domingo, junio 14, 2020
Anarcocapitalistas y fachos "libertarios"/Anarchy for Sale
-Dead Kennedys, "@narquía en venta".
-Conflict, "Convirtiendo la rebelión en dinero".
NOTAS:
-Conflict, "Convirtiendo la rebelión en dinero".
LA
NUEVA DERECHA CHILENA: SOBRE “ANARCOCAPITALISTAS” Y PINOCHETISTAS “LIBERTARIOS”.
No cabe duda de que el
espectro político en lo que va del siglo XXI se ha diversificado bastante en
comparación al “mapa” que teníamos en la cabeza en la segunda mitad del siglo
pasado, cuando en plena Guerra Fría las opciones parecían reducirse en la
derecha a “fachos” y “momios”, en la izquierda a “amarillos” y “ultrones”, y en
el centro a una Democracia Cristiana tensionada entre su ala derecha (“guatones”)
e izquierda (“chascones”).
La posmodernidad, la
política de las identidades y el Nuevo Orden Mundial han agregado muchas más
opciones, y mucha gente ya no se siente identificada con la dicotomía
derecha/izquierda que nos ha acompañado desde la Asamblea Nacional francesa de
1789. Así, las tradicionales dicotomías asociadas (conservadurismo/progresismo
y burguesía/proletariado) si bien conservan algo de su sentido original,
parecen parcialmente superadas en un mundo donde es posible desde la extrema izquierda
criticar la noción de progreso como propiamente capitalista (desde Walter
Benjamin a los “antidesarrollistas”), y donde muchos entienden que el género y
la etnia, o el nacionalismo versus el “globalismo”, son más importantes que las
tradicionales adscripciones de clase surgidas en el siglo XIX.
En la marea de
información de las redes llama la atención la proliferación de expresiones de
la Nueva Derecha chilena, que van más
allá de los grupos de choque que se armaron como “Vanguardia” del Rechazo, dos de cuyos líderes van a ser
formalizados por lesiones durante el mes de julio (y no nos hagamos ilusiones:
es muy improbable que la Fiscalía pida y el tribunal decrete prisión
preventiva. En cambio, si fueran mapuche o anarquistas de seguro se les
imputaría además por asociación ilícita, Ley de Seguridad del Estado y/o Ley
Antiterrorista, enviándolos a Santiago 1 o la Cárcel de Alta Seguridad).
Varios neoderechistas
se califican a sí mismos de “libertarios”, y suelen usar la bandera de Gadsden:
una serpiente cascabel junto al lema “Don´t tread on me” (o: “no pases sobre mí”),
que data de la Guerra de Independencia de EE.UU. y es usada como símbolo de
quienes defienden el libre mercado oponiéndose a una intervención excesiva del
Estado.
Existe incluso una
organización política en proceso de formación, el “Partido Libertario”, que usa
banderas negro-amarillas, y que a fines del año pasado trajo a Chile al que
parece ser su principal referente intelectual, el economista argentino Javier
Milei. El amarillo simboliza acá el oro y el libre mercado, y suele usarse
colocado en diagonal junto al color negro, imitando así el rojinegro del anarcosindicalismo.
Hasta antes del
surgimiento de estas corrientes también llamadas “liberal-libertarias” la
expresión del francés “libertaire” era entendida casi como sinónimo de
“anarquista”. Desde fines del siglo XIX fue usual hablar de “socialismo libertario”,
para deslindarlo de la dura criminalización de los anarquistas en la época de
la “propaganda por la acción”, además de dejar en claro que era una expresión
política del movimiento obrero en su lucha contra el capitalismo, pero diferenciándose
del socialistas “autoritario”.
El anarquismo clásico fue
la extrema izquierda del movimiento obrero y socialista, y los únicos que
desafiaban esa identificación eran los anarquistas de la corriente
individualista. Pero el concepto “anarkhia”, usado por primera vez por Homero
en La Ilíada para designar el momento
en que un ejército se queda sin jefe, es en efecto mucho más amplio que el que
le da el anarquismo de los siglos XIX y XX, y ciertamente que podría incluir
dentro de su frondoso árbol a otras formas incatalogables de disidencia
radical, en la medida que compartan al menos una cierta voluntad
“anti-autoritaria” (en la que muchos incluyen, por ejemplo, a Thoreau, Godwin,
Tolstoi, el músico John Cage y el científico Paul Feyerabend).
Mediante el uso difuso de
la expresión “anarco” el componente político de la posición anarquista se
difumina o pierde completamente, siendo posible encontrar desde series como
“Sons of Anarchy” y el uso publicitario masivo del símbolo de la A circulada (diseñado
por anarquistas ibéricos a fines de los años 60), a anarquismos meramente estéticos
o de “estilo de vida”, híbridos
anarco-izquierdistas, anarco-misticismos e incluso el llamado anarcocapitalismo.
No olvidemos que al vaciar completamente de contenido la expresión es posible
escuchar cosas como la que afirma uno de los protagonistas de Saló (1975), la última película de
Pasolini: “Nosotros los fascistas somos los verdaderos anarquistas” (1).
El mencionado Javier Milei,
entusiasta de la escuela austríaca de Economía, en entrevista con Matías del
Río dice que se considera filosófica y conceptualmente “anarcocapitalista”,
pues cree que merecemos “un mundo sin Estado”, pero que entiende que “el mundo
por el momento tiene restricciones” y por eso es “minarquista”: partidario del
Estado mínimo, que para lo único que sirve es para brindar seguridad y
justicia, aunque incluso eso podría ser privatizado (2).
“+ MERCADO / - ESTADO”
y “+ HAYEK / - KEYNES” son consignas que se vieron hace un par de años diversas
partes del centro de Santiago, firmadas por Capitalismo
Revolucionario, que también usa el negro/amarillo y está contra los
impuestos por ser un “robo” (desviación reaccionaria de la famosa afirmación proudhoniana
de que “la propiedad es un robo”).
En su libro “El
anarquismo” (2013) Éduard Jourdain aborda la existencia de autores que cabe calificar como “anarquistas de derecha” (entre ellos: Louis-Ferdinand Céline y León Bloy), caracterizados por un “pesimismo con respecto a la sociedad y la naturaleza
humana, de la mano con un cierto desprecio de la democracia y del
parlamentarismo, de las masas, de los intelectuales y del conformismo”.
Su “anarquismo” sería
“anticonformista con
respecto a los bienpensantes, cultor de una forma de aristocratismo
individualista, entre el Único de Stirner y el Yo
de Barrés”.
Otra cosa sería para Jourdain el anarcocapitalismo, noción que “remite a
la unión de una ausencia de Estado (que reúne aquí los deseos de los anarquistas ‘socialistas’)
y del capitalismo (aquí
en contradicción con la tesis de esos últimos)”. Entre sus precursores estaría Gustave de Molinari (1819-1912), “quien afirma que toda intervención del gobierno es nefasta y que todo puede ser
privatizado (justicia, policía, etc.), en la medida que solo el individuo puede
ser dueño de su propia persona”, y el jurista norteamericano Lysander Spooner
(1808-1887), que demostraba “la dimensión ilegal y
criminal del Estado”. En esta línea parece insertarse al antropólogo Pablo
Ortúzar, ex militante del Frente de
Estudiantes Libertarios (hoy Izquierda
Libertaria, integrante del Frente
Amplio) reconvertido en “pensador” de la nueva derecha, que ha señalado que
“de su militancia en el anarquismo, solo conserva la desconfianza en el rol del
Estado” (3).
Por su parte, Noam Chomsky en “Razones para la
anarquía” (2013) dice que el “libertarismo” constituye una aberración que “es lógico que nadie se la tome muy en serio”, pues mientras en la tradición
libertaria europea “todo
anarquista era necesariamente socialista”, este libertarismo no es más que un “capitalismo desbocado”, posición que obviamente no sería anarquista, dado que “en un capitalismo desenfrenado existen toda clase de
autoridades: es un sistema extremadamente autoritario”.
Lo curioso es que el
joven presentador del libro de Chomsky, Nathan Schneider, reivindica a esos “libertarianos de derecha”
como “primos lejanos” del anarquismo,
admira la “vitalidad” que demuestran sus jóvenes en las campañas presidenciales
de Ron Paul (4),
e incluso se lamenta de que a pesar de participar al inicio del movimiento Ocupa Wall Street (llamando a asediar el
edificio de la Reserva Federal) finalmente se hayan apartado, puesto que a su
modo de ver la “izquierda anarcocuriosa”
podría aprender
muchas cosas de ellos e incuso vislumbra la posible fusión a futuro en otra
clase libertarismo que “valga la pena”.
De todos modos, si
revisamos la página del Libertarian Party
de Estados Unidos (fundado en 1971 y que ahora con 400.000 afiliados es el
tercer partido del país) parecen bastante diferentes a los “fachos libertarios”
que han surgido en Chile, en una curiosa mezcla de Milton Friedman, Pinochet y
Axel Kaiser. En efecto, mientras nuestros libertarios de derecha son
“neoliberales” en economía y en política suelen ser simples partidarios de la
“ley y orden” y el Estado policial, el Partido gringo está a favor de los
vaporizadores de marihuana y la “legalización de todo” (5).
A la vez que
reivindican eliminar la seguridad social y el salario mínimo, criticaron abiertamente
las medidas represivas adoptadas por Trump como respuesta a la revuelta
ocasionada por el asesinato de George Floyd (6). Y
es que el “libertarianismo” desarrollado a partir de los 60 en ese país, con
Murray Rothbard entre sus cabezas visibles, no se ajustaba muy bien al esquema
clásico de derecha/izquierda, pues absorbió en gran medida el ambiente
contracultural de esos años, relacionándose con la Nueva Izquierda y oponiéndose a la guerra en Vietnam, al punto que
la escritora Ayn Rand los catalogaba como “hippies de derecha”. En un sentido
diferente a Chomsky, esta influyente filósofa del individualismo capitalista
también los consideraba una aberración “monstruosa y repugnante”, pues “intentan
atrapar a los más jóvenes o más descuidados de mis lectores al afirmar
simultáneamente que son seguidores de mi filosofía y defensores del anarquismo” (7).
En cambio el Partido Libertario chileno -que para
estos días anuncia una Conferencia Internacional con libertarios de 10 países- aunque
se define grandilocuentemente como “un
movimiento de matriz liberal-libertaria, compuesto por vertientes liberales
clásicas, minarquistas y paleolibertarias”, está claramente ubicado a la
derecha de Chile Vamos,
diferenciándose de “ la
centroderecha y derecha en particular, heredera directa del modelo de
desarrollo exitoso del que hoy Chile aún disfruta y que ejerciendo un rol de
autoridad respecto a un cierto sector de la población”, a la que reprochan “su
absoluta anorexia de voluntad e intelección” pues “irresponsablemente levanta
las banderas de las izquierdas, fijando sus preocupaciones en asuntos
electorales, sin contar con una mirada ni con un discurso de trascendencia
ideológica respecto al devenir de nuestro país, dejando de lado la batalla
ideológica” (8).
Cabe destacar que el
interés de la Nueva Derecha por la “batalla cultural” se condice con la
obsesión gramsciana de Pinochet a
partir de los 80, que llegó a organizar seminarios sobre el pensador comunista
italiano.
El grupo se entiende
como respuesta de derecha al Frente
Amplio. Además de Milei, a quien consideran su “maestro”, admiran a
Fernando Villegas y al neonazi Alexis López, quien participa de sus escuelas de
formación. Apoyan la opción Rechazo
en el plebiscito por una nueva Constitución, rivalizando en ese ambiente con
los sectores más violentos como Capitalismo
Revolucionario/Vanguardia. En su
momento convocaron a marchar desde Paseo Bulnes a El Golf, posando en la
estatua ecuestre de Baquedano antes que Piñera, antes de ser correteados de ahí
por jóvenes de la Primera Línea.
Su sección juvenil
(aunque nadie en las fotos parece muy mayor) se denomina “Juventudes
Libertarias”, ¡al igual que la emblemática organización juvenil del anarquismo
español! (9) Su
propaganda no se distingue de la del derechista promedio, criticando al
estallido social, “progres”, “zurdos” y “la servidumbre feminista”, mientras
apoyan entusiastas la represión policial como un pinochetista más.
En definitiva, se trata
de posiciones extremistas neoliberales, que en Chile pretenden pasar por novedosas
para atraer adherentes no interpelados por la derecha tradicional. A diferencia
de su supuesto símil gringo, se amalgaman sin mayor problema con el fascismo
tradicional-autoritario que se expresa en el Rechazo, aunque se diferencian de la “tercera posición” de los Social Patriotas y Chile Digno, a los que me referí en una columna anterior (10).
Su seudoanarquismo (o “minarquismo”) enlaza con lo que el mismísimo
Bakunin dijo en “Dios y el Estado”: que la burguesía, “esa clase tan numerosa y tan respetable no exigiría nada mejor que se le concediese el derecho o, más bien, el privilegio de la más completa anarquía; toda su economía social, la base real de su existencia política, no tiene otra ley, como es sabido que esa
anarquía expresada en estas palabras tan célebres: ‘Laissez faire et laissez passer’. Pero no quiere ese anarquía
más que para sí
misma y sólo a condición de que las masas, ´demasiado ignorantes para disfrutarla sin abusar’,
queden sometidas a la más severa disciplina del Estado”.
NOTAS:
1 En
base a la cual Rodrigo Karmy se ha referido a Donald Trump como “verdadero
anarquista”, especie horrible y concentrada de “Ubú rey” posmoderno: http://www.eldesconcierto.cl/2017/04/09/siria-trumpista-donald-trump-como-verdadero-anarquista/
4 Prominente
“libertario” que luego derivó a posiciones republicanas neoconservadoras. De su
lema de campaña “rEVOLution” (evol: love, amor) Capitalismo rEVOLucionario
imita el destacado de las mismas palabras, demostrando así bastante gringofilia
y poca originalidad.
5 Según
dice una chapita que venden por 1 dólar, junto a otras como “Limited
Government/Infinite Freedom” y “Guns save lives”.
7 “Brief Summary,” The Objectivist, Vol. 10, Sep. 1971. Cabe
destacar que Rand es una de las referencias favoritas de gente como Teresa
Marinovic.
10 https://www.eldesconcierto.cl/2020/02/26/nueva-derecha-neofascismos-y-violencia-callejera/.
Por cierto, Chile Digno (grupo fundado por el ex diputado RN Gaspar Rivas, que
luego se pasó al Movimiento Social Patriota) reaccionó publicando https://www.chiledigno.cl/post/el-desconcierto-y-su-anti-chile-digno,
donde se quejan de haber sido considerados fascistas y/o pinochetistas, aclaran
que consideran a la derecha como “vendepatrias”, y dicen apoyar al feminismo y
la Primera Línea. Por cierto que en mi columna hacía una distinción con los nuevos
grupos de ultraderecha, señalando a este grupo y al MSP como ejemplos clásicos de
“tercera posición”. Entiendo que ninguno de estos dos grupos no apoya la opción Rechazo.
Etiquetas: anarquia, anarquismo difuso, documentos de barbarie, punk rock
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