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martes, agosto 09, 2011

Hay más que destruir que construir 


“La injusticia no es anónima, tiene nombre y dirección”.
Bertolt Brecht

La teoría situacionista, como crítica integral de la totalidad de las condiciones de supervivencia y del capitalismo espectacular-mercantil que las necesita, ha sido verificada por los hechos de la falsificación. No se puede combatir la alineación bajo formas alienadas. El sabotaje de este mundo, empieza por la ruptura con los roles que nos impone el sistema, por el sabotaje de nuestra muerte en vida y la negación del papel que nos asignan y diseñan. En estos momentos hablar de Revolución es tener un cadáver en la boca, sólo hace falta mirar a nuestro alrededor para ver un decorado que nos recuerda constantemente la derrota. El sabotaje es pues una acción que sirve de revulsivo contra la irrealidad que nos oprime. Una práctica que no ha escapado a las recuperaciones ideológicas transformándola en “terrorismo” (la profesionalización del sabotaje) que no ha hecho más que reforzar el sistema debido a su carácter centralista, jerarquizado y militarista. Hoy, no se plantea el crear una organización armada de este tipo sino el ataque difuso de pequeños grupos de afinidad incontrolables por alguna estructura superior que se unen y desunen como las mareas lunares. Unas mareas que nacen de la conciencia de lo mal que están las cosas y lo peor que se van a poner por el desarrollo de los acontecimientos.

En el siglo XIX existía una práctica similar que puso en jaque al capitalismo incipiente. Aparte de los ataques luditas, las llamadas “rondas proletarias” que por su falta de estructura rígida y su máxima flexibilidad en los ataques hizo casi imposible su represión y recuperación, en la que cumplieron un papel principal los, también incipiente, sindicatos. Un grupo de gente se juntaba, golpeaba y se diluía en la masa mientras un nuevo grupo se formaba en su interior. Este sabotaje difuso hace dificilísimo para el enemigo el llegar a detener a nadie, esto convierte este ataque en un universo de placeres para gamberr@s ilustrad@s cuyas sensaciones son imposibles de describir o comunicar con el pobre y banal lenguaje de las palabras.

El juego de la subversión cuyas reglas escriben l@s que participan de él, se vuelve un arma eficaz contra el capitalismo en todas sus formas. Hay más que destruir que construir.

Instituto Asturiano de Vandalismo Comparado

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