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miércoles, enero 13, 2016

Hail Bowie/Lemmy is dead 



Se murieron dos estrellas que nunca ocultaron su fascinación con la imaginería nacional-socialista.

La otra noche soñé que iba a una velada cultural con cena, donde el anfitrión era Erwin Robertson. Estaba lleno de fascistas, haciendo el saludo nazi, y en un momento me interrogaban acerca de lo que para mí significaba Oriente. Desperté agitado.

Unos días antes se había muerto Lemmy. Lo recordaré no tanto por "Ace of spades" o "Live me like a reptile" o "Dancing on your grave" (3 de mis hits favoritos de Motorhead), sino que por su participación en Hawkwind.

A Bowie lo hubiera homenajeado por sus albums con Eno, sobre todo "Low" (de 1977, la "fase berlinesa"), pero justo hace dos días me encontré con este interesante texto (y pocas horas después me enteré de su muerte ocurrida un día antes):

“(A Bowie) en Varsovia lo habían detenido en la aduana con una valija llena de objetos y recuerdos vinculados a Hitler, una figura que le resultaba fascinante (en 1974 lo había descrito como “la primera estrella de rock”), y a la que veía como empapada de otras fuerzas distintas a la mera  bajeza racista. Por la misma época sugirió que el Reino Unido en decadencia necesitaba una dictadura fascista que le infundiera una nueva vitalidad. Por todo esto fue que el naciente Frente Nacional lo ensalzó con entusiasmo en la revista de su organización juvenil Bulldog como “el gran padre del futurismo”” (David Stubbs, Future days: el krautrock y la construcción de la Alemania moderna, Buenos Aires, Caja Negra, 2015, pág. 385).

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