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martes, diciembre 03, 2013

Arañas de rincón/Las 3 B del heavy metal/Ungenio teoriza 

-Papá, ví un bichito caminando por ahí.
-¿Sí? ¿Donde?
-Ahí. Debajo de esa toalla. ¡Ahí va!
-¡Es una araña de rincón! ¡Hay que matarla! (Plaffff)
-Ja ja ja. Como quedó....

(No sé si mi reacción fue la más pedagógica, pero que le vamos a hacer....¿conseguir un par de arañas-tigre?

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El heavy metal no lo inventaron ni led Zeppelin ni Deep Purple. Led Zeppelin era ni más ni menos que un saqueo al catálogo del blues, amplificado al máximo gracias a las nuevas tecnologías, con cada vez más elementos de misticismo millonario. El exceso de vodka los salvó de tener que entrar a los 80 como banda cada vez más fome. Y Deep Purple....era otra cosa....basta con recordar que estaban más preocupados de pelearse los tiempos de solo en disco y en vivo -además de las luces-, y en grabar con l Orquesta Filarmónica de no se cuantito. A ellos les debemos esa horrible tradición.

El heavy metal, pensaba anoche, se debe a la confluencia de las 3 B:

-Black Sabbath (eso todo el mundo lo sabe)

-Blue Cheer

-Budgie.

Estas 2 bandas son mucho menos recordadas, pero al menos en el primer álbum de cada una el sello característico del HM: el sonido pesado y metalizado, ya estaba presente en excelente forma y debió inspirar a miles a seguir el ejemplo.

Excelente teoría. habrá que defenderla adecuadamente . Pero...parece que tiene un problema.

Sí. El problema es....Blue Öyster Cult!!!!

Con 4 no funciona. Debe ser una trilogía. Y no sé a quien sacar para dejar a BÖC.

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Mejor leamos la prensa burguesa.

A diferencia del chascón Villegas, que la noche de la primera vuelta electoral teorizaba acerca de la alta abstención y de una franja entre política y etárea que debía rondar los 2 millones de anti-sistémicos que no quieren saber nada con el Estado.

Otra cosa opina Ungenio Tironi, tal cual podemos leer en emol hoy:

¿Cuál es la demanda —o, mejor dicho, la pulsión— que se esconde detrás del abstencionismo? Están los que afirman que ahí anida una fuerza antisistema; un ímpetu tan radical que rechaza acercarse a un local de votación, pues no quiere contaminarse con esta institucionalidad de pacotilla. Su campo de lucha son las calles —se afirma—, no los recintos electorales; su aspiración es la revolución, no las reformas. Me temo que esta lectura está totalmente errada.

La inscripción automática y el voto voluntario tienen la virtud de que la ciudadanía puede expresar en forma transparente, sin presión de ningún tipo, lo que está dispuesta a invertir para cambiar el estado de cosas en que vive. Si se abstiene, el mensaje es claro: está conforme o, si se prefiere, su disconformidad no tiene la potencia como para empujarla a votar —como sucedió, por ejemplo, en el plebiscito de 1988—, y mucho menos para salir a las calles a protestar. Si es adhesión o resignación, poco importa: lo que revela el abstencionismo es una menguada voluntad de trastocar el sistema. En este sentido, si alguien pensó —y algunos lo hicieron— que Chile había entrado a una situación prerrevolucionaria, con una ciudadanía que sentía que no tenía nada que perder sino sus cadenas, es hora de que lo reevalúe.


(http://www.elmercurio.com/blogs/2013/12/03/17489/Entreacto.aspx)

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