lunes, abril 04, 2022
“DESERTAD” (x Franco "Bifo" Birardi).
Leo las palabras de viejos compañeros
Leo las palabras de viejos compañeros que instan a enviar
armas al pueblo ucraniano que lucha contra el invasor. Como dice Gad Lerner en
un discurso reciente sobre el tema, “estamos caminando descalzos sobre vidrios
rotos”, así que respeto los sentimientos de esos viejos compañeros míos, pero
espero no parecer cínico si los invito a reflexionar sobre el contexto y el
sentido general del proceso del que la guerra de Ucrania es el
catalizador.
Parece que hoy está prohibido pensar. Hay que tomar posición,
hay una guerra de agresión desatada por la Rusia stalino-zarista, y hay una
resistencia que involucra a la gran mayoría del pueblo ucraniano. Lo sé y
parece innegable.
Sin embargo, antes de pronunciarme, si se me permite, me
gustaría conocer el contexto histórico: desde la hambruna que mató millones de
ucranianos en los años de Stalin, hasta el apoyo que la mayoría de los
ucranianos dieron a Hitler durante la guerra, hasta la eliminación de 1,2
millones de judíos por las SS ucranianas, hasta la política de expansión de la
OTAN hacia las fronteras de Rusia.
¿Se me permite estudiar historia, se me permite comprender?
O, queridos viejos compañeros que ahora son intervencionistas, ¿sólo es lícito
tomar una posición, sin comprender, sin saber?
Conocí a esos compañeros míos en las ocupaciones contra la
guerra estadounidense en Vietnam, juntos crecimos en la cultura del
internacionalismo, creyendo que estábamos viviendo el amanecer de una época más
feliz y no, como sabemos ahora, el ocaso de la civilización humana.
Juntos pensábamos que la nación era un concepto brutal y
estúpido, herencia de una era bestial de la que la cultura podía emanciparnos.
Juntos pensamos que la nación era una máscara de depredadores
competidores que envían a los niños a morir para obtener ganancias.
Ingenuamente juntos, pensamos que la cultura podía emancipar
a mujeres y hombres de esa bestialidad. No sabíamos que la cultura estaba
destinada a disolverse a raíz del darwinismo neoliberal que restauró la ley
natural de la selva en la que sólo puede vivir quien sabe matar. No sabíamos
que la bestia estaba destinada a resurgir como un monstruo de dos cabezas que
ahora se muerden entre sí. Las dos cabezas son el globalismo capitalista y el
nacionalismo soberano: de sus mordiscos proliferan pequeños monstruos
nacionales.
Hace veinte años, las multitudes se unieron bajo el grito
patriótico “todos somos estadounidenses”, y agitaron sus pañuelos para saludar
a la gran empresa afgana que finalizó el 21 de agosto de 2021, ya sabemos cómo.
Ahora, las 24 horas del día en las redes unificadas hay una demostración de
heroísmo a través de terceros. La persona interpuesta es el pueblo ucraniano,
incitado, instigado, exaltado por una multitud de simpatizantes emocionados que
siguen agitando sus pañuelos. Pero esta vez el espectáculo puede extenderse a
la audiencia, involucrar al público y aplastar lo poco que queda de la vida
civil.
Vi ‘Invierno de fuego’
Vi Invierno de fuego del director ruso-israelí
Afineevsky. Una película que narra, sin dibujar el contexto nacional e
internacional, la resistencia del pueblo, la solidaridad ciudadana, el orgullo
nacional, la determinación implacable. Aunque me resulta difícil compartir el
nacionalismo como se presenta, entiendo esto: si los ucranianos pudieron
resistir la violencia brutal de los Berkuts de Yanukovych con
sus propias manos, hoy, con las armas que les enviamos, podrán resistir como
leones al ejército de Putin. Y morirán por miles. Y matarán a miles de soldados
rusos, veinteañeros enviados a morir por la locura criminal de Putin.
Nosotros enviamos a los ucranianos al frente. Les prometimos
la OTAN, Europa y la libertad. La libertad de la que goza Julian Assange, de la
que disfrutan los estadounidenses negros y los trabajadores precarios de todo
el mundo. Les prometimos democracia, la que vivieron los griegos en el verano
de 2015.
A cambio de su libertad, les pedimos que mueran por la OTAN,
aunque la llamen Unión Europea.
Pero ahora Zelenski nos llama: “Ucrania está dispuesta a morir
por Europa. Veamos si Europa está lista para morir por Ucrania".
Europa está dispuesta a enviar armas, no a morir. Tampoco
está preparada para encontrarse de la noche a la mañana sin calefacción y sin
gasolina.
Animaremos desde las gradas.
Como en los días de los gladiadores.
Es el momento Anders en la historia del mundo
El culto a la nación, a la raza, ha vuelto por todas partes a
dominar la escena, y lo que se libra en Ucrania es una guerra de Hitler contra
Hitler
Es el momento Anders en
la historia del mundo. En la década de 1960, cuando la bomba atómica se apoderó
de la imaginación, Günther Anders reflexionó sobre los efectos políticos y
psíquicos de esa innovación tecno-militar. Judío, filósofo de educación
heideggeriana, que emigró a América en los años del exterminio de su pueblo,
Anders escribió, en artículos y libros que nunca tuvieron la circulación
merecida, que el Tercer Reich era sólo el ensayo general de un espectáculo que
(él lo dijo) verán nuestros nietos cuando el nazismo esté en todas partes.
Ahora los nietos de Anders son testigos del triunfo del Nuevo Tercer Reich, el
monstruo bicéfalo del supremacismo blanco que no acepta su declive.
Anders fue tratado con cierto desapego por parte de los
académicos: un pesimista, decían de él los ensalzadores de las glorias de la
democracia liberal.
Ahora es evidente: el culto a la nación, a la raza, ha vuelto
por todas partes a dominar la escena, y lo que se libra en Ucrania es una
guerra de Hitler contra Hitler. Guerra interna de exterminio en Occidente.
No es la primera vez que un poder blanco (por ejemplo los
Estados Unidos de América) lanza campañas de exterminio contra poblaciones
indefensas.
Gracias a las sanciones contra Irak en la primera guerra del
Golfo, la mortalidad infantil pasó del 56 por mil en 1990 al 131 por mil en
1999. En 1996, el programa Sixty Minutes entrevistó a la embajadora
estadounidense ante la ONU Madeleine Albright: “Parece que 500.000 niños
iraquíes murieron a causa de los embargos. Es más que Hiroshima. ¿Es un precio
justo a pagar?”. La respuesta fue digna del Putin que ahora vemos en acción:
"Fue una elección muy difícil, pero sí, eso creemos”.
Pero esos muertos eran iraquíes, no pesaban mucho en la
conciencia occidental. Los muertos de Mariupol nos impresionan particularmente
porque la masacre ocurre dentro del mundo blanco, dentro de Occidente, ya que
Rusia es Occidente, en el sentido de que es parte de la raza carnívora.
Lo que es Occidente no está claro. En términos geográficos,
Rusia no forma parte de él. En términos políticos, Occidente es el mundo libre
opuesto a la autocracia. Y, por supuesto, la geopolítica importa, y la política
importa. Pero lo que más importa es la pertenencia cultural al mundo cristiano,
blanco e imperialista. Desde este punto de vista, Rusia es Occidente. Occidente
es la tierra del declive, la tierra del futuro que ahora está en declive. El
futurismo ruso y el futurismo occidental tienen raíces diferentes pero el mismo
significado: expansión. Y tienen la misma suerte: el agotamiento en que ni
siquiera somos capaces de pensar, ya que el culto a la expansión nos ciega, y
nos impide comprender que la expansión ha terminado y que Occidente se está
extinguiendo.
Oeste es Rusia, América, Europa, un mundo de viejos que
exorcizan la demencia con prótesis cognitivas e inteligencia artificial, de
viejos que exorcizan la impotencia con proclamas de exterminio mutuo.
Esta es una guerra dentro de la raza carnívora que no se
resigna a desaparecer, y como Sansón quiere llevarse al planeta entero al
carajo. Aquí estamos en el último acto de la civilización blanca, rusa, europea
americana: la destrucción de la civilización.
Ilimitado es el poder del estúpido
Ilimitado es el poder del estúpido y se dice que ni los
dioses contra él pueden hacer nada.
Macron declaró recientemente que la OTAN está en estado de
muerte cerebral. Sin embargo, se ha levantado y como un zombi ha tomado el
lugar de Europa, destruyendo definitivamente su misión constitutiva. Polonia
es, de hecho, su vanguardia. La Polonia de Kazinski.
Biden ordenó a Alemania que rescindiera el contrato de Nord
Stream. No sabemos cómo terminará la guerra en curso, pero sí sabemos que Biden
ya ganó en este punto. Después de renunciar a Nord Stream, Alemania accede a
armarse. Contra los rusos, de momento, quién sabe mañana.
El poder del estúpido es ilimitado, porque el estúpido está
dispuesto a dañarse a sí mismo para dañar al otro.
La miseria se extenderá, ya que la sociedad tendrá que pagar
los costos de un rearme general. Y el aire será cada vez más irrespirable
No está claro cómo saldremos de esta guerra. En el peor de
los casos no saldremos de ella del todo: en vez de perder (todo), el Autócrata
podría usar toda su fuerza y destruir (todo). En el mejor de los casos, una
ola de nacionalismo fragmentará el continente europeo en un mosaico de
ejércitos fascistas en guerra entre sí y especialmente contra los inmigrantes
no blancos. Las líneas divisorias son borrosas, porque los nacionalistas no
conocen la lógica y no saben nada de universalidad.
No está claro cómo saldremos de esta guerra, pero lo cierto
es que la miseria se extenderá, ya que la sociedad tendrá que pagar los costos
de un rearme general. Y el aire será cada vez más irrespirable: las minas de
carbón están reabriendo para satisfacer la creciente necesidad de energía. El
Holocausto climático se precipitará.
Los gobiernos europeos incitarán a las mujeres a tener hijos
por la patria blanca, pero el cáncer y el asma se extenderán junto con una
pandemia de depresión suicida.
Sometida a una violencia ininterrumpida, la naturaleza ha
recuperado el dominio: la naturaleza desatada de los mares crecientes y los
fuegos devoradores, la naturaleza bélica de los humanos que han convertido la
inteligencia en artificio y ahora son presa de la (il) lógica natural de la
pasión por la identidad. Pasión asesina.
Pero ahora, también pasión suicida.
En un pueblo en la frontera
Una docena de desertores llegan cada noche a un pueblo en la
frontera con Polonia. No quieren quedar atrapados en una guerra de nación,
quizás porque la idea de nación no les convence como no me convence a mí. Miles
de jóvenes rusos huyen a Escandinavia y quién sabe dónde. No quieren ser
reclutados por Putin para ir a matar a sus pares ucranianos, no quieren vivir
en un país donde se persigue la libertad de expresión.
Se llevaron algunas cosas con ellos y se fueron para nunca
volver. Son pocos, malditos como traidores a su patria, pero se van: quizás
están enamorados y no quieren morir, quizás están asustados por el horror y no
quieren matar. En todo caso, mi solidaridad, mi amistad va para ellos. Solo a
ellos. Mi amistad va para todos los que desertan.
A los que desertan de la patria y de la guerra, a los que
desertan del trabajo asalariado, a los que desertan de la procreación, a los
que desertan de la participación política. A aquellos que han entendido que el
cáncer ahora ha devorado el cuerpo y están buscando áreas de supervivencia y
compartir en los márgenes de un mundo que se desintegra rápidamente.
Por todos los demás, rusos y ucranianos, estadounidenses e
italianos, solo siento una compasión desesperada.
(Tomado de https://ctxt.es/es/).
Etiquetas: capitalismo y catástrofe, chanchos culiaos asesinos, chanchos culiaos explotadores, guerra social, reflexión