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miércoles, septiembre 29, 2021

Música cortopunzante. Varios artefactos sublimes y dos anécdotas de mierda. 

“¿Por qué es necesario prestar consideración a los sonidos de cuchillos y tenedores? Satié lo dice. Tiene razón. Si no, la música necesitará murallas para defenderse” (John Cage).  

Siempre creí que la obra maestra de la veterana banda holandesa The Ex era el álbum doble “Joggers & Smoggers”, de 1989. Esta todo ahí: canciones, ruido, improvisación, poemas, radio, discursos….con la colaboración por correo (cosas de esos tiempos) de Lee y Ranaldo de Sonic Youth, y un buen elenco de bronces provenientes de los ambientes europeos del free/noise, con algunos de los cuales formaron después la Brass Unwound. Hermoso documento.  


Hace poco descubrí que a mediados de los 90 hicieron otro álbum doble,
“Instant”, siguiendo la idea de realizar junto a varios invitados pequeños sets de improvisación en diversas combinaciones de integrantes. El resultado es igual de genial que JJ&SS, pero muy distinto en cuanto al tipo de material generado: la creatividad viene acá en pequeñas cápsulas disfrutables de a una o todas o en grupos aleatorios.


Algunos ex Ex siguen dando que hablar en otros lados. Así, explorando el enorme y muy variado catálogo del sello Sub Rosa, di con un álbum de la banda francesa Oiseaux-Tempéte,
"From somewhere invisible", lanzado justo el 18 de octubre de 2019, con el ex vocalista de los Ex G.W. Sok en voces, haciendo sus típicos relatos por sobre una base flexible y fluida que por alguna razón los periodistas musicales definen como “post rock”.



Por su parte, pude apreciar que Andy Moor hizo un álbum aportando su guitarra a las improvisaciones saxofonísticas del inglés John Butcher, una de las personas que más en serio se ha tomado el arte del saxofón en nuestro tiempo, tanto en improvisaciones solistas en diversos espacios con distintos grados de resonancia como en estudio doblando saxos y usando efectos. Un maestro en el mejor sentido del término (escuchen su "Ser observado #1"). El LP se llama "Experimentos con una hoja", y es de junio de este año.

Y como estamos hablando básicamente de improvisar, quería agregar dos artefactos más para roer con los dientes del alma.


El primer disco de
  Hastings of Malawi, formación en que tres sujetos que antes ya habían colaborado en el histórico primer álbum de Nurse With Wound  (bastante famoso por la selecta lista de artistas sonoros que incluía), decidieron ir al estudio con un montón de instrumentos (piano, sintetizador, batería, clarinete) y ninguna idea clara de qué es lo que iban a hacer con ellos. En medio del proceso usaron materiales que pillaron en el estudio (discos viejos, libros de cocina) e hicieron llamados telefónicos a altas horas de la madrugada mostrando a oyentes aleatoriamente escogidos en la Guía de Teléfonos (¿recuerdan esos mamotretos?) los resultados provisionales de la sesión de grabación que dio lugar al álbum “Vibrant Stapler Obscures Characteristic Growth”, editado en 1981.

Histórico. Se hicieron 1000 copias de las cuales se vendieron 120 a través de Rough Trade/Virgin, y 800 fueron compradas por el sello United Dairies, que luego las destruyó.

Steven Stapleton (de NWW) dijo: “nadie debería perderse este desastre en vinilo”. Coincido con él así que: escuchen con atención.


Para terminar de hacerse una idea de las infinitas posibilidades de la improvisación los dejo con esta obra para piano de Marcel Duchamp (the real MD, no la banda chilena del mismo nombre): "Erratum Musical".

El concepto es muy simple y cualquiera podría realizarlo en principio: tocar todas las notas pero una sola vez cada una. Atrévanse a probarlo si tienen en su casa un piano de cola, vertical, un teclado bontempi o una melódica barata.

Saco todo esto a colación porque me deprime enormemente la falta de disposición y/o preparación para la improvisación que he apreciado en “la escena”.

Hace poco vi en un concierto afuera del Taller Sol a un grupo de improvisación que no se aseguró de garantizar una amplificación razonable a su guitarrista, que combatía en vano con un pequeño ampli tratando de sonar en medio de grandes mareas de ruido electroacústico. Cuando se le avisó a uno de ellos que era necesario solucionar el sonido de guitarra respondió: “No me hueís que estoy tocando”. Yiaaaaa.

Poco después, fui a grabar un par de temas con una formación que no se dedica a la improvisación. Cuando ya estábamos listos con eso propuse hacer y grabar adecuadamente una masa sutil de ruido, aplicando la instrucción o modalidad que Masayuki Takayanagi llamaba “gradually projection”. Para ese experimento me descolgué el saxo y agarré mi guitarra eléctrica Frend Stevens de 50 lucas que compré hace años y con la que había estado improvisando en casa en las sesiones “Alone Again (without you)” (aunque no era un tributo a Dokken). 

La idea era partir muy sutilmente empleando arco y cuchillo para generar un ambiente por sobre el cual los demás fueran agregando de a poco sus sonidos, sin apuro, y sin mucho volumen al menos al inicio. Fui bastante claro en esta indicación: "déjenme solo en guitarra por lo menos por un minuto y medio". Y antes de empezar a tocar/graba dije: “¡Menos es más!”.

El resultado: alcancé a darle golpecitos a la guitarra por espacio de 12 segundos y el bajo plagado de efectos entró con todo antes de pasar al segundo 13, y luego con él todo el resto del cuarteto. 

No me quedó más que llenar el espacio sin poder desarrollar nada de lo que tenía ideado desde días antes.  

A los 6 minutos yo ya no tenía nada más que ofrecer, y la “impro” se había ido convirtiendo en el preludio a uno de las temas recién grabados, con arpegio de bajo y todo. 

Desenchufé mi fiel guitarra.

Preferí primero tomarlo con humor, pero luego ya no pude. 

El resultado me parece un claro síntoma del síndrome de “estoy tocando yo y nada más me importa”. 

En todo caso, a los demás les encantó…

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