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sábado, agosto 28, 2010

5 consejos de Baltasar Gracián 


197

Nunca embaraçarse con necios.
Eslo el que no los conoce, y más el que, conocidos, no los descarta. Son peligrosos para el trato superficial y perniciosos para la confidencia; y aunque algún tiempo los contenga su rezelo proprio y el cuidado ageno, al cabo hazen la necedad o la dizen; y si tardaron, fue para hazerla más solemne. Mal puede ayudar al crédito ageno quien no le tiene proprio. Son infelicíssimos, que es el sobregüesso de la necedad, y se pegan una y otra. Sola una cosa tienen menos mala, y es que ya que a ellos los cuerdos no les son de algún provecho, ellos sí de mucho a los sabios, o por noticia o por escarmiento.

198

Saberse trasplantar. Ai naciones que para valer se han de remudar, y más en puestos grandes. Son las patrias madrastras de las mismas eminencias: reina en ellas la invidia como en tierra conatural, y más se acuerdan de las imperfecciones con que uno començó que de la grandeza a que ha llegado. Un alfiler pudo conseguir estimación, passando de un mundo a otro, y un vidro puso en desprecio al diamante porque se trasladó. Todo lo estraño es estimado, ya porque vino de lexos, ya porque se logra hecho y en su perfección. Sugetos vimos que ya fueron el desprecio de su rincón, y hoi son la honra del mundo, siendo estimados de los proprios y estraños: de los unos porque los miran de lexos, de los otros porque lexos. Nunca bien venerará la estatua en el ara el que la conoció tronco en el huerto.

199

Saberse hazer lugar a lo cuerdo, no a lo entremetido. El verdadero camino para la estimación es el de los méritos, y si la industria se funda en el valor, es atajo para el alcançar. Sola la entereza, no basta; sola la solicitud, es indigna, que llegan tan enlodadas las cosas, que son asco de la reputación. Consiste en un medio de merecer y de saberse introduzir.

200

Tener que desear, para no ser felizmente desdichado. Respira el cuerpo y anhela el espíritu. Si todo fuere possessión, todo será desengaño y descontento. Aun en el entendimiento siempre ha de quedar qué saber, en que se zebe la curiosidad. La esperança alienta: los hartazgos de felicidad son mortales. En el premiar es destreza nunca satisfazer. Si nada ai que desear, todo es de temer: dicha desdichada; donde acaba el deseo, comiença el temor.

201

Son tontos todos los que lo parecen y la metad de los que no lo parecen. Alçóse con el mundo la necedad, y si ai algo de sabiduría, es estulticia con la del Cielo; pero el mayor necio es el que no se lo piensa y a todos los otros define. Para ser sabio no basta parecerlo, menos parecérselo: aquél sabe que piensa que no sabe, y aquél no ve que no ve que los otros ven. Con estar todo el mundo lleno de necios, ninguno ai que se lo piense, ni aun lo rezele.

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