viernes, enero 23, 2015
¡Para poner los puntos sobre las íes! (Amadeo Bordiga). parte 1: Tesis y contratesis históricas
¡Para poner los puntos sobre las ies!
Contratesis y tesis históricas
«Battaglia Comunista», N° 11, 1952
Contratesis I
En todos los países, pero sobre todo en aquellos donde la industria está poco desarrollada y en el periodo en que la burguesía no ha tomado todavía el poder político, aún existen otras clases en diferentes grados, como la aristocracia feudal, los artesanos y los campesinos propietarios. La burguesía primero y el proletariado asalariado después, empiezan a tener un peso histórico en diferentes épocas en los distintos países: En Italia en el siglo XV, en los Países Bajos en el XVI, en Inglaterra en el XVII, en Francia en el XVIII, en Europa Central, en América, en Australia, etc., en el XIX, en Rusia en el XX, en Asia hoy. De ello se deduce que es necesario que distingamos áreas muy diferentes en el mundo, caracterizadas por reagrupamientos muy distintos de fuerzas de clase en lucha.
Contratesis IV
Por tanto, hasta 1870 - época en que esta organización en Estados nacionales esta acabada - el proletariado tiene un interés de clase en luchar por la libertad de Francia, Alemania, Italia y los pequeños países de los Balcanes. Durante la alianza en la acción armada, las ideologías de clase se van diferenciando y los trabajadores se separan del nacionalismo y del patriotismo. Para el futuro del movimiento proletario, las victorias contra la Santa Alianza, contra Austria en 1859 y 1866, y, en último lugar, contra Napoleón III en 1870, han sido de la mayor importancia; por contra, las derrotas de sus adversarios fueron consideradas como negativas por Marx y Engels en todas sus obras, como Lenin recordará en sus tesis sobre la guerra en 1914. Todos estos criterios se aplican en «el Oriente» moderno.
Existe un lazo directo entre el curso desfavorable de la lucha proletaria des de hace 150 años, que ha triplicado al menos el tiempo previsto por el marxismo, y la victoria constante de la Gran Bretaña en las guerras contra Napoleón primero y contra Alemania después. El poder burgués inglés es estable desde hace tres siglos, y si Marx confió en la guerra civil americana para debilitarlo, aquella no engendró una fuerza capaz debatir a Europa, sino, al contrario, una fuerza de sostén de la potencia inglesa. Si dicho Estado ha llegado a ser gradualmente el centro del capitalismo mundial, no ha sido tras un conflicto directo con Inglaterra, sino merced a guerras conducidas en común con ella.
En 1914, Lenin indica claramente que la derrota de los ejércitos del Zar sería la solución más favorable porque aceleraría el estallido de la lucha de clase en Rusia, y lucha con todas sus fuerzas contra los que consideraban la victoria de Alemania sobre los anglo-franceses como la hipótesis más desfavorable, fustigando siempre de igual manera a los social-chauvinistas alemanes.
En 1848, Marx considera que la revolución de clase no partirá de la Inglaterra industrial a pesar de las violentas luchas del cartismo. Estima que el proletariado francés podrá librar la batalla injertándose sobre la revolución republicana. Ante todo considera como punto de apoyo la revolución doble en Alemania, donde las instituciones feudales estaban todavía en el poder, y transcribe la estrategia del proletariado alemán en precisas directivas políticas: primero con los liberales y burgueses, inmediatamente después contra ellos.
Durante al menos veinte años, y sobre todo después de 1905 cuando el proletariado ruso entra en liza en tanto que clase, los bolcheviques han preparado una perspectiva semejante en Rusia. Esta estrategia se apoya sobre dos elementos: la decrepitud de las instituciones feudales que serán atacadas a pesar de la cobardía de la burguesía rusa, necesidad de la derrota militar que, como aquella contra Japón, debía de dar una segunda ocasión a la revolución. Estrechamente ligados por la doctrina y la organización con los partidos obreros de los países burgueses desde mucho antes, el proletariado y su partido se dan la tarea siguiente: tomar a su cargo la lucha por la revolución liberal contra el zarismo y la emancipación campesina contra los boyardos, y luego la torna del poder por la clase obrera rusa.
Han sido muchas las revoluciones derrotadas en la historia: unas porque no han logrado tomar el poder, otras porque la represión armada se lo arrebató (Comuna de París), otras más sin represión militar debido a la destrucción de su estructura social (Comunas italianas). En Alemania, la doble revolución esperada vence militarmente (y mucho más socialmente) en la primera parte y fracasa en la segunda. En Rusia, la doble revolución triunfa en las dos fases militares de la guerra civil y en la primera fase economico-social pero fué derrotada en la segunda, es decir, el paso del capitalismo al socialismo, no como consecuencia de una derrota militar, sino por la derrota proletaria fuera de Rusia (1918-1923). Los esfuerzos del poder ruso hoy no están dirigidos hacia el socialismo, sino hacia el capitalismo, en progreso revolucionario sobre Asia.
El giro histórico que habría podido tener como centro en 1848 a Alemania y en 1917 a Rusia probablemente ya no puede ser interpretado como un trastorno nacional interno. No puede pensarse que China, por ejemplo, - que, por lo demás, está pasando ya del estadio feudal al estadio burgués - pueda tener una influencia mundial análoga.
Desde entonces, para comenzar localmente la nueva fase revolucionaria internacional, el eslabón débil no podía ser resultado más que de una guerra perdida por un país capitalista.
Cuando el estallido de la guerra, el Estado de Moscú concluye un acuerdo con el de Berlín: jamás se divulgará bastante la crítica de este giro histórico acompañado de argumentos marxistas sobre la naturaleza imperialista y agresiva de la guerra dirigida por Londres y París en la que los partidos sedicentemente comunistas estaban invitados a no participar.
Dos años más tarde, el Estado de Moscú se alía con los de Londres, París y Washington, y consagra toda su propaganda a demostrar que la guerra contra el Eje no es una campaña imperialista sino una cruzada ideológica por la libertad y la democracia.
Es de la mayor importancia para el movimiento proletario no solamente establecer que las directrices revolucionarias han sido abandonadas en las dos fases sino también subrayar el hecho histórico de que en la segunda fase el Estado ruso, adquiriendo siempre fuerzas y recursos para su desarrollo capitalista in temo, ha colaborado a la salida conservadora de la guerra evitando, con una contribución enorme de fuerza militar, la catástrofe al menos para el centro estatal de Londres que sale por enésima vez indemne de la tempestad guerrera. Tal catástrofe era una condición extremadamente favorable para el hundimiento de otros Estados burgueses, comenzando por Berlín, y para un incendio de Europa.
Los sistemas de poder en América y en Inglaterra no tienen otra exigencia que la conservación del capitalismo mundial y están preparados por una larga fuerza de vida histórica que se mueve en esta misma dirección. Avanzan a paso firme hacia el totalitarismo social y político (otra premisa inevitable del enfrentamiento final) y en sus satélites tenemos una situación de régimen burgués maduro. En el bloque soviético encontramos condiciones opuestas: son territorios europeos y extraeuropeos donde la burguesía más reciente todavía lucha social y políticamente contra restos feudales, las formaciones estatales son jóvenes y tienen un esqueleto menos sólido. Por otra parte, este bloque no puede utilizar el engaño democrático más que exteriormente y ya ha agotado los recursos del gobierno totalitario y de partido único abreviando así el ciclo. Evidentemente este bloque será tocado por la crisis si ésta golpea el formidable sistema capitalista cuyo centro está en Washington y que engloba los cinco sextos de la economía madura para el socialismo y de los territorios donde se encuentra un proletariado puro.
La revolución tendrá que pasar por una guerra civil en los Estados Unidos que una victoria americana en la guerra mundial retrasaría por un periodo calculable en medio siglo.
Puesto que el movimiento marxista no degenerado tiene hoy fuerzas ínfimas, su tarea no puede ser enviar grandes fuerzas para romper desde dentro uno u otro de estos sistemas, tarea a la que se dirige en principio. Fundamentalmente se trata de reunir a los grupos proletarios (por reducidos que estos sean) que comprenden el papel de primer plano jugado por Moscú y los partidos moscovitas en los últimos treinta años para la consolidación de la potencia capitalista en los sistemas altamente organizados. Por una política errónea en primer lugar, por la aportación de millones y millones de víctimas después, han dado la contribución más potente para el éxito de la criminal sumisión de las masas a la perspectiva del bienestar y de la libertad en el marco del régimen capitalista y de la «civilización occidental y cristiana».
La manera con que el proletariado dirigido por Moscú en los países atlánticos combate esta maldita civilización es para ella el mayor de los éxitos y la mejor garantía, desdichadamente, incluso para las previsiones sobre el desenlace de una guerra que pudiera venir desde el Este.
http://www.sinistra.net/lib/upt/elpros/nuta/nutaqlobos.html
Etiquetas: Amadeo Bordiga, comunidades de lucha, comunismo, lucha de clases
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