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martes, julio 20, 2010

Sobre el 19 de Julio y la guerra de España 


Las versiones oficiales sobre la "guerra civil" española son tan insatisfactorias como las versiones marxista-leninistas y la mayoría del material anarquista. Cúmulos de mistificaciones que conviene ir disipando para entender uno de los momentos más decisivos de la lucha de clases del siglo XX.

A continuación, el prefacio y las 3 primeras tesis elaboradas por los compañeros de la revista BALANCE por ahí por el 2001.

La clase obrera es revolucionaria o no es nada.


Karl Marx. Carta a Schweitzer (13-2-1865).

Toda la historia se convertía así en un palimpsesto, raspado y vuelto a escribir con toda la frecuencia necesaria. En ningún caso habría sido posible demostrar la existencia de una falsificación.

George Orwell. 1984.

La función de la historia será entonces la de mostrar que las leyes engañan, que los reyes se enmascaran, que el poder ilusiona y que los historiadores mienten.

Michel Foucault. Genealogía del racismo.

... ya no se trata de juzgar nuestro pasado en nombre de una verdad que nuestro presente sería el único en poseer; se trata de arriesgar la destrucción del sujeto de conocimiento en la voluntad (...) de saber.

Michel Foucault. Nietzsche, la genealogía, la historia.

El espectáculo, como organización social presente de la parálisis de la historia y de la memoria, del abandono de la historia que se erige sobre la base del tiempo histórico, es la falsa conciencia del tiempo.

Guy Debord. La sociedad del espectáculo.

La memoria histórica es un campo de batalla de la lucha de clases.

Combate por la historia. Manifiesto (8 julio 1999).

PREFACIO.
Se han escrito centenares de libros sobre la Guerra de España y la historiografía sobre el tema aplasta nuestras cabezas con una acumulación de libros clónicos, que citan y repiten uno tras otro los mismos errores o idénticas interpretaciones ideológicas, según filiación política, sin el menor espíritu crítico, cuando no se limitan a una autojustificación o se castran en la moraleja franquista del "que no vuelva a suceder".

La manipulación de los hechos, cuando no su clandestinidad, el confusionismo teórico
para analizar lo sucedido y los errores acumulados por la memorialística y la historiografía son de tal volumen y envergadura que desmentirlos supondría la (inútil) tarea de toda una vida.

Tomemos uno de los ejemplos más destacados: la existencia de una situación de doble poder en Cataluña entre el Comité Central de Milicias Antifascistas y el gobierno de la Generalidad. La existencia de una SITUACIÓN DE DOBLE PODER ES SIN DUDA FUNDAMENTAL en cualquier análisis de la Guerra de España. Pues bien, ha sido aceptada tan dogmática y generalizadamente que ponerlo en duda puede llegar a parecer un disparate. Y sin embargo, protagonistas de los hechos tan destacados y de ideología tan diferentes como Tarradellas, Nin, Montseny, García Oliver, Azaña, etc... ya negaron la existencia de tal situación de doble poder.

Las tesis que exponemos a continuación son fruto del estudio, publicado en varios
cuadernos de Balance, de las diversas interpretaciones realizadas por las minorías
revolucionarias que intervinieron en la Guerra de España, sobre los hechos históricos y las ideologías vigentes en 1936-1939. Excluimos, porque no nos interesa, la visión burguesa; tampoco nos interesa la confrontación con las interpretaciones que provengan del campo contrarrevolucionario y/o estalinista. Las tesis, aquí desarrolladas, pretenden llegar a una síntesis teórica sobre la Guerra de España y la situación revolucionaria surgida en julio de 1936, desde la perspectiva del proletariado revolucionario que defendieron las minorías revolucionarias existentes en la época: bordiguistas, bolchevique-leninistas, Josep Rebull y Los Amigos de Durruti.

Agustín Guillamón
por BALANCE.

Tesis nº 1.- Del 17 al 19 de julio de 1936 se produjo un alzamiento militar contra el gobierno de la República, apoyado por la Iglesia, la mayoría del Ejército, fascistas, burguesía, terratenientes..., cuya preparación había sido tolerada por el gobierno republicano, que había ganado las elecciones de febrero de 1936 gracias a la coalición de Frente Popular. Los militares, los fascistas y los democráticos partidos parlamentarios REPUBLICANOS o monárquicos, de izquierda y de derecha, hicieron la política que más convenía a la burguesía española, y a su preparación de un cruento golpe de Estado.

El alzamiento militar fracasó en las principales ciudades y provocó, como reacción (en la zona republicana), un movimiento revolucionario, victorioso en su insurrección armada contra el ejército. En esa victoria insurreccional jugaron un papel preponderante los Cuadros y Comités de Defensa de la CNT-FAI, que habían sido preparados desde 1931. El fracaso de Zaragoza se debía, entre otras razones, a la falta de preparación y decisión de una dirección secreta, que había actuado desde un escondrijo, en permanente negociación con las autoridades republicanas y los militares "indecisos", en lugar de encuadrar y promover la insurrección obrera desde los Cuadros de Defensa.

Que el movimiento revolucionario del 19 de julio de 1936 se produjera como reacción a
un alzamiento militar no significa que éste no se hubiera producido en su ausencia. De hecho, desde octubre de 1934, y durante toda la campaña electoral de febrero de 1936, tanto la CNT FAI, como el POUM, consideraban inevitable un enfrentamiento con las fuerzas fascistas, de las que conocían sus preparativos para un golpe de Estado, y contra las cuales prepararon concienzudamente un enfrentamiento armado, aunque nunca rechazaron el enlace y la colaboración con los partidos republicanos o con el gobierno de la Generalidad.

En todo caso, la derrota de los militares sublevados no puede ser atribuida a la cúpula dirigente de ninguna organización política o sindical, sino a la organización militar clandestina de los cuadros de defensa confederal, a los comités de defensa de barrio, a la "federación de barricadas", en Barcelona; y a los comités locales en las distintas poblaciones catalanas.

Tesis nº 2.- Esa insurrección armada victoriosa del proletariado, en la zona republicana, supuso la inutilización de los aparatos coercitivos del Estado capitalista, y por lo tanto su incapacidad represiva. Esa insurrección supuso también una serie de "conquistas revolucionarias" de tipo social y económico. El Estado republicano se fragmentó en una multiplicidad de poderes locales o sectoriales, y muchas de sus funciones fueron "usurpadas" por las organizaciones obreras. SE PRODUJO UN VACÍO DE PODER ESTATAL. Perdida su capacidad coercitiva, el Estado republicano vio como surgían poderes regionales autónomos, totalmente independientes del Estado central, que a su vez (como el gobierno de la Generalidad en Cataluña) vieron como se desmoronaba su autoridad; y como los distintos comités revolucionarios, locales, sectoriales, de barriada, de fábrica, de defensa, de abastos, sindicales y de partidos, milicias populares y de retaguardia, desempeñaban aquellas funciones que el gobierno no podía ejercer, a causa de la pérdida de su aparato de represión y del armamento de las organizaciones obreras. Los comités
revolucionarios, que Munis teorizó como comités-gobierno, ejercieron en muchos lugares todo el poder a nivel local, pero no existió ninguna coordinación ni centralización de esos comités locales: hubo UN VACÍO DE PODER CENTRAL O ESTATAL. NI EL ESTADO REPUBLICANO, NI LOS GOBIERNOS REGIONALES AUTÓNOMOS (Generalidad)
EJERCIERON UN PODER CENTRAL, pero tampoco lo ejercieron esos comités locales.

Tesis nº 3.- Los comités revolucionarios: de defensa, de fábrica, de barrio, de control obrero, locales, de abastos, etc... fueron el embrión de los órganos de poder de la clase obrera. Iniciaron una metódica expropiación de las propiedades de la burguesía, pusieron en marcha la colectivización industrial y campesina, organizaron las milicias populares que definieron los frentes militares en los primeros días, organizaron patrullas de control y milicias de retaguardia
que impusieron el nuevo orden revolucionario mediante la represión violenta de la Iglesia, patronos, fascistas y antiguos sindicalistas y pistoleros del Libre. Pero fueron incapaces de coordinarse entre sí y crear un poder obrero centralizado. Los comités revolucionarios desbordaron con sus iniciativas y sus acciones a los dirigentes de las distintas organizaciones tradicionales del movimiento obrero, incluida la CNT y la FAI. Había una revolución en la calle y en las fabricas, y unos POTENCIALES órganos de poder del proletariado revolucionario: LOS COMITÉS, que ningún partido, organización o vanguardia supo o quiso COORDINAR, POTENCIAR y TRANSFORMAR EN AUTENTICOS ORGANOS DE PODER OBRERO.

La cúpula dirigente de la CNT optó mayoritariamente por la colaboración con el Estado
burgués para ganar la guerra al fascismo. La consigna de García Oliver, el 21 de julio, de "ir a por el todo" no era más que una propuesta leninista de toma del poder por la burocracia cenetista; que además el propio Oliver sabía que la hacía inviable y absurda cuando en el pleno cenetista planteó una falsa alternativa entre "dictadura anarquista" o colaboración antifascista. Esta falsa opción "extremista" de García OLiver, la opción de Abad de Santillán de peligro de aislamiento y de intervención extranjera, y la opción de Durruti de espera a la toma de Zaragoza, decidieron que el pleno optara por una colaboración antifascista "provisional". Nunca se planteó la alternativa revolucionaria de destruir el Estado republicano y convertir los comités en órganos de un poder obrero y las Milicias en el ejército del proletariado.

No puede hablarse de situación de doble poder entre el Comité Central de Milicias
Antifascistas (CCMA) y el gobierno de la Generalidad en ningún momento, porque en ningún momento existió un polo de centralización del poder obrero; pero sí que puede hablarse de una posibilidad, fracasada ya en las primeras semanas posteriores al 19 de julio, de establecer una situación de doble poder entre esos comités revolucionarios y el CCMA. Algunos comités sindicales, locales y de barriada expresaron desde el principio su desconfianza y temores frente al CCMA, porque intuían el papel contrarrevolucionario que podía desempeñar.

Son muchos los protagonistas, y también los historiadores, que hablan de una situación de doble poder entre el CCMA y el gobierno de la Generalidad. Sin embargo es un profundo error creer que el CCMA fue otra cosa que lo que realmente fue: un pacto de las organizaciones obreras con las organizaciones burguesas y las instituciones del Estado, un organismo de colaboración de clases, un gobierno de Frente Popular en el que participaron representantes del gobierno de la Generalidad, de los partidos republicanos burgueses, de los estalinistas, del POUM y de la CNT.

Los dirigentes de la CNT fundamentaban su fuerza en la "proximidad" a esos comités
revolucionarios, aunque sólo fuera porque la mayoría de sus miembros eran cenetistas, pero a la vez desconfiaban de los comités porque no entraban en sus esquemas organizativos y doctrinales, y al mismo tiempo, como burocracia, se sentían desbordados y amenazados por sus realizaciones.

El CCMA en Cataluña se diferenció del resto de organismos similares, aparecidos en
otras regiones españolas, por el predominio de la CNT, y debido a que la CNT debía su fuerza a esos comités revolucionarios, en la que la mayoría de componentes estabana afiliados a la CNT.

Fue en Cataluña donde éstos tuvieron mayor alcance y duración. En los organismos similares al CCMA, surgidos en el resto de España, la repercusión, profundidad, alcance y duración de esos comités revolucionarios fue mucho menor y/o duró sólo algunos días o semanas.

Los comités revolucionarios fueron la autoorganización que se dió la clase obrera en una situación revolucionaria, y eran también el embrión de los órganos de poder del proletariado revolucionario español. Pero hay que comprender sus debilidades, que fueron sobre todo la incapacidad para coordinarse entre sí, con el objetivo de centralizar el poder proletario en un Estado obrero. Faltó un partido revolucionario o una vanguardia obrera capaz de transformar esos comités en consejos obreros, caracterizados por la elección democrática de sus delegados en asambleas, revocables en todo momento, y capaces de coordinarse a nivel regional y nacional, hasta constituir un Estado de Consejos de Obreros, Milicianos y Campesinos. La CNT y la FAI
NO DIERON NINGUNA CONSIGNA A SUS MILITANTES hasta el 28 de julio, cuando amenazaron fusilar en el acto a los "incontrolados" que prosiguieran expropiando a la burguesía,
y "paseando" a fascistas, burgueses, curas y ex-miembros del Libre (los pistoleros de la patronal). Los trabajadores, en julio de 1936, supieron actuar sin sus dirigentes, y procedieron a la expropiación de la burguesía y a la supresión de algunos aparatos de dominio del Estado capitalista (ejército, Iglesia, policía), de tal forma que desbordaron no sólo las estructuras estatales, sino también a sus propias organizaciones políticas y sindicales; pero fueron incapaces de actuar contra sus dirigentes, respetaron el aparato estatal y sus funcionarios, y en mayo de
1937 aceptaron a regañadientes, pero aceptaron, la capitulación frente al enemigo de clase.

Por otra parte esos comités revolucionarios, aunque potencialmente eran los órganos de poder obrero, sufrieron la pesada influencia de la ideología de unidad antifascista y muchos de ellos se transformaron rápidamente en comités antifascistas, compuestos por obreros y burgueses, al servicio del programa de la pequeña burguesía. La entrada de ministros anarquistas en el gobierno de Madrid, y de anarquistas y poumistas en el gobierno de la Generalidad, permitió que en octubre de 1936 se procediera, sin la menor resistencia armada, a la disolución de los comités locales para dar paso a los ayuntamientos antifascistas. Los comités de defensa y de fábrica, y algunos de los locales, se resistieron a su definitiva disolución, aunque sólo consiguieron aplazarla.

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