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martes, enero 30, 2018

Allen Ginsberg en Cuba (con Nicanor Parra). Entrevista a Gay Sunshine (1973). 

Allen Ginsberg fue entrevistado por Allen Young para la revista Gay Sunshine, 1973. Hay un libro en dos tomos llamado “Cónsules de Sodoma” donde se reúnen las mejores entrevistas de dicha publicación setentera, incluyendo la que a mi juicio es la mejor de todas: la entrevista a William S. Burroughs.

En esta entrevista Ginsberg relata de manera muy significativa algunos pormenores de su viaje a la que muchos aún quieren ver como “Cuba revolucionaria”, de la cual fue expulsado por ser persona non grata para la burocracia policial disfrazada de marxista. En su relato nos toparemos con una tímida aparición del recientemente fallecido Nicanor Parra, que aparentemente tampoco se llevó muy bien con dicho aparato, pero al menos no llegó a ser expulsado de la isla. Con todo, pese al trato suministrado, Ginsberg no pudo evitar la tentación izquierdista de seguir apoyando la “revolución cubana”, porque al igual que el 99% de los izquierdistas, no comprendía el carácter capitalista y en ningún caso socialista de la misma.

La selección y los destacados son nuestros.

Entrevista completa, aquí



YOUNG: En 1965, circulaban varias historias sobre tu visita y tu salida de Cuba. Me gustaría saber más acerca de lo que hiciste y dijiste en Cuba, y qué fue lo que hizo que finalmente te deportaran.


GINSBERG: Bueno, lo peor que dije fue que había oído rumores de que Raúl Castro era gay y que el Che Guevara era guapo. Lo más sustancial fue que preguntaba por qué, hasta 1965, la política sobre la marihuana había sido tan desastrosa y tan poco científica. No acepté la respuesta que me dieron, según la cual los soldados de Batista la usaban para ponerse en onda y, en ese estado, disparar contra ellos; no creí que eso fuera verdad. Mirando retrospectivamente, no parece que viniera al caso que la necesitaran, pero al mismo tiempo tampoco parece que viniera al caso prohibirla. Perseguían a los homosexuales dentro de los grupos de teatro, que en aquella época estaban orientados principalmente hacia lo gay. En vez de encontrar una salida para eso, trataron de acabar con ello enviando a todo el mundo a cortar caña. Este fue un intento de humillarlos, recurrieron a la caña para humillarlos en lugar de integrarlos, y no se habló del asunto en los periódicos. Fue una campaña secreta, donde todos los acólitos de la Liga de Juventudes Comunistas del Partido, muchachos patrioteros, como las nixonettes, por así decirlo, acusaban todo el mundo que no era de su agrado ser marica.

No estaba bien visto llevar barbas y pelo largo, a pesar de que ése fuera el estilo característico de Castro y de los libertadores de la calle principal, conocida como La Rampa. La policía detenía a las personas y las arrestaba por llevar pelo largo, acusadas de existencialistas y degeneradas. Un grupo de chicos jóvenes, miembros de un grupo de poetas que yo conocía, "El Puente", eran molestados por la policía; no les permitían publicar y los llamaban maricas. Una noche, todo el grupo de escritores del Encuentro Interamericano, auspiciado por La Casa de las Américas, fue al teatro a escuchar un concierto de música feeling. Allí se nos unió un grupo de jóvenes poetas. Cuando abandonaron el teatro, todos fueron detenidos por la policía, arrestados y amonestados por andar con extranjeros. Algunos de estos jóvenes poetas estaban traduciendo mi obra.

Bueno, ahí teníamos toda esa burocracia policial en Cuba, extremadamente dura, y con una actitud muy rígida con respecto a toda esa cultura basada en las barbas; en la revolución sexual, en el intercambio y la homosexualidad. En otras palabras, no existía una verdadera revolución cultural; básicamente aún existía una mentalidad católica. Como en muchos países comunistas, los acólitos partidistas y los policías burócratas eran como los secuaces del alcalde Daley: patrioteros culigordos, chapados a la antigua. Conservadores egoístas, que de ningún modo eran comunistas de corazón, controlaban cada vez más las burocracias de la policía y de la inmigración; y se ponían frenéticos con los que follaban con los ojos abiertos, oían a los Beatles, leían libros interesantes como los de Genet, y peleaban en Bahía Cochinos contra los americanos. Incluso los que habían estado en la sierra con Castro mantenían una actitud muy reservada en cuanto a fumar hierba. La prensa era aburrida, estaba monolíticamente controlada, y los reporteros me recordaban mucho a los farisaicos reporteros del "Daily News", en cuanto a sus opiniones y argumentos. Seguí hablando allí, tal como lo hacia aquí, sobre mi posición antiautoritaria. Pero mi sentimiento básico era de simpatía hacia la Revolución. Tenía amigos que vivían allá, fui huésped invitado y formé parte del jurado en un concurso literario donde ¡me limité a cerrar la boca! Lo peor era lo que se decía de la homosexualidad y el reto a la posición oficial sobre el tema. Castro había adoptado una posición oficial con un discurso en la Universidad, en el cual atacó la homosexualidad. La llamó degenerada o anormal. Lo veía cómo una cábala, tal vez una conspiración. Creo que elogió la Liga de Juventudes Comunistas por delatar a los maricas.

Yo le sugerí a Haydée Santamaría que invitasen a los Beatles y obtuve esta respuesta: "No tienen ideología; tratamos de construir una revolución con ideología". Bueno, eso está bien, pero ¿cuál era la ideología que proponían? ¿Una burocracia policial que persiguiera a los maricas? Creo que están gastando una gran cantidad de energía en eso. Algunos de esos "maricas" habían sido los mejores revolucionarios —gente que peleó en Bahía Cochinos de Playa Girón— Yo me acosté con un joven poeta a escondidas. Un día me fumé un porro mientras caminaba a lo largo de una calle sombreada con un compañero barbudo que me dijo que había estado en las montañas con Castro, y que ahí habían fumado. Pero hasta ahí llegó mi "conducta criminal".

Creo que uno de los resultados más brillantes e interesantes obtenidos por la Liberación Gay en Cuba fue la confrontación con la burocracia policial represiva y conservadora. Creo que la confrontación entre la Brigada Venceremos y la Liberación Gay, que muestra el bloqueo mental cubano frente al tema de la homosexualidad, es una de las cosas más provechosas hechas por el Movimiento a escala internacional. Al menos trajo la pregunta a un primer plano de la conciencia. La gente del Movimiento fue allí para ofrecerse, no tanto por confrontar a los cubanos, sino por averiguar lo que estaba pasando. Ellos eran obviamente favorables al cambio y a la Revolución. Puesto que se trataba de un grupo de Liberación Gay, la prensa derechista y capitalista no podía sacar ventaja de la confrontación y avergonzar a Cuba, por que entonces ¡tendrían que haber apoyado al Movimiento! Así que el Movimiento tenía el toro por los cuernos, dentro de un contexto de confraternidad, de reto a la mentalidad machista y represiva cubana, de un modo constructivo. No creo que el Partido Comunista de allá reaccionara muy bien. ¿Cuál fue el resultado?

YOUNG: Entretanto, la Brigada ha adoptado la política de excluir a la gente del Movimiento. Hubo una Quinta Brigada que no incluía gente de la Liberacion Gay Desde entonces, los cubanos han inventado una elaborada definición política de la homosexualidad, denominándola "patología social". La gente de la Brigada Venceremos, pro cubana, ha mantenido relaciones hostiles con el Movimiento Radical de Liberación Gay. Numerosos miembros de la Nueva Izquierda, que antes sentían simpatía por Cuba, han reducido sus expresiones de adhesión hacia Cuba por la cuestión gay. Los cubanos han forzado a muchas personas a elegir entre la Revolución y movimiento de Liberación Gay, y están bastante sorprendidos de encontrarse con gente que escoge a los gays.



GINSBERG: Al principio cuando Castro hizo su revolución, dijo que era una revolución marxista, pero aún sigue siendo una revolución humanista. Si es una revolución humanista, no pueden atacar a los homosexuales. De otra forma, sería una contradicción. Creo que es importante apoyar cualquier alejamiento del imperialismo norteamericano, de su excesivo consumismo, así como de cualquier modelo de independencia del dominio psicológico norteamericano. Pero naturalmente la razón es precisamente la de volver a ser humanos e independientes.

Si la definición de humano e independiente significa apoyar ese punto de vista hacia la sexualidad —el punto de vista monoteísta y católico—, entonces sería aconsejable que los radicales norteamericanos por lo menos se dieran cuenta de que, en la situación cubana, están tratando con seres humanos y no con autoridades divinas. Estoy dispuesto a aceptar que la revolución cubana representa un auténtico alivio de la dominación capitalista de la mafia sobre la anterior sociedad cubana corrompida, así como una liberación del dominio de Norteamérica.

En otras palabras, creo que la revolución cubana es importante y que debe ser apoyada. Ellos mismos, lo aprenderán dentro de poco. De todos modos, verán el fin del mundo y terminarán por aceptar el pelo largo y la pansexualidad. Tendrán que adoptarlo como política estatal antes de que dejen de existir, simplemente para aliviar su problema de superpoblación. Creo que los gays están bregando desde una oposición de gran fuerza, porque su posición se basa en ancestrales reglas de conducta mamífera, de necesidad ecológica con respecto al futuro y al reconocimiento de una humanidad común. Por lo tanto, creo que los gays pueden darse el lujo de decir: "Ahhh"..

Vi allá muchas otras cosas relacionadas con la persecución cultural. Me interesé por la santería (cultos afrocubanos). Fui con un grupo de escritores a casa de un santero, en las afueras de La Habana, para asistir a una ceremonia Congo y también a una Yoruba. En mitad de la ceremonia, llegó la policía; pidieron el nombre y el domicilio de todos, y todo el mundo fue maltratado. Alegaron que había que tener un permiso para cualquier tipo de reunión de más de diez o doce personas pasada cierta hora, y aun a cualquier hora en una residencia privada. Ellos sabían perfectamente quiénes éramos; había allí representantes de La Casa de las Américas. Otra vez teníamos a la burocracia policial contra la cultura.

Uno de los motivos de orgullo en Cuba era la aceptación de la herencia racial africana. La religión de la santería era uno de los más importantes y ancestrales rituales tribales que había resistido a la Iglesia cristiana de los blancos, ¡y ahí estaban, interrumpiendo aquella ceremonia! Al parecer, existía un intento por desactivar la práctica de la santería, porque era vista como una autoridad espiritual que rivalizaba con la del Estado.


Una mañana, hacia el final de mi estancia en Cuba, me encontraba en la habitación del hotel cuando tres silenciosos soldados uniformados entraron en compañía de un oficial. Este dijo que era el jefe de inmigración, que tenía que hacer mis maletas y que sería deportado en el próximo avión a Praga. Pregunté si habían informado a La Casa de las Américas y me contestaron que no, que ya habría tiempo de sobra. No me permitieron telefonear a La Casa, que era mi anfitriona, y me llevaron a la planta baja. En el vestíbulo, le grité a Nicanor Parra que estaba siendo deportado y que ellos debían ponerse en contacto con La Casa de las Américas y avisarles. Me llevaron en coche al aeropuerto. En el camino, pregunté por qué me deportaban. El oficial contestó: "Por quebrantar las leyes de Cuba".. Y yo volví a preguntar: "¿Qué leyes?". El dijo: "Pregúnteselo a usted mismo.

Su respuesta era como la respuesta que me dio el decano MacKnight en la Universidad de Columbia cuando me echaron a patadas por haberme quedado una noche en mi habitación con Jack Kerouac. ¡Y no habíamos hecho el amor! Tan sólo dormimos allí porque Kerouac no tenía dónde quedarse aquella noche.

No fui a quejarme a gritos a la revista "Time" de que había sido injustamente echado a empujones de Cuba. Me limité a concederles el beneficio de la duda, dando por sentado que yo era como un peón de ajedrez, Se trataba de una lucha entre los grupos liberales y la burocracia militar. Me di cuenta también de que mientras más presionara Estados Unidos a Cuba, más poder adquirían los militares del ala derechista, la burocracia policial, los acólitos del Partido. El problema real era aliviar la presión ejercida por Norteamérica, terminar con el embargo en vez de "culpar" a la Revolución, a Castro o al marxismo —a pesar de que sigo creyendo que Castro no tuvo mucho tacto con el tema de la homosexualidad; hubo excesiva insensibilidad y negligencia machista por su parte.

YOUNG: Cuando estuve allá en 1971 en la conferencia de periodistas, asistí a una recepción junto a una gran piscina. Todo el mundo se arremolinaba en torno a Fidel, el disfrutaba, enrollándose en animada charla con distintas personas. Yo me sentía muy fuera de lugar. Era el único varón que no llevaba pelo corto, traje y corbata, con excepción de algunos africanos que vestían trajes típicos. La idea de meterme a la fuerza en un tumulto para hablar con un hombre famoso no era lo mío.

Decidí charlar con otras personas. Hablé con un comandante muy destacado, un tío negro que había peleado con Fidel en la Sierra y que estaba en el Comité Central. Karen Wald, una americana que nos acompañaba, le preguntó su opinión sobre el machismo. Y él dijo: "Vaya, hombre, es fabuloso". Hasta el día de hoy no he podido dilucidar si le estaba tomando el pelo o si su reacción obedecía a una verdad profunda: que el machismo es algo muy importante y apreciado por el hombre cubano.

GINSBERG: Al fin y al cabo la cuestión se reduce al problema del machismo —tanto aquí, en los Estados Unidos, como allá— desde el punto de vista de las tácticas revolucionarias. De hecho, la Liberación Gay tiene en cierto sentido un enfoque adecuado para la gente heterosexual con ideas acomodaticias de clase media acerca del poder, sea cual sea el cañón de donde salgan.

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