jueves, abril 02, 2020
Suicidas/Canto a los Anarquistas caídos/La naturaleza no se apresura...
SOBRE EL SUICIDIO
Como dijo Dauvé en una entrevista incluida en “El timón y
los remos”, un suicidio no se puede reducir jamás a una sola causa, y hay
muertes voluntarias más ricas que algunas existencias.
Y Uno cree que apoya la medida extrema del suicidio como un
acto libre y consciente. Pero…¿qué pasa en todos esos casos –no pocos- en que
tenemos dudas sobre el nivel de voluntariedad real de la acción, sea por cosas
que hemos escuchado decir antes al suicidado o suicidante, o por los datos que
tenemos acerca de una posible disminución y/o alteración radical de sus facultades volitivas al momento del intento?
¿Qué pasa si un suicidio es gatillado, como en el caso de
Benjamin, por un apresuramiento en la
evaluación de una situación de riesgo? ¿Hace alguna diferencia si el acto había
sido anunciado (como también fue el caso de Benjamin) en varias ocasiones
previas?
¿Qué pasa si el acto de darse muerte, cuya soberanía total
nadie podría cuestionar, es en lo inmediato impulsado por la sed de drogas?
¿Por hastío?
No lo sé. No tengo opinión ni respuesta. Más allá que aferrarme
a la profunda convicción de que la lucha por el comunismo y la anarquía es una lucha
vitalista, lo cual no me impide apreciar de cerca los aspectos y fases más
oscuras de la existencia animal humana en esta tierra.
La respuesta bien podría estar por acá:
“Te crees vivo, pero
estás muerto. Despiértate y reanima lo que todavía no ha muerto".
Adivine quien lo dijo:
a) Sun Ra
b) Wilhelm
Reich
c) Juan (autor del Apocalipsis)
d) Jesucristo
e) Todos los anteriores
Vamos hacia la vida.
CANTO A LOS
ANARQUISTAS CAÍDOS SOBRE LA PRIMAVERA DE 1939
El primer poema que aparece en su Poesía Completa
(1970-2000) de Leopoldo María Panero es este, que me parece aplicable a todxs
lxs anarquistas muertxs en diversas formas de combate:
No sentiste crisálida aun el peso del aire
en tu cuerpo aun sin límites no hubo deseos alas
en tu cuerpo aun sin límites ciega luz no sentiste
oh diamante aun intacto el peso del aire.
A lo lejos azules las montañas qué esperan
Por dónde van las águilas. Cruzan sombras la nieve
Canta el viento en los álamos los arroyos susurran
las luciérnagas brillan en las noches serenas
olor denso a resina crepitan las hogueras
Con antorchas acosan y dan muerte a los lobos
En combate de luces derrotada la nieve
Nada turba el jazmín al aire florecido
Y sus rubias cabezas sobre la hierba húmeda
Son sus ojos azules un volcán apagado
En el viento naufragan sus cabellos de oro
De sus muslos inmóviles tanta luz que deserta
Cómo duele en la sombra desear cuerpos muertos.
La mies amarillea caen a tierra los frutos
Ellos vuelven cansados y no hay luz en sus ojos
Pero los huesos brillan y dividen la noche
Estantigua que danza alrededor del fuego
La hora es del regreso y no hay luz en sus ojos
Salpicaduras al borde del camino cabellos aplastados
La hora es del regreso tened cuidado aguardan.
Las luciérnagas brillan en las noches serenas.
Canta el viento en los huesos como en álamos secos
entra en el pecho silba y ríe en las mandíbulas
entre las ramas flota de un ruiseñor el canto
y como un río el viento acaricia sus cuencas
A lo lejos azules las montañas qué esperan
Una antorcha en la mano de mármol una llama de gas
bajo el arco vacila
Y sus nombres apenas quiebran la luz el aire
Sepultará la tierra tan débiles cenizas
volarán sobre ellas golondrinas y cuervos
sobre ellas rebaños pasarán hacia el Sur
se alzará sobre ellas el sueño de pastores
y desnuda la tierra morirá con la nieve
La hora es del regreso en sus labios asoman
olvidadas canciones rostros contra el poniente
Qué voló de sus labios al cielo y sus ojos azules
qué lava derramaron en qué ocultas laderas
En sus ojos azules se posaba la escarcha
antaño fue el deseo siempre arrancada venda
oh qué fuego voló de sus labios al cielo
aquellos labios rojos que otros nunca olvidaron.
Pero el viento deshace las últimas nieblas
otros creen que es el frío en las manos caídas
Olvidan que la llama no sólo se apaga en sus ojos
que después no es el frío, es aún menos que el frío.
en tu cuerpo aun sin límites no hubo deseos alas
en tu cuerpo aun sin límites ciega luz no sentiste
oh diamante aun intacto el peso del aire.
A lo lejos azules las montañas qué esperan
Por dónde van las águilas. Cruzan sombras la nieve
Canta el viento en los álamos los arroyos susurran
las luciérnagas brillan en las noches serenas
olor denso a resina crepitan las hogueras
Con antorchas acosan y dan muerte a los lobos
En combate de luces derrotada la nieve
Nada turba el jazmín al aire florecido
Y sus rubias cabezas sobre la hierba húmeda
Son sus ojos azules un volcán apagado
En el viento naufragan sus cabellos de oro
De sus muslos inmóviles tanta luz que deserta
Cómo duele en la sombra desear cuerpos muertos.
La mies amarillea caen a tierra los frutos
Ellos vuelven cansados y no hay luz en sus ojos
Pero los huesos brillan y dividen la noche
Estantigua que danza alrededor del fuego
La hora es del regreso y no hay luz en sus ojos
Salpicaduras al borde del camino cabellos aplastados
La hora es del regreso tened cuidado aguardan.
Las luciérnagas brillan en las noches serenas.
Canta el viento en los huesos como en álamos secos
entra en el pecho silba y ríe en las mandíbulas
entre las ramas flota de un ruiseñor el canto
y como un río el viento acaricia sus cuencas
A lo lejos azules las montañas qué esperan
Una antorcha en la mano de mármol una llama de gas
bajo el arco vacila
Y sus nombres apenas quiebran la luz el aire
Sepultará la tierra tan débiles cenizas
volarán sobre ellas golondrinas y cuervos
sobre ellas rebaños pasarán hacia el Sur
se alzará sobre ellas el sueño de pastores
y desnuda la tierra morirá con la nieve
La hora es del regreso en sus labios asoman
olvidadas canciones rostros contra el poniente
Qué voló de sus labios al cielo y sus ojos azules
qué lava derramaron en qué ocultas laderas
En sus ojos azules se posaba la escarcha
antaño fue el deseo siempre arrancada venda
oh qué fuego voló de sus labios al cielo
aquellos labios rojos que otros nunca olvidaron.
Pero el viento deshace las últimas nieblas
otros creen que es el frío en las manos caídas
Olvidan que la llama no sólo se apaga en sus ojos
que después no es el frío, es aún menos que el frío.
DIARIOS DE CUARENTENA
Va la entrada correspondiente al 28 de marzo en el diario de
RB/2&3 DORM:
La naturaleza no se
apresura,
pero todo lo logra.
I.
Para empezar a sanar una
enfermedad hay que poder reconocer los síntomas (1). Un médico alópata educado
en la tradición científica moderna reconoce estos síntomas de manera racional.
Busca en su enciclopedia mental qué datos se conectan con determinadas imágenes
y números, etc., para luego poner un nombre técnico a esa conexión. Unas
conexiones pueden ser más complejas y otras más simples, pero en el vocabulario
de nuestra civilización enfermedad y síntoma están neuróticamente conectados.
La causalidad, la relación de
causa/efecto entre ambos, es tan lejos como nuestro sentido de la salud
civilizado puede ver. La crisis de antidepresivos, opioides, y analgésicos que
vive actualmente EEUU y el mundo en general es testimonio de ello.
En las tradiciones
pre-industriales, en casi todas las culturas del mundo, la enfermedad y los
síntomas son parte de un universo mayor en el que “la medicina” se desarrolla
más como un arte que una ciencia. Quizá la distinción entre estas dos miradas
era menos estricta antes porque la división del trabajo aún no había hecho lo
suyo. El curandero también tiene que poder reconocer los síntomas antes de
actuar, pero algo que lo distingue es que la sintomatología no se reduce a lo
racional, y que los síntomas son solo el enunciado o señal de una historia más
larga.
El astrónomo y revolucionario
Anton Pannekoek sintetizó este problema de una manera excepcionalmente clara: la ley de gravedad es la abstracción
conceptual que nuestra capacidad intelectiva extrae del fenómeno de la caída
(2). Las ideas se confunden con la realidad tanto como el síntoma con la
enfermedad. Pensamos que el dinero es riqueza, y al cabo de un tiempo nos
terminamos hundiendo en números. Esto intentaba hacer ver un confundido
periodista a la jefa del departamento de economía de la OCDE (organización de
la que Chile es el único y orgulloso miembro latinoamericano): “estamos siendo
testigos de cómo frente al retroceso de la actividad económica global hay un
avance y recuperación inmediata de los ecosistemas que tanto han sufrido en las
últimas décadas”. Pero del otro lado no se encontraba con ninguna respuesta:
“la situación va a hacer que nos cuestionemos profundamente la manera en la que
hemos llevado la economía las últimas décadas”.
II.
La transformación de la vida
cotidiana a la que estamos asistiendo revela la pobreza de contenido de las películas
de ciencia ficción con las que la industria cultural intenta vendernos el tiempo
como un gadget más o, en el mejor de
los casos, como una fantasía sobre la que proyectar nuestros propios sueños.
Pareciera que nunca había sido tan cierto que “la realidad supera la ficción”.
Incluso más: la situación actual está borrando el límite entre una y otra.
El escritor y activista norte
americano Derrick Jensen desarrolló en su libro Endgame (3), la idea de que el imaginario apocalíptico es una
característica propia de las “culturas civilizadas”. Dicho de revés, no es
propio de la condición humana el miedo o deseo de fin de mundo, sino propio de la civilización. Esta sutil distinción
entre miedo y deseo (rechazo y aprobación) es digna de observar de cerca. Así es
como la industria cinematográfica divide falsamente a su audiencia: mientras
para algunas personas el escenario post-civilización es una pesadilla para
otras es un “sueño hecho realidad”, pero a todo el mundo fascina por igual.
Menos interés parece concitar el
hecho de que a otrxs tantxs no quedan ganas siquiera de imaginar un “más allá”.
III.
El pensamiento se empeña en
“poner orden” para encontrar una salida a las dificultades de la carne. Pienso, luego existo. Las medidas de
gobierno, las políticas de Estado, la violencia sistémica, etc., por muy
abstractas y ajenas que parezcan tienen un efecto directo sobre nuestros
cuerpos y mentes. El cambio, cuando
no es conducido por el propio espíritu sino por fuerza externas, se vive como
una dolorosa tragedia.
Las respuestas y soluciones que
vemos esgrimir a los expertos por televisión e internet nos parecen
irracionales, desquiciadas y alejadas de la realidad, justamente porque lo son:
lo suyo es el espectáculo, no la realidad. Nuestras vidas están en manos de
ineptos totales en el mejor de los casos. Esta alienación profunda es el tipo
de problemas que el intelecto intenta resolver hasta que duele la cabeza o da
insomnio (la coraza se tensa). Y cuando al virus le siguen terremotos y
maremotos (4), cuando los planetas parecen alinearse para sacudir la soberbia
del “humano plaga”, a muchxs lxs inunda un extraño sentido de agradecimiento
hacia la Pachamama.
La historia de la humanidad es
también la historia de las respuestas que hemos dado a estos problemas existenciales.
Hay muchas de esas historias. Nuestra civilización, desde luego, no las conoce
todas y borra con el codo tantas más.
Si se trata de rastrear el origen
de la catástrofe en la que nos encontramos, las apuestas se disparan. Se puede
hablar de años, décadas, siglos, milenios o kalpas.
El itinerario de la cosmología hindú, por ejemplo, es cíclico y no lineal, es
multidimensional y no uni-dimensional. Según su calendario nos encontramos
justo al comienzo de una de las cuatro eras que componen un ciclo: Satya Yuga, Treta Yuga, Dwapara Yuga y
la nuestra, Kali Yuga. En la primer
era no hay vicio; en la segunda el vicio se introduce; en la tercera el vicio
se ubica en el centro y crece; en la cuarta el vicio se apodera de todo, Kalki aparece y destruye ese todo para
que vuelva a empezar el ciclo. Este último yuga empezó hace 5000 años, es el
más corto de todos y dura 432.000 años. Si bien, según algunos cálculos, la
sumatoria de las cuatro eras resulta en 4.32 millones de años, lo importante es
observar que el ciclo que describen es traducible a cualquier medida de tiempo.
Los 5000 años de Kali Yuga andados parecen coincidir con
los cálculos que hacen otrxs observadores contemporáneos. Claudio Naranjo, el
psiquiatra chileno fallecido en 2019, databa este problema a unos 6 mil años,
fecha aproximada en la que según él transitamos desde una comunidad humana
matrística (o matriarcal) a una sociedad patriarcal (5). Coincide en esto con
otro psiquiatra, Ian McGilchrist, que observó cómo en cierto momento de la historia
humana nuestro lado izquierdo del cerebro se “tomó la palabra” en desmedro del
lado derecho.
El teórico Jaques Camatte apunta
también a un ciclo temporal mayor. Según él la errancia de la humanidad (7), su locura y alienación, sólo
terminará cuando se reintegre a la naturaleza de la que escapó hace varios
miles de años. En su opinión este largo periplo está llegando a una conclusión
ante nuestros ojos, pero es aún imposible vislumbrar si está conclusión
significará la realización de la comunidad humana (Gemeinwesen) o su extinción.
En una carta reciente a “un/a compañerx de la región chilena” a
propósito de la pandemia Camatte confesó: “Lo interesante es que estamos siendo
testigos del resultado de este vasto fenómeno que se desarrolla durante miles
de años entre los dos momentos de la afirmación de la amenaza del riesgo de
extinción. Estamos en el corazón de su despliegue, es decir, de la
manifestación, de la epifanización para señalar su potencia integral, del
riesgo. Es como si nada fuera a pasar y, sin embargo, todo está sucediendo
ahora. No obstante, no sabemos cuánto tiempo va a tomar. En última instancia,
lo importante es ser capaz de poder experimentarlo —vivirlo— efectivamente en
su totalidad, lo que requiere restablecer la preeminencia de la afectividad que
permite el sentido de la continuidad y, por consiguiente, del poder de la
vida.”(8)
IV.
Lo que más cuesta aceptar es que
el problema lo estamos teniendo aquí y
ahora.
Esa es la primera condición para
sanar nuestro mal-estar.
NOTAS:
1.- A la pregunta de “¿Cuánto
tiempo dura el tratamiento?” Sigmund Freud responde con una referencia a una
fábula de Esopo: “Uno tendría que conocer el paso del caminante antes de
estimar la duración de su peregrinaje” (La
iniciación del tratamiento, 1913).
2.- Ver Lenin, filósofo (1938), de Anton Pannekoek, disponible aquí
(http://marxists.catbull.com/espanol/pannekoek/1938/lenin/index.htm)
3.- Ver Endgame Vol I, de Derrick Jensen, disponible en inglés en (https://derrickjensen.org/endgame/)
4.- El terremoto registrado en
las islas Kuriles, Rusia, el pasado 25 de marzo tuvo durante algunas horas en
pánico a los países del pacífico ante la amenaza de un maremoto.
5.- Para mayor información
consultar La mente patriarcal (RBA 2010).
6.- En su trabajo The master and his emissary. The divided brain and the making of the modern world, McGilchrist
ofrece una completa síntesis sobre cómo nuestros cerebros están constituidos y
perciben la realidad. Ahora bien, el autor no propone una glorificación del
sentimiento a expensas del pensamiento. A diferencia de la doctrina comúnmente
aceptada, McGilchrist argumenta que la división del cerebro en hemisferios
permite dos tipos de atención que sirven a tareas esencialmente diferentes. En
términos muy generales, el hemisferio derecho está a cargo de la percepción de
la totalidad del contexto, mientras que el izquierdo está a cargo de la
atención orientada al detalle. Estas dos formas de percibir dan origen a dos
versiones incompatibles del mundo, con prioridades y valores muy diferentes. Un
punto central de la obra es que, si bien la conciencia se produce
constantemente a través de las conexiones entre nuestros hemisferios,
prácticamente hemos perdido contacto con la información procedente de nuestro
hemisferio derecho a raíz del dominio del creciente cientificismo de la cultura
tecnológica. McGilchrist sugiere que el fomento del pensamiento preciso y
categórico a expensas de la experiencia y la visión de fondo ahora ha llegado a
un punto en el que está distorsionando seriamente nuestras vidas y nuestro
pensamiento.
7.- La errancia de la humanidad fue publicado originalmente en la
revista francesa Invariance en 1973. Se puede encontrar la versión original
aquí (link) y una versión en castellano aquí
(https://anarquiaycomunismo.noblogs.org/post/2017/09/16/errancia-de-la-humanidad-jaques-camatte-1973/)
8.- Ver Carta de Jacques Camatte a un/a compañerx de la región chilena,
disponible aquí
(https://hacialavida.noblogs.org/post/2020/03/24/carta-de-jacques-camatte-a-un-a-companerx-de-la-region-chilena/)
Etiquetas: 2&3 DORM, 2020 fin del mundo tal cual lo conocemos, anarquia, volverse loco
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