miércoles, agosto 11, 2021
La morada oculta: lanzamiento de un "clásico olvidado" de Leopoldina Fortunati
Estos materiales quedaron sin ser usados hace un par de años o más bien tres: la "explosión feminista" del 2018, para el 50 aniversario de la revolución mundial del 68.
Vienen al caso ahora que esperamos el lanzamiento mañana en la tardecita de la edición local de "El arcano de la reproducción", de Leopoldina Fortunati. No sé si pueda existir en verdad algo así como un clásico olvidado o desconocido, pero al menos yo sí entiendo a qué me refiero. Algo es algo.
EL CAPITAL CONTRA LA HUMANIDAD: LA “MORADA OCULTA” DEL SISTEMA DE PRODUCCIÓN/REPRODUCCIÓN CAPITALISTA.
Al abrirse paso contra todas las fuerzas del viejo mundo, el segundo
asalto proletario global contra la sociedad de clases (1968/1977), fue
redescubriendo y desarrollando su propia teoría, visibilizando y radicalizando
varias zonas donde se ejercía el dominio de lo humano al servicio de la
cosificación, que quedaban ocultas en la visión progresista, masculina y
productivista propia de todo el Movimiento Obrero clásico. Así, al “obrerismo” tradicional de las dos
ideologías rivales (marxismo vs. anarquismo), se le confrontó una mirada mucho
más amplia y crítica, que exhibió cómo los mecanismos fundamentales de la
conservación del sistema se manifestaban en todo el espacio social, y muy
centralmente en los mecanismos de la familia y la escuela autoritarias. A la
vieja y rancia dupla del Estado/Capital le acompañaban además el Patriarcado y
el Adultocentrismo como viejos y reactualizados modelos de sumisión.
Dentro de la teoría suministrada por el movimiento revolucionario de las mujeres cabría destacar las elaboraciones ligadas al “Movimiento por el Salario Doméstico” en los 70 (entre ellas Mariarosa Balla Costa), las investigaciones de Silvia Federici, y posteriormente las de Maya González (por ejemplo en sus artículos para la revista Endnotes ). Destacamos esta obra porque a diferencia de los feminismos liberales y socialdemócratas que se aprecian a nivel de ideología dominante, se planten siempre desde una posición comunista y antiestatal, haciendo ver como la situación socialmente subordinada de la mujer constituye una condición para la afirmación y perpetuación de la dominación capitalista. La violencia específica, estructural y cotidiana a la que las mujeres se enfrentan (discriminación, abusos, violaciones) no se entienden como meros “resabios” de sociedades retrógradas, sino expresión y fundamento del desarrollo actual del capital.
“Desde Marx, ha sido claro que el capital
domina y se desarrolla a través del salario, esto es, que el fundamento de la
sociedad capitalista era el trabajador asalariado y, hombre o mujer, la
explotación directa de éste. Lo que no ha estado claro, ni lo han supuesto las
organizaciones del movimiento de clase obrera, es que precisamente a través del
salario se ha organizado la explotación del trabajador no asalariado. Esta explotación
ha sido aún más efectiva porque la falta de un salario la ocultaba. Es decir,
el salario controlaba una cantidad de trabajo mayor que la que aparecía en el
convenio de la fábrica. En lo que respecta a las mujeres, su trabajo parece un
servicio personal fuera del capital. La mujer parecía sufrir únicamente el
chauvinismo masculino y era mal tratada porque el capitalismo significaba
"injusticia" general y "conductas malas e irrazonables";
los pocos (hombres) que lo advirtieron nos convencieron de que esto era
"opresión" pero no explotación. Pero la "opresión" ocultaba
otro aspecto más penetrante de la sociedad capitalista. […] La mujer está
siempre en servicio porque no existe la máquina que haga niños y se preocupe de
ellos. La mayor productividad del trabajo doméstico mediante la mecanización
únicamente puede relacionarse con servicios específicos como, por ejemplo,
lavar y limpiar. La jornada de trabajo de la mujer es interminable no porque
carezca de máquinas sino porque está aislada.”
(Las mujeres y la subversión de la comunidad. Mariarosa Dalla Costa. 1971).
"Puesto que la revolución como
comunización debe abolir todas las divisiones en la vida social, también debe
abolir las relaciones de género, no porque el género sea inconveniente u
objetable, sino porque es parte de la totalidad de relaciones que diariamente
reproducen el modo de producción capitalista. El género, también, es parte de
la contradicción central del capital, y por tanto, debe ser desmantelado en el
proceso de la revolución. No podemos esperar hasta después de la revolución
para que el problema del género se resuelva. Su relevancia respecto a nuestra
existencia no se va a transformar lentamente ya sea por medio de una
obsolescencia planeada o una deconstrucción lúdica, o a través de la igualdad
de los distintos géneros o la proliferación de una multitud de diferencias. Por
el contrario, para que haya revolución,
la comunización debe destruir el género en su propio curso, inaugurando las
relaciones entre individuos definidos en su singularidad."
(La comunización y la abolición del género. Maya González y Jeanne Neton, Endnotes, 2013. Disponible en La lógica del género y la comunización: ediciones.dosytresdorm.org).
“Estoy convencida de que nuestra unión como
mujeres y como feministas es un paso positivo, una precondición incluso para
superar la marginación. Las mujeres del movimiento estudiantil no deberían
dejar intimidarse por la acusación de “divisionismo”. Más que dividir, la
creación de espacios autónomos es necesaria, por un lado, para sacar a la luz
un amplio listado de relaciones de explotación que nos impiden actuar, y por
otro, para exponer ciertas relaciones de poder que, si no se cuestionan, sólo
acabarían por propiciar el fracaso del movimiento.
Reconocer aquellos aspectos de la experiencia
de las mujeres que fundamentan su subordinación a los hombres, y confrontar al
mismo tiempo las diferencias de poder que existen entre las propias mujeres, es
hoy, al igual que en el pasado, uno de los principales desafíos de las
feministas y de las activistas en todo movimiento social. Esta identificación,
desde luego, también entraña riesgos. El más insidioso, acaso, es la
idealización de las relaciones entre mujeres, ya que nos expone a desilusiones
muy dolorosas. Este es un problema al que las mujeres de mi generación éramos
especialmente vulnerables. El feminismo se nos presentaba como una suerte de
tierra prometida, como el hogar añorado, como un ámbito de protección en el que
nada podía afectarnos. Pues bien, lo que hemos descubierto es que realizar
trabajo político con mujeres, como mujeres, no nos preserva de luchas por el
poder y de actos de “traición” que tan a menudo hemos encontrado en
organizaciones dominadas por hombres. Cuando nos acercamos a los movimientos,
traemos con nosotras todas las cicatrices que la vida bajo el capitalismo
imprime a nuestros cuerpos y a nuestras almas, y éstas no desaparecen
simplemente porque trabajemos entre mujeres”.
(Las mujeres y las luchas contra la mercantilización de la universidad. Silvia Federici. Entrevista realizada en 2011. Disponible en http://www.sinpermiso.info)
“Una vez que a un grupo de individuos, las mujeres, se les define como “quienes tienen hijos” y una vez que esta
actividad social, “tener hijos”, se
constituye estructuralmente como una discapacidad, las mujeres son definidas
como las que van al mercado de trabajo con una desventaja potencial. Esta
distinción sistemática —a través del riesgo determinado por el mercado que se
identifica como el “potencial” de concebir un niño— mantiene ancladas a la
esfera indirectamente mediada por el mercada a quienes encarnan el significante
“mujer”. Por lo tanto, debido a que el capital es una abstracción “sexualmente
neutral”, castiga concretamente a las mujeres por tener un sexo, aunque esa
“diferencia sexual” es producida por las relaciones sociales capitalistas y es
absolutamente necesaria para la reproducción del capitalismo[...] De manera
aparentemente contradictoria, una vez que la diferencia sexual se define y
reproduce estructuralmente, la mujer como portadora de fuerza de trabajo con un
costo social mayor se convierte en su opuesto: la mercancía fuerza de trabajo
con un precio menor.”
(La lógica del género. Maya Gonzalez
& Jeanne Neton, Endnotes Collective, 2013. Disponible en La lógica del género y la comunización:
ediciones.dosytresdorm.org)
Etiquetas: critica de la economía política, feminismo, revolución social, teoría revolucionaria