domingo, abril 20, 2025
La negrura soy yo (Edia Connole) + 6 discos favoritos de Black Metal
Acaba de salir el volumen colectivo "Teoría Black Metal", por Holobionte ediciones, Barcelona. Los editores, Oriol Roseell y Federico Fdez. Giordano tomaron algunos textos en inglés que habían sido publicados en los compendios de los encuentros de BMT, o en otras fuentes, y agregaron algunas aportaciones hispanas. El volumen se ve muy bien, pero recién empecé a leerlo. Por mientras, para promocionarlo, los dejaré con el fragmento del texto de Edia Connole, "La negrura soy yo", que habían subido a la página de la editorial a la espera del lanzamiento.
Al final del texto les dejo un listado de los 6 artefactos Black Metal que más me gustan, aunque se trata de una lista que va cambiando cada semana.
La
negrura soy yo
Edia Connole
Como dijo The Scapegoat, un participante anónimo de un foro
de música metal: «La primera regla del black metal es que NADIE HABLA UN CARAJO
SOBRE EL BLACK METAL».[1]
«Sobre» [about, del inglés antiguo onbutan] significa «por
fuera, alrededor», y sugiere una «asociación teorética», un modo de
interrogación que indica una asociación pero no está dentro de ella.
¿Qué es el black metal? Según declaró no hace mucho Jason J.
Wallin, esta es una pregunta que «los propios creadores de música black metal
suelen rechazar».[2] Y yo, como teórica del black metal, también la rechazo.
Metodológicamente hablando, no voy a decir que lo lamento por los lectores y
los editores de este texto, porque realmente creo que el rechazo de esta simple
pregunta (tanto de como en sí misma) no podría ser más adecuado. ¿Queréis un
rebelde? Yo seré vuestra rebelde:
«No se habla sobre el black metal. Los que lo hacen ni
siquiera saben de qué están hablando. Perdónalos, porque no saben lo que dicen.
El discurso sobre el black metal es una blasfemia, una herejía, un sacrilegio…
No hablamos sobre el black metal. Por eso nosotros vamos a hablar con el black
metal, comoquiera que el black metal ya es el secreto de sí mismo. ‘Into the Infernal Regions of
the Ancient Cult’. Porque el black metal es amor.»[3]
La «teoría black metal» es un movimiento metalectual que se
inició en 2009 con el simposio Hideous Gnosis, y no debe confundirse con la
sociología, ni con la crítica musical, ni con los estudios etnográficos. Desde
entonces, la teoría black metal se ha desarrollado como un foro distribuido (y
controvertido) dedicado al trabajo intelectual transdisciplinario, que intenta
pensar con el black metal y no sobre este. Porque, por mucho que los relatos
sobre el género puedan ser una orientación útil acerca de su historia o sus
características estéticas, lo que tales relatos no logran explicar es la
cuestión de qué hace el black metal.
Por mi parte, he querido aproximarme al tema desde el
Realismo Especulativo o nuevo realismo —es decir, un realismo filosófico que
está en consonancia con las ciencias naturales y que rompe con las
representaciones antropocéntricas del mundo—; pero también desde la obra de
escritores como Jean Genet o H.P. Lovecraft, que comparten con el black metal
la «creación de mundos que a menudo son considerados “crudos” por su manera de
suspender los velos apaciguadores y las grandes construcciones socio-simbólicas
humanas». El objetivo es concebir una ecología del black metal que requiere,
por un lado, el surgimiento de una subjetividad «nemocéntrica», y por el otro
un modelo de deseo radicalmente desvinculado de la imagen del mundo tal como
nos es dado; todo ello en favor de una imagen científica que, a pesar de ser
horrorosa, nos permite entrever una objetividad lógica absoluta.
Como se sugiere en el análisis de Wallin, pensar con o «a
través»[4] del black metal implica rechazar la noción de que la «negrura» del
black metal es representativa de algo, y abogar, en cambio, por una explicación
lógica más dilatada que apunta hacia una ecología inhumana o antihumana.
Entonces, la negrura soy yo
El black metal se fusiona con fenómenos tan complejos y
multifacéticos como el género de terror. Al trascender una definición
categórica o compositiva estrecha, y al apelar, igual que ocurre en las
ficciones de Lovecraft, al enigmático pensamiento de lo desconocido, el black
metal puede entenderse como un intento no-filosófico por pensar filosóficamente
el «mundo-sin-nosotros». O al menos esto es lo que sostiene Eugene Thacker en
su ensayo «Three Questions on Demonology».[5] Al preguntarse por el significado
de la palabra black en el black metal, Thacker analiza tanto las variantes
satánicas como paganas del género (las cuales todavía conservan un hilo
antropocéntrico), e introduce una tercera posición, la de lo cósmico, con la
que se intentaría renunciar incluso al antropocentrismo. De este modo, dice
Thacker, encontramos «el anónimo e impersonal “en-sí” del mundo, indiferente a
nosotros como seres humanos, a pesar de todos nuestros esfuerzos para cambiar,
dar forma, mejorar o incluso salvar el mundo».[6] Este «ocultismo noumenal» o «hermetismo
abismal» es lo que Thacker, basándose en la tradición apofática, postula de
manera vigorosa como «un extraño misticismo del mundo-sin-nosotros».[7] A
partir de algunos de los experimentos formales del black metal contemporáneo,
como The Grimm Robe Demos de Sunn O))) (2000), o quizá más proféticamente
Stratification de Wold (2008) («horror de los horrores», como lo describió un
crítico en la Encyclopaedia Metallum), Thacker sostiene que el
mundo-sin-nosotros es en efecto un «Planeta», pero un planeta situado entre el
«mundo» y la «tierra». Es decir, entre el mundo-para-nosotros y el
mundo-en-sí.[8]
Como concepto límite, el mundo-sin-nosotros es distinto del
mundo que habitamos y con el que nos relacionamos, el mundo refractado a través
de nuestra imagen y nuestras preocupaciones; pero también es diferente del
mundo como algo ya dado. En definitiva se trata de un mundo que, aunque
completamente indiferente a las necesidades y los deseos humanos, de alguna
manera, y paradójicamente, todavía puede ser intervenido a través del
conocimiento científico y los medios técnicos. A veces este mundo «contraataca»
(en forma de desastres naturales, y cada vez más a la luz del cambio
climático), y aquí es donde encontramos el concepto límite de un mundo-sin-nosotros.
Aunque esencialmente sigue siendo el mundo-en-sí el que estamos tratando, la
designación «sin nosotros» permite eludir la paradoja lógica que parecería
sugerir que este mundo (es decir, el Planeta) es de alguna manera proporcional
a la existencia humana. De lo que se trata aquí es de la verdadera sustracción
del mundo-para-nosotros humano, una sustracción que ya está en marcha
furtivamente en los campos filosóficos del Realismo Especulativo o nuevo
realismo, en los enfoques intelectuales relacionados con las extinciones
masivas inducidas por el ser humano, o en las reformulaciones surgidas de la
«nueva síntesis evolutiva» a mediados del siglo XX, y que coagulan hoy bajo el
nombre del Antropoceno: antinatalismo, aceleracionismo, xenofeminismo, posthumanismo,
etc —todos los cuales se adentran en el pensamiento impersonal, horroroso y
profundamente perturbador (pero aparentemente inevitable) de un
mundo-sin-nosotros. Una especie de invocación cthulhoide a la oscura materia
negentrópica que fluye a través de la filosofía, y que, como afirma Thacker, se
manifiesta culturalmente en todo un bestiario de formas de vida imposibles que
cabalgan en el horror cósmico, alternándose desde sus inicios con el territorio
estético del black metal.[9]
En uno de sus relatos tempranos, Hechos tocantes al difunto
Arthur Jermyn y su familia, Lovecraft escribió: «La vida es una cosa espantosa,
y desde su trasfondo llegan los indicios demoníacos de una verdad que la hace
ser mil veces más espantosa.»[10] Y, en la primera frase de la primera canción
del primer álbum de heavy-metal de la historia, ya se nos planteaba la
siguiente pregunta: «¿Qué es esto que hay delante de mí?»[11] La respuesta es
inmediatamente verbalizada por el narrador de la canción, y que parece hacerse
eco del mismo sentimiento de Lovecraft: «Una figura de negro que me señala.» En
el comentario de Nicola Masciandaro, y que famosamente inauguró la teoría black
metal, se dice que esta figura es
«LO DESCONOCIDO QUE ME SEÑALA… [porque] la cuestión no es
determinar la identidad de la figura de negro, sino sentir su señal,
experimentar la traición implícita en la pregunta a medida que se vuelve sobre
sí misma y abre todavía más espacio negro dentro de ella, dentro del término
entintado que el acto de señalar repite y refleja dentro de mí».[12]
Entonces, la negrura soy yo. El comentario de Masciandaro ilustra
hábilmente las implicaciones cosmológicas a la vez inmanentes e inminentes de
un mundo-sin-nosotros que, de manera importante y como dice Thacker, «no se
encuentra en un “gran más allá” exterior al mundo (el mundo-para-nosotros) ni
exterior a la tierra (el mundo-en-sí); sino más bien en las mismas fisuras, en
los lapsos o lacunae que hay en el mundo y en la tierra».[13] Reafirmando así,
como se expresa en el libro Cold War de Dominic Fox (otro texto precursor de la
teoría black metal relacionado con las nociones de «mundo» y «mundialización»,
con las «construcciones del mundo» ficticias y artísticas), la medida en que
esta «agencia oculta, concebida casi siempre como supernatural dado que se
encuentra fuera del ámbito de la acción y la simbolización humanas, [es] de
hecho la naturaleza en sí, la naturaleza como el inconsciente de la realidad
humana: el “ello” atravesando el “yo” derrotado».[14] (…)
En palabras de Scott Wilson:
«Al romper con todas las encarnaciones anteriores del rock y
el metal para producir, en relación con este último, un ruido que es
singularmente disonante, el black metal (…) se sitúa en el espacio entre la
humanidad y su falta de acuerdo con el entorno (…), resonando alrededor de un
punto central de no-conocimiento con un sonido amusical que exulta y exacerba
esta falta de acuerdo (…). Propagándose por un vector de existencia amusical
que se extiende hacia un entorno radicalmente otro, no antropomórfico».[15]
Wilson está indicando aquí la estrategia estética
característica del black metal: denominada por los formalistas rusos como
«extrañamiento» o «desfamiliarización» (y de manera notable por Víctor
Schklovsky en su ensayo de 1917 El arte como técnica), se trata de lo que en
términos del realismo especulativo o nuevo realismo se traduce como «proyectar
la no-razón en las cosas mismas»,[16] un proceso que tiene a su antecesor
literario en el horror cósmico de Lovecraft, pero también en el romanticismo de
Novalis y en el pesimismo filosófico de Schopenhauer, en cuyo Parerga y
Paralipomena leemos: «Para tener ideas originales, extraordinarias, y puede que
incluso inmortales, uno no tiene otro remedio que aislarse del mundo por unos
minutos, de forma tan completa que los hechos más cotidianos aparezcan como
nuevos y desconocidos, de manera que revelen su verdadera esencia.»
Esta búsqueda de la verdad (asociada a menudo con la
aspiración de autenticidad, honestidad e integridad en el heavy-metal) converge
con las diversas expresiones nemocéntricas comprometidas con aquello que
Novalis describía como «educar los sentidos para ver lo ordinario como
extraordinario, lo familiar como extraño, lo mundano como sagrado, y lo finito
como infinito». Thacker se hace eco de esta práctica proto-lovecraftiana cuando
retoma los comentarios de Ray Brassier sobre el nemocentrismo, según el cual,
aquellos que buscan la verdad deberían dejar de preocuparse por sus propias
experiencias y perseguir «aquello que, en las sombras, se encuentra retraído de
toda posible experiencia».[17] Una «huida irreflexiva de lo posible hacia el
corazón de lo imposible que lo rodea»,[18] y que suele concederse como un
desafío ético en el black metal, por ejemplo en Mogens Davidsen y Timothy
Morton, para quienes la renuncia a nuestra visión antropomórfica nos permitiría
cuidar mejor del medioambiente.[19] Sin embargo, estos enfoques suelen olvidar
que, «puesto que el medioambiente es el lugar del mal absoluto [para el black
metal], no hay bienes que distribuir o redistribuir (…), excepto el “bien”
soberano de la música en sí misma». Una pulsión sónica «en la que, o en
relación con la cual, podríamos encontrar en el no-conocimiento la exterioridad
de la propia (no)relación con uno mismo (…) Y esto es así porque en el black
metal vislumbramos algo que es radicalmente distinto y que se encuentra más
allá del ser; de hecho, se trata de la posibilidad misma de lo que hay más
allá».[20] (…)
Concebida precisamente como una «ciencia sin objeto»,[21] una
disciplina cuyos métodos ordenados hacia su propio fin inacabable son el único
fruto legítimo de su práctica, así como el método mismo de su acontecer (una
ciencia nacida muerta, «un movimiento “metalectual” que es a la vez naciente y
moribundo»),[22] invirtiendo «el problema de la alienación del lenguaje con
respecto a su propio acontecer, o de la palabra con respecto a su ser
fáctico»,[23] y «confrontando lo desconocido con una mirada lúcida y apasionada»,[24]
la teoría black metal señala el camino de una crítica consciente que, «girando
sobre sí misma como una cruz invertida»,[25] perversamente traiciona su
surgimiento de (y su alineamiento con) el proyecto más amplio del humanismo:
constituyéndose como un humanismo apofático, un humanismo de lo desconocido.
Notas
[1] Citado en Edia Connole y Nicola Masciandaro: Floating
Tomb: Black Metal Theory, Milán, Mimesis, 2015, p. 102.
[2] Jason J.
Wallin: «The Dark Ecology of Black Metal», en Vivek Venkatesh, Jason J. Wallin,
Juan Castro Jason Lewis, eds., Educational, Psychological, and Behavioural
Considerations in Niche Online Comnmnities, Hershey, Information Science
Reference, 2014, p. 389.
[3] Edia Connole y Nicola Masciandaro, Op. cit., pp. 102-3.
[4] Jason J.
Wallin, Op. cit., p. 390.
[5] Eugene
Thacker: «Three Questions on Demonology», en Hideous Gnosis, Nicola
Masciandaro, ed., Nueva York, 2010, pp. 179-221.
[6] Eugene
Thacker, In the Dust of This Planet: Horror of Philosophy, vol. 1, Winchester y
Washington, Zero Books, 2011, pp. 1-21, p. 17. Publicado en español como En el polvo de este planeta,
Madrid, Materia oscura, 2015.
[7] Ibíd., p. 17.
[8] Ibíd., pp. 4-7.
[9] Cfr.
Donna Haraway, «Anthropocene, Capitalocene, Plantationocene, Cthulucene: Making
Kin», 2015, pp. 159-65; Carl H. Sederholm, «H. P. Lovecraft, Heavy Metal, and
Cosmicism», Rock Music Studies, 3:3, 2016, pp. 266-80; Ray Brassier, Nihil
Unbound, 2007; Quentin Meillassoux, Après la finitude, 2006, etc.
[10] H.P.
Lovecraft: «Facts Concerning the Late Arthur Jermyn and His Family», en S.T.
Joshi, ed., The Call of Cthulhu and Other Weird Stories, Londres y Nueva York,
Penguin, 2011, pp. 14-23.
[11] Black
Sabbath, «Black Sabbath», Black Sabbath (1969).
[12] Connole y Masciandaro, Op. cit., p. 39.
[13] Eugene
Thacker: In the Dust of This Planet: Horror of Philosophy, vol. 1, Op. cit., p.
8.
[14] Dominic
Fox: Cold War: The Aesthetics of Dejection and the Politics of Militant
Dysphoria, Zero Books, 2009, p. 69.
[15] Scott
Wilson: Melancology: Black Metal Theory and Ecology, Scott Wilson, ed., Zero
Books, 2014.
[16] Quentin
Meillassoux: After Finitude, p. 82.
[17] Eugene
Thacker: In the Dust of This Planet: Horror of Philosophy, vol. 1, Op. cit., p.
8.
[18] Citado en Edia Connole y Nicola Masciandaro: Floating
Tomb: Black Metal Theory, Milán, Mimesis, 2015, p. 102.
[19] Timothy
Morton: Ecology without nature, 2007. Mogens Davidsen: «The Appeal of
Nemocentric Aesthetics», ponencia en Extreme Music: Hearing and Nothingness,
University of Southern Denmark, diciembre2016.
[20] Scott
Wilson, Op. cit., p. 21.
[21] Giorgio
Agamben, Stanzas: Word and Phantasm in Western Culture, Mineápolis, University
of Minnesota Press, 1993.
[22] Edia
Connole, Paul J. Ennis y Nicola Masciandaro, (2014): «A Spell to Ward Of the
Darkness: Live II», con Ben Russell, Darklight Film Festival, The Generator,
Smithfield Square, Dublín, 27/04/14.
[23] Nicola
Masciandaro, «Conjuring the Phantasm», en Theory & Event, vol. 13, 3, Johns
Hopkins University Press. «El verdadero conocimiento destruye al yo, ese yo que no puede conocerse
a sí mismo. Esa es la Verdad. Eso es el Ser. Tú eres Eso» (Chandogya Upanisad,
VI.8.7.).
[24] Raoul
Vaneigem, The Movement of the Free Spirit, Nueva York, Zone, 1998.
[25] Nicola
Masciandaro, «Metal Studies and the Scission of the Word: A Personal Archaeology
of Headbanging Exegesis», Journal of Cultural Research, 15. 3, 2011.
2.- Burzum, s/t-Aske
3.- Darkthrone, A blaze in the northern sky
4.- Blasphemy, Fallen angel of doom
5.- Deathspell Omega, Fas-Ite, Maledicti, in Igne, Aeternum
6.- Conqueror, War.Cult.Supremacy
DISFRUTEN, LEAN, VOLUMEN EN 11, Y A SACUDIRSE LA MIERDA DE LA SEMANA CHANTA!!!!!!
Etiquetas: black metal