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jueves, enero 20, 2011

teoríadeladecadenciadelateoría.... 



¿TEORÍA DE LA DECADENCIA O DECADENCIA DE LA TEORÍA?
(Colectivo Aufheben /nota comite del plagio h-)



No exageramos si tildamos a este texto de “clásico” y de indispensable su lectura y discusión en el movimiento social que niega las condiciones existentes(llámese “comunismo” o “anarquía”, que no es lo mismo pero es igual). Originalmente publicado en dos partes por el colectivo británico que edita la publicación Aufheben (un concepto en alemán central en el hegelo-marxismo, que designa el acto de superar algo realizando en la praxis su momento de verdad y, al mismo tiempo, destruyéndolo -en tanto esfera separada-: es en ese sentido que hablamos de superar/destruir el arte, la política, etc.), ha sido traducido al español y circulado por ahí hace una década.

En este texto se aborda centralmente una de las mayores diferencias que ha existido en el bando anticapitalista desde hace ya mucho tiempo: ¿Es el capitalismo una fuerza histórica “progresiva” hasta cierto punto, y pasa a ser “decadente” sólo a partir del momento en que ya no logra hacer crecer las fuerzas productivas? ¿Cómo entender el concepto de “fuerzas productivas” sin caer en la lógica interna a la reproducción del capital? ¿De qué manera el grueso de la “izquierda” marxista y anarquista ha suscrito, quiéralo o no, la ideología socialdemócrata que hace suyo el punto de vista del capital en todo su “progresismo” y concepción lineal del desarrollo histórico, sobre todo al asumir que la revolución debe por sobre todo hacer seguir creciendo dichas fuerzas, y con ellas seguir eternizando el trabajo asalariado, el poder político separado, etc.?

Al revisar estos debates tratando de arribar a una posición correcta, a la síntesis revolucionaria y proletaria que es posible formular desde la teoría comunista para nuestro tiempo, los compas de Aufheben se refieren en detalle a las más significativas expresiones revolucionarias del siglo XX, tratando de analizar desde su contexto histórico tanto sus aportaciones como sus límites (la izquierda comunista alemana e italiana, Socialismo o Barbarie, la Internacional Situacionista y el autonomismo italiano –el antiguo, no la mierda posmo de ahora-).

Desde la des-organización terrorista jipi punk que es el colectivo hommodolars creemos que la difusión de este texto es urgente como tarea concreta del verano. Todavía son muchos -pero cada vez menos- los que creen que la teoría y la práctica viven en mundos separados. Pero el movimiento revolucionario proletario se distingue de todo movimiento social anterior por la auto-conciencia de su posición en la sociedad que combate, de la que deriva la necesidad de clarificación constante de sus objetivos. En este sentido es que sigue siendo cierto que no hay nada más práctico que una buena teoría.


Introducción.

Somos sujetos enfrentados a la realidad objetiva del capitalismo. El capitalismo aparece como un mundo fuera de control - la negación del control sobre nuestras propias vidas. Pero es también un mundo en crisis. ¿Cómo nos relacionamos con esta crisis?

Una idea que ha sido dominante entre los críticos del capitalismo es que la crisis capitalista, especialmente una crisis prolongada y severa como en la que estamos actualmente, demuestra que el capitalismo como sistema objetivo está declinando. El significado de la declinación es, o bien que ya se han creado las bases para el 'socialismo', y/o que el actual sistema se está moviendo a través de sus propias contradicciones hacia un estallido. El capitalismo, se ha dicho, es un sistema mundial que maduró en el siglo XIX, pero que ha entrado en su fase declinante. Según nuestro punto de vista esta teoría de la declinación o decadencia del capitalismo es un obstáculo para el proyecto de abolir el sistema.

Puede parecer un mal momento para criticar la teoría de la decadencia. Enfrentados a una desilusión generalizada respecto al proyecto revolucionario y a la falta de una ofensiva de la clase trabajadora, hay una comprensible tentación de buscar refugio en la idea de que el capitalismo como sistema objetivo se encuentra, pese a todo, moribundo, dirigiéndose inexorablemente hacia su fin. Si el movimiento subjetivo por el cambio revolucionario parece estar ausente, la gravedad de la actual crisis aparece como la evidencia de que las condiciones objetivas traerán un cambio con perspectivas de una revolución.

En la teoría de la declinación hay un conjunto de temas que se encuentran inter- relacionados (crisis, colapso automático, la periodización del capitalismo en fases ascendentes y descendentes, la noción de transición y el problema ontológico de la relación entre sujeto y objeto). En un sentido general diremos que la teoría de la declinación representa una forma de ver las sucesivas crisis del capitalismo como expresiones de una tendencia descendente general. Una complicación al analizar esta teoría es que hay numerosas versiones de ella. Entre aquellos que se presentan a sí mismos como revolucionarios las dos variantes principales de la teoría son la del trotskismo y la del comunismo de izquierda, que pese a ser similares en cuanto a su origen, son sustancialmente diferentes en cuanto a la manera en que la teoría afecta sus políticas. Para algunos comunistas de izquierda la política está virtualmente reducida a propagandizar hacia las masas el mensaje de la decadencia del capital, mientras para muchos trotskistas la teoría actúa más bien como un telón de fondo que inspira su teoría de la crisis y de la organización, y también su trabajo de agitación.

En esencia la teoría sugiere que el capitalismo como sistema surgió, creció hasta alcanzar la madurez y ya habría entrado en su fase de decadencia. Las crisis del capitalismo son vistas como la evidencia de una condición de fondo más severa: la enfermedad del sistema capitalista. El desarrollo capitalista implicaría la creciente socialización de las fuerzas productivas y llegado un cierto punto las fuerzas de producción capitalistas habrían entrado en conflicto con las relaciones de producción. El concepto de declinación del capitalismo está ligado a la teoría de la primacía de las fuerzas productivas. La fuerza motriz de la historia es vista como la contradicción entre dichas fuerzas y las relaciones de producción. Esto es en su quintaesencia una teoría marxista que se apoya en la posición básica que Marx plantea en el Prefacio a la Contribución a la Crítica de la Economía Política.

La mayoría de las versiones de esta teoría ubican el paso del capitalismo desde su madurez a su declinación en algún momento cercano a la primera guerra mundial. La forma actual de capitalismo se caracteriza por aspectos declinantes o en decadencia. Las formas en que se manifiesta este cambio son: el desplazamiento desde el laissez faire al capitalismo monopólico, la dominación que ejerce el capital financiero, el aumento de la planificación estatal, la producción para la guerra y el imperialismo. El capitalismo monopólico señala el incremento de los monopolios y carteles y la concentración del capital al extremo de que multinacionales gigantescas cuentan con más bienes que los países pequeños. Al mismo tiempo, en el fenómeno del capital financiero, se pueden ver grandes montos de capital que se desvinculan de los procesos de producción particulares para moverse ágilmente en busca de beneficios a corto plazo. Con el aumento de la planificación estatal el Estado se asimila con los monopolios de varias formas, tales como la nacionalización y el gasto en defensa – se trata del capital organizándose. Esta planificación expresa el intento del Estado de regular el funcionamiento del capitalismo en beneficio de las grandes firmas y monopolios. La estatización es vista como la evidencia de la declinación porque demuestra que la socialización objetiva de la economía iría en contra de la apropiación capitalista; ello se interpreta como una fase de declinación en que el capitalismo trata desesperadamente de mantenerse a flote mediante la adopción de métodos socialistas. El gasto público y la intervención estatal son vistos como un intento destinado al fracaso por evitar las crisis que constantemente amenazan al sistema. La producción bélica es una forma particularmente destructiva de gasto estatal, en la que grandes segmentos de la economía son destinados a una finalidad esencialmente improductiva. Esto se relaciona estrechamente con el imperialismo, que es visto como la característica del capitalismo en su época de declinación. La 'época' de dea¡cadencia supuestamente se habría iniciado, de hecho, con la división del mundo entre las grandes potencias que desde entonces lucharon en dos guerras mundiales por la redistribución del mercado mundial. Se cree que las guerras y la amenaza de guerra demuestran que la única forma en que el capitalismo puede continuar existiendo es mediante la destrucción, sugiriéndose que si el capitalismo no se puede salvar a sí mismo por otros medios nos va a conducir a la guerra.

En el momento actual, ingrato para la política revolucionaria, puede parecer deseable sustentar una posición revolucionaria en una teoría que ofrece la visión de un desarrollo objetivo de la historia en que el capitalismo parece estar dirigiéndose hacia la puerta de salida. Por otra parte, algunos de los desarrollos que han llevado a sectores revolucionarios a elaborar una teoría atractiva de la decadencia, han debilitado al mismo tiempo los supuestos de al menos algunas de las versiones de esa teoría. La crisis de la socialdemocracia y el colapso literal de la Unión Soviética han sido presentados como un triunfo del capitalismo y el final de la historia. En el este y el oeste solía ser posible enarbolar el inexorable avance de las formas socialistas como evidencia concreta de que la historia se mueve progresivamente hacia el socialismo o el comunismo. La idea de que el socialismo representaba el progreso se complementaba con la idea de que el capitalismo había entrado en una fase decadente. Se decía que la socialización de las fuerzas productivas estaba en abierta contradicción con la apropiación privada. Ahora que se concretó un giro hacia la privatización de áreas nacionalizadas en el oeste, y hacia la privatización de la propia clase dirigente en el este, la idea de que el desplazamiento hacia el socialismo es inevitable – idea dominante en la izquierda de los últimos 100 años - se debilita y la noción de que la historia está de nuestro lado ya no parece plausible. Con el fracaso de lo que se veía como 'el socialismo realmente existente' y el repliegue de las formas socialdemócratas, la identificación del socialismo con el progreso y la evolución de la sociedad humana es puesta en duda. Así, pareciera que lo que ha sufrido un colapso no es el capitalismo sino la historia misma.

El abandono de la idea de que el desarrollo histórico de las fuerzas productivas es un progreso hacia el socialismo y el comunismo ha derivado en tres principales corrientes de pensamiento:


1) La renuncia por parte de los 'nuevos realistas' y los 'socialistas de mercado' al proyecto de abolición del capitalismo y su viraje hacia el reformismo.
2) El rechazo post-moderno de la noción de una totalidad en desarrollo, y la negación de cualquier significado en la historia, lo cual deviene en una celebración de lo que existe.

3) La mantención de una perspectiva anti-capitalista pero identificando al 'progreso' o la 'civilización' como el problema. Este romanticismo implica suponer que la idea de movimiento histórico era errada y que lo que en realidad debemos hacer es retroceder.


Estas orientaciones no son excluyentes entre sí, por supuesto. La práctica post- moderna, en la medida que existe, es reformista, y la fracción anti-progreso se enraiza en el ataque post-moderno contra la historia. Frente a la pobreza de estas alternativas aparentes no es de extrañar que muchos revolucionarios busquen reafirmar una teoría de la decadencia o declinación: afirman que el comunismo o el socialismo sigue siendo necesariamente el próximo paso en la evolución humana, que el curso evolutivo pudo haber sufrido un retroceso pero que todavía podemos ver en la crisis que el capitalismo se está desmoronando. Sin embargo, frente a derivaciones insatisfactorias de la teoría la única alternativa no es reafirmar sus fundamentos, más bien lo que debemos hacer es re-examinarlos críticamente.
Podemos analizar la teoría de la declinación representada por dos principales facciones (¿en la izquierda?): trotskismo y comunismo de izquierda. En los comunistas de izquierda la teoría de la decadencia está en el centro de sus análisis. Todo lo que ocurre se interpreta como prueba de que la decadencia está en aumento. Un ejemplo de esto es la Internacional Communist Current (ICC: Corriente Comunista Internacional). Para este grupo, la crisis capitalista se ha vuelto crónica: 'todos los grandes momentos de la lucha proletaria han sido provocados por las crisis capitalistas'; la crisis actúa sobre el proletariado y hace posible la 'intervención de los revolucionarios'; la tarea de éstos es difundir la idea de la decadencia del capitalismo y los objetivos que pone en la agenda histórica; 'la intervención de los revolucionarios dentro de su clase debe en primer lugar y ante todo mostrar cómo este colapso de la economía capitalista demuestra más que nunca la NECESIDAD HISTÓRICA de la revolución comunista mundial, a la vez que crea la posibilidad de realizarla'. Se trata de un modelo en que la decadencia del capitalismo es una realidad objetiva que surge de su propia dinámica, que hace la revolución comunista necesaria y posible, siendo el trabajo de los revolucionarios llevar esta verdad a la clase que va a estar objetivamente predispuesta a recibir el mensaje debido a su experiencia de la crisis. ¡Hasta ahora no ha habido suerte! Aún así, para los partidarios de esta teoría la decadencia no puede sino empeorar: ya llegará nuestro momento.

En los troskos esta noción no aparece de manera tan frontal, pero de todas formas determina su teoría y su práctica. A diferencia de la repetición purista de la frase eterna sobre la decadencia que hacen los comunistas de izquierda, los troskos parecen caracterizarse por su adaptación positiva a la moda política, pero tras estas actitudes subyace una posición similar. A pesar de su insistencia en reclutar miembros conectándose con cualquier tipo de lucha, los partidos trotskistas tienen el mismo modelo objetivista acerca de lo que el capitalismo es y de las razones por las que se va a desmoronar. Agrupan miembros ahora y esperan el momento en que, debido al colapso del capitalismo, ellos van a tener la oportunidad de crecer y alcanzar el poder estatal. La posición del trotskismo ortodoxo está expresada en la declaración fundacional de la Cuarta Internacional, donde Trotsky señala: 'El prerrequisito económico para la revolución proletaria ha alcanzado en general el punto más alto de concreción que puede alcanzar bajo el capitalismo. Las fuerzas productivas de la humanidad se han estancado... Las condiciones objetivas para la revolución no sólo han madurado, se están comenzando a pudrir. Sin una revolución socialista en el período histórico inmediato una catástrofe amenaza al conjunto de la humanidad. Ahora es el turno del proletariado, conducido por su vanguardia revolucionaria. La crisis histórica de la humanidad se reduce a la crisis de dirección revolucionaria'.

Una diferencia significativa a nivel teórico es que la versión trotskista identificó históricamente a la Unión Soviética inicial como una parte (políticamente degenerada) del movimiento de la economía hacia el progreso histórico, mientras para los comunistas de izquierda ésta ejemplificaba la decadencia de la época. Así, la teoría trotskista de la decadencia, que tendía a ver a la Unión Soviética como progresista y como una prueba del carácter transicional de la época, ha sido más remecida por su colapso que la versión de los comunistas de izquierda, para quienes se trataba sólo de capitalismo de Estado y su destino era simplemente correr la suerte de la crisis permanente del capitalismo. A pesar de su antipatía hacia 'el ala izquierda del programa del capital', los comunistas de izquierda coinciden con las posiciones generales de los trotskistas sobre la decadencia del capitalismo. De hecho, los de la International Communist Current piensan que los errores de la teoría trotskista obedecen a que no manejan una concepción adecuada de la decadencia. Esta similitud que subyace a ambas corrientes puede encontrarse también en una mirada a su historia. Tanto los troskos como los comunistas de izquierda reclaman la herencia de los movimientos de los trabajadores. Ambos siguen una herencia que proviene de la Segunda Internacional, y su polémica reside en si las figuras en que se expresó la continuidad de la tradición marxista clásica después de 1917 fueron Lenin y Trotsky o Panekoek y Bordiga. Si es así, entonces para comprender y criticar la teoría de la decadencia del capitalismo debemos seguir su historia desde el marxismo de la Segunda Internacional.




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