miércoles, septiembre 29, 2021
Música cortopunzante. Varios artefactos sublimes y dos anécdotas de mierda.
“¿Por qué es necesario prestar consideración a los sonidos de cuchillos y tenedores? Satié lo dice. Tiene razón. Si no, la música necesitará murallas para defenderse” (John Cage).
Siempre creí que la obra maestra de la veterana banda
holandesa The Ex era el álbum doble “Joggers & Smoggers”, de 1989. Esta todo
ahí: canciones, ruido, improvisación, poemas, radio, discursos….con la
colaboración por correo (cosas de esos tiempos) de Lee y Ranaldo de Sonic
Youth, y un buen elenco de bronces provenientes de los ambientes europeos del free/noise,
con algunos de los cuales formaron después la Brass Unwound. Hermoso documento.
Por su parte, pude apreciar que Andy Moor hizo un álbum aportando
su guitarra a las improvisaciones saxofonísticas del inglés John Butcher, una
de las personas que más en serio se ha tomado el arte del saxofón en nuestro tiempo,
tanto en improvisaciones solistas en diversos espacios con distintos grados de
resonancia como en estudio doblando saxos y usando efectos. Un maestro en el
mejor sentido del término (escuchen su "Ser observado #1"). El LP se llama "Experimentos con una hoja", y es de junio de este año.
Y como estamos
hablando básicamente de improvisar, quería agregar dos artefactos más para roer
con los dientes del alma.
Histórico. Se hicieron 1000 copias de las cuales se vendieron
120 a través de Rough Trade/Virgin, y 800 fueron compradas por el sello United
Dairies, que luego las destruyó.
Steven Stapleton (de NWW) dijo: “nadie debería perderse este
desastre en vinilo”. Coincido con él así que: escuchen con atención.
Para terminar de hacerse una idea de las infinitas posibilidades de la improvisación los dejo con esta obra para piano de Marcel Duchamp (the real MD, no la banda chilena del mismo nombre): "Erratum Musical".
El concepto es muy
simple y cualquiera podría realizarlo en principio: tocar todas las notas pero una sola vez cada una. Atrévanse a
probarlo si tienen en su casa un piano de
cola, vertical, un teclado bontempi o una melódica barata.
Saco todo esto a colación porque me deprime enormemente la
falta de disposición y/o preparación para la improvisación que he apreciado en “la
escena”.
Hace poco vi en un concierto afuera del Taller Sol a un grupo
de improvisación que no se aseguró de garantizar una amplificación razonable a
su guitarrista, que combatía en vano con un pequeño ampli tratando de sonar en
medio de grandes mareas de ruido electroacústico. Cuando se le avisó a uno de
ellos que era necesario solucionar el sonido de guitarra respondió: “No me
hueís que estoy tocando”. Yiaaaaa.
Poco después, fui a grabar un par de temas con una formación que no se dedica a la improvisación. Cuando ya estábamos listos con eso propuse hacer y grabar adecuadamente una masa sutil de ruido, aplicando la instrucción o modalidad que Masayuki Takayanagi llamaba “gradually projection”. Para ese experimento me descolgué el saxo y agarré mi guitarra eléctrica Frend Stevens de 50 lucas que compré hace años y con la que había estado improvisando en casa en las sesiones “Alone Again (without you)” (aunque no era un tributo a Dokken).
La idea era partir muy sutilmente empleando arco y cuchillo para
generar un ambiente por sobre el cual los demás fueran agregando de a poco sus
sonidos, sin apuro, y sin mucho volumen al menos al inicio. Fui bastante claro
en esta indicación: "déjenme solo en guitarra por lo menos por un minuto y
medio". Y antes de empezar a tocar/graba dije: “¡Menos es más!”.
El resultado: alcancé a darle golpecitos a la guitarra por espacio de 12 segundos y el bajo plagado de efectos entró con todo antes de pasar al segundo 13, y luego con él todo el resto del cuarteto.
No me quedó más que llenar el espacio sin poder desarrollar nada de lo que tenía ideado desde días antes.
A los 6 minutos yo ya no tenía nada más que ofrecer, y la “impro” se había ido convirtiendo en el preludio a uno de las temas recién grabados, con arpegio de bajo y todo.
Desenchufé mi fiel guitarra.
Preferí primero tomarlo con humor, pero luego ya no pude.
El resultado me parece un claro síntoma del síndrome de “estoy tocando yo y nada más me importa”.
En todo caso, a los demás
les encantó…
Etiquetas: anti punk, Libre Improvisación