Me cuesta creer que a alguna persona no le guste la banda Crass,
pero existen y no pocas. Por ejemplo,
todos los entusiastas del “Santiago hardcore” de los 90, que lo encontraban muy
ruidoso y poco eslameable (de slam, hacer slam) y por sobre todo alegaban que que tenían mucho texto.
Hace poco mi amigo Rodrigo de Tensión me decía que un chico harto más joven -aunque
ser más jóvenes que él o que yo es bastante fácil a estas alturas del siglo
XXI- le había dicho: “escuché a Crass, y concluí que a NADIE le puede gustar
eso. Si alguien dice que le gusta es por otros motivos, no musicales”. Pues
bien: ¡a mi me gusta, y mucho! Aún me arrepiento de esa vez a mediados de 1994
en que me topé con su doble LP “Christ The Album” en una bandeja de usados y no
lo llevé porque tras hojear un poco los insertos me topé con un texto de
Gandhi, y yo en esos años me creía abiertamente violentista o sea
antipacifista. Un par de años después alguien me prestó la cinta copiada del
primer LP, y aún me emociono al escuchar el ruido inicial y la declamación de
una severa voz femenina que parecía ser La Anarquía misma cuando concluye que: “Jesús
murió por sus pecados, no por los míos”. Y ahí arremeten con “¿Nos deben una vida?”,
una de las mejores canciones pogo punk de todos los tiempos.
Y ahora, para los que se quedaron aquí, me gustaría referirme
a los remedios para resolver otro gran caso de saturación por escasez de
materiales nuevos: en esta ocasión, ni más ni menos que los grandiosos Residents,
la banda anónima más conocida del mundo. La banda estuvo activa desde fines de
los 60 hasta hace unos pocos años. El problema es que, tal como señaló Chris Cutler en
el catálogo de Recommended records, joe pino que algo se perdió a inicios de
los 80, después del magistral "Commercial álbum", el "Eskimo", y durante la famosa
trilogía Mole. O sea, seguían siendo un excelente combo, pero la puesta en
escena de "Mark of the Mole", así como los conciertos por el 13 aniversario de la
banda, marcaron una especie de diferencia radical respecto a la labor previa en
estudio. El grueso del material posterior no me conmueve mucho, a excepción
quizá del álbum de fines de los 80 “God in 3 persons”, que a su manera es la
última obra maestra que entregaron.
En fin: no importa camaradas, los simpáticos ojos con sombrero ya se
fueron a descansar, incluso alguno de ellos ya pasó al otro mundo, y lo que nos
queda es su enorme obra para apreciar, comentar y criticar. Pero como ya me sé
de memoria todo su “classic stuff” and more, en estos meses recientes me he
concentrado en uno de los mayores antecedentes del sonido residentiano: me
refiero al gran Harry Partch, de quien era casi imposible pillar discos a menos
que se los encargaras a C. Cutler, pero que ahora reposa en diversos puntos de
la zona virtual llamada bandcamp, sobre todo en la página de New World records.
De ahí los dejaremos con “Un retrato”, que compila obras
desde 1949 a 1972. Harry inventó su propio sistema tonal, dividiendo la octava
en más de 40 notas, y diseñando los instrumentos adecuados para poder operar en
ese mundo sonoro único. Tal vez lo único que he escuchado que parece habitar por
ahí cerca es la famosa suite “6 things to a cycle”, que los Residentes
incluyeron en la versión de CD del imprescindible “Fingerprince” (1977).
Y en cuanto a obras paralelas a la de los Residents, me
complazco en informar que existe abundante discografía de sus colaboradores y
amigos ingleses: el guitarrista Snakefinger, y el duo Renaldo and the Loaf.
De Snakefinger priorizaría algunos de los albums que fueron editados por
los anónimos amigos radicados en San Francisco: su primer LP, “Chewing hides the sound” (1979), y “Greener Pastures” (1980).
¿Por esos años no fue
que se cayó el Skylab? Tal vez el sonido de guitarra de Snakefinger lo desestabilizó, como cuando con láseres derribábamos drones en la plaza Dignidad y azotábamos a los COP a saxofonazos y trompetazos? Qué tiempos aquellos, que ya no volverán.
De Renaldo & the Loaf, a veces calificados como “los
residentes ingleses”, toda su obra es digna de ser considerada, pero me quedo
por ahora con estos favoritos personales que de hecho son los más raro de su
discografía. En primer lugar PROMOS 1980: los demos que enviaron a Ralph Records, el
sello asociado a los Residentes, lo que les garantizó un contrato inmediato.
Además, “Breadcrumbs”, que compila todo lo que no quedó en
otros compilados de la banda, con énfasis en algunos extras de grabaciones hechas en 1984. Gran año: el realismo capitalista aún no arruinaba toda la música moderna de raíz.
Todo este material es bastante estimulante para el cerebro y queda al criterio del oyente decidir donde, con quien, como y cuando escucharlo.
Están avisadxs.
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