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domingo, julio 17, 2011

Acerca de la comprensión comunista/anárquica de las actuales protestas estudiantiles (x R.A.P.) 


Acerca de la comprensión comunista/anárquica de las actuales protestas estudiantiles

Hemos estado leyendo los panfletos difundidos por Hommodolars en relación a las últimas manifestaciones estudiantiles, así como los comentarios del propio sitio sobre los mismos y las referidas movilizaciones. En este sentido, nos han surgido algunas reflexiones que tienen que ver, sobre todo, con el análisis y comprensión de estas luchas parciales y, en coherencia con ello, la postura y acción de las minorías revolucionarias frente a tales procesos.

Los panfletos por sí mismos contienen una crítica (que obviamente compartimos) a las castraciones ciudadanistas y reformistas del propio proceso de movilizaciones, así como un llamado a la superación de estos límites, a la profundización de los análisis y a la radicalización teórica/práctica en base, principalmente, a la mantención y transformación de los espacios ocupados para ir más allá de las demandas al estado; para la generación de relaciones que rompan con la cotidianidad alienante del capital. También intentan clarificar el rol de la educación en la sociedad capitalista -como transmisora de la ideología dominante y generadora de mano de obra cualificada y funcional a los engranajes del sistema-, en perspectivas de romper con su mistificación como herramienta neutral de progreso social. En tal sentido, concordamos en lo fundamental y creemos necesaria la difusión de este material, la que alentamos. Por lo visto, los/as compas de HD también se identifican con los mencionados panfletos, razón por la que le dan espacio en su web. Sin embargo, pensamos que las notas y comentarios de HD al respecto contienen algunos errores importantes. No es sólo el lenguaje (muy agresivo), sino que pensamos que existe una desconexión ideológica con la clase en sí. No nos parece correcto (en un sentido teórico, no solamente discursivo) denominar como “estupidez” la lucha parcial -o incluso artificial- de un sector social específico (en este caso, el estudiantado). Si bien, no creemos ser los únicos en sentir un instintivo desprecio hacia el mundillo estudiantil universitario "buena onda", que se compró aquello de que era la "élite intelectual del país" y de que con sus lamentos democráticos van a ayudar a los "más necesitados", entender desde posiciones comunistas revolucionarias estas movilizaciones sólo como superficialidades y consecuencias del capitalismo espectacular, es no ver las potencialidades rupturistas que se van dibujando en estos momentos. Porque más de 100 mil estudiantes en las calles en todo el país no es sólo una muestra más del borreguismo reformista. Hay algo más. Si bien no toda movilización popular es constitutiva del desarrollo del movimiento comunista, la lucha de masas sí es imprescindible para el avance efectivo del mismo. Es decir, de manera más general, que no todo lo proletario es revolucionario (1) , pero la ruptura comunista/anárquica sin la acción del proletariado constituido como clase es imposible (2) .

Con todo, cuando la "gente común" pide más democracia, lo que está realmente haciendo es reconocer en la práctica la enajenación cotidiana de la que es parte, la falta intolerable de control y decisión sobre sus vidas. Y todo aquello lo reviste con la imagen mistificada y mitificada de la democracia, la cual en su expresión supuestamente auténtica garantizaría la posibilidad de expresar sus opiniones y definir el curso de su vida en base al intercambio libre de las mismas. Entregar elementos para romper con esa mistificación es una de las tareas de lxs comunistas/anárquicos, y eso se hace de manera seria y siendo parte de las experiencias (no de todas, claro está, sino de las que, luego de un determinado análisis, veamos como potenciales).

No se trata de que creamos que a partir de estas movilizaciones, dotándolas con una correcta orientación o conducción, entremos de lleno a un periodo abiertamente revolucionario, sino que las entendamos como procesos necesarios para la experiencia colectiva de la clase, desde los cuales comienza a abrirse camino hacia su propia liberación. Por ello, la potenciación de las características autónomas y rupturistas de estas protestas y demás acciones, que creemos posible, se torna una tarea fundamental de las individualidades y agrupaciones comunistas/anárquicas. Tenemos claro que la revolución no se trata de la acumulación cuantitativa de experiencias similares a las actuales (muy limitadas en su forma y contenido). No es la suma de parcialidades la que de por sí se torna revolucionaria. Ante todo, se requiere de cambios cualitativos para entrar a una fase de enfrentamiento clasista abierto. Es decir, es la esencia del movimiento la que debe ser distinta. Pero esa esencia, si bien no es consecuencia directa de la mera sumatoria de experiencias aisladas, si tiene sus raíces en el desarrollo de dichos procesos. Es por todo esto que los empeños de HD en demostrar el reformismo y la “estupidez” de estas experiencias no nos parecen aportadores ni clarificadores. No porque solamente el lenguaje sea agresivo, sino porque no reconoce la validez de estos eventos como posibles pasos para el movimiento en general, para generar una conciencia proletaria verdadera. Y es que la mantención de esta actitud lleva a la inacción y al desdén reaccionario hacia la actividad de la clase. Por supuesto que tampoco se trata de querer conducir estas movilizaciones asumiendo sus propias limitaciones, cuestión que, según nos parece, hacen o pretenden hacer otras organizaciones del marxismo-leninismo y afines al anarquismo oficial y plataformista. Son éstas las que, en nombre de la “inserción social”, lo que hacen es, tácita o explícitamente, asumir una limitación perpetua de las capacidades intelectuales, organizativas y revolucionarias del proletariado, puesto que no pretenden superar sino sumar parcialidades que, bajo su alero, serían conducidas por la senda correcta (senda que es tan diversa como diverso es el espectro del izquierdismo). Como hemos planteado, la alteración de las relaciones en el seno de estas experiencias es la que nos interesa, no la conducción técnica y politiquera de un amasijo de contradicciones.

Por otro lado, lejos de condenar la violencia proletaria organizada o instintiva, y despreciando profundamente la actitud "pacifista" (y, paradójicamente, a menudo muy violenta con el "violentista") del “ciudadano democrático”, no nos encuadramos tampoco en la apologización y recuperación ideológica de todo desmadre que se produzca en las calles, muchos de ellos también interpretables como expresión espectacular de la violencia cotidiana que el sistema impone y reproduce. No toda expresión de lucha proletaria debe recurrir a la fuerza en todo momento. Pero la madurez de las mismas ya dará cuenta de eso.

En definitiva, el estudiantado sólo pasará a ser un agente de ruptura cuando sea capaz de comprenderse como parte integral de la clase sometida a la explotación, y como tal luche ya no por una mejor domesticación, sino por la subversión total de las relaciones alienantes, producidas y reproducidas por la sociedad de clases. Aquí no hay ninguna controversia con los/as compañeros/as de HD. Pero ese proceso no se logra sólo con la difusión de panfletos y comunicados, menos si estos se empeñan en desacreditar las experiencias particulares por sus evidentes limitaciones. Es, sobre todo, un camino cuyo inicio está en la superación de estas experiencias. No desconocemos la posibilidad de que a la vez se constituyan en mecanismos de autocontrol del mismo sistema, pero distanciarnos por este motivo es perder de vista las experiencias necesarias para el avance de la conciencia y acción proletaria para su autoliberación.

Finalmente, hay que denunciar el intento mediático, estatal y reformista de fijar bajo sus criterios los límites entre manifestantes “buenos”, aquellos que con sus demandas en el marco de la legalidad contribuirían al progreso nacional, y los malos, esos “infiltrados ideologizados” que sólo buscan destruir (la expresión en la prensa de este intento es tan burda, que no debería costar mucho derribarla).
Esperamos que estos comentarios sean recibidos como una visión crítica fraternal y, en ningún caso, como un ataque o intento de demarcación entre lo correcto y lo falso. Si planteamos todo lo anterior, es porque reconocemos en HD un importante espacio difusor de teoría radical y análisis derivados de ella. Creemos que el fortalecimiento de una perspectiva comunista radical precisa de una crítica y autocrítica constante, dura si se requiere, pero fraterna y libre de suspicacias que no deberían tener lugar entre quienes nos planteamos la superación de las prácticas comunes de la izquierda del capital.

Por lo demás, en tiempos como estos, en que la acción y conciencia del movimiento proletario son débiles en términos generales, creemos necesario valorizar la integralidad y radicalidad de la teoría y praxis total de la clase, con el fin de generar perspectivas y posibilidades coherentes que permitan el advenimiento de un escenario (realmente) revolucionario. De ahí el interés en plantear nuestro punto de vista y posiciones, no sólo como ataque al status-quo, si no también como contribución al movimiento del que, un puñado de compañeros que conformamos las RAP, creemos ser parte.

Saludos revolucionarios.

Redes por la Autonomía Proletaria - RAP.

NOTAS:

1:No creemos necesario desarrollar más este punto. Baste decir que la existencia del proletariado requiere de la alienación del mismo, por tanto la actitud “normal” de la clase, bajo la dominación de la ideología (siempre burguesa), tiende a ser reaccionaria. Así el machismo, la homofobia, el racismo, el nacionalismo, etc., son actitudes proletarias que claramente constituyen un obstáculo en el desarrollo de la propia conciencia clasista revolucionaria, y el hecho de recuperarlas so pretexto de “acercarse al pueblo” es parte de una política evidentemente reaccionaria.

2: Y esto es lo que no comprenden ciertas corrientes del anarquismo, que promueven el “ataque ahora ya” al capital, mistificando ciertas acciones pirotécnicas en particular y desdeñando al “pueblo”, porque este sería un ente pasivo y totalmente entregado a la dinámica del sistema. Una cosa es reconocer el estado actual de la clase, y otra es perpetuar ideológicamente tal estado y entregarse a la idea romántica de crear islotes de resistencia y ataque al sistema. Ataque por lo demás ilusorio, porque el capitalismo prosigue su funcionamiento sin variar significativamente luego de estas acciones, respondiendo a su vez con su clásica maquinaria represiva mediática-estatal y enviando compañeros y compañeras a sus centros carcelarios o a la muerte. El capitalismo está fundado en relaciones sociales, por tanto son éstas las que deben ser subvertidas, desde el contacto interpersonal más íntimo hasta la relación inter-clasista mediada por la dominación, proceso en el cual el enfrentamiento físico con los aparatos contra-revolucionarios es sólo una parte. No desconocemos los brotes aislados de respuestas radicales a las condiciones brutales en las que nos mantiene el capital y sus estados, pero también comprendemos que para constituir una amenaza para la existencia del sistema y a la vez una propuesta creativa de relaciones sociales no-alienadas, hace falta más que la mera multiplicación de estos focos de lucha.

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