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sábado, abril 09, 2011

La parte que Jalandro no entendió: los anarquistas no tienen jefes y no constituyen organizaciones terroristas armadas 


MEMORIA DEFENSIVA PRESENTADA POR BONANNO AL JUEZ DE LA AUDIENCIA PRELIMINAR DE
ROMA EL 8 DE MARZO DE 1997 (y de cuya simple lectura queda claro que el guionista Peña copió al guionista Marini. Ambos fueron montajes burdos. Y ambos fiscales terminaron mal, muy mal).


Extraído del libro:” Autodefensa al
Proceso de Roma por Banda Armada”,
publicado por “Edizioni Anarchismo”
en abril de 2000
Traducción: Ediciones Conspiración


Yo el abajo firmante Alfredo María Bonanno, imputado en el procedimiento en curso n. 8447/95 junto con otras personas, con la presente Memoria deseo clarificar algunos elementos de la acusación que considero fundamentales.

Declaro previamente que no es mi intención evaluar las imputaciones particulares. Se ocupará de ello mi abogado. Declaro igualmente que no deseo entrar en los numerosísimos casos de la Ordenanza (texto de la acusación, ndt) en los que la hipótesis “a priori” de la existencia de una “banda armada” viene utilizada para explicar algunos hechos. También de esto se ocupará mi abogado.

Me limitó a negar en el modo más absoluto la existencia de una “banda armada” denominada “Organización Revolucionaria Anarco Insureccionalista”, basada según la ordenanza del Juez para las Investigaciones Preliminares (juez de primera instancia, ndt) sobre la construcción de “Grupos de Afinidad”, de “Núcleos de Base” y “Coordinamientos”. Y ya que en esta ordenanza en cuestión, en su página 5, se afirma que tal organización ha sido “teorizada” por mí, me veo obligado a declarar de la manera más clara posible que jamás he teorizado nada del genero, ni en mis escritos, publicados en periódicos, revistas y libros; ni en mis conferencias, debates o comicios públicos.

Desafío a cualquiera a probar lo contrario.

Me interesa remarcar que todo cuanto he escrito en el artículo “Nuevos virajes del capitalismo”, considerado por los investigadores como la base teórica de la “Organización Revolucionaria Anarco Insureccionalista” no concierne a una “banda armada clandestina” y esto por dos motivos. Primero, porque una simple lectura de dicho texto clarifica mejor que cualquier comentario sobre su contenido. Segundo, porque tratándose de un borrador para las conferencias realizadas por mi en algunas Universidades Griegas en 1993, no podría ciertamente haber hablado de frente a centenares de personas de cómo organizar una “banda armada clandestina”.

El redactor del R.O.S (Raggrupamento Operativo Speciali, sección antiterrorista de los carabinieri, ndt) se ha encontrado también de frente a este problema y ha deshecho el nudo cortando por lo sano, afirmando que estas conferencias nunca se han realizado. Afirmación por mi demostrada falsa. No podía existir otra conclusión posible para el redactor de la “Anotación”, en caso contrario, es decir, admitiendo
la existencia de las conferencias griegas, debía admitir que el contenido de mi artículo era aquel en cuyo titulo se afirmaba, una digresión de las teorías que vengo sosteniendo desde al menos veinte años.

¿Pero cuáles son estas teorías?

Trataré aquí de resumirlas en pocas palabras.

La reestructuración del capitalismo y del Estado, mediante el abundante empleo de las tecnologías telemáticas, ha transformado de tal manera el interior de los llamados medios de producción (sectores industriales, comerciales, de servicios, etcétera) hasta volver estos medios completamente inutilizables desde un punto de vista revolucionario. En el caso entonces de una revolución, no estaríamos delante de
una situación que se ha producido otras veces en el pasado, es decir, el paso de los viejos poderes a los nuevos poderes revolucionarios, y una gestión de estos últimos de acuerdo a las diferentes posiciones, sea en vista del establecimiento de un nuevo poder (autoritarios marxistas), o sea en vista de la abolición de todo tipo de poder (antiautoritarios anarquistas). En definitiva, los medios de producción, a través de
las actuales transformaciones tecnológicas, son completamente inutilizables, y por tanto deben ser destruidos, a partir de ya, sin esperar al momento revolucionario.
Es en esta perspectiva donde se introduce la concepción insurreccional del anarquismo, que empuja a los anarquistas a tomar conciencia de la transformación del Capital y del Estado, y a organizarse en pequeños grupos llamados “grupos de afinidad”.

¿Pero qué es la afinidad?. El anarquismo no es solamente un proyecto político y social, es también un modo diferente de concebir la vida. Por este motivo debe partir del propio individuo y no de programas ideológicos preconfeccionados. Las relaciones entre anarquistas son entonces, antes que nada, personales. Son
relaciones entre individuos que aman la libertad. Estas relaciones se fundan sobre un profundo y recíproco conocimiento. Sólo el mutuo conocimiento puede verificar si existe realmente afinidad, y por tanto si se puede hacer algo juntos. Un grupo de afinidad es por lo tanto un conjunto de compañeros que se conocen y han verificado afinidades, ya sea en la vida cotidiana o en los análisis políticos o económico-sociales.

Este grupo estudia, reflexiona, vive, ataca al poder, eligiendo de un modo absolutamente autónomo las maneras y los objetivos de ésta su actividad anárquica, sin jefes y sin programas teóricos confeccionados fuera de su propio seno.
Ciertas veces, en su vida, las grupos de afinidad, o simplemente cada compañero, deben afrontar problemas complejos, como por ejemplo participar en las luchas de masas contra ciertos objetivos. En este caso dan vida a las organizaciones informales.

¿Pero qué es una organización insureccionalista informal?. Es la unión temporal de individualidades anarquistas, de grupos de afinidad y de personas que no son anarquistas pero que tienen interés en participar en una lucha específica para revindicar sus derechos o para impedir que se cometan abusos. Solo dos ejemplos significativos: el Movimiento autónomo de base de ferroviarios del Compartimiento de Turín, que duro cerca de un año; la Coordinadora de las Ligas Autogestionadas contra la construcción de la base de misiles de Comiso en Sicilia, que duró dos años.
Antes de concluir quiero remarcar toda mi indignación por el intento de hacerme pasar como “capo” de una organización, cualquiera que esta sea.

En tanto que anarquista estoy contra todo concepto de jefe, y sobre este punto, todos los anarquistas estamos de acuerdo sin excepciones. Ningún anarquista aceptaría formar parte de una estructura dotada de un organigrama jerárquico. La gran riqueza del anarquismo es su profundo deseo de libertad así como su profundo desprecio por todas las jerarquías y todos los poderes, incluso aquellos que se proclaman revolucionarios.

Personalmente he luchado toda la vida en contra de la mentalidad autoritaria, también cuando tomaba la forma de la llamada izquierda revolucionaria. A los partidos armados he realizado siempre mi crítica con puntualidad.

Una “banda armada”, una organización armada clandestina, es demasiado poca cosa para contener todo mi deseo de libertad y toda mi voluntad revolucionaria de destruir el poder, sería como encerrarme en una habitación cuando puedo tener delante de mis ojos el horizonte libre privado de nubes.

El poder debe ser destruido, no conquistado. Quien piensa en poderlo conquistar para después destruirlo permanece prisionero para siempre, como los recientes hechos históricos demuestran con claridad.

El proyecto revolucionario del que hablo se basa en luchar junto a la gente para hacerla insurgir contra cualquier abuso y cualquier represión. Lo que mueve a los anarquistas es el deseo de un mundo mejor, de una vida mejor, de una dignidad y una moral que la economía y la política han destruido.

Es por esto que los anarquistas dan miedo.

Es por esto que se les encierra en la cárcel.

Es por esto que son considerados peligrosos: por lo que piensan y por lo que hacen.

Por lo que piensan: está claro. Nuestro pensamiento es absolutamente antiestatal.

¿Qué queréis que haga el Estado? Apenas le es posible, nos impide continuar moviéndonos en la sociedad condicionada y sin ideales donde podríamos representar la chispa para la rebelión. Sin duda, podríamos incluso no ser tan peligrosos,
aunque eso nunca se sabe.

Por lo que hacen. Cada anarquista es responsable de las acciones que emprende en su vida, desde los más pequeños hechos de la vida cotidiana, a los hechos a menudo más complejos, como el ataque contra el Estado, las instituciones y los hombres que lo representan.

No existe una responsabilidad colectiva.

Cada anarquista elige sus propios compañeros de lucha, habitualmente sobre la base de la afinidad, o sobre otras bases teóricas en las que solo él esta capacitado para delimitar y profundizar, y así va hacia delante, hasta el final, hasta la cárcel, hasta la muerte.

Por eso los anarquistas no aceptan etiquetas confeccionadas por otros, y para otros funcionales. No aceptan ser considerados participes de una organización como la descrita en la “Ordenanza de custodia cautelar” que ciertamente sus redactores han visto actuar en otras ocasiones, ocasiones que no nos atañen, ni pueden hacerlo.

Alfredo M. Bonanno


Conspiración -publicación anarquista intermitente- Nº 2, "Sobre el proceso Marini y dsus recientes reediciones, agosto de 2004.

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