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domingo, enero 02, 2022

Folk (des)comunal: Tyrannosaurus Rex en vivo el 1 de enero de 1970 

Una vez conversé con Tetuzi Akiyama, versátil y talentoso guitarrista japonés, y me dijo que en sus inicios tocaba guitarra en los parques, generalmente de noche, y que solía acudir como repertorio a las viejas canciones de Marc Bolan, antes de T.Rex. O sea...estas canciones. Según decía Tetuzi, y he leído por ahí, existía toda una escena hippie de recitales acústicos en parques. Mientras explicaba se puso a cantar "Hot rod mama", y no dejaba de toser, aunque así y todo seguía prendiendo cigarrillos.

Cuesta encontrar los discos de Tiranosaurio, el dúo acústico que formó Marc Bolan de regreso en Inglaterra tras una gira con los John´s Children en la que tuvo ocasión de ver tocar a Ravi Shankar. 

En el bandcamp Bolan Boogie hay tres registros, pero de 1970, cuando Steve Peregrin Took había sido reemplazado por Mickey Finn. 

Los dejo con una grabación del dúo en un concierto en el Teatro París, organizado por John Peel el 1 de enero de 1970 (Bolan era íntimo amigo de Peel, y el éxito del dúo en gran medida se debió al incesante apoyo del famoso DJ), y con este extracto de Simon Reynolds.


“Lo que hizo Pink Floyd en términos electrónicos, nosotros lo hacemos en versión acústica”, dijo alguna vez Bolan sobre Tyrannosaurus Rex. Esto es cierto en términos de las letras y el canto, pero en términos de sonido resulta un poco forzado. El paralelismo es más claro con el folk hipnótico y rasgado de Richie P. Havens o con The Incredible String Band, si estos artistas se hubieran decantado por el rock más que por el folk.  El sonido de Bolan y Took tenía menos bajos, carecía de acentos en contratiempo y estaba dominado por tonos de alta frecuencia: una guitarra acústica brillante, voces agudas y un espectro de exóticos instrumentos de percusión, entre los que se contaban tambores parlantes africanos, chinchines (platillos de dedos) y el Pixiephone, un “pequeño xilofón de juguete” comprado en Harrod`s.

Además de la percusión de mano, Took estaba a cargo de improvisar las voces de fondo, haciendo coros, pero también intercalando cánticos e interjecciones. Su colección de relinchos, hurras, siseos, suspiros, jadeos y ráfagas de percusión vocal encuentra su máxima expresión en “Scenes of Dinasty”, un registro grabado solo con voces y palmas que marcan el pulso de manera bastante libre. “Nunca me entusiasmó tanto la percusión de Steve”, confesaría más tarde Bolan. “Lo que de verdad hacóa bien era cantar (…) Tenía un verdadero sentido de la armonía”.  

Las canciones de Tyrannosaurus Rex parecen improvisaciones espontáneas captadas por el micrófono escondido debajo de un hongo venenoso en un claro del bosque. No hay en ellas prácticamente nada que recuerde a ciertos efectos psicodélicos de moda como el phasing u otros que los ingenieros de Abbey Road aportaron en The Piper at the Gates of Dawn. Una de las pocas excepciones a esta regla se encuentra en un tema de su segundo disco, Prophets, Seer & Sages, The Angels of the Ages (1968): “Deboraarobed”. Como permite entrever el título, se trata de un palíndromo de audio: exactamente a la mitad, comienza a sonar al revés hasta terminar de nuevo al principio de la canción. Al oyente le lleva un segundo caer en cuenta de lo que está ocurriendo: al principio, parece como si Bolan estuviera cantando en una lengua perdida o inventada.

Las canciones de Tyrannosaurus Rex tiene algo de músico callejero cósmico, un estilo donde el rasgueo de la guitarra y el gorjeo de la voz encuentran un punto medio justo entre el folk y el rockabilly. Las más recargadas de percusión evocan las estruendosas improvisaciones hippies que de pronto comenzaban a sonar en los festivales gratuitos o en las fiestas organizadas en terrenos baldíos, el clamor de una multitud drogada que tomaba en sus manos bongós, panderetas, botellas, sartenes y cualquier otra cosa de la que pudiera sacar algún sonido”.

(Extracto de “El poeta del boogie: Marc Bolan y T. Rex”, capítulo 1 de Simon Reynolds, Como un golpe de rayo. El glam y su legado, de los setenta al siglo XXI, Buenos Aires, 2017, Caja Negra).    


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