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martes, junio 28, 2022

CRASS NOT DEAD/Retrato de Harry Partch/sucedáneos legítimos de los Residentes: Snakefinger y Renaldo & the Loaf 

 

Me cuesta creer que a alguna persona no le guste la banda Crass, pero existen y no pocas.  Por ejemplo, todos los entusiastas del “Santiago hardcore” de los 90, que lo encontraban muy ruidoso y poco eslameable (de slam, hacer slam) y por sobre todo alegaban que que tenían mucho texto. Hace poco mi amigo Rodrigo de Tensión me decía que un chico harto más joven -aunque ser más jóvenes que él o que yo es bastante fácil a estas alturas del siglo XXI- le había dicho: “escuché a Crass, y concluí que a NADIE le puede gustar eso. Si alguien dice que le gusta es por otros motivos, no musicales”. Pues bien: ¡a mi me gusta, y mucho! Aún me arrepiento de esa vez a mediados de 1994 en que me topé con su doble LP “Christ The Album” en una bandeja de usados y no lo llevé porque tras hojear un poco los insertos me topé con un texto de Gandhi, y yo en esos años me creía abiertamente violentista o sea antipacifista. Un par de años después alguien me prestó la cinta copiada del primer LP, y aún me emociono al escuchar el ruido inicial y la declamación de una severa voz femenina que parecía ser La Anarquía misma cuando concluye que: “Jesús murió por sus pecados, no por los míos”. Y ahí arremeten con “¿Nos deben una vida?”, una de las mejores canciones pogo punk de todos los tiempos.


En fin, la cosa es que Crass hizo relativamente pocos discos, y ya me los conozco todos de memoria. Entonces la gran opción que nos queda en este frío invierno 2022 es acudir a
"Nunca fue normal": los Remixes del primer álbum “The feeding of the 5000”, y seguir pogueando hasta el fin. Si no les parece, podrían mejor revisar este otro sitio: https://www.rockaxis.com/rock/revistas/ Que lo disfruten.

Y ahora, para los que se quedaron aquí, me gustaría referirme a los remedios para resolver otro gran caso de saturación por escasez de materiales nuevos: en esta ocasión, ni más ni menos que los grandiosos Residents, la banda anónima más conocida del mundo. La banda estuvo activa desde fines de los 60 hasta hace unos pocos años. El problema es que, tal como señaló Chris Cutler en el catálogo de Recommended records, joe pino que algo se perdió a inicios de los 80, después del magistral "Commercial álbum", el "Eskimo", y durante la famosa trilogía Mole. O sea, seguían siendo un excelente combo, pero la puesta en escena de "Mark of the Mole", así como los conciertos por el 13 aniversario de la banda, marcaron una especie de diferencia radical respecto a la labor previa en estudio. El grueso del material posterior no me conmueve mucho, a excepción quizá del álbum de fines de los 80 “God in 3 persons”, que a su manera es la última obra maestra que entregaron.   

En fin: no importa camaradas, los simpáticos ojos con sombrero ya se fueron a descansar, incluso alguno de ellos ya pasó al otro mundo, y lo que nos queda es su enorme obra para apreciar, comentar y criticar. Pero como ya me sé de memoria todo su “classic stuff” and more, en estos meses recientes me he concentrado en uno de los mayores antecedentes del sonido residentiano: me refiero al gran Harry Partch, de quien era casi imposible pillar discos a menos que se los encargaras a C. Cutler, pero que ahora reposa en diversos puntos de la zona virtual llamada bandcamp, sobre todo en la página de New World records.


De ahí los dejaremos con “Un retrato”, que compila obras desde 1949 a 1972. Harry inventó su propio sistema tonal, dividiendo la octava en más de 40 notas, y diseñando los instrumentos adecuados para poder operar en ese mundo sonoro único. Tal vez lo único que he escuchado que parece habitar por ahí cerca es la famosa suite “6 things to a cycle”, que los Residentes incluyeron en la versión de CD del imprescindible “Fingerprince” (1977).

Y en cuanto a obras paralelas a la de los Residents, me complazco en informar que existe abundante discografía de sus colaboradores y amigos ingleses: el guitarrista Snakefinger, y el duo Renaldo and the Loaf.  


De Snakefinger priorizaría algunos de los albums que fueron editados por los anónimos amigos radicados en San Francisco: su primer LP, “Chewing hides the sound” (1979), y “Greener Pastures” (1980).


 ¿Por esos años no fue que se cayó el Skylab? Tal vez el sonido de guitarra de Snakefinger lo desestabilizó, como cuando con láseres derribábamos drones en la plaza Dignidad y azotábamos a los COP a saxofonazos y trompetazos? Qué tiempos aquellos, que ya no volverán.

De Renaldo & the Loaf, a veces calificados como “los residentes ingleses”, toda su obra es digna de ser considerada, pero me quedo por ahora con estos favoritos personales que de hecho son los más raro de su discografía. En primer lugar PROMOS 1980: los demos que enviaron a Ralph Records, el sello asociado a los Residentes, lo que les garantizó un contrato inmediato.


Además, “Breadcrumbs”, que compila todo lo que no quedó en otros compilados de la banda, con énfasis en algunos extras de grabaciones hechas en 1984. Gran año: el realismo capitalista aún no arruinaba toda la música moderna de raíz.


Todo este material es bastante estimulante para el cerebro y queda al criterio del oyente decidir donde, con quien, como y cuando escucharlo. 

Están avisadxs.

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