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viernes, enero 21, 2011

Periodistas-Policias: cuando El Mercurio sentó la pauta de lo que después sería la "Operación Salamandra" 


"Ya se sabía que hay numerosos periodistas-policías, y no solamente en Rusia o en Chile. A la hora en que todos los poderes se conjugan para desmentir a Montesquieu, pero salvaguardando el control del Estado, se ve que el poder parajudicial de la prensa no pierde el tiempo con las fruslerías formales que antes tenía que observar la Justicia" (Guy Debord, 1985).

Actos Terroristas Impunes (El Mercurio, editorial del 25 de noviembre de 2009)


En los últimos cinco años viene cobrando creciente fuerza un nuevo
fenómeno violento: los atentados con bombas. Según información dada a
conocer por los medios- no existe estadística oficial pública al
respecto-, desde 2004 tan solo en Santiago se han registrado más de 100 de
ellos en diversas comunas y lugares. A esto se suman hechos similares en
regiones. En 2008, la reiteración de estos casos en la capital pudo
calificarse como una “ola de bombazos”, y desde entonces ese alarmante
fenómeno no ha disminuido.

Hasta ahora no hay victimas fatales (en el primer semestre, falleció el
que portaba una bomba, al estallar prematuramente esta), pero eso
parecería deberse hasta ahora solo a la voluntad de los hechores de no
causarlas. Los expertos afirman, no obstante, que se trata de bombas con
alto poder, y el azar o cambio de intención de los autores bien podrían
provocar graves lesiones o muertes.

La reacción de las autoridades ante el más reciente atentado, contra un
banco en Las Condes, confirma que la impunidad de estos actos se debe, en
gran parte, a la falta de decisión desplegada por las autoridades para
frenarlos. Todo indica que ellos son cometidos por miembros de grupos
anarquistas, que (a diferencia de organizaciones de narcotráfico, por
ejemplo) tienen escasa estructura formal y son, por tanto, difíciles de
perseguir. Su ideología vaga- oponerse a toda organización privada o
pública de cualquier naturaleza, que tenga algún grado de poder, político,
económico u otro- los hace, además, muy impredecibles. Pero nada de eso
justifica la falta de prioridad asignada por las autoridades a este tema.
En dicho caso, el fiscal nacional no se pronunció, y el fiscal regional
Metropolitano Oriente culpó a las policías por no aportar los antecedentes
para fundar una acusación penal.

Por su parte, el subsecretario del interior anuncio que preveía resultados
de las investigaciones a fines de esta semana, pero expreso que en estas
hay “elementos suficientes como para avanzar un poco más y un poco más
rápido”.

No se observa , pues, autoridad categóricamente al frente de esta materia,
con atribuciones suficientes para coordinar las instituciones
involucradas- ambas policías, las fiscalías y la Agencia Nacional de
Inteligencia-, y que rinda cuenta a la ciudadanía de las acciones
emprendidas, su costo y sus resultados. En suma, tanto para los autores de
estos delitos como para la ciudadanía en general, detonar bombas en Chile
es relativamente poco costoso y casi impune.

Sin embargo, estos “bombazos” no son delitos comunes, sino terroristas,
pues la ley respectiva tipifica como tales a aquellos que se cometan “con
la finalidad de producir en la población…el temor justificado de ser
víctima de delitos de la misma especie, sea por la naturaleza y efectos de
los medios empleados, sea por la evidencia que obedece a un plan
premeditado de atentar contra una categoría o grupo determinado de
personas”. Y la misma ley presume que existe “la finalidad de producir
dicho temor en la población en general…por el hecho de cometerse el delito
mediante artificios explosivos o incendiarios”, o con el objetivo de
“arrancar resoluciones de la autoridad o imponerle exigencias”, como
efectivamente lo hacen los panfletos que acompañan estos casos.
La seguridad pública hace exigible a las autoridades una respuesta
sustancialmente más eficaz. El fenómeno terrorista debe ser combatido con
la máxima energía en su germen mismo. No hacerlo es invitar a que el
acreciente su intensidad y entonces ya será demasiado tarde.

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