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viernes, octubre 29, 2010

Cultura (x Oskar Negt) 


Pero, si los entierros necesitan de ayuda, ¿qué no necesitarán los «bienes culturales» para salir de su letargo? La crítica cultural dialéctica se centraba en el desenmascaramiento del verdadero carácter de la cultura; lo que queda documentado en el «bien», en el patrimonio cultural, llevaba ya el sello de la falta de autenticidad de la mercancía. Al convertir la industria cultural en objeto de su crítica, Adorno, Benjamin, Horkheimer y Marcuse critican lo muerto de la cultura, lo objetivo, el carácter de mercancía de la cultura, del mismo modo que Marx habla de la mercancía como trabajo muerto,en otro tiempo vivo.

Primero quisiera describir esa cultura en su dimensión crítica, para luego intentar establecer una relación de actualidad con aquello que, a mi parecer, podría ser hoy la cultura y la crítica cultural. Esta crítica cultural, en lo que atañe a la significación dialéctica de las imágenes objetivadas, está doblemente orientada hacia un necesario desciframiento. Por una parte, hacia el núcleo temporal de lo que aquí se da por inmortalizado. El desenmascaramiento y el desciframiento del núcleo temporal de la verdad, incluso en el arte y la cultura que llevan el lastre de la sospecha de eternidad, son elementos esenciales de la crítica de Benjamin y Adorno. Un desenmascaramiento evidente de ese núcleo temporal de la verdad jamás significa una mera adscripción sociológica a los intereses y a los estratos sociales; lo que se objetiva en el núcleo temporal de la verdad es el contenido final emancipatorio de una época, al cual también aspiran las personas, pues es su camino hacia la utopía. En este sentido, tanto Benjamin como Adorno citan una frase de Stendhal: el arte es una promesse de bonheur , una promesa de felicidad. La promesa tiene más contenido que la realidad.

Basándome en este concepto de la cultura, quisiera afirmar que la cultura no es una simple etiqueta de la realidad, sino que, con arreglo a su contenido de verdad y de sustancia, sigue designando algo paradójico, caprichoso, resistente y anticipatorio que hace saltar la realidad. Y en las imágenes acertadas, es decir, veraces de la producción cultural, Adorno y Benjamin están de acuerdo en ver en el fondo un entrelazamiento interno del progreso y la barbarie, de lo verdadero y lo falso. (La cultura es, citando para variar a Spinoza, «index sui et falsi», también un signo de lo falso.) De progreso se puede hablar en el sentido de que aquí la coincidencia entre las obras de arte y el contexto de la cultura refleja un estado de la sociedad que es el de la libertad y la justicia, y que no ha de entenderse sólo como fantasía y ensoñación, sino como anticipación mental de un orden social. Pero no sólo el poder de la palabra, que promete una comunidad fraternal, indica el contenido de verdad de la composición musical, tal y como aparece en el coro final de la oda de Schiller de la Novena Sinfonía, sino que ello depende más bien de la estructura compositiva del equilibrio dialéctico entre lo general y lo particular. Según Adorno, toda obra de arte es veraz sobre todo si plasma lo particular y lo general en una forma específica y acertada de combinaciones no violentas ; de ahí que en determinadas situaciones sociales las obras de arte tengan que reorganizarse para responder a su antiguo contenido de verdad. Voy a ilustrar lo dicho con el ejemplo de Histoire du soldat, de Strawinsky, en el que se basa Adorno. Éste dice que en su escueta y chocante estructura camelística la obra expresa la relación entre progreso y barbarie. El progreso y la barbarie están hoy en día tan enmarañados en la cultura de masas, que una historia de guerras y soldados sólo recupera la intimidad del sufrimiento individual mediante una ascesis bárbara; la vuelta de lo no bárbaro , es decir, de lo humano, ya sólo se puede proclamar como protesta contra el progreso de los medios técnicos; de ahí esa ascesis técnico-compositiva de la música, que rebaja la carnicería histórica y el fragor de la batalla a un tono de música de cámara.

La cultura designa, pues, la contradicción con la realidad. Lo verdadero no es todavía lo real; he aquí el contenido esencial de la cultura . A través de la cultura, verdad y mentira se vuelven diferenciables . Cuando la verdad y la mentira ya no se pueden distinguir con claridad, cesa toda cultura, y también todo arte auténtico. La diferenciación entre verdad y mentira, entre la apariencia estética como promesa de verdad y libertad y el engaño, la manipulación artística de la publicidad mercantil, es esencial para el concepto de cultura que yo defiendo. La facultad del juicio estético de Kant, el libro a él dedicado es el más auténticamente político de sus tres grandes Críticas, exige de quien contempla una obra de arte que se adhiera a él, ya que existe algo así como un sensus communis , un sentido especial para las condiciones comunes de la convivencia de los seres dotados de razón, un sentido cultural que manejamos siempre que hablamos de cultura. Así pues, para finalizar lo dicho en este contexto crítico, toda la crítica cultural tradicional parte del supuesto de que el arte es un producto cosificado que ha de descomponerse en procesos. Las estructuras vienen ya dadas, lo cual otorga a la crítica cultural su culminación política como principal crítica de la cosificación. Por mi parte, se podría decir que en esta cultura hay estructuras autoritarias que han de ser desmontadas para que, en la relación de los individuos con tales producciones culturales, se extraiga el contenido de verdad per se como una especie de fantasía sobre lo que aún está por llegar.

Pero ¿qué ocurre si vivimos en una situación social revolucionaria en la que las estructuras fijas ya no constituyen la realidad objetiva, y en la que una especie de realidad consolidada obliga a una progresiva disolución? ¿Qué sucede si tenemos que arreglárnoslas en un entorno social en el que todo amenaza con desaparecer, donde surgen constantemente nuevas formas de arbitrariedad, y donde hoy quizá se piense y se tenga por verdadera una cosa y mañana la contraria?


(texto completo).

La Historia de un soldado (versión más animosa que la que puse arriba).

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