<$BlogRSDUrl$>

miércoles, marzo 09, 2016

Un imbécil pontificando en El Mercurio en contra de la "anarquía escolar". 

La otra ví a este imbécil en la calle, cerca de donde trabajo, y no le dije nada.
Su jeta de imbécil es más impresionante en vivo que en El Merculo, y por lo mismo es que (además de no querer ser detenido por enésima vez en mi no tan corta vida) pensé que se debe sentir mal golpear en la jeta a un inimputable.

Su columna del día de hoy en el Diario de Agustín  es un invaluable insumo para estudiar científicamente el "pensamiento" de Derechas, y la estupidez humana:

SOCIALISTAS Y DISCIPLINA ESCOLAR
x un imbécil innombrable

Los que propugnan políticas educacionales que hacen imposible la más elemental disciplina, ¿habrán entrado alguna vez a una sala de clases? Y si lo hicieron en alguna ocasión en el pasado, ¿estarán efectivamente enseñando en este marzo de 2016?

La respuesta de algunos de ellos podría ser positiva, y seguramente fundamentarían su apoyo a las tesis contrarias a la disciplina en los colegios en variados estudios de sesudos investigadores. Pero estos últimos sí que no entran en las salas de clases, ya que se dedican a formular teorías liberacionistas que después supuestamente fundamentan en sesgadas "investigaciones de campo". Elucubran una tesis, elaboran los datos y finalmente publican.

Por eso, la pregunta hay que sacarla de la sala de clases y llevarla a la casa, a la familia. Los tipos que propugnan esta anarquía educativa, ¿la practican con sus hijos? ¿En sus familias, dejan hacer casi de todo a los de 11, 15 o 17 años? Lo que estos genios de la educación van a impedir que sea castigado en el colegio, ¿lo dejan pasar en sus casas? ¿Aceptan que un hijo los llame trepadores, que una hija acuse a su madre de haberla derribado sin que jamás hubiese sucedido algo así, permiten que uno de los suyos entre al comedor armado, aceptan que una hija le robe el celular a su hermana o que les mienta a sus padres respecto de sus actividades durante el día?

El viernes pasado, hacia las 8 de la tarde, en la esquina de Marchant Pereira con Carlos Antúnez y mientras esperaba la luz verde para cruzar, este peatón fue increpado por un sujeto cuarentón, de barba tre giorni , quien al mando de un magnífico Volvo me saludó con su concepto favorito: "Fachooo", gritó, mientras salía aprovechando su luz verde a 40, 70, 100 kilómetros por hora rumbo al plácido sector oriente.

Lo que el buen sujeto quería transmitirme era: tú eres facho porque insistes en que Chile ha podido transitar por caminos de libertad y prosperidad, gracias a la presidencia Pinochet, y por hacerlo, tienes que cargar con todos los costos. Y yo -sugería el astuto agresor-, yo soy partidario del socialismo, pero me quedo con todos los beneficios del sistema que tú defiendes. Tú camina a tu casa, pobre peatón; yo manejo en Volvo a la mía.

Exactamente lo mismo que se pretende en la educación.

Los defensores de una enseñanza basada en la seriedad de los contenidos, en la solidez de los proyectos educativos y en el rigor de la disciplina serán condenados a pagar todos los costos del sistema que han practicado, simplemente porque el socialismo no tolera la libertad. Al mismo tiempo, los partidarios de la emancipación infantil, los teorizantes de la anarquía juvenil, defenderán a gritos las políticas que impiden la disciplina escolar, mientras manejan su Volvo, perdón, mientras administran su propia casa justamente con los criterios de los que reniegan. Ah, y por cierto, todo esto lo predican mientras mandan a sus hijos a colegios particulares pagados en los que se asegura un buen resultado académico, justamente porque a esos cabros chicos no los dejan hacer lo que les da la gana. Y si en otros colegios la indisciplina es causa de drogadicción, violencia, embarazos y mínimo aprendizaje, dirán que se debe a la falta de inclusión y al copago.

Una de las máximas ocultas del socialismo es justamente esta: lo que les exijo a los demás, lo que me conviene para poder dominarlos, es lo que -obviamente- no me conviene en lo más mínimo aplicarme a mí mismo. Ni en la casa, ni en el sindicato, ni en el partido: ahí el socialista exige disciplina.

Al fin de cuentas, son los cristianos los que quieren obligarse a vivir del modo en que piensan; los socialistas no tienen por qué someterse a algo tan incómodo. 


Etiquetas: , ,


Comments: Publicar un comentario

This page is powered by Blogger. Isn't yours?