martes, octubre 19, 2010
Al Ariel

la otra vez en taller sun ra, mientras comía chorrillana vegetariana y bebía cerveza brahma y conversaba con muuchos compas, me puse a hojear un librito sobre el 29 de marzo (día de los jóvenes combatientes) donde me gustó muchísimo un poema, que no casualmente estaba dedicado al Ariel. me acordaba de él, de su impetuosa y carsimática presencia en las asambleas de estudiantes secundarios de izquierda a mediados de los 80 en santiago, su voz, sus ojos, su pelo, su presencia en las calles, y una fiesta en torno a amistad, vino y cervezas, donde hablamos acerca de las distintas internacionales del movimiento obrero, y discrepábamos porque nos confundíamos entre la Liga de los Comunistas y la AIT. después, lo vi una vez en la ex-cárcel pública (sí: la misma donde una monumental fuga en tunel llegó hasta el punto en que un guatón se atoró en´él y no se pudo fugar más gente). ese mismo año fue su "rescate". alcanzamos a brindar con amigos por su libertad, para verlo pocos días después en las portadas de los diarios con un tiro en la frente. su asesino/instigador: juan carvajal, del PS, mano derecha de la bachelet.
el poema dice más o menos así -puede que al transcribirlo haya incurrido en errores, quien sabe-:
MELIPILLA
a Marco Ariel Antonioletti
por Alvaro Leiva
(29 Marzo, ediciones puño y letra/biblioteca libre Rodrigo Cisterna).
Hansel y Gretel se internaron en el bosque
pero dejaron en el camino
pequeñas cuentas de vidrio,
que parecían más bien otra cosa,
una especie de mecha que prendía fuego,
en fin los hermanos trajeron a otros niños
que violaron la Seguridad Nacional
y las fábulas sobre gigantes con catapultas
y mechas de pólvora.
Los estudiantes sin uniformes pernoctaron en los cerros de Melipilla
sin fogata, ni pizarra
el timbre imaginario se iba desvaneciendo
y el fuego se hacía más peligroso,
preferimos la oscuridad,
mil veces al destello,
así el silabario nos sirvió de poco
los hombres de la tierra salieron a recibirnos al tercer día,
convivimos y se hizo nuevamente fuego,
hubo amores y cielos estrellados, tardes sepias,
canciones, naturaleza.
Al final y como en todo cuento
vino el lobo y se comió algo,
los buses de la fuerza pública
enfilaron
a la ciudad
un verano de 1985.
Etiquetas: tampoco los muertos estarán seguros cuando el enemigo venza
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