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sábado, diciembre 17, 2016

TEORÍA DEL AMOR/DOS TOCATAS EN SANTIAGO. PARTE 2: LAS LIGAS MENORES. 

LIGANDO



Cuando la gente recomienda “sacar un clavo con otro clavo”, lo que no se dice ni reconoce tan abiertamente es que dicha acción no es una solución a ningún problema, sino que sólo una apuesta por su reactualización. Sustitución del objeto del deseo, y ninguna pregunta sobre qué es el amor, si es que es posible en esta sociedad y de qué degradadas maneras, sobre cómo sería el amor en el futuro, etc. Y si es verdad que, como ya dijo Malatesta, el comunismo anárquico no tiene solución alguna para el mal de amor, entonces deberíamos entender que las causas del desastre que llamamos dialéctica del amor/desamor son mucho más profundas y hasta “transhistóricas” si se quiere: preceden al capitalismo y de seguro lo sobrevivirán. Como dice JC: “lo que llamamos desamor tiene al final poco que ver con un ‘ser amado’ en concreto: en el clímax de la sensación de malestar y desesperación que se asocia al desamor lo que estalla en realidad es la separación del sujeto humano consigo mismo y con todo el resto de la especie”. En fin…da para un libro. Lo titularía, “Amor no-libre y análisis del carácter” (jajaja, qué original). La conclusión del libro será más o menos así: el amor no vale la pena ni tiene un terreno real donde concretarse mientras no estemos ya en el comunismo, y el comunismo no ha empezado ni piensa empezar todavía y de aquí a un buen rato. Mientras tanto, lo que hay que realizar es la camaradería amorosa, la amistad erótica, la comunicación de las relaciones afectivas y sexuales. Ligazones. Ligar. Ligarse.

Suena fácil, ¿no? Pero no lo es.

La última frase de “Renault Fuego” dice así:

“Puede que no haya un auto y que casi todo sea inventado pero es mejor inventar un buen final para no poder pensar en... Hey, ¿dónde te fuiste y cuánto más vas a tardar? es que necesito decirte que en verdad me gustas. Hey, ¿dónde te fuiste y cuánto más vas a tardar? es que necesito decirte que en verdad me gustabas que en verdad me gustabas…”

No está demás explicar que cuando manifesté a algunos amigos y amigas que esta banda y esta canción me gustaban mucho, de inmediato recibí ataques del tipo: “Tú?! Disfrutando indie pop?!”, “No te parece que es un material no apto para diabéticos?” “Tú, el paladín del freejazz/punk rock, escuchando a una bandita indie argentina?”. En fin…tuve que soportar ese chaparrón de críticas y señalamientos de supuestas inconsistencias. Un amigo hasta esbozó una teoría explicativa mucho más materialista tras ver el video clip donde LLM interpretan esta canción en vivo: “Ya lo sé: te gustó la vocalista!”. Y bueno, mi amigo es un viejo zorro y no se equivocaba: Anabella Cartolano es una de las mujeres más guapas que uno  haya podido apreciar en el mundo del pop rock, y su encanto es parte del atractivo inmediato que en uno despierta esta banda.

Por eso es que casi me derretí cuando entré al lugar donde se celebraba un festival donde LLM iba a tocar, y al que fui la tarde inmediatamente siguiente el concierto de los Descendents, y vi que en el patio estaba ELLA sentada junto al resto de su banda al lado de la mesa con sus productos (dos CDs, poleras, y no se qué más). Me dije a mi mismo: "no me voy a acercar porque no soy un fan baboso". Pero al rato me sorprendo a mí mismo tratando de meterles conversa. Poco rato. Les conté acerca de que primero creía que su canción más famosa se trataba de quemar un Renault. Les dio risa. Y les mostré una foto muy interesante que conseguí en el Persa Bío Bío, en un galpón donde alguien vende numerosas fotos de las micros viejas de esta ciudad hacia 1980/1990: una 73 Pudahuel/Canal San Carlos ardiendo en medio de la calle.

Breve flashblack: En 1986, “el año decisivo” para derrocar a la dictadura de Pinochet, cosa que finalmente no se logró (ni siquiera el atentado en su contra por el P”C”/FPMR resultó) y ahí empezamos la mierda de transición que todavía habitamos, cerca de mi Liceo (el Fleming) era usual que la juventud izquierdista más militante quemara micros con un ingenioso sistema químico incendiario en que se ocupaba una especie de bomba llamada “panchita”. Lo que llamaba la atención era que siempre el objetivo de la acción era una micro del recorrido 73 Canal San Carlos. Un día pregunto por qué, y resulta que la razón era esta: esa empresa cobraba seguro por las micros quemadas, y les encantaba que hiciéramos mierda sus máquinas, sobre todo si eran de las más antiguas.

Por eso no me extrañó que la única foto de micro en llamas que tenían en ese puesto del Persa fuera esa. En fin. Qué lindos recuerdos: incluso cuando uno cree estar efectuando las acciones más combativas de su adolescencia, en el fondo no está sino ayudando a la valorización del valor. Es algo digno de tener en cuenta.

Sigamos con la revisión de tocatas: esta era menos alienada que la del día anterior en Parque O´Higgins, y no había guardas custodiando el escenario. No era necesario en realidad porque la mayoría de las bandas daban pena y no mucha gente las miraba. Al principio de hecho ni siquiera me molesté en ingresar al recinto. Afuera en la calle había un grupo de amigas bastante numeroso dedicada al arte de vaciar latas de cerveza, y al igual que LLM se hacían acompañar de un solo hombre. Nos unimos a ellas por supuesto. Cuando las latas se acabaron, unos amables y morenos residentes de un departamento en el edificio de arriba arrojaron un par más en manos de una de estas chicas. Por supuesto que además las invitaban a subir al depto., a lo que anunciaban era una “after party”, pero como dijo una de ellas: “si una de nosotras sube, no sale más”. (Y yo meditaba en silencio acerca de la transversalidad del estereotipo de los negros como una especie de máquina sexual de alta potencia, y trataba de imaginar en paralelo cómo reaccionarían amigos de uno si son invitados a subir a un depto. donde hay puras mujeres negras invitando a una “after party”…mmmmm. No lo sé. En la cancha se ven los gallos…).

Después entramos. En el patio estaba el grueso de la gente. Vendían comida vegana y no era cara. Pero se había acabado la cerveza. En un momento veo que LLM desarman su puesto y se van hacia el escenario. La banda previa estaba toando un cover de Cecilia Amenabar. Sí! Cecilia Amenabar! Por qué chucha uno tiene que entrar voluntariamente a un lugar donde alguien puede estar tocando eso???!!!!! Difícil de responder, pero en mi caso, ya estaba feliz de poder ver en acción a la hermosa Anabella y su banda.

La banda comienza. Todo el mundo llega ahí frente al escenario y poguea con entusiasmo. Es pop, pero pop punk. La alegría sale a chorros por los amplificadores y divierte mucho ver que son 5 personas, 4 chicas y un solo hombre (en voz  guitarras), y que se alternan la voz principal en las canciones entre Anabella, la bajista y el único chico. La bajista también es hermosa, pero nunca me había fijado porque sólo tenía ojos para la guitarrista. En segundo lugar tocan “El baile de Elvis” que es tal vez una de sus mejores y más punk rockers creaciones. Y siempre que dicen “y de la manera más feliz, así te voy a recordar” se me llenan los ojos de lágrimas porque pienso en mi zorrito Cristóbal que tanto se echa en falta, y la pena se me mezcla con la alegría casi angelical que irradia este combo.

Los hits se suceden uno tras otro, incluyendo algunos de su nuevo mini disco de 3 canciones. Dejan “Renault Fuego” para el final y ahí no me queda otra que acercarme lo más que puedo a la banda, chicos y chicas saltan y bucean sobre todos nosotros, y me alegra tanto que uno pueda dedicarse a ayudarlos a que floten la mayor cantidad de tiempo posible, sin guardias ni estúpidos machos del hardcore ni ninguna forma de subpolicía posmoderna. Hasta me topo con un amigo que en ningún caso esperaba encontrar ahí. Revolucionarios pogueando pop punk. No está nada mal para mí. Y me acuerdo de la satisfacción que sentí cuando otro revolucionario desde más allá de la cordillera me escribió para decirme: “Las Ligas Menores son un maldito placer culpable!”. Y así es amigos y amigas: la calidad de estas canciones es tal que no es de extrañar que sean disfrutadas hasta por terribles enemigos de este orden social. Enhorabuena. Quememos una micro. Quememos un Renault. No, mejor que no. Endurecieron mucho la Ley de Control de Armas gracias al “modelo ley Emilia”. Pero el deseo de transgresión sigue ahí intacto. Sólo se sublima. Hey ho, let´s go!

Resumen:

Porcentaje de alienación: 55%. Rock and roll: 45%.

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