martes, diciembre 13, 2016
DOS TOCATAS EN SANTIAGO: DESCENDENTS Y LAS LIGAS MENORES. Parte 1.
PARTE 1: DESCENDENTS EN PARQUE
O´HIGGINS EL MIÉRCOLES 7 DE DICIEMBRE
Amo a los Descendents desde su
primer single hasta el álbum ALL. Por cierto, creo que All (1987) era una buena
despedida, y un álbum no tan perfecto como los anteriores. Pero al menos se atrevían
a innovar, aunque el sonido resulta demasiado metalizado en su producción para
mi gusto más hardcore punk. Por lo mismo es de lamentar que los dos álbums en
vivo oficiales de la banda (Liveage y Hallraker) reflejen a esa última
formación, y no las iniciales. Aclarado eso, demás está decir que los dos /y
ahora tres) álbums que hicieron a modo de retornos ni siquiera los he escuchado,
a excepción de una o dos veces que un compañero de casa y banda lo escuchó uno delante
de mí (el Everything sucks, de 1996).
Pero apenas llegué al lugar del
concierto en el Parque O´higgins, sentí que se enfriaba el entusiasmo. Mucho “fan”.
Mucho comerciante de cualquier lesera (hasta vendían un jockey en que por error
pusieron DESCEDENTS. Sin N. Como no se notaba mucho a primera vista, igual
algunos lo compraban. ja).
Entro con mi acompañante y
estaban tocando los BBS Paranoicos. En cualquier caso 3 teloneros es excesivo. Pero
eso nos permitió no perdernos a los Descendents y acompañar al cabro chico de
la “familia” a su acto de fin de año en la escuela, y por lo menos sólo tuvimos
que mamarnos a los últimos teloneros.
A estas alturas los BBS parecen
más una banda de rock latinoamericano genérico que algo que tenga que ver
remotamente con el hardcore punk. Aún
recuerdo cuando los frecuentaba bastante a fines de los 90, y una vez se reían
de mi porque yo andaba pontificando con la excelencia de los Stooges (“eres
masoquista?” me preguntaron), mientras ellos declaraban sólo escuchar material de los
sellos Epitaph y Fat Wreck. Otra vez los acompañé en un viaje en auto donde
iban todos cantando con gran entusiasmo al son de un caset de los Héroes del
Silencio. No lo podía creer. Pero más a menos así suenan ahora. Uno
de los guitarristas luce una polera que conmemora los 30 años de Fiskales. Los
asistentes de los BBs lucen poleras que conmemoran los 25 años de los BBS.
Terminan los BBS, y ya vienen los
Descendents. Veo a Stephen y Karl, y después aparece el legendario baterista
Bill Stevenson, que tocó en tantos albums y en un período tan importante de
Black Flag. La gente lo aclama. Es un pedazo de historia. Finalmente, desde el
costado derecho en donde estábamos situados, veo a Milo. Parte lamentándose del
presidente que tienen (Trump) y largan con “Todo es una mierda”. Estoy de
acuerdo. Y la canción no es mala. De inmediato pasan a uno de sus mayores hits,
que hemos destacado antes en este humilde sitio: "Hope". Me resultaba muy irónico
escucharla al lado de mi Silly Girl, pero así son las cosas nomás…y de hecho
también tocaron la canción “Silly Girl”.
Después de un rato no resisto la
tentación de ir ahí en medio de todo el pogo (me gusta decirle pogo, no slam).
De repente me encuentro con Katafú, y sería el único lapso de toda esta gira de FM
en que nos topamos. Trato de alejarme un poco de la zona de pogo/slam por el
cansancio que siento dado que ya no estoy en edad, y de repente escucho la
maravillosa y entusiasta línea de bajo de ”No quiero crecer”, así que me importa
una mierda estar bastante crecidito y me arrojo al centro del huracán que se
forma.
Después de ese tema, enfrento mi
propia “Rude Boy”: empiezo a observar el accionar de los guardias privados de
seguridad. Desde arriba, antes de bajar, ya se veía un espectáculo grotesco.
Los fans observan a sus ídolos sobre el escenario, casi sin fijar la vista en
lo que hay al medio, lo que hace de este concierto algo totalmente alienado:
rejas, y matones con un uniforme privado de color amarillo.
Desde abajo mismo, puedo apreciar
como estos pedazos de mierda van más allá de su pega oficial, para empezar a
capturar y agredir a los que se dedican a navegar por sobre las cabezas y
brazos de la multitud. Los toman de donde pueden, y los sacan a la fuerza hacia el sector de afuera de las bien llamadas "vallas papales",
apretándoles el cogote en la parte final del proceso, como para demostrar una vez más el principal mensaje pedagógico de nuestra Sociedad: "se portaron mal para nuestros estándares, y este dolor que te aplico es un castigo".
Por supuesto que me indigna tener
que tolerar eso, y entonces empezamos entre unos pocos en piño espontáneo a
pelearles a cada persona que trataban de
capturar. La tensión se pone fea por momentos. Y de repente me doy cuenta de
que tengo en mis manos una camisa de tela muy delgada, y un encendedor en uno
de sus bolsillos. Con esa arma sutil procedo a pegarle en la pelá a uno de los
guardias más agresivos. Y le hago gestos de que la corten con su actitud.
De repente Milo se da cuenta del
foco de conflicto y llama a la calma. Le digo al guardia aquel que paren de ser
tan fachos, y me sonríe haciendo la señal del dedo pulgar hacia arriba. Se calman
por un buen rato, aunque el final, y observando de nuevo desde arriba, veo que
su violencia microfascista recrudece por un momento antes del primer final.
Hubo un bis. Y luego otro. No nos
quedamos al último.
Al salir le comento a la
acompañante: “lo que más me llamó la atención de esta tocata, fue que nadie
tuviera una polera de Hüsker Dü”.
Resultado final: Alienación 75%.
Rock and roll 25% .
Etiquetas: a desalienar, Chantiago, hardcore punk
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