miércoles, septiembre 02, 2015
Columna Durruti/Movimiento comunista y sindicatos
Después de leer a Bordiga, pasamos a unos ejemplares antiguos de la revista del GCI, desde donde encontramos estas importantes Tesis, ligadas a un tema que en hartos debates de este año me he topado: qué pasa con los Sindicatos. Mientras algunas posiciones los identifican claramente como enemigos, otros creen que "depende del caso (y el contexto)", y la derecha del movimiento libertario derechamente (valga la redundancia) quiere "sindicatos revolucionarios" y/o "antiburocráticos".
Leamos, meditemos, discutamos, y mientras tanto escuchemos este bellísimo álbum de "La Columna Durruti" (aka The Durutti Column), de 1989, titulado sencillamente como "Vini Reilly" (el nombre de su cerebro y guitarrista, entiendo que único miembro original de esta formación británica).
MOVIMIENTO COMUNISTA Y SINDICATOS (TESIS)
(Revista COMUNISMO, N°
5, 1980)
Entre los problemas cruciales de la estrategia
y de la táctica revolucionaria, la cuestión del asociacionismo obrero continúa
figurando, desde la época de Marx, al orden del día de las reflexiones y luchas
políticas. Hace 150 años, los comunistas combatían las posiciones que, por
indiferentismo (indiferencia erigida en principio) con respecto a la lucha de
clases cotidiana, desertaban del frente de asociaciones inmediatas del
proletariado (clubs, ligas de oficios, primeros sindicatos) y pretendían que
con esto contribuían al derrocamiento del capitalismo. Al mismo tiempo,
combatían la sustitución de la lucha de clases contra el Estado burgués por la
"lucha" reformista, así como la totalidad de las doctrinas
sindicalistas que por esencia, en tanto que ideologías, representan
ramificaciones de la ideología capitalista. Substancialmente, la posición
comunista no ha cambiado; hoy es la misma que ayer. Por el contrario, lo que se
ha modificado considerablemente son las formas de su aplicación particular,
dado que el cuadro social ha sufrido profundos trastornos. Esto es válido en
general y específicamente para la llamada "cuestión sindical".
Actualmente, el Estado burgués no se limita a tolerar los sindicatos que, hasta
mediados del siglo XIX prohibía; cuya existencia era considerada como un ataque
a la "seguridad pública", que se esforzaba de quebrar por la represión
brutal. Ahora los acepta, los fomenta y aún llega hasta financiarlos. Los
burócratas sindicales comparten el trono con patrones y ministros en las
comisiones paritarias, los tribunales de trabajo, los consejos centrales de
economía, los bancos estatales, etc. Este hecho materializa la elevación de los
sindicatos al estatuto de potencia reconocida y asociada a la gestión del orden
capitalista. La ola revolucionaria de los años 20 tuvo que chocar, en todos los
países, con los sindicatos (lo mismo pasó en Rusia). Los sindicatos
(exceptuando el fenómeno específico de los sindicatos escisioncitas) durante
los años 14 y 18/21 mostraron abiertamente, en todas partes del mundo, lo que
eran en realidad después de muchos años atrás: órganos de la contrarrevolución
a los cuales el último toque para su integración final al Estado burgués fue
dado durante la primera guerra mundial. En el transcurso de los 60 años que
siguieron, no hubo ninguna lucha obrera que no se viese obligada a enfrentar
violentamente a los sindicatos y recurrir a la huelga calificada de
"salvaje" por los representantes de la civilización (que llamaremos
simplemente huelga, dado que las "interrupciones del trabajo"
propulsadas por los sindicatos actuales son lo contrario a una lucha obrera y
no son huelgas puesto que son planificadas anticipadamente con los patrones).
Esta evolución de la situación no es propia a un país o grupo de países, sino
que caracteriza a la lucha de clases en todo el mundo: proletarios y sindicatos
se levantan mundialmente uno contra el otro. Considerando estos hechos comunes
a todos los combates de clase, la posición comunista no puede consistir en otra
cosa que en poner en evidencia que los proletarios no tienen nada que defender
al interior de los sindicatos actuales y que las asociaciones obreras no pueden
renacer sino afuera de las organizaciones sindicales y contra ellas. Las tésis
siguientes son básicas para una organización que se sitúe abiertamente en el
terreno del comunismo, ellas resumen la posición de nuestro grupo con respecto
a los sindicatos.
TESIS:
1. De acuerdo con la concepción
materialista de las relaciones sociales, todas las organizaciones del
proletariado (sindicatos, consejos de fábrica, comités de huelgas, soviets,
partidos políticos, etc.) se determinan por su práctica en el transcurso de las
luchas y los ataques del proletariado contra el Estado capitalista. Es este el
criterio de apreciación que los comunistas retienen sobre estas asociaciones.
Esta apreciación en ningún caso puede basarse en los nombres o estatutos
formales de ellas.
2. Los sindicatos del siglo XIX
que merecían el nombre de "sindicatos de clase" (en oposición a los
sindicatos "amarillos" directamente fundados por la burguesía) fueron
todos vaciados de su substancia a través de su integración al Estado burgués.
La acción corruptora de la democracia los transformó en factores de la
acumulación capitalista (su función es la de contener el salario real y el
tiempo de trabajo en los límites conformes a las necesidades y posibilidades de
la valorización del Capital), en instrumentos represivos y en agencias de la
movilización nacional para la guerra imperialista.
3. Los sindicatos participaron en
la centralización de la economía durante el transcurso de las guerras y en los
períodos de reconstrucción luego de expansión que subsiguieron; llegaron a
enrolar directamente a los proletarios en los ejércitos burgueses, en los
frentes de resistencia antifascistas y en los cuerpos de choque antiproletarios
de los "Noskes" de cada país y de cada contrarrevolución. Por lo
tanto, se determinaron definitivamente por el partido reaccionario, por el
partido del Estado capitalista. La integración de los sindicatos al Estado
burgués no es una tendencia reversible, sino un hecho irreversible.
4. En la medida que los
sindicatos se fusionaron con el poder del Estado capitalista integrándolo; la
directiva estratégica del comunismo con respecto al Estado burgués es válida
también para los sindicatos: destrucción por la fuerza de las armas (como uno
de los tantos otros obstáculos existentes en la vía de la revolución
proletaria). Esta indicación no tiene un valor contingente y variable, sino un
valor imperativo y general. Ella se basa en el postulado esencial del comunismo,
que a la dictadura del Capital, opone la dictadura del proletariado
fundamentada en la liquidación física de todos los instrumentos de fuerza que
se ligan de lejos o de cerca al Estado burgués.
5. La preparación para la
destrucción violenta de los sindicatos pasa exclusivamente por la lucha llevada
fuera y contra estos. En ninguna parte y de ninguna manera, los sindicatos
defienden los intereses de la clase obrera, ni sobre el plano histórico, ni
sobre el inmediato (2 aspectos indisociablemente ligados, de una misma lucha de
clases). Es necesario incluso combatirlos en la lucha más elemental dado que
las reivindicaciones, los métodos de lucha y las formas de organización que
estos proponen entran en contradicción con las necesidades fundamentales de las
masas obreras y constituyen mecanismos diversionistas en beneficio de los
intereses capitalistas.
6. Hoy en día, el papel de la
propaganda y de la agitación comunista es el de mostrar al proletariado el
contenido revolucionario de su revuelta contra la disciplina sindical y de la
actitud anti-sindical que tuvieron que adoptar en la lucha. El trabajo
comunista debe contribuir a destruir las ilusiones burguesas al interior de los
obreros, según las cuales existirían aún sindicatos con una "dirección
traidora" susceptible de ser recuperados por el proletariado. La crítica
comunista de los actuales sindicatos, es una crítica de contenido antes de ser
una crítica de formas. Los sindicatos no son reformistas (es decir burgueses)
porque tienen "malos dirigentes" y porque están burocratizados. Por
el contrario, poseen una burocracia y buenos dirigentes en relación al
contenido que expresan y para su consolidación. El reformismo determina tanto
la existencia y la proliferación de burócratas sindicales; como también la de
militantes sindicalistas de base, que a cada escalón del aparato constituyen la
personificación viviente de una política reformista.
7. La organización comunista
tiene que denunciar no solamente el carácter fútil, sino también el carácter
contrarrevolucionario de las formas de "lucha" practicadas y los
objetivos planteados por los sindicatos. Negociando contra los trabajadores,
con los patrones y el Estado burgués, las condiciones de despido, las medidas
económicas y sociales acarreadas por la crisis, el reformismo sindical les pide
la manutención de las condiciones económicas inmediatamente anteriores, sobre
la forma de reivindicaciones concernientes al "mantenimiento del poder de
compra", la "defensa del empleo", las múltiples "garantías
económicas y jurídicas" ligadas al ejercicio "normal", es decir
capitalista, de la compra y venta de la fuerza de trabajo. Prácticamente, el
reformismo sindical ahoga toda acción proletaria que se oponga a la
conservación de la "paz social". Opera de esta manera cada vez que se
intenta una acción susceptible de unificar a los proletarios por encima de las
divisiones en categorías (divisiones sobre las cuales los sindicatos basan toda
su fuerza), en un solo combate de clase contra el poder del Estado del Capital;
opera así cada vez que una acción pone en peligro al aparato de producción (que
la crisis capitalista hace cada vez más vulnerable a las presiones de la clase
obrera).
8. La verdadera lucha proletaria,
tenga o no conciencia de ello, tiene como objetivo la conquista de todo el
producto del trabajo social, presente y pasado (es decir la totalidad de los
medios de producción y de consumo que se presentan hoy en día sobre la forma de
Capital), y la abolición del trabajo asalariado. Cuando el proletariado lucha,
aún a nivel elemental, combate por obtener una cantidad superior de productos
(valores de uso) a través de un esfuerzo menor. Esta lucha, en su proceso de
afirmación no tiene en cuenta para nada las capacidades de existencia y de
concurrencia de la industria capitalista; por el contrario, ella las niega e
implica la ruina de la dinámica económica propia al Capital. Es precisamente
por esto que la lucha se encamina hacia el objetivo final, mientras que por el
contrario todos los programas de "reformas sociales", de "reivindicaciones
socialmente aceptables", se mantienen miserablemente encuadrados en la
visión capitalista e igualmente definen las organizaciones que no son más que
los guardianes del orden establecido.
9. El reformismo pretende hacer
creer a la clase obrera que perderá todo con la ruina de la economía
capitalista, que puede ganar migajas a pesar de la perpetuación del sistema de
esclavitud asalariada. Esta perspectiva es utópica y reaccionaria. Utópica,
porque con la crisis desaparecen todas las posibilidades de otorgar o preservar
durablemente estas famosas migajas que tanto alaban los reformistas burgueses.
Reaccionaria, porque se pretende que el proletariado emplee todas sus fuerzas y
sus energías para remodelar la explotación y no para su destrucción. Siempre
reaccionaria, porque en el momento decisivo de la crisis revolucionaria, la
burguesía sacrificará sus intereses inmediatos y otorgará verdaderas
concesiones que serían suicidas a corto plazo si no servirían para desmovilizar
al proletariado para así aplastarlo sangrientamente. Indudablemente la
corriente más extrema del reformismo llegará a las barandillas del Estado para
así poder llevar hasta sus últimas consecuencias su función
contrarrevolucionaria. Si triunfase esta táctica desesperada de la burguesía
(ver Alemania 1918-19) y si el fracaso obrero fuese consumado, las concesiones
desaparecerán con la misma rapidez con que fueron otorgadas y la acumulación
capitalista volverá a tomar provisoriamente un curso ascendente.
10. La organización comunista tiene
que poner en evidencia que la crisis catastrófica del capitalismo no disocia el
interés inmediato de la clase obrera del de la revolución social. Tiene que
indicar los objetivos y los métodos de acción que demuestren el antagonismo
irreconciliable de intereses entre la burguesía y el proletariado. Por ello,
los comunistas rechazan categóricamente toda formulación que reivindique la
mantención o la defensa del salario y del empleo, banderas que implican
presuposiciones conservadoras y difunden una ideología reaccionaria al interior
de la clase obrera. Esta solo puede situarse en el camino que la conduce a su
victoria revolucionaria cuando ataca en sus raíces al mecanismo que engendra la
formación de la plusvalía, cuando sus reivindicaciones por un mejoramiento del
nivel de existencia atacan la tasa de explotación, la tasa de plusvalía. Lo
importante para los marxistas es la apreciación de los contrastes que maduran
en las relaciones sociales y la lucha para agudizarlos pues, sobre esta vía, la
clase obrera adquiere la conciencia y la organización de su fuerza, disloca la
estructura de dominación y explotación capitalista.
11. La organización comunista
jamás deberá adoptar ningún "programa mínimo", inevitablemente
reformista que implicaría en particular su presencia en los sindicatos. Debe
mostrar que no se puede reconquistar los sindicatos. Su tarea es la de preparar
al proletariado para que siga, sin hesitar su propia tendencia histórica: la
tendencia a dotarse de una dirección política sobre el plano del programa y de
la organización (el partido), la tendencia a pelear en una lucha armada
internacionalista para la liquidación de todos los órganos del Estado
capitalista y la instauración de su dictadura mundial de clase, dictadura que
reposará sobre sus organizaciones revolucionarias y que será dirigida por el órgano-partido,
que el proletariado se habrá dotado antes y durante la batalla decisiva
retomando así la línea histórica de su programa comunista.
12. La concepción de la
preparación revolucionaria está contenida, sin ningún equívoco, en la
constatación materialista según la cual el proceso revolucionario está basado
en la constitución del proletariado en clase y por lo tanto en partido, y de
ninguna manera está sometido a premisas democráticas que exigen que el partido
sea seguido por una mayoría numérica de obreros individuales. La reivindicación
sindicalera de la conquista del sindicato equivale hoy en día, en el
"mejor" de los casos, a una visión democrática del proceso
revolucionario y en el más general a una propaganda burguesa para mantener a
los obreros prisioneros en estos órganos contrarrevolucionarios.
13. Todas las teorías que justifican el
entrismo sindical, a diferentes niveles (reconquista integral, parcial,
destrucción desde adentro) tienen por característica común y negativa la de
revalorizar la imagen de los sindicatos ante la clase obrera, desorientando
tanto a su vanguardia como a su retaguardia (comprendido el grupo que practica
el entrismo). La aplicación práctica de estas ideologías hace imposible una
propaganda y una agitación clara contra estos agentes de la burguesía en los
rangos proletarios. Ella impide el trabajo de organización de las verdaderas
tendencias hacia la asociación obrera que no cubren ni total, ni parcialmente
las formas sindicales actuales. Finalmente ellas comprometen la naturaleza
revolucionaria de las organizaciones que recurrieron a dicha práctica.
14. El problema fundamental de
una alternativa obrera frente a los sindicatos, no es una cuestión de formas de
organización. En primer lugar porque el remplazar una forma sindical por otra
distinta ("consejo obrero" por ejemplo) no implica necesariamente la
ruptura con el reformismo y puede incluso constituir una de sus formas
extremas. En segundo lugar, porque ninguna forma de lucha particular que surge
en el transcurso del movimiento de clase posee "en si" las
condiciones para su expansión. Estas deben buscarse en su contenido, es decir
en la dinámica de ruptura efectiva con el Capital. Una forma cualquiera puede
por ejemplo surgir como producto muerto al nacer que no pudo escapar al control
completo del capitalismo (cf. la mayoría de los consejos de obreros y soldados
en Alemania del 18). Por otro lado, un comité de huelga, combativo en los
inicios de la lucha, puede transformarse un mes después, en un freno de esa
misma lucha. En tercer lugar, porque el renacimiento del asociacionismo obrero
no puede ser comprendido, de antemano, a nivel de las formas que el tomará y de
los modos de organización que tenderá a dotarse. Únicamente se puede tener una
comprensión clara del proceso que engendra estas formas y modos. Una
perspectiva de agresividad creciente del proletariado contra el Capital,
procediendo por saltos y rupturas como siempre sucedió en el pasado, tiene que
contener inevitablemente las combinaciones más variadas en el surgimiento,
modificación, disolución y recomposición de las asociaciones obreras.
15. Sin prejuzgar sobre la forma
de las futuras organizaciones proletarias (sin pretender de antemano y fuera de
la vida real que las formas "sindicatos de clase",
"uniones", "consejos", "comunas",
"soviets" agotaron completamente su ciclo histórico y que no
resurgirán jamás como expresión del movimiento proletario), la lucha por el
renacimiento del asociacionismo obrero se expresa hoy en el trabajo en los
"comités de huelga", las "coordinadoras", los "núcleos
obreros", las "comisiones de fábrica y de barrio", los
"cordones industriales", las "asambleas clasistas", las
"coordinaciones de trabajadores en lucha", etc.; que constituyen las
expresiones inmediatas de la vida del proletariado.
16. En el transcurso de estos
últimos años, estos órganos de lucha tomaron frecuentemente un carácter local y
limitado en el tiempo. Este es uno de los efectos de la contrarrevolución, cuyo
lento agotamiento limita, por el momento, la acción proletaria a explosiones
breves y esporádicas. Sin embargo, estos órganos de lucha (que aparecieron con
una fuerza variable en casi todos los países) tendieron a desarrollar formas
que, en su dirección, pueden ser puestos en paralelo con los sindicatos escisionistas,
los consejos de fábrica y las uniones revolucionarias de los años 20.
17. Estas últimas y variadas
formas de lucha ponen en evidencia que las viejas debilidades derivadas del
localismo y del federalismo se reproducen fácilmente. La centralización y la
organización de la acción son problemas tan vigentes hoy como ayer. La
preparación de la necesaria coordinación de fuerzas es una tarea que forma
parte de la agitación y del trabajo político general de preparación a cargo de
la organización comunista.
18. Como la revolución no es un problema de
formas de organización, el contenido del movimiento proletario constituye el
criterio de intervención y de trabajo. Los comunistas trabajan únicamente en
los movimientos de los proletarios en lucha. Dado que los elementos ganados a
los objetivos y a los métodos de lucha del comunismo desertarán las
organizaciones burguesas, esta evolución se dará por la experiencia práctica en
los combates de clase y no por iluminación súbita de "conciencias
individuales", los comunistas tienen como directiva general el no trabajar
en los órganos del Estado burgués. Esto es igualmente válido en lo que respecta
a las organizaciones cuya diferencia con los sindicatos consistiese únicamente
en una mayor radicalidad en las palabras y en la práctica de un reformismo
"duro": ellas están del lado del Capital y deben ser tratadas como
órganos estatales y políticos de la contrarrevolución (tomemos un ejemplo: la
KAPD llama en 1920 al boicot y a la destrucción de los "consejos
legales" en Alemania).
19. La organización comunista
debe combatir como ideología burguesa, las doctrinas (ordinovistas,
maoespontaneistas, etc.) que llaman a reemplazar los sindicatos por
"consejos obreros" o "comités populares" y que atribuyen a
estas "nuevas formas" el mismo contenido reformista, anti-fascista,
nacionalista de los antiguos sindicatos. De la misma manera, debe combatir el
"anti-sindicalismo" moral y platónico que, al mismo tiempo que llama
a abandonar los sindicatos, invita a los núcleos de vanguardia a abstenerse del
trabajo de organización de la lucha elemental cayendo así en el fetichismo de
los criterios numéricos, asamblearios, en los aspectos formales de delegación y
revocabilidad, en una palabra en el cretinismo democrático.
Etiquetas: anti punk, comunismo, Durutti Column, GCI, rock (no punk), teoría revolucionaria
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