jueves, agosto 04, 2016
Cosas extrañas que pasan....Swans y la Tormenta Eléctrica
SWANS
Cosas extrañas ocurren todo el
tiempo.
Por ejemplo, cuando fui a ver a
los Ramones en el Velódromo del Estadio nacional el año 1992 y fui detenido a
la entrada pero me alcanzaron a soltar desde el bus policial justo a tiempo
para el punk rock.
O cuando perdí el viernes pasado
las entradas para ir a ver a Swans con una hermosa acompañante. Culpa del
ajetreo del trabajo en terreno, mezclado con tener que hacerse cargo entremedio
de todo eso de un hermoso crío de 5 años, andar con dos mochilas, y así el perder
objetos se hace algo bastante habitual: en esta ocasión, mi Libreta Psicogeográfica
iniciada en el mes de mayo, repleta de todo tipo de anotaciones, ideas,
proyectos, citas, observaciones y un/cuanto/hay.
Tras meditar sobre esos hechos
con ella el día lunes decidimos no forzar el destino, y resignarnos a no ir a ver/oir a
Michael Gira y sus chicos. Hasta me empecé a convencer de que no era tan
triste: ya no está la enigmática Jarboe, que le aportaba misterio y "toque femenino" -si me disculpan una expresión tan tradicionalista-, no he escuchado ningún álbum posterior
a “Bandas sonoras para ciegos”, que creo es de 1998 y en esos tiempos me fuera obsequiada por el guitarrista sónico Lautaro V,. hace ya hartos años en realidad, copiado en dos cintas de cassette de cromo y….en fin, no se me ocurrían más argumentos,
porque no había. Para más remate un camarada desde territorio ibérico me decía:
“los he visto dos veces acá, y he quedado como una percha”.
Pero ayer pasé cabizbajo cerca
del lugar del concierto, y de repente me dije que no perdía nada yendo a
preguntar qué se podía hacer, sobre todo porque nadie debe ser tan creativo
como para inventarse la pérdida de las entradas y todas esas circunstancias
absolutamente verídicas. O tal vez sí, pero yo no: soy un pésimo mentiroso.
En el teatro quedaron de ver qué se podía
hacer, pero en principio por tratarse de entradas “al portador” adquiridas
pagando en efectivo en la boletería del lugar, era difícil detectar cuales eran
y por sobre todo era muy probable que quien las encontró las use o las revenda.
Poco después me notifican mis
parientes de que alguien había ido a su casa con la Libreta hallada (que en
alguna parte tenía anotada esa dirección), pero al no encontrar a nadie esta
persona sólo dejó sus datos a una vecina, que anotó mal el teléfono y no hubo
caso de adivinar los dígitos que faltaban (sólo anotó 7). Esto en rigor fue como perder la libreta por segunda vez! No tengo como mierda ubicar a tan noble persona.
Pero Dios nos ayuda a los ateos
porque nunca le pedimos nada, y del Teatro me escribieron poco después diciendo
que iban a ver si los puestos que correspondían aparentemente a las entradas que
creían eran las que perdí, cuestión que sólo se podía ver sobre la misma, una
vez iniciado el concierto, y el cuento corto es que finalmente sí entramos, y
de hecho a una mejor posición, que permitió incluso estar adelante cuando Gira
nos convocó a salir de las asientos y agruparnos frente a la banda.
En rigor, con esta entrada en curioso estilo no nos privamos más que
5 o 7 minutos del hermoso ruido que ofrecían los Cisnes en su encarnación
actual: 4 cuerdas al frente, 1 piano y 1 batería atrás. El bajo y la guitarra
del barbón tenían como 6 pedales cada uno. El equipo de Gira no lo pude ver. Y
al costado izquierdo se veía al señor Hahn azotando la lap steel, ese mismo
curioso instrumento que se podía observar en los ya lejanos noventa en el
chistoso video clip de Ministry “Jesus built my hot rod”, con la participación especial de Gibby Haines
de los Surfistas del Hoyo del Culo.
Apenas nos sentamos a escuchar,
bien abastecidos de humo sagrado en los pulmones y la sangre gracias a una
discreta pipa que usamos afuera antes de entrar la majestuosidad brutalmente característica
de la música de Swans empezó a envolvernos, y cuando vino la primera avalancha
de ruido, mareas y mareas de feed back arrojado a los oyentes a un volumen
atronador, pensaba: que bien que pudimos estar aquí! Estas mareas de ruido me
pueden matar de felicidad, de hecho, creo que estoy lagrimeando y mi cuerpo se mueve
hacia adelante y atrás sin control alguno de mi mente.
Michael Gira se pone a cantar, y
cada vez que lo hace mueve las manos hacia arriba de forma que queda claro que
en realidad no es un cantante usual, sino que una especie de chamán que con sus
movimientos comandando a tan notable formación de ruidistas es el que tiene las
llaves para pasar a la otra dimensión. Y él lo tiene muy claro.
No estaba incómodo en mi asiento,
pero me encantó que apenas pudo, Gira convocó a todos a gruparse ahí delante.
Pensaba que en efecto esto es una forma de punk rock y no se disfruta bien sentado
en asientos numerados, así que corrí hacia lo más adelante que pude llegar,
mientras mi acompañante que se sentía demasiado “extática” prefirió seguir
sentada.
Adelante se escuchaba mucho mejor.
Tanto, que llegaba a ser peligroso para los tímpanos, y de hecho muchos
asistentes andaban con protecciones en los oídos. Yo pensaba: para qué
protegerse de lo que uno desea? En fin…A la primera gran avalancha de
electricidad que se produjo ahí al frente, parecía que bandas como Sonic Youth
o My Bloody Valentine tocan lo que Valija Diplomática en los 80 bautizó como “Happy
Pop Rock”. Esto otro era oscuro, brutal,
de hecho hacía pensar en un exorcismo, y era posible sentir como los sonidos
atravesaban la piel, la carne, los músculos, el esqueleto, la sangre….sobre todo
en un momento sentía que vibraba todo mi cráneo, y hasta creí que podía
desmayarme de placer extremo, y/o sufrir un ataque de epilepsia. Excelente
sensación! Ojos cerrados y mirar hacia adentro, como he escuchado que dicen
algunos yoguis, pero con música New Age de fondo, no con el General Gira liderando
una excursión a las puertas del infierno.
Después tuve hasta tiempo para
observar a los asistentes. Un par de chicos muy bellos a su manera y muy jóvenes
estaban al frente de Gira, y parecían extasiados en grado extremo. Hasta Gira se
fijó, y algo le dijo a uno de ellos…no entendí mucho qué. Y pensaba: qué bien
que la juventud escuche a los Swans y no a Deftones o Faith No More.
Pero en una pausa afloró la
estupidez verbal usual de parte del público chileno. Les gritaban: “Chile!”, “Mike
Pattonl”. Sí: Mike Patton! Qué chucha tiene que ver? Ni idea. Y luego una voz
femenina gritó “Peter Murphy”: Daba un poco de vergüenza, y la cara de Gira lo
decía todo. Los llamad “góticos” o “dark” no escuchan con los oídos, sino que
consumen imagen, y su estupidez es un lastre con el que hay que toparse en este
tipo de eventos. Y donde hay de esos seres, aparecen siempre algunos que ligan su gusto por los sonidos "industriales" a tener aspecto de fascista, con símbolos bien esvasticoides y bigotitos de pintor de brocha gorda (si me aceptan a referencia "brechtiana"). O tal vez son puros prejuicios infundados míos y en realidad eran todos revolucionarios proletarios. Ojalá. NO lo creo.
Lo que es yo, no tengo ganas de
decir nada más. Excepto que, lejos de Faith No More y/o Bauhaus, lo que se
siente detrás del sonido Swans tiene más que ver con estos gustos e influencias
que Gira identifica tras los Swans, según la página del sello Young God:
“ Throbbing Gristle, Psychic
TV, The Stooges, Brian Eno,
Teenage Jesus And The Jerks, DNA, The Contortions, Glenn Branca, Black Flag, el
primer Pink Floyd, This Heat, Kraftwerk, Herman Nitsch, Cabaret Voltaire, Can,
Public Image LTD., SPK, Ennio Morricone, Leonard Cohen, Nick Drake, y siempre,
siempre Bob Dylan y los Beatles”.
Antes de leer eso yo pensaba que me anoche recordaron un poco ese concierto de Faust con Tony Conrad, por el primitivismo del riffage y densidad rítmica, mezclado una versión más reducida o "de cámara" de esas orquestas de guitarras que concibiera y ejecutara Glenn Branca por esos años de que ahora todos y conocen y aman y que algunos llaman "no wave", y en cierta forma el "sinfonismo" de Pink Floyd pero entendido de una manera correcta y ejecutado con pasión verdadera y no actitud abúlica y demasiadas horas de estudio de grabación como la de los de Roger Waters. Y con mejores resultados como resultado final que el todas esas partes si estuvieran separadas, por cierto.
A la salida no vendían discos,
peor en la calle compré un horrible pero imprescindible llavero/abridor de
cervezas que dice SWANS con letras blancas sobre fondo negro. (Salud!). Impresionante violencia en las calles hoy. Al verla resonaba en mi cabeza/cuerpo ( cabezo/cuerpa si quieren ser más posmos) todo el volumen brutal y la belleza extática absorbida ayer.
Etiquetas: amor y locura, anti punk, antifarándula, Chantiago, hardcore punk, swans
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