefilms.
Una vez derrocada la UP, el pije pudo dedicarse a sus problemas sentimentales. Su enamorada había sido golpeada por upelientos que realizaron una contundente retoma del Liceo, y fue a dar con sus bien merecidos moretones y rasmillones a una Clínica privada. Andrés, que era fiero y valiente en las calles y patotas nacionalistas, sentía ahora miedo, del amor...
"Me topé con la clínica. Mi nerviosismo aumentó ostensiblemente.¿Qué me pueden hacer? ¿No he estado veinte veces en la calle, enfrentando cara a cara el peligro? ¿Que no he pintado y me encontrado con la Parra? ¿Que no he andado armado este último tiempo? ¿De qué mierda tengo miedo entonces? ¿Le compro flores o no? Mejor no. Puede ser inoportuno".
Y acá se pone a disparar unos versos que harían enrojecer de vergüenza al mismísimo Arjona, rematando con unas apreciaciones del contexto histórico que en indolencia dejan chico al viejo tonto y ex-embajador Otero:
"Ella era muy importante. Más allá de la toma y la violenta retoma y de que el Gobierno hubiera cambiado, estaba ella. Presente, latente. Plena. Total. Infinita.
Mientras caminaba, recordaba.
El día que la vi.
El día que le tomé la mano.
El día en que la encontré.
El día en que me consoló.
El día que me gustó.
El día que me molestó.
El día que me encantó.
El día que la quise.
El día en que la besé.
El día en que fue mía.
Los días que la amé.
Crucé el río donde las radios argentinas decían que flotaban cadáveres. Casi con morbosa curiosidad los busqué y no encontré ninguno".
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