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domingo, marzo 21, 2021

La fantasia de Lester (parte 1) 

 


Cuando leo a Lester Bangs siento como si fuera un viejo amigo. Puede que sea cierto, pues lo leo desde hace como dos décadas por lo menos.

Según Greil Marcus (que también leo desde eso y más tiempo, y pese a la valoración de su obra –gracias a él supe de la IL y la IS- no se siente como un amigo exactamente, sino más bien como un profesor que no admiras pero respetas)...

[Greil conocía a Lester, y editó el primer compilado de escritos, que recién hace un par de años se tradujo a español, por Ignacio Juliá. Y no es por ser criticón, pero…las traducciones ibéricas siempre dan como ganas de mejorarlas].

Bueno: En la presentación Marcus dice que Bangs fantaseaba con la idea de que existiera una especie de archivo de toda la música de la humanidad. En los 70/80 ese archivo se imaginaba como una enorme bodega llena de LPs. Desde que leí eso que tengo la imagen de Lester en un subterráneo hurgueteando en las distintas colecciones. Tal vez porque las disquerías más grandes e interesantes que vi en mi vida estaban situadas en subterráneos. Situadas en Malmö y en Lund, Suecia, donde nunca más retorné desde 1994, aún suelo soñar que voy bajando las escaleras lleno de emoción pensando en qué maravillas del arte sónico de la humanidad me voy a topar ahí.

Porque cuando me preguntan qué música me gusta me es cada vez más difícil responder. Prefiero decir: me gusta el sonido en general, y en particular la organización humana del sonido que llamamos “música”. Pero es cosa de escuchar bien y la música está en todo sonido, hasta en el del calefont o las construcciones de edificios acá al lado. Es lo que algunos jipis (y Ud.?) llamaron la Vibración Universal.

Como se sabe, no soy un amigo de las nuevas tecnologías. Uso guasap sólo desde el 19 de octubre de 2019, aparte de este blog, y el correo electrónico. Y sin tener tuiter me acostumbré a revisarlo también desde 2019, poco antes del estallido, siempre entrando al de Piensa Prensa y viendo desde ahí las “tendencias” del momento, por lo general mucho más rápidas que las noticias oficiales.

Me gusta escuchar música desde los 1600 CDs y no más de 100 LPs que hay en casa, pero me había acostumbrado a escuchar música desde YouTube en mi trabajo con audífonos (que no están mal, pero prefiero sentir la música con todo el cuerpo y no sólo los oídos y la mente). Descubriendo varias cosas en YT a veces me acordaba el archivo de Lester, pero no me parecía que fuese lo mismo porque: hay muchas publicidades, y siempre se asoman otras cuestiones que te distraen, con lo cual no se parece a la clásica sensación de estar escuchando un disco entendido como una forma de arte que se basta a así mima con portada, texto y música.

Pero otra cosa parece ser bandcamp.

Hace un mes o poco más recordé de repente la existencia del crítico musical Byron Coley, quien se me ha aparecido en varios lados: reediciones de Dinosaur Jr., notas al único álbum de los Momes (“Spiralling”, de 1989, grabado en los estudios Cold Storage, y que la única vez que vi por ahí por 1992 en la Melody Rock dejé ir pues preferí comprar un CD de Perfect Trouble, que luego le cambié a Chandía por una sinfonía fome de Glenn Branca. Sí: la cagué), y un libro sobre la No Wave co-escrito con Thurston Moore, un persnaje a quien siempre le estaré agradecido porque a causa de su infidelidad puso fin a la ya larga, tediosa y tediosa carrera de Sonic Youth, una buena banda en sus primeros 10 años, que nunca volvió a ser lo mismo luego de la era grunge.

Busqué de ocioso el tuiter de Byron, y me encontré con excelentes recomendaciones bajo el título de “disco del día”, reenviando por lo general al formato bandcamp.

Y ahí me puse a explorar este nuevo mundo que sí creo se ajusta mejor a la utopía melómana de Lester Bangs, sobre todo porque respeta el formato “álbum”, con portada y texto y sin distracciones, y además permite explorar sean en base a bandas o sellos.

Enchufado desde mi teléfono celular el equipo de música  los parlantes SONY conseguidos por mi padre en La Serena en los años 70, el sonido es excelente y este último mes casi no he usado los CDs: el formato ya casi obsoleto que he coleccionado desde más o menos 1990 (mi primer caset y LP fueron de Iron Maiden, respectivamente “Killers” y “Iron Maiden”; mi primer CD fue el “One size fits all” de Zappa y las Madres, y el segundo fue uno de los peores albums de la historia de los Residents: “El rey y yo” (una especie de tributo  a Elvis)).

El proceso por lo general consiste en hacer memoria de bandas y artistas de los que en la vida me ha costado conseguir material, y googlearlos agregando “bandcamp”. A veces o aparece nada, pero por lo general siempre hay algo.

El itinerario fue más o menos así (anoté casi todo en mi libreta negra):

Faust: ¿Cómo no partir por buscar una de las bandas que siempre ha estado en mi top % de bandas de todos los tiempos? Encontré que tenían bandcamp, en el que sólo hay dos discos pero completos: el Faust 1, con el que Uwe Nettelbeck estafó a los ejecutivos de Polydor (si no me equivoco) diciéndoles que tenía en sus manos a “los nuevos Beatles”, jajajaja, y qué tremendo disco sacaron gracias al millonario presupuesto que le pasaron.

También está el 71 minutos,  gloriosa obra que tengo en CD pero acá al fin se entienden los títulos en el orden adecuado.

Por ahí pillé en otro lado el Patchwork, que compila fragmentos del mundo faustiano desde 1971 hasta el dos mil y algo. Muy bueno.

Lástima que no está el Faust Tapes: legendaria movida de Uwe de nuevo, que ante el fracaso comercial de Faust en Alemania le entregó unas cintas a Virgin UK con el compromiso de que editaran un LP al precio de un single. Gracias a eso el disco vendió como 60 mil copias.

This Heat: otra banda que suele estar en mi top 5. En su bandcamp está todo: los dos LPs, las Peel sessions, el maravilloso “Salud y eficiencia”, una colaboración con un percusionista africano (Mario Diekuuroh), un disco en vivo, “Metal”, “Repeat” y 3 versiones de “Graphic/varispeed”, que es un fragmento sonoro en tres formatos de reproducción/velocidad: 33, 45 y no me acuerdo (la técnica nunca fue lo mío: De hecho, aún no sé en rigor que es lo “mío” y por eso me gusta tanto la frase crística “mi reino no es de este mundo”)…ah, sí: y 16 RPM. Sé que casi nadie lo hará pero ¡escuchen todo eso! En las tres versiones de Graphic se aprecian todos los sonidos ocultos detrás de lo que llamamos canciones o piezas instrumentales, que están todo el tiempo ahí esperando que los descubramos.

John Peel dijo en su momento: “La gente me escribe pidiendo más música como la de This Heat, el problema es que -que yo sepa- ¡no existe más música como la de This Heat!”. Y eso sigue siendo cierto, 40 años después.

No sé por qué de ahí salté al bandcamp de Doctor Nerve. A inicios de los 90 descubrí su disco en vivo “Did sprinting die?”, y luego el CD que reúne los dos primeros discos de estudio (Armed Observation y Out to bomb fresh kings). Es un combo de NY numeroso y complejo liderado por Nick Didkovsky (con quien tuve alguna correspondencia en esos años y me mandaba afiches de las tocatas que los tenía todos pegados en mi pieza en esos años pero una vez en un aseo general terminaron en la basura), que rockea duro mientras ofrece intrincados arreglos de vientos que le dan un toque de Henry Cow meets heavy metal y entremedio hay piezas programadas por un computador. No están todos sus discos ahí, pero hay varios, y reescuchar “Beta 14 OK” fue como volver a carretear con un viejo amigo. Y pensar que hay quienes aún se impresionan con Fulano y Mr Bungle. OK.

La banda no ha parado hasta el día de hoy, y el sonido se ha hecho cada vez más metalizado pero en una buena forma, por ejemplo en el álbum adecuadamente titulado “LOUD!”. De hecho, un amigo de esos tiempos me mostró hace poco que Didkovsky hacía eventos tales como reinterpretar completo el “Master of Reality” de Black Sabbath. Algo que la mayoría de los autoproclamados “músicos de vanguardia” que me he topado por acá no harían pues son tan levantados de raja que miran en menos el punk y el heavy metal (a menos que sea muy "virtuoso", o sea, pichulero).

Enormes cantidades de discos hay en los bandcamps de 3 favoritos del anarco-post- punk (por decir algo): The Ex, Chumbawamba, y Dog Faced Hermans.

El caso de Chumbawamba es el más extraño, dado en enorme hit mundial que tuvieron en los 90 con Thubtumping, pero acá están los clásicos “Las fotos de niños muriendo de hambre venden discos” y “Que no te preocupen las elecciones”, además de un disco pop y hermoso como “Anarchy”, que tuve en CD pero se lo regalé a una polola, jojojo. No creo que ella lo escuche mucho ya.

Buscando en el árbol post-This Heat encontré el hermoso disco de Lifetones, deriva dub a cargo de Charles Bullen y un socio jamaiquino (o jamaicano?), y no mucho pero sí algo de Camberwell Now (de Charles Hayward, el baterista). Se trata de dos temas dentro de un compilado del sello Sub Rosa en homenaje a William S. Burroughs. En la página del sello me topé con Palo Alto y “Diferencia y repetición”, su homenaje a Gilles Deleuze. Palo Alto es un supergrupo bien curioso, con Richard Pinhas (de Heldon, pioneros de la electrónica francesa), Thierry Zaboitzeff (de Art Zoyd, banda RIO belga), y Rhys Chatam (ex Theoretical Girls junto a Branca, pioneros del no wave, y precursor de la Band of Susans, una de las primeras formaciones con 3 guitarras además de bajo). El disco lo escuché acostado y bien volado y me pareció sublime. Una semana después lo escuché en otro contexto y no me gustó tanto. Le daré otra oportunidad y les cuento. El disco no solo tributa a Deleuze (con samplers de su voz) sino que es al mismo tiempo un homenaje al “Third” de Soft Machine, álbum doble con un tema en cada lado, y la idea es que cada tema (de 2º minutos aprox.) explore un lenguaje musical distinto.

De los Residents no encontré mucho, salvo por algunos de los conciertos de su 13 aniversario en Holanda y no recuerdo qué más, pero sí encontré albums de sus amigos ingleses Renaldo & the Loaf, y varios tributos a los Residents, dentro de los cuales destaca una versión completa a cappella de su cásico “Commercial Album”, a cargo de The 180 Gs, brillante. Y por raro que parezca, aunque no tanto pues estamos hablando de los Residentes, la formación Minimún hizo lo mismo tributando en su integridad ese clásico del minimalismo pop con sus 40 canciones de 1 minuto.

No pude terminar aún esta revisión, pero sí pude encontrar la referencia original de Lester:

“La fantasía más memorable de mi infancia era ser propietario de una mansión con catacumbas subterráneas que contendrían, alfabéticamente ordenados en pasillos infinitos y tortuosos, húmedos y mal iluminados, todos los álbumes publicados”.

(Lester Bangs, Reacciones psicóticas y mierda de carburador. Prosas reunidas de un crítico legendario: rock a la literatura y literatura al rock, Edición de Greil Marcus, Traducción de Ignacio Juliá, Libros del Kultrum, segunda edición, 2018, pág. 16. Estoy refiriendo como me enseñó un académico imbécil: usen las citas más voluminosas posibles. Benjamin escribió sobre eso en Instrucciones para redactar mamotretos, creo que en su Calle de dirección única).


El sueño de Lester parace un poco obsoleto hoy en día.

¿Su visión se quedó corta?

Yo tengo una que de seguro va más allá: lograr un archivo del sonido que no sea propiedad de nadie, en que haya quedado un registro, repetido al infinito, de cada una de las expresiones auténticas del ser, humano.

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