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miércoles, agosto 22, 2012

Lea Revista "Qué Pasa": ¿cómo evitar que su hijo se convierta en un maldito punk vegano anarco insurreccionalista?  


ACTUALIDAD

La ruta de Pitronello

El anarquista cuyo proceso ha sido objeto de polémica no sólo genera interés en el círculo judicial. Su caso es analizado por organismos de inteligencia como la ANI por ser un ejemplo de qué lleva a un joven a poner una bomba. Éstas son las pistas que estudian para entender ese camino.
Por Sebastián Rivas | sebastian.rivas@quepasa.cl.

La noticia, a simple vista, no tenía nada que ver con Chile. El 7 de octubre de 2011, la policía de Indonesia anunció la detención en Yogyakarta de dos jóvenes, Reyhard Rumbayan y Augusto Billy, acusados de colocar una bomba en un cajero automático del ATM Bank, uno de los bancos más importantes de ese país. Sin embargo, un dato hizo que los organismos de inteligencia chilenos, a más de 15 mil kilómetros de distancia, activaran un monitoreo del caso. Era el nombre que daban al comando que realizó el ataque: “Larga vida a Luciano Tortuga”.
“Tortuga” es el nombre con el que se conoce en los círculos anarquistas a Luciano Pitronello Schuffeneger, el joven de 23 años que el 1 de junio del año pasado intentó colocar una bomba en un banco de la avenida Vicuña Mackenna y terminó con la explosión del artefacto en su cuerpo, que le causó la pérdida de tres dedos de la mano izquierda y quemaduras en el 30% de su cuerpo. El miércoles pasado, los jueces del Cuarto Tribunal Oral de Santiago, en voto dividido, desestimaron la acusación por acto terrorista en su contra, y lo condenaron a seis años de libertad vigilada por daños, una resolución que causó una fuerte polémica a nivel político.
Pero más allá del fallo, la figura de Pitronello hoy no sólo es un referente para quienes comparten su pensamiento. Su trayectoria también es motivo de análisis en las instituciones de inteligencia chilenas. Para ellos, es un ejemplo para entender quiénes son los jóvenes que están adhiriendo a las causas anarquistas. Un “prototipo” que siguió una trayectoria similar a la de muchos otros, pero que hoy está convertido en un emblema internacional.
Es la historia de cómo Luciano se convirtió en “Tortuga”.

Libre y salvaje

Los análisis reservados que ha entregado la Agencia Nacional de Inteligencia (ANI) al gobierno, las policías y los fiscales dicen que el grupo que coloca bombas es reducido y hermético: cerca de 60 personas, a los que se les denomina “anarquistas insurreccionales”, para diferenciarlos de otras formas de anarquismo que no impulsan la violencia. Éstos se dividen en dos grandes sectores. El primero está compuesto por ex militantes de movimientos subversivos, que tienen entre 30 y 40 años, y donde quienes provienen del MAPU-Lautaro reciben un reconocimiento especial, por ser uno de los pocos grupos cuyos ataques se mantuvieron durante los años de democracia. Enseñan técnicas operativas para colocar bombas y son una suerte de “padrinos ideológicos” de los jóvenes. Se los conoce como “tardoanarquistas”.
El segundo grupo es el de los “anarquistas puros”. Su reclutamiento parte entre los 14 y los 15 años, y sigue entre los universitarios. Los análisis apuntan a que tienen una fuerte preparación ideológica, y que van desarrollando una progresión de entre cuatro a cinco años antes de que pasen a la fase de colocar bombas.
El caso de Pitronello es un ejemplo perfecto. Sus primeros escritos son de 2005, con 17 años, cuando en algunos blogs se declaraba “anarquista” y llamaba a dejar de consumir Coca-Cola. En 2006, participó en las marchas “pingüinas” e integraba el colectivo que organizó el ataque al automóvil de la jueza Gloria Ana Chevesich.
Por esa época, Pitronello empezó a desarrollar un perfil ligado a la defensa de los animales. En 2007 asistió a una de las protestas frente a la embajada de Japón contra la caza de ballenas. Simultáneamente, debatía en  internet sobre temas como si, por ser anarquistas, podían o no usar el computador, e incluso otros de sus amigos lo criticaban por usar cinturón de cuero siendo un defensor de los animales.
De esos años son dos de los conceptos que hasta hoy se repiten en las páginas web de corte anarquista que aluden a Pitronello, ambos ligados a los animales: su apodo de “Tortuga” y su lema, “Libre y salvaje”, fotografiándose con grafitis que tenían esa leyenda.
Los análisis de inteligencia apuntan a que ya mostraba una tendencia. En esos círculos se definen nueve fases del anarquismo insurreccional: animalista, primitivista, anticapitalista, contracivilizatoria, antiautoritaria, antipolicial, antisocial, anticarcelaria y anticlerical. Según el análisis, hacia 2007 Pitronello adhería al menos a las cuatro primeras. Los años siguientes lo endurecerían.

Hombre en tránsito

El crecimiento de Pitronello iba de la mano con el avance del movimiento anarquista insurreccional. El análisis de la ANI indica que, aun cuando existen colectivos desde 1996 y ataques esporádicos a partir de 2000, es en 2005 cuando comienzan a asumir su fisonomía actual, con bombas en lugares simbólicos, ataques incendiarios y reivindicaciones aludiendo a referentes locales o internacionales.
Según el análisis de inteligencia, en 2008 ocurre un quiebre clave: Pitronello se va de su casa y empieza a vivir junto a colectivos okupas. Así configuró un perfil que es frecuente entre los anarquistas insurreccionales: jóvenes de clase media-alta, con problemas familiares  y cuyo círculo social quedaba reducido a sus compañeros de causa.
En esos centros, los referentes comunes eran grupos de las décadas de 1960 a 1980, como el Frente de Liberación Animal de Gran Bretaña (ALF), la RAF (Fracción del Ejército Rojo) alemana, los estadounidenses The Weather Underground y el Movimiento Ibérico de Liberación español. Otro caso que llamaba la atención era el de Ted Kaczynski, el “Unabomber” estadounidense que mandó 16 bombas a distintos objetivos entre 1978 y 1995.
Pitronello permaneció en las casas okupas en el período más álgido de las colocaciones de bombas, al menos en Santiago. Entre 2007 y 2009 hubo 54 ataques. Uno de ellos, el 22 de mayo, causó la muerte de Mauricio Morales, un joven que vivía en la casa okupa Sacco y Vanzetti y al que le explotó la bomba mientras iba en bicicleta. Pitronello vivía en la misma casa y fue investigado por su presunta colaboración.
Ese período de vida y adoctrinamiento ideológico habría derivado en que Pitronello se decidiera a colocar una bomba. En los círculos de inteligencia plantean que el patrón indica que, si bien no existe una jerarquía formal entre los anarquistas insurreccionales, sí hay organización y debate previo a llevar a cabo ese tipo de acciones.

El “Tortuga”, el ícono

“Fuerza, Tortuga”, es el rayado en que la “A” final aparece con el símbolo del anarquismo. Apareció a fines de abril en Chillán, pocos días antes de que se colocara el primer artefacto explosivo en esa ciudad. Hace dos semanas, en Antofagasta, una bomba en un cajero automático también solidarizaba con la situación de Pitronello.
Los rayados, los panfletos, las discusiones en internet y la aparición de publicaciones son los elementos que monitorean los organismos de inteligencia para determinar la presencia de grupos anarquistas insurreccionales. Aun cuando la principal actividad se ha concentrado en Santiago y Valparaíso, los últimos reportes añaden a Calama, Concepción y Puerto Montt en la lista de centros urbanos con posibles grupos de esta naturaleza.
Las publicaciones electrónicas -como blogs y sitios web- son especialmente importantes para la labor de inteligencia, porque los grupos son difíciles de infiltrar, pero tienen un gusto especial por escribir sus pensamientos.
Ese trabajo ha permitido detectar códigos. Por ejemplo, los llamados a “jornadas de solidaridad” dan pistas de que esos días ocurrirán ataques. El análisis es que existe una coordinación a través de esas herramientas.
A partir de esos datos, el diagnóstico es que Pitronello se ha convertido en un referente no sólo para las nuevas generaciones de anarquistas chilenos, sino también a nivel mundial. Como muchos usan internet de plataforma de difusión, el caso ha llevado a jornadas de protesta anarquista en países como Indonesia, Perú, México, Italia, Grecia y Argentina.
El trabajo de la ANI está concentrado en monitorear a quienes aparecen como principales líderes y estar pendientes de los lugares de reclutamiento. Esa labor, según círculos de inteligencia, ha permitido detenciones como la del sociólogo Hans Niemeyer, quien la semana pasada fue formalizado por tres bombas. Sin embargo, según los análisis, es muy complejo pensar en una desaparición total de los ataques, por el perfil ideológico de los adherentes. Y se ejemplifica con una de las cartas de Pitronello en enero de 2012, en donde reafirmaba el mismo principio que lo acompaña desde sus inicios: “Voy a luchar para vivir y vivir para luchar. Hasta ser libres y salvajes”.


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