miércoles, noviembre 06, 2019
Carta de Chile x Raoul Vaneigem/Canciones y Postales/ Villa Portales
Lo que está pasando ha sido tan
hermoso. Ya van dos semanas del levantamiento que nos ha permitido sacudirnos
el miedo, la indolencia y la frustración de vivir bajo la dictadura del dinero
y encontrarnos como seres humanos, más allá de todas las identificaciones que
nos habían mantenido separados.
La insurrección y su
generalización espontánea desde el comienzo expresó en actos su crítica al modo
de vida capitalista expropiando y destruyendo los símbolos del capitalismo y el
Estado (supermercados, farmacias, bancos, comisarías, edificios de
municipalidades, etcétera). Las demandas son muchísimas, tantas, que todos
saben que lo que se necesita aquí es un cambio estructural. En las calles se
escucha “ya nada volverá a ser igual”. El deseo de vivir de todos ha renacido
en la aventura de la lucha anti-sistémica.
La precarización que se vive en
este territorio, y contra la que este movimiento se alza, no es producto de
medidas de austeridad, aquí nunca hubo tal cosa como un Estado de bienestar,
sino que es el resultado del saqueo a manos del Estado-capital. Chile, como
seguramente sabes, es una de las cunas del neoliberalismo. El dictador Pinochet
vendió todo: el agua, la salud, las jubilaciones, la educación, las carreteras,
el mar, etcétera. Y la democracia que vino después consolidó este sistema
social y económico.
Pero a costa de haber sufrido
continuas humillaciones y abusos a manos de los políticos y empresarios, se ha
ido agudizando la conciencia de todos. Uno de los eslóganes de la insurrección
es “No son 30 pesos [el incremento del boleto del metro que desató este
levantamiento fue de 30 pesos, es decir, de un 4%], son 30 años” en alusión a
la época de la “transición a la democracia” [1989 es el año del primer
presidente de la democracia luego de la dictadura]. Esta frase -que los mapuche
han hecho suya diciendo “No son 30 pesos, son más de 500 años”- expresa la
conciencia de que la dictadura de Pinochet y el régimen democrático
corresponden a dos caras de la dictadura del capital de la cual el Estado, y
los políticos y especialistas que pululan en torno a él, no son más que meros
ejecutores.
Por eso, otra de las
características de este movimiento es la total ausencia de partidos políticos.
Aunque quienes detractan el movimiento, llegan a decir cosas tan ridículas como
que Rusia, Venezuela o Cuba nos están dando órdenes a través de la facción
izquierdista de acá, lo cierto es que en las protestas solo se ven banderas de
Chile, banderas de pueblos indígenas y banderas de equipos de fútbol. Desde el
gobierno están desesperados por fabricar a los representantes del movimiento,
las voces autorizadas con las que pueda negociar. Están buscando entre las
organizaciones sindicales y sociales y también convocando asambleas ciudadanas.
Hasta ahora nadie se ha atrevido a ponerse en ese rol. La masividad y
diversidad de este movimiento es un antídoto contra cualquier intento de
recuperación.
Ya van más de 4000 detenidos
(entre ellos más de 400 infantes y adolescentes) y más de 1300 personas heridas
por armas de fuego. Hay más de 100 querellas por torturas y una veintena por
violencia sexual de parte de la policía. Según las cifras oficiales, hay 23
muertos y más de 140 personas que presentan algún tipo de lesión ocular. 26 de
ellos perdieron la visión de un ojo. (Cuando leí en el texto censurado
por Le Monde que en Francia también la policía había estado
sacando ojos me sorprendió mucho darme cuenta de que comparten técnicas de
represión).
Apenas habían pasado algunas
horas de la insurrección -que le costó muy caro a los grandes capitalistas,
aunque no se compara con el monto de sus robos- el Estado declaró “estado de
excepción”, lo que le permitió imponer toques de queda y sacar a los militares
a las calles a reprimir junto con la policía. Hace una semana que el estado de
excepción se levantó, pero eso no ha hecho decaer la represión. La policía
sigue usando armas antidisturbios en las protestas (eso solo fue implementado
en estas manifestaciones) y continuan haciendo detenciones masivas y
selectivas.
Desde todos los sectores
políticos y la televisión nos dicen que podemos manifestarnos “siempre y cuando
sea pacífico”. (Algunos buenos ciudadanos se han apropiado de los chalecos
amarillos que se usaron en las protestas en Francia para distinguirse como
aliados de la policía y tienen sus propias técnicas para mantener el orden).
Pero incluso cuando las personas se manifiestan de la manera menos ofensiva y
más cultural, la policía reprime con fuerza. Tienen pavor a que pasemos mucho
tiempo juntos…
El Estado tiene las manos llenas
de sangre y nos dice que lo hace para darnos paz. Son muy pocos quienes le
creen y, a pesar de la enorme violencia que ha usado, nadie le tiene miedo. De
hecho, han proliferado núcleos que practican de manera extendida la violencia
ofensiva y la autodefensa contra las “fuerzas del orden” en las
manifestaciones.
Y es que la mayoría sentimos que
no tenemos nada que perder. Por todos lados vemos que no hay futuro en esta
sociedad. Por una parte, la televisión no deja de inundarnos con noticias sobre
la catástrofe ambiental que luego nos quiere hacer olvidar mostrándonos
publicidad de cosas que no podemos comprar. Por otra, vemos que ser anciano en
este Chile es un infierno. La gente puede trabajar toda su vida y jubilarse con
una pensión miserable. De hecho, los ancianos tienen que seguir trabajando
hasta morir y no estoy exagerando. Hace 5 años atrás hizo noticia un caso de un
jardinero que trabajaba frente al Palacio de La Moneda (sede del presidente) y
que murió sentado en una banca en la misma plaza que se había pasado limpiando
los últimos años de su vida. Tenía 80 años.
Hay quienes quieren encauzar esta
irrupción en la creación de una nueva constitución. La que tenemos viene de la
época de Pinochet y es la que avala el saqueo. La demanda de una asamblea
constituyente para generar la nueva constitución es algo que resuena cada vez
más entre ciertos grupos. A veces temo que si se concediera eso se terminaría
secando la potencia de este movimiento. Pero, por otro lado, pienso que tal
constitución, si realmente respondiera a las múltiples demandas del pueblo,
implicaría tal modificación del orden de cosas que sería otro Chile donde tal
vez la propia constitución ya no tendría sentido de existir: esta revuelta está
cuestionando intuitivamente los cimientos de la estructura social capitalista.
Este momento parece ser la única
tierra fértil. Y por unos días todo ha parecido posible. Han aparecido muchas
asambleas autoconvocadas en los vecindarios. Ciertas ciudades golpeadas por la
contaminación de las industrias extractivistas han confrontado a los grandes
capitales y detenido sus faenas, etcétera. Ver brotar esa organización
espontánea ha sido muy apasionante.
Las manifestaciones continuan
siendo masivas y parecen una fiesta. La gente se ve más contenta en las calles
tomadas, las personas bailan, cantan, comparten ideas, comidas, sonrisas. Nadie
sabe cómo irá a seguir esto. Por el momento, seguimos disfrutando de habernos
encontrado, apostando por la potencia de vernos y sentirnos.
¿Qué hace falta para avanzar en
la destrucción de este orden que parece que se viene a abajo sin nuestra
intervención? ¿Solo se trata de vivir nuestras vidas a contracorriente de las
demandas del capital? ¿No intentar derrocar el sistema en su conjunto, sino que
dedicarnos a construir, entre estas ruinas, nuestra organización, aquí y ahora,
con todos los límites y potenciales de las circunstancias?
Raoul Vaneigem, 1.11.2019, tomado de http://comunizar.com.ar/
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Imágenes globales:
Vean este N° de Comunidad de Lucha: https://comunidaddelucha.noblogs.org/post/2018/03/21/saltar-el-torniquete-de-la-no-vida/
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Canciones:
-Raoul Vaneigem, La vie s' écoule.
-The Mekons, Nunca estuve en una revuelta.
-Black Flag, Alzémonos!.
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Nos vemos el sábado:
Etiquetas: hardcore punk, I.S., solidaridad, tercer asalto proletario contra la sociedad de clases, Vaneigem
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