domingo, octubre 21, 2018
No existe/Conversa en Valpo./Comercio Atlético
"La música (separación imaginaria entre el oído y los demás sentidos) no existe".
"El silencio no existe"
(Juan Jaula, aka John Cage).
--
Conversatorio este martes en Valparaíso.
--
Disturbio Menor en Comercio Atlético.
Vamos bien mañana mejor
(otro fragmento del libro Disturbio Menor, agotado en su primera versión, en camino una segunda).
"El silencio no existe"
(Juan Jaula, aka John Cage).
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Conversatorio este martes en Valparaíso.
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Disturbio Menor en Comercio Atlético.
Vamos bien mañana mejor
(otro fragmento del libro Disturbio Menor, agotado en su primera versión, en camino una segunda).
“It's getting better all the time”.
—Los Beatles
“Nosotros somos partidarios del olvido. Olvidamos nuestro pasado y
olvidaremos nuestro presente. No nos reconocemos contemporáneos de quienes se
contentan con poco“.
—La nostalgia por debajo de todo,
Internacionale Situationniste Nº2 (2-XII-58)
Por alguna razón, más o menos conocida, los seres humanos nos
acostumbramos excepcionalmente rápido a situaciones y eventos excepcionales. No
hace falta filosofar al respecto, es un comentario que puede salir con mucha
naturalidad en la hora punta del metro entre un par de pasajeros, de un esposo
a su esposa cuando revisa la última cuenta del agua, una víctima de abusos, o
cualquier trabajador o trabajadora a su colega: “el hombre es animal de
costumbre”. Incluso los expertos de la ciencia se empeñan en demostrarlo.
Resulta bastante práctico poner este cliché del sentido común en
contraste con el hecho de que todo cambia, y mucho más rápido de lo que muchas
veces alcanzamos a notar. La ciudad de Santiago, por ejemplo, no es la misma
hoy que la que era 20 años atrás. Pero lo que es obvio en ciertos niveles, no
lo es tanto en otros. El nivel de la vida cotidiana es uno en el que se
confunden con bastante facilidad aquello que cambia y aquello que no. Se dice,
de hecho, que es el nivel en que la realidad se enmascara de ideología. Por
decirlo de otra forma, no hay ninguna duda de que no vivimos igual que hacia
fines de los noventa, ¿pero qué es exactamente lo que ha cambiado? Internet
concentra la vida social y en los recitales los amplificadores son más grandes
y más caros; hay más bandas y escenas de todos los tipos y el metro sigue
subiendo exponencialmente de precio; la gente mira al suelo más que nunca y
Piñera es presidente de Chile (por segunda vez). Es recién un comienzo, la
lista no se agotaría nada de rápido. 20 años no pasan en vano.
Pero si aún no está clara la dirección en qué la que intentamos
apuntar puede ser útil considerar, por ejemplo, la diferencia que existe entre
el año 1967 y 1987. Y dicen que todo
siempre va más rápido, ¡imagínense! En los sesenta el mundo civilizado vivía
paranoico por la idea de una guerra nuclear, en los 80 Sun Ra cantaba “Nuclear
War? Yeah…”, en los noventa los santiaguinos juntaban firmas contra los ensayos
nucleares franceses, y hoy, bueno… ya nos acostumbramos.
¿Qué le decía el hardcore de los 80 al rock de los 60? ¿Qué le
dice la música de hoy a la música de los noventa? Esto último no queda
demasiado claro. El mensaje se disuelve en una sopa de opiniones tecleadas a velocidad-smartphone. Lo que si conocemos es lo que
los rockeros de los noventa le tenían que decir al mundo, y por suerte entre
esos había algunos que no estaban encandilados con el espectáculo de la
democracia: “nos está quedando chica Sudamérica, el próximo año nos vamos pal
norte”. ¿Quién se va? En los noventa no había un muro como el que hoy se está
construyendo entre Estados Unidos y México (unas de las fronteras más
custodiadas del mundo, casi a la altura de Gaza), y no había campos de
detención/concentración para niños que buscan asilo humanitario. Los nazis
separaban niños de sus familias en los 40, los gringos separan niños de sus
familias hoy. Unos son los buenos un día, los malos otro, y entremedio de la
confusión no tenemos idea qué cambia y que no. Muy por el contrario, tenemos
una desesperante sensación de que todo solamente empeora.
Si los proto-punks que empezaban a sonar con fuerza hacia fines de
los sesenta intentaban anunciar un cambio de época del que la humanidad se
tenía que hacer cargo y usar a su favor, tan solo un par de décadas después sus
herederos asumían con amargura y rabia el “no future”. El año de Orwell pesaba
como una maldición: “we've got a bigger problem now / ahora tenemos un problema más grande”. Hay quienes dicen —contra
todo pronóstico— que la tercera guerra mundial no empezó nunca, y hay quienes
dicen que no considerar lo que vemos hoy y desde hace rato a lo largo y ancho
del planeta como una guerra mundial es un absurdo.
Cada grupo de música o anti-música es producto de su época y algo
tiene que decirle también. El mensaje de Disturbio Menor
no era el más optimista y cuestionaba a su época con decepción, frustración,
rabia y mucha energía. ¿Donde quedó esa energía? Había una especie de cultura
que la sustentaba, que le daba forma, una especie de comunidad, escena, lo que
se prefiera. A 20 años de su extinción, su época los cuestiona de vuelta. ¿Nos
traen mejores noticias? Es altamente probable que no, y eso es quizá lo más
importante de este salto de tigre al pasado: si creemos que DM logró tomar la
temperatura de su tiempo con precisión no hay ninguna razón para pensar que hoy
no tienen la misma capacidad para hacerlo. Esperemos que su feedback llegue fuerte y claro a quienes no tuvieron
oportunidad de asistir al espíritu de la época que los vio nacer. Y quizá
incluso, que los contagie de algo nuevo.
Rodrigo B.
Etiquetas: ¿quien educará a los educadores?, hardcore punk, psicogeografía, Valparaíso
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