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jueves, noviembre 21, 2019

La línea del frente/La lucha pasa a una nueva fase/Prensa burguesa lloriquea porque aún no se pacifica esta combativa y angosta faja de tierra 


-Kortatu, La línea del frente: "en cualquier adoquín está la primera línea!!!".




EVADE CHILE, ONCEAVO COMUNICADO

Compañerxs,

Una liceana de Santiago nos ha hecho llegar un llamado a evadir la PSU y tomarse todos los recintos educacionales y fábricas, a boicotear, funar y hackear el sistema.

No se cambia una relación abusiva simplemente demandando al abusador que haga lo justo. Hay que terminar con el vínculo.

¡Abandonemos el diálogo de sordos con la casta que cree gobernarnos! No obtendremos nada de ellos porque nunca nos han dado nada. Son ellos los que viven de nosotrxs. ¡Vamos a crear nosotrxs mismxs las condiciones para que su abuso ya no sea posible!

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EVADE CHILE 2019 #

LLAMAMIENTO:

Uno de los viejos capos del Cartel Piñera recaudó 378 millones de pesos tras su saqueo; hoy paga 11 millones a sus amigos carceleros para poder irse de vacaciones con su botín. La tropa de viejas fachas que calienta asientos en La Moneda se viste de blanco para salir a botar unas lágrimas de cocodrilo por lxs muertxs y heridxs que sus valientes soldados gestionaron con la precisión que demandó el Ministerio del Interior. El terrorismo ahora también es a domicilio: asedian poblaciones durante la noche y al otro día mandan a sus matinales a limpiar la sangre. Etcétera, etcétera. Así, suman y siguen las medidas de gobierno: esta rebelión les ha dado espacio para actualizar y sofisticar aún más su aparato represivo.

La situación no resiste análisis. Quién quiera seguir creyendo que los poderosos del mundo son humanos con los que se puede dialogar o llegar a acuerdos no está entendiendo nada, tiene sus sentidos bloqueados por el miedo, simplemente esperan que les toque un pedazo del pastel.

Nosotrxs no queremos ningún pedazo de su pastel envenenado, por eso llamamos a:

>Tomarse todas las infraestructuras públicas y privadas (liceos, universidades, plazas, fábricas de alimentos e insumos básicos, etc.) para utilizarlas como centros de autogestión de nuestra lucha y empezar a organizar el autoabastecimiento y apoyo mutuo desde todos los frentes posibles;
>Evadir el pago de todos los medios de transporte (organizando evasiones masivas como las que inauguraron esta rebelión);
>Boicotear los llamados al servicio militar 2020;
>Boicotear la PSU, el SIMCE y todos los intentos burdos de alinearnos bajo su educación de mercado;
>Boicotear internacionalmente los productos chilenos que han saqueado el territorio (vinos, paltas, etc.);
>Boicotear sus medios de comunicación (no ver televisión, utilizar cualquier oportunidad de transmisión en directo para acusar el verdadero saqueo y guerra contra el pueblo, etc.);
>Boicotear a Jalabineros de Chile y FFAA de todas las formas posibles (no venderles comida, no llevarlos en colectivo, no facilitarles la vida de ninguna forma, etc.). Si a algún milico o paco le queda algo de humanidad dentro de sí, que renuncie a su muerte y se niegue a oprimir al pueblo;
>Funar a los pacos agresores en sus casas y guardar registro de todos sus datos (pacolog.com);
>Funar a toda la clase política que pacta con los ricos y venden nuestro futuro como si fuéramos esclavos;
>Funar sus interminables montajes y manipulaciones (incendios, saqueos, acusaciones falsas);
>Hackear los sitios webs del gobierno y las mega empresas con las que están coludidos;
>Hackear y borrar el sistema de registro de deudas DICOM y el sistema de CAE;
>Hackear los sistemas y bases de datos de los poderosos para exponer sus abusos y botines;
>Borrar de los espacios públicos todas sus marcas genocidas (estatuas y monumentos de militares, policías y políticos asesinos, catedrales del consumismo y la culpabilidad, etc.);
>Solidarizar con lxs caídxs y heridxs de nuestra lucha en todas las formas posibles.

Vivimos una realidad invertida. Volver a ponernos de pie depende de nosotrxs mismxs, de nuestra capacidad para construir una verdadera comunidad de lucha contra el monopolio del dinero y la muerte. Afirmemos su existencia en actos, aquí y ahora, apropiándonos directamente de todo lo que hemos construido. Para esto no necesitamos de ningún líder: hemos demostrado que la masa de lo vivo habla más claro y fuerte que cualquier dirigente.

No tenemos armas de fuego pero podemos darles donde más les duele: su bolsillo. Rebelémonos contra el totalitarismo económico que nos mantiene en la miseria, cultivando formas de ayuda mutua más allá del dinero y el Estado.

¡Organizaremos nuestras vidas y dejaremos de depender de ellos!



EL MERCURIO, Editorial del 21 de noviembre

"Peligrosa normalización"

El violentismo dista de haber sido detenido y se intentan instalar discursos para justificarlo.

La suscripción del “Acuerdo por la Paz y una Nueva Constitución” permitió una importante reducción de las tensiones en el país. Así, sin perjuicio de las controversias que ya se observan respecto de la implementación del proceso constituyente definido en ese documento, ellas aparecen en general encauzadas en el ámbito de la política y dentro de un marco institucional. Más complejo de evaluar resulta hasta ahora, sin embargo, el cumplimiento del primer punto del acuerdo, esto es, lo referido a la recuperación de la paz social.

Efectivamente, el país no ha vuelto a sufrir los niveles de violencia experimentados el pasado martes 12 o el viernes 8 de noviembre, con templos y edificios patrimoniales arrasados por el fuego, ataques a recintos policiales y militares y una acción destructiva inédita en los últimos 30 años. Con todo, el violentismo dista de haber sido detenido. Desde luego, la misma noche posterior a la firma del acuerdo, los incidentes en la Plaza Baquedano, de menor magnitud que en jornadas previas, terminaron con el lanzamiento ilegal de fuegos artificiales, práctica que hasta ahora el país solo vinculaba con grupos de narcotraficantes y con ciertas barras bravas del fútbol, siempre concebida como una expresión de desafío a la autoridad. En los días siguientes han continuado produciéndose incidentes de diversa magnitud en distintas regiones. Ellos han incluido ataques incendiarios al pórtico de un cuartel de la FACh, en Arica; a la Catedral de Puerto Montt, y a la Seremi de Desarrollo Social, en Coquimbo. Diariamente se conocen nuevos saqueos a locales comerciales y hasta centros médicos. Manifestaciones de estudiantes siguen alterando el funcionamiento del metro, e incluso ayer se habrían detectado nuevas evasiones masivas. En fin, peligrosamente, empiezan a sucederse las agresiones en masa a funcionarios policiales.

La reiteración de este tipo de situaciones arriesga terminar normalizando un estado de cosas que el país no puede tolerar. No es aceptable, en efecto, que prácticamente todos los días de la semana a cierta hora el corazón de Santiago, como es la referida Plaza Baquedano, se encuentre virtualmente entregado al dominio de manifestantes violentos; tampoco lo es que en distintas comunas los saqueos sean una realidad cotidiana, o que las personas en sus desplazamientos deban considerar la posibilidad de ver interrumpido el tránsito por barricadas. Tal habitualidad de la violencia discurre en paralelo con la instalación en ciertos ámbitos —incluido el mundo académico— de discursos que llegan a justificar el ataque a espacios públicos y hasta con la difusión en redes sociales de videos que idealizan la acción de encapuchados.

Ciertas actitudes de sectores políticos, como el Partido Comunista, y algunas fuerzas del Frente Amplio han sido particularmente funcionales a dicha normalización de la violencia. Ejemplo extremo lo dio a principios de semana un diputado PC, publicando en Twitter la imagen del ataque al pórtico de la guardia del cuartel FACh para ponderar lo “sabio” del pueblo chileno. Pero si esos sectores han sido pertinaces en sus posiciones desestabilizadoras durante esta crisis, es importante que el resto de las fuerzas políticas, comprometidas en un Acuerdo por la Paz, no solo sean más explícitas en su rechazo a estas acciones, sino que, consecuentemente, procuren el aislamiento de quienes prefieren mantenerse en la ambigüedad.

Por cierto, la principal responsabilidad en el restablecimiento del orden público corresponde al Gobierno, pero difícilmente podrá conseguirse ese objetivo si el resto del mundo político elude apoyarlo con claridad.

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