jueves, octubre 12, 2017
Don Otto en Rusia. Parte 1.
MOSCÚ Y NOSOTROS (Otto Rühle, 18 de septiembre de 1920)
I
La Primera Internacional era la
Internacional del despertar. Su papel
era el de llamar al proletariado mundial a despertarse; era el de dar la gran
consigna del socialismo. Su tarea era
propia del dominio de la propaganda. La
Segunda Internacional era la Internacional de la organización. Su papel era el de reunir, formar, preparar
para la revolución las masas que se habían despertado a la conciencia de
clase. Su tarea era propia del
dominio de la organización. La Tercera
Internacional es la Internacional de la revolución. Su papel consiste en poner
en marcha las masas y desencadenar su actividad revolucionaria; consiste en
realizar la revolución mundial e instaurar la dictadura proletaria. Su tarea es una tarea revolucionaria. La
Cuarta Internacional será la Internacional del comunismo. Su papel es instaurar la nueva economía,
organizar la nueva sociedad, realizar el socialismo. Es desmantelar la
dictadura, disolver el Estado, dar nacimiento a la sociedad sin dominación,
¡finalmente libre! Su tarea es la
realización de la idea comunista.
II
La III Internacional se califica
como Internacional comunista. Quiere ser más de lo que puede. Es la
Internacional revolucionaria, ni más ni menos. En esto se sitúa en la posición
más alta hasta ahora en la escala graduada de las Internacionales y realiza la
tarea más elevada que debe cumplir y que es posible cumplir hoy. Se la podría llamar la Internacional rusa. Su
creación procedía de Rusia. Tiene su sede en Rusia. Está dominada por Rusia. Su
espíritu es un condensado perfecto del espíritu de la revolución rusa, del
Partido comunista ruso. Por esta razón
precisamente no puede ser ya la Internacional comunista. Lo que atrae las
miradas del mundo sobre Rusia – miradas de espanto o de admiración – no es
todavía el comunismo. Es la revolución,
es la lucha de clase del proletariado contra la burguesía, llevada con una
resolución, un heroísmo y una perseverancia formidables, es la dictadura. Rusia está todavía lejos, a leguas, del
comunismo. Rusia, el primer país que ha llegado a la revolución y que la ha
llevado victoriosamente hasta el final, será el último país que llegará al
comunismo. ¡No y no, la III
Internacional no es una Internacional comunista!
III
Los bolcheviques han llegado al
poder en Rusia no tanto gracias al combate revolucionario por la idea
socialista como por un golpe pacifista.
Han prometido la paz al pueblo. Y
la tierra – la propiedad privada – a los campesinos. De este modo es como han tenido el conjunto
del pueblo detrás de ellos. Y el golpe
ha triunfado. Han saltado toda una
época, el período del desarrollo del capitalismo. Por un fabuloso salto peligroso, han entrado
en el socialismo saliendo del feudalismo, cuyo hundimiento, que había comenzado
en 1905, la guerra ha acelerado y acabado. Se figuraban al menos que la toma
del poder político por los socialistas bastaría para abrir una época
socialista. Lo que debe crecer y madurar
lentamente como producto de un desarrollo orgánico, ellos creían poder colmarlo
de una manera voluntarista. Revolución y
socialismo eran para ellos, en primer lugar, un asunto político. ¿Cómo podían
marxistas tan excelentes olvidar que aquellos son, sobre todo, un asunto económico? La producción capitalista más madura, la
técnica más desarrollada, la clase obrera más educada, el rendimiento
productivo más elevado son condiciones previas – por no citar más que esas –
sine qua non de la economía socialista y, por ahí mismo, del socialismo en
general. ¿Dónde se han encontrado estas
condiciones previas en Rusia? La
extensión rápida de la revolución mundial podrá colmar esta falta. Los
bolcheviques han hecho todo lo posible por provocarla. Pero hasta el presente
no ha tenido lugar. De esta manera ha
nacido un vacío. Un socialismo político
sin fundamento económico. Una
construcción teórica. Un reglamento burocrático. Una colección de decretos que
sólo existen sobre el papel. Una frase que anima la agitación. Y una decepción espantosa. El comunismo ruso está suspendido en el aire.
Y así permanecerá hasta que la revolución mundial haya creado las condiciones
de su realización en los países más desarrollados en el sentido capitalista,
los más maduros para el socialismo.
IV
La avalancha revolucionaria está
en movimiento. Se desata sobre Alemania. Pronto habrá alcanzado otros
países. En cada país encuentra
relaciones económicas distintas. Distinta estructura social. Distintas
tradiciones. En cada país, el grado de desarrollo político del proletariado es
diferente; diferente su relación con la burguesía, con los campesinos;
diferente en esto también su método de lucha de clases. En cada país, la revolución toma su propia
fisonomía. Crea sus propias formas. Desarrolla sus propias leyes. Aunque se despliega como un asunto
internacional, la revolución es, en primer lugar, un asunto que concierne a
cada país, a cada pueblo en sí. Por muy
preciosas que sean las experiencias revolucionarias de Rusia para el
proletariado de un país, por muy agradecido que esté por los consejos de su
hermano y el apoyo de su vecino, la revolución misma es su asunto; debe ser
autónomo en sus combates, libre en sus resoluciones, y no influenciado y
estorbado en la evaluación y explotación de la situación revolucionaria. ¡La
revolución rusa no es la revolución alemana, no es la revolución mundial!
V
En Moscú se es de otra
opinión. Allí se tiene el esquema
revolucionario standard. La revolución
rusa se ha desarrollado supuestamente según este esquema. Los bolcheviques han librado sus combates
según este esquema. Por consiguiente, la
revolución debe desarrollarse también en el resto del mundo según este esquema. Por consiguiente, los partidos de los demás
países deben también librar sus combates según
este esquema. Nada más fácil y
simple que esto. En tal sitio tenemos
una revolución..., tenemos un partido revolucionario..., ¿qué hay que
hacer? Sacamos del bolsillo el esquema
revolucionario standard (marca Lenin), lo aplicamos... ¡hurra! Esto funciona...
y ¡crac! ¡La revolución ha triunfado! Y
¿a qué se parece este prodigioso esquema standard?
“La revolución es asunto de
partido. El Estado es asunto de partido. La dictadura es asunto de partido. El
socialismo es asunto de partido”. Y
además: “El partido es la disciplina. El partido es la disciplina de hierro. El
partido es el poder de los jefes. El partido es el centralismo más riguroso. El
partido es el militarismo. El partido es el militarismo de hierro, absoluto, el
más riguroso.” Traducido concretamente,
este esquema quiere decir: Arriba los jefes, abajo las masas. Arriba: la autoridad, el burocratismo, el
culto a la personalidad. La dictadura de los jefes. El poder del cuartel
general. Abajo: la obediencia ciega. La
subordinación. El ¡firmes! Un aparato de
bonzos multiplicado. Una Central del KPD
al superlativo.
VI
No es posible aplicar por segunda
vez en Alemania el sistema Ludendorff1, aunque tomase el uniforme
bolchevique. El método ruso de la
revolución y del socialismo no es aceptable para Alemania, para el proletariado
alemán. Lo rechazamos. Absolutamente.
Categóricamente. Sería un desastre. Más
que esto, sería un crimen. Llevaría la
revolución a su perdición. Por esta
razón no queremos, y no podemos, tener nada en común con una Internacional que
acaba por imponer, incluso por la fuerza, el método ruso al proletariado
mundial.
Debemos conservar una libertad y
una autonomía completas.
El proletariado alemán hará su
revolución alemana, como el proletariado ruso ha hecho su revolución rusa. Ha llegado más tarde a la revolución. Debe luchar más difícilmente. Pero llegará al comunismo más pronto y de
manera más segura.
Etiquetas: 1917, comunismo, Don Otto, izquierda del capital, teoría revolucionaria
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